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9 de Marzo de 2017

La columna de Caparrós sobre el milagro del Barça: “Muchas veces me he preguntado por qué el fútbol”

Caparrós afirma que es en jornadas como la vivida anoche en el Camp Nou cuando la pregunta sobra. Habla de que el fútbol da esas cosas... un "guión imposible, escrito por un guionista torpe que no se priva de usar recursos increíbles; pero que suceden de verdad, en la verdad de esa ficción magnífica. O sea que, de una vez por todas: si alguna vez me olvido y vuelvo a preguntar por qué el fútbol, por favor grítenme: es por partidos como este".

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“Los adjetivos se me acaban. También se me acaba, aunque no debiera decirlo, la garganta: ronca, descascarada. Muchas veces me he preguntado por qué el fútbol”.

Así da inicio el periodista y escritor argentino, Martín Caparrós, a la crónica que escribe en The New York Times a propósito del partido imposible que el Barcelona le ganó al París Saint Germain, más allá de las ayudas del árbitro Deniz Aytekin.

Caparrós afirma que es en jornadas como la vivida anoche en el Camp Nou cuando la pregunta sobra. Habla de que el fútbol da esas cosas… un “guión imposible, escrito por un guionista torpe que no se priva de usar recursos increíbles; pero que suceden de verdad, en la verdad de esa ficción magnífica. O sea que, de una vez por todas: si alguna vez me olvido y vuelvo a preguntar por qué el fútbol, por favor grítenme: es por partidos como este”.

“El Paris Saint Germain tenía todas las fichas, todas las posibilidades de pasar; no pensaron que los fantasmas de Hillary, del brexit, de Fillon, amenazaban en las sombras”, prosigue el escritor.

Sostiene que aun cuando el exitoso ciclo del Barça esté llegando a su fin,  “sigue siendo capaz de muchas cosas”, como lo visto anoche, cuando

“El tiempo se escapaba, la jalea estaba hecha. Cuando faltaban tres minutos para el final, el Barcelona necesitaba tres goles para pasar, o sea: estaba terminado. Era el final del mejor ciclo de la historia del fútbol, y yo me entretenía buscando frases para el réquiem. Pensaba en un artículo sobre las formas en que se acaban las cosas, citaba a Calamaro —“todo lo que termina, termina mal”— y me convencía de que, si acaso, el mejor equipo había caído como un grande, peleándola hasta el fin”.

“Pero el fútbol sufre esos arranques de guionista idiota. Todo el partido había sido excitante: subió, bajó, subió, volvió a bajar, volvió a subir, bajaba. Pero el final fue extremo, gritón, vertiginoso. Faltaban tres minutos, tres goles, lo imposible. Lo raro fue que hubo un muchacho que creyó que valía la pena intentarlo. Y los otros, quién más, quién menos, lo acompañaron”.

Para Caparrós, seguro para todo el planeta fútbol, ese muchacho fue Neymar, quien anoche se echó el equipo al hombro.

“En el minuto 88 Neymar metió el primero de los tres: un tiro libre. En el 90, Suárez se inventó un penal, se lo cobraron. Debía ser para Messi, pero Messi esta noche no era Messi y se lo dio a Neymar que lo metió con elegancia, con autoridad. Ya jugaban el minuto 94 cuando Neymar, una vez más, colgó un centro en el área y un casi suplente, Sergi Roberto, que acababa de entrar, la tocó y la metió. Fue el acabose, el delirio, el final imposible: el momento en que el partido terminaba de entrar en la historia del fútbol. Insólito, inverosímil, imposible. Y tantos otros adjetivos”.

 

 

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