Nacional
31 de Enero de 2017El debate por el rol de las plantaciones forestales de pino y eucaliptus en los incendios
Manuel Gedda biólogo y académico de la Universidad Católica, especializado en Patrimonio Natural, afirma que “la gran magnitud del fuego está dada por dos factores principales: las extremas condiciones climáticas favorables para ello y la alta carga de combustible que representan las grandes plantaciones forestales de pino y eucaliptus". Pero el Colegio de Ingenieros Forestales de Chile y académicos de la Universidad de Chile refutan que no existe evidencia científica y que se debe evitar estigmatizar a las plantaciones forestales.
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La posible incidencia de las plantaciones forestales en los incendios que azotan a la zona centro-sur de país enfrenta a la comunidad científica. Por un lado, los biólogos y ecologistas sostienen que las plantaciones de pino y eucaliptus, también conocidos como monocultivos, fomentan la propagación e intensidad del fuego. Por otro, los ingenieros forestales y expertos en incendios afirman que no existe evidencia que respalde dicha tesis.
En Chile, según las últimas cifras de la Conaf, los bosques abarcan 17,3 millones de hectáreas del territorio nacional (22,9%). De ellas, 14,3 millones corresponden a bosque nativos y 2,9 millones a plantaciones forestales. En un año promedio, la temporada de incendios arrasa con 50 mil hectáreas. Pero este año, la catástrofe fue total y fuera de toda estimación. A la fecha, ya van más de 500 mil hectáreas quemadas y todavía quedan cuatro meses de la temporada de incendios. La emergencia ha provocado 11 víctimas fatales y 3.782 damnificados.
Según los reportes de Conaf, la región más afectada por el fuego ha sido el Maule (282.452 ha), seguida de O´Higgins (106.416 ha) y Bío-Bío (87.550 ha), precisamente en las regiones donde se concentran las plantaciones forestales, que han sido las más afectadas por el fuego.
El mercado forestal es controlado, principalmente, por los dos gigantes de la industria, CMPC del grupo Matte y Arauco del grupo Angelini. La plantación más importante es el pino radiata con 68%, seguido por el eucaliptus con un 23%. De estos árboles, conocidos como exóticos, dado que no tienen un origen natural como el bosque nativo, se obtiene madera, celulosa, chips y otros derivados que son comercializados en el mundo.
LA VISIÓN DE LOS BIÓLOGOS Y BRIGADISTAS
Biólogos y ecologistas han apuntado sus dardos hacia este sector productivo como el responsable de la voraz expansión del fuego. Argumentan que los monocultivos afectan los ecosistemas, la humedad de los bosques y por sus características ayudan a la propagación del fuego.
Manuel Gedda biólogo y académico de la Universidad Católica, especializado en Patrimonio Natural, explica a The Clinic que “la gran magnitud del fuego está dada por dos factores principales: las extremas condiciones climáticas favorables para ello (altas temperaturas, viento y poca humedad atmosférica) y la alta carga de combustible que representan las grandes plantaciones forestales de pino y eucaliptus (muy densas, con grandes extensiones y con follajes de alta combustibilidad por la presencia de resinas y sustancias volátiles)”.
“Derivado de lo anterior, la falta de vegetación nativa (mucho menos combustibles y por tanto más retardante al fuego), ha sido sin duda un factor muy incidente en esta magnitud; de hecho, lo que se ha quemado es básicamente vegetación exótica; no cabe duda de que si hubiese existido vegetación nativa en esas zonas, los incendios no tendrían esa misma magnitud”, asegura Gedda.
Según Gedda, las razones que dificultan el control de los incendios de plantaciones exóticas se debe “principalmente a la estructura, composición y densidad de estos bosques artificiales, formados por árboles de una misma especie, edad y talla, situados unos muy junto a otros, con un grueso depósito de follaje seco y otros restos vegetales en el suelo de alto potencial de combustión que se van acumulando por la falta de organismos descomponedores y de condiciones para la descomposición”.
En contraste, explica, “esto en un bosque nativo no ocurre, porque existe una mayor humedad en el suelo y el material muerto se haya bastante descompuesto y por ende hay menos combustible para el fuego”.
En relación al consumo de agua de estas especies y la sequedad del suelo, Gedda afirma “está probado experiencialmente en todos aquellos sectores que tuvieron vegetación nativa hasta hace 20-30 años y que luego fue sustituida por plantaciones de estas especies, en donde se constata una clara menor disponibilidad de agua y en muchos casos la desaparición de vertientes completas. Esto es especialmente claro y dramático en la zona costera del Bío-Bío y La AraucanÍa, hoy día cubiertas casi por completo por bosques artificiales y que en las ultimas 3 ó 4 décadas perdieron casi todos sus últimos bosques nativos, y donde hoy el Estado debe gastar miles de millones de pesos al año para abastecer de agua mediante camiones aljibes a las diversas comunidades de la zona”.
El profesional además sostiene que existen estudios científicos que demuestran la mayor combustibilidad del eucaliptus por diversos factores propios de sus constitución fitoquímica. Pero afirma que más allá de los estudios, que pueden ser interpretables, “lo importante es señalar, y así lo muestran estos incendios, que las grandes plantaciones de pino y eucalipto han sido básicamente el combustible y no la vegetación nativa, casi inexistente; y cuando esta ha existido y se ha quemado, el avance del fuego ha sido mucho más lento y menos violento. Así lo testimonian bomberos y otros combatientes del fuego”.
Fernando Peña, exbrigadista de Conaf y dirigente sindical, quien dejó la institución en 2015 luego de la huelga en la institución, combatió incendios durante seis años y comparte que la violencia del fuego en el caso de las plantaciones forestales es mucho mayor.
-Recuerdo un incendio de pinos en Puchuncaví, el color del humo era negro. Un humo muy denso, muy distinto al arbolado nativo que es más blanco. Este humo era extremadamente tóxico, dificultaba mucho la respiración, irritaba la nariz y los ojos. Los pinos generaban una temperatura impresionante, muy diferente a la temperatura del arbolado nativo, que si bien era alta, no permanecía durante tanto tiempo encendido, se consumía más rápido-relata.
Agrega que durante el tiempo “que estuve en Conaf, me di cuenta que el pino y eucaliptus eran catalogados como combustible pesado, porque generan mas temperatura y permanecían mucho más tiempo encendido, además que el incendio era mucho más violento, sobre todo cuando se comenzaba a trasmitir el fuego por las copas de los árboles, costaba mucho más pagarlo. Los aviones no tenían la misma efectividad que cuando trabajamos con arboles nativos, en terreno se ven las diferencias”.
LA TESIS DE LOS INGENIEROS FORESTALES
En la otra vereda están los ingenieros forestales que trabajan con el manejo del fuego. Los académicos de la Universidad de Chile, Miguel Castillo y Roberto Garfias, ambos miembros del laboratorio de incendios forestales de ese plantel, afirmaron a The Clinic, que no existe evidencia científica que avale la tesis de que las plantaciones de pino y eucaliptus propaguen más el fuego que las especies nativas.
“Francamente, llevamos años trabajando en esta actividad, investigando, publicando y estudiando nuestros bosques, tanto naturales como artificiales. Tenemos evidencia científica de distintos fenómenos, pero hoy no existe ningún estudio que demuestre que los pinos y eucaliptus sequen los ambientes, sequen los suelos o que aislen a la fauna y flora”, sostuvo Castillo.
Ayer el colegio de ingenieros forestales respaldó sus dichos. Su secretario ejecutivo Julio Torres Caldo sostuvo que “no hay antecedentes que permitan definir a las especies exóticas como responsables de los incendios forestales, o que tengan cualidades intrínsecas que expliquen la magnitud de estos incendios. Los incendios se explican por acciones humanas en su origen y por variables externas en su propagación, como la cantidad, continuidad del combustible, y factores como el viento y la humedad relativa. Además de una mala gestión territorial que combina matriz de vegetación con matriz de población de manera poco ordenada”.
“Una estrategia basada en estigmatizar a las plantaciones forestales es una mala política para enfrentar lo que estamos viviendo. No hay que declararle la guerra a las plantaciones, hay que declararle la guerra al fuego”, agregó Torres.