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Cultura

28 de Marzo de 2019

FLOW: El cine como terapia de déficit atencional

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1979 es el año del primer televisor a color en Chile, y también el año de Julio Comienza en Julio de Silvio Caiozzi, largometraje blanco y negro considerado la mejor película chilena de la historia. Durante los próximos 30 años, la televisión abierta despliega y demuestra su poder hipnotizador en Chile: los chilenos irán cada vez menos al cine y, en cambio, llegarán a mirar en promedio 3 horas 15 minutos de televisión diaria. Lo harán en forma pasiva, pues no controlan los contenidos, sólo miran el continuum de información-publicidad-entretenimiento que ofrecen las pantallas, pudiendo sólo cambiar entre 5 canales (hasta 1992), y luego entre 30 a 60 canales, con la llegada de la TV por cable.

2009 es el año en que la industria tecnológica pone en el mercado aparatos que ofrecen simultáneamente telefonía, internet y televisión: los smartphones. Tras 30 años de consumo más o menos pasivo de televisión, se ha materializado una poderosa convergencia tecnológica, capaz de capturar la atención humana de manera más potente que la TV o el cine. Se repite el fenómeno, los chilenos mirarán cada vez menos televisión y alcanzarán promedios de 6 horas diarias de estar mirando sus aparatos móviles. Además, a diferencia del cine o la TV, el usuario controla la programación, activamente escoge abandonar un contenido que no le interesa y pasar a otro.

2019, diez años después. Pantallas por doquier. En los muros de los edificios, en los pasillos de hoteles, en las salas de espera de hospitales, en dormitorios y livings de hogares, en el bolsillo de cada uno, en los multicines de malls. Pantallas pasivas, donde el espectador no controla los contenidos, y pantallas activas, donde el espectador puede apretar botones y pasar de un contenido a otro con facilidad. Pantallas fijas y pantallas móviles. Se acumulan 40 años de training intensivo y creciente en déficit atencional.

En nuestro mundo y nuestro Chile moderno, ¿en qué situaciones se reducen los estímulos visuales? ¿Dónde tenemos derecho a hacer foco en una sola cosa? O, preguntándolo de otro modo, dónde es obligatorio apagar los celulares? Respuestas posibles: al dormir, al hacer deportes, y al ir a la sala de teatro y cine.

En efecto, el rito de la pantalla grande de cine exige absoluto silencio y oscuridad, porque en ello consiste la experiencia y por eso uno se desplaza desde su hogar y está dispuesto a pagar su costoso precio. La motivación para ir al cine es precisamente ésta, poder tener una experiencia sin celulares, y con una sola pantalla. Prestar atención a una sola cosa. Recuperar el foco. Curarse de un agotador déficit atencional que nos acosa a diario, por todos lados.

Pero el cine ofrece no sólo pantalla grande, oscuridad y silencio. Ofrece también el séptimo arte: la propia película. Y la propia película es parte del desafío de mantener capturada la atención del espectador, sobre todo de un espectador que presenta síntomas crónicos de déficit atencional.

Por lo mismo, ver Flow, el largometraje de Nicolás Molina y Marcela Santibáñez, para mí fue amor a primera vista. Sus secuencias de imagen y sonido me hipnotizaron con la misma fuerza del televisor en color que vi por primera vez a mis 6 años de edad. No pude dejar de verla, de principio a fin. A ratos la película logró suspender mi diálogo interior, ese comentador interno en mi cabeza, y entré en trance, me dejé arrastrar por el flow, me hizo reir, emocionarme, recuperar antiguos sentimientos, sin nunca perder el foco por espacio de 83 minutos. El cauce de los ríos Ganges y BíoBío, operando como potentes anfetaminas contra la pérdida de atención.

Flow no tendrá el mismo efecto terapéutico si usted la ve en su home theater, en una tele, en una pantalla desktop, en su tablet o en un smartphone. Flow en pantalla grande es la perfecta combinación de una sola pantalla en sala oscura y sin celulares, con un contenido que captura su atención de modo hipnótico, placentero y gentil. Es la terapia que necesitamos. Por ello, invito a verla en cines desde este mismo jueves 28 de marzo.

*Bruno Bettati es productor y distribuidor de cine; su empresa Jirafa distribuye la película FLOW

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