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Nacional

23 de Noviembre de 2018

Columna de Elena Pantoja: Chile es un fundo

Ya no prohíben conciertos pero tenemos una manga de personajes como curas, políticos y cantantes que cambiaron de tema y enfocaron su preocupación en la entrepierna de los demás, y más encima quieren obligar, de acuerdo a la entrepierna, cómo se deben vestir, a quién deben amar, y qué deben hacer con sus genitales, lo que es inquietante. Alberto Plaza con un espíritu de ginecólogo increíble, se pasea por los medios preocupado de los genitales de una actriz, algo bien poco elegante. El pastor de Footloose decidiendo lo que tenemos que hacer.

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Con la historia de que Queen no pudo entrar a Chile porque las “señoras de” los milicos encontraban escandaloso a un sujeto como Freddie Mercury viniera a Chile a promover la homosexualidad, los chilenos nos perdimos esa oportunidad única, mientras que en Argentina repetían conciertos una y otra vez en 1981 y 1985. Podríamos echarle la culpa a la dictadura y a los viejujos conservadores que nos mantenían a raya a punta de toque de queda y represión, pero no.

La gracias se repitió en 1992 cuando celebrábamos el fin de la dictadura con una democracia lograda al lápiz (aludo al voto y no al fiado del almacén de barrio). Iron Maiden programa un concierto en Santiago y todos los chascones metaleros celebran. Pero el entonces cura Medina comienza una campaña para que la banda no entre a Chile por satánica y que atacaba los valores del pueblo de Chile. Fue tanto su esfuerzo que  lo logró. Suspendió el primer gran concierto metalero del país y nos refregó que no nos mandábamos solos. Seguía la detención por sospecha que aun recuerdan muchos amigos, porque eran un imán para las cucas de pacos, que subían pelucones con poleras negras que aplanaban calles, porque teníamos un dress code muy estricto.

Todo el que se vistiera diferente, podía pasear junto a carabineros por una noche.

Así descubrí la triste verdad: Chile es el pueblo de Footloose, esa película donde se tenía que luchar por el derecho a bailar. Suena tan estúpido como lo es, pero así estamos, peleando por libertades que parecen obvias y que nos hace un país tan ridículo porque estamos dominados por leyes absurdas manejadas por personajes poco tolerantes y arcaicos. Una de mis favoritas es que no se puede bailar en un restaurant aunque tenga música en vivo, porque no tiene la patente correspondiente, aunque nada es más natural y espontáneo que moverse al ritmo de la música. Baile o parte, es la consigna.

Ya no prohíben conciertos pero tenemos una manga de personajes como curas, políticos y cantantes que cambiaron de tema y enfocaron su preocupación en la entrepierna de los demás, y más encima quieren obligar, de acuerdo a la entrepierna, cómo se deben vestir, a quién deben amar, y qué deben hacer con sus genitales, lo que es inquietante. Alberto Plaza con un espíritu de ginecólogo increíble, se pasea por los medios preocupado de los genitales de una actriz, algo bien poco elegante. El pastor de Footloose decidiendo lo que tenemos que hacer.

Somos el pueblo de Footloose y suena patético, pero Jorge González se dio cuenta antes y lo repite en una canción, como un mantra para entenderlo: “Chile es un fundo, Chile es un fundo, Chile es un fundo…”

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