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Opinión

22 de Julio de 2016

Ali Devlen y el fallido golpe de Estado en Turquía: “El pueblo defendió la democracia”

Llegó a Chile hace poco más de dos décadas y se instaló en el exclusivo barrio de Alonso de Córdova. Vende alfombras y le ha ido muy bien. A pesar de la distancia, Ali Devlen viaja dos veces al año a Turquía y conoce lo que hace atractivo al país que acaba de enfrentar un fallido golpe de Estado: ser la 17 economía más grande del mundo. “Nosotros hemos peleado contra ISIS y esa es la razón por la que estamos en la mira ellos, pero también de todos aquellos que ven a Turquía como un importante botín”, asegura.

Jorge Rojas
Jorge Rojas
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Llegué a Chile en 1995, cuando tenía 24 años. Me vine arrancando del servicio militar, que en ese tiempo era muy duro. De Sudamérica conocía poco y de Santiago sólo a algunos clientes que había conocido en Estambul, donde me dedicaba a la venta de alfombras, trabajo que seguí realizando acá cuando llegué.

En Chile me quedé pegado. Hice mi familia y mi negocio comenzó a crecer. Antes, cuando no tenía mucho capital, viajaba a Turquía cada tres años en busca de alfombras y también para ver a mis padres y hermanos. Hoy, los visito dos veces al año.

En Estambul hay alrededor de 18 millones de habitantes, casi todo Chile en una misma ciudad, y muchos de ellos son empresarios. La mayor colonia de turcos en el extranjero está en Alemania, donde hay casi tres millones de inmigrantes. Durante siglos hemos viajado a distintos lugares del mundo buscando mejores condiciones de vida y en el último tiempo, Latinoamérica ha tenido una enorme importancia para nosotros, porque en la región hay países emergentes, con mucho futuro. Pese a eso, en Chile no deben ser más de 400 los turcos que viven acá.

Turquía ha crecido mucho en el último tiempo. Nos hemos transformado en un país muy potente, social y económicamente hablando. Somos la 17 economía más grande del mundo y hemos desarrollado mucho nuestras industrias: todas las grandes marcas de autos tienen sede en Turquía, nosotros estamos haciendo nuestros propios barcos de guerra, los helicópteros, y los tanques, y el año pasado recibimos más de 40 millones de turistas.

Las teleseries que se producen en mi país han tenido mucho que ver en esa alza del turismo. Somos el segundo exportador de series del mundo y ahora la gente tiene otra imagen de nosotros. Hemos derribado mitos y prejuicios. Acá, los chilenos se han dado cuenta que no somos como los árabes que andan todos tapados. Al revés, somos laicos y tenemos democracia. Tan grande es el crecimiento que tenemos tres aeropuertos, uno de los cuales en pocos meses más será el más grande del planeta.

Lamentablemente, fue en uno de ellos que ocurrió el atentado de hace un par de semanas. Los terroristas no tienen piedad y no veo diferencias con los atentados ocurridos en Francia o en otras partes del mundo. Nosotros hemos peleado contra ISIS y esa es la razón por la que estamos en la mira de ellos, pero no sólo del terrorismo, sino que también de todos aquellos que ven a Turquía como un importante botín.

El intento de golpe de Estado de la semana pasada tiene mucho que ver con eso. Muchas naciones tienen interés en que a Turquía le vaya mal. Prueba de ello, tal vez, es que los países desarrollados se demoraron mucho tiempo en condenar el alzamiento militar. No sé qué esperaban para hacerlo. La democracia se defiende siempre, independiente de quién esté en el poder.

Geográficamente, tenemos una ubicación importante. Somos el paso obligado entre Europa y Asia, y debilitarnos inevitablemente acarrea conflictos en la región. Eso es lo que buscan algunos: debilitar para luego controlar. Afortunadamente, el golpe no tuvo éxito. Al mando estaban tenientes, coroneles y algunos generales, pero nadie del alto mando. Quienes querían darlo, buscaban crear una guerra civil que no resultó, en gran medida porque el pueblo defendió la democracia.

Aunque políticamente somos un pueblo muy polarizado, la noche del golpe los turcos dejaron de lado las viejas rencillas y salieron a defender la democracia. En la calle no sólo estaban los partidarios de Recep Tayyip Erdogan, sino que también sus adversarios. Tal vez, este debe ser uno de los últimos golpes en mi país. Antes, cuando los militares se tomaban el poder, la gente siempre se cuadraba con ellos, pero esta vez parece que hemos quebrado con esa historia.

Gran parte de quienes salieron esa noche a manifestarse son jóvenes menores de 35 años. El 60% de la población está en ese rango de edad, turcos que no hablan de fútbol, pero que saben mucho de política. Gran parte de ellos apoyan a Erdogan, que hoy parece no tener rival. Lo cierto es que Turquía ha crecido mucho bajo su gobierno, no solo económicamente, sino que también en el fortalecimiento de la democracia.

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