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27 de Junio de 2018

Rusia, día 14: adiós Alemania (con una sonrisa de oreja a oreja)

La desgracia de unos es la felicidad de otros. Así de jodidos son el futbol y la vida. A México le bastaba un empate para pasar, y terminó por tragarse tres goles. El primero gracias a una asistencia fortuita producto de un pésimo intento de remate a puerta, otro de penal, y el último un […]

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La desgracia de unos es la felicidad de otros. Así de jodidos son el futbol y la vida. A México le bastaba un empate para pasar, y terminó por tragarse tres goles. El primero gracias a una asistencia fortuita producto de un pésimo intento de remate a puerta, otro de penal, y el último un autogol. La suerte se cebó con ellos, la eliminación estaba a la vuelta de la esquina, Suecia volvía a ser Suecia sin Ibrahimovic, o quizás era Zlatan quien no permitía a Suecia ser Suecia. No es que a México le importase nada de esto. Como tampoco le importa si algún
imbécil se sentó a pensar después de terminado el partido si la victoria frente a Alemania fue gracias al pésimo desempeño de los teutones, y los aztecas seguían siendo esa selección de segunda línea con una hinchada que la considera de primera. México tenía pie y medio fuera, solo faltaba un gol de Alemania.

Y llegó el minuto noventa. Los teutones no podían con la defensa coreana. Pero el gol debía caer en algún momento. Era Alemania, seguro lo reservaban para el último momento.

Entonces ocurrió. Si tenemos El Milagro de Berna, también debemos enmarcar en la historia La debacle de Kazán. Si aún hoy hablan de la victoria frente a uno de los equipos que revolucionó el fútbol moderno (los mágicos magyares por si alguien se pregunta), también es necesario hacer un paréntesis en la derrota frente a Corea. Supongo sea el karma. Le clavas siete a Brasil en su casa, ganas el Mundial, y a los cuatro años te eliminan del mundial México y Corea. Es que parece un chiste, uno de esos “te imaginas si…”. Buenas noticias. Ya no es necesario imaginarlos. Dos goles asiáticos en el descuento, para que sepan qué se siente.

Brasil no logra quitarse la presión de encima, y Neymar, aunque más suelto y participativo, aún está nervioso. Una vez más tuvo que ser Coutinho, con una asistencia de lujo, quien ayudase a abrir el melón. Es como Messi con Argentina. Uno no decide ser líder, el líder es el que sin proponérselo, abre el camino para su equipo. Ese es Coutinho. Ney lo intenta, pero no está en él. Al menos de momento. Con el 2-0, Brasil no solo eliminó a Serbia, también cuajó la sonrisa de México en una mueca. “Otra vez nos quedamos en octavos, qué diferente si hubiese sido
Suiza”. Mentira. Suiza también les compraría el boleto a casa. Es el destino de los aztecas.

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