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Opinión

12 de Julio de 2019

[Columna] Otro efecto de la desigualdad socioeconómica en Chile: Inequidad en la gestión del riesgo de desastres socionaturales

"La mitad más pobre de la población mundial (unos 3.500 millones de personas) apenas generan el 10% de las emisiones mundiales, por otro lado, el 10% más rico de la población, es responsable de cerca del 50% de las emisiones mundiales". Escribe el abogado Antonio Madrid Meschi.

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“Dicen que aman a sus hijos por encima de todo y, sin embargo,
les están robando su futuro frente a sus propios ojos”.
– Greta Thunberg.

Hace unas semanas circulaba un nuevo estudio sobre la relación entre el cambio climático y la desigualdad. La investigación de dos académicos de la Universidad de Stanford, concluía que una de las consecuencias de esta emergencia global es un aumento de la brecha de desigualdad económica. Entre los países ricos y pobres, a contar desde 1960, la diferencia aumento en más de 25% de lo que habría sido sin el cambio climático.

Este efecto, se suma a aquellas diferencias ya conocidas respecto al cómo se padecen de forma desigual los efectos de los desastres socionaturales y fenómenos climáticos extremos asociados al cambio climático, entre ricos y pobres. Y es que como señalaba hace un año atrás la periodista brasileña Eliane Brum, “Si el cambio climático nos pone a todos en el mismo barco, como especie humana que habita el mismo planeta, en realidad hay barcos que se hunden primero, hay barcos que ya se están hundiendo, y en esos barcos inseguros están los más frágiles”.

A su vez, no sólo los efectos, sino también las causas de la emergencia climática actual se relacionan con diferencias socioeconómicas. El fenómeno puede explicarse en gran medida por las pautas de consumo excesivo de un porcentaje minoritario de personas y países cuyo correlato ha sido un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel planetario. Leonardo Moreno, Director Ejecutivo de Fundación Superación de la Pobreza, explica que según un reciente informe de Intermon Oxfam, en el marco de la cumbre de Paris, la mitad más pobre de la población mundial (unos 3.500 millones de personas) apenas generan el 10% de las emisiones mundiales, por otro lado, el 10% más rico de la población, es responsable de cerca del 50% de las emisiones mundiales.

Estas afirmaciones pueden considerarse como válidas tanto a nivel mundial, entre países (generalmente bajo el eje norte-sur), como dentro de los países, donde subsisten también diferentes patrones de consumo y de vulnerabilidad según el estrato y realidad socioeconómica al cual pertenezcan sus habitantes.

Además de estas inequidades producidas a cada extremo del fenómeno del cambio climático, un aspecto que no ha sido demasiado desarrollado, es el cómo la desigualdad económica y social puede repercutir en la gestión del riesgo de aquellos efectos más extremos e inmediatos que genera: los desastres socionaturales.

Sabemos que el cambio climático se desarrolla como un proceso temporal de gran escala. No obstante, existen eventos y desastres socionaturales puntuales que han sido reconocidos como parte de las amenazas asociadas a éste. Así, se señala por el Gobierno de Chile en la Política Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres que “…el factor gatillante que genera la necesidad de formular una Política Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, consiste en que el territorio chileno en su extensión latitudinal se ve expuesto a una gran cantidad de amenazas de origen natural y antrópicas, y a todas aquellas derivadas del cambio climático”. Recordemos también que Chile es un país altamente vulnerable al cambio climático (y por ende a las amenazas que acarrea), ya que cumple con 7 de las 9 características que lo calificarían en esta situación, según Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

Nuestros instrumentos nacionales actuales (Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, Plan de Acción Nacional de Cambio Climático 2017-2022, Política Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y Plan Estratégico Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres 2015-2018, entre otros), señalan que las principales amenazas en el caso chileno se refieren a la ocurrencia de eventos hidrometeorológicos extremos tales como sequía, precipitación extrema (y los desastres asociados a la misma), olas de calor, marejadas e incendios forestales.

Cabe precisar que el concepto de desastre socionatural, a diferencia de la amenaza propiamente tal, excede el fenómeno natural en sí mismo, relacionándose con daños humanos y materiales significativos que ocurren en un territorio y territorialidad (en tanto forma de habitar) específicos, con condiciones estructurales y sociales determinadas. Del mismo modo, el riesgo, en tanto probabilidad de pérdidas frente a los desastres, más allá de la amenaza, está dado por una serie de elementos sociales y materiales tales como la exposición, la vulnerabilidad y las capacidades sociales para enfrentarlo.

En Chile, al igual que en gran parte de América Latina, la imposición e instalación de sistemas económicos neoliberales ha generado condiciones de desigualdad que se reflejan en la forma como se enfrentan estos desastres. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, señalaba al respecto en el año 2012: “Las desigualdades influyen en las medidas locales para hacer frente a las situaciones y en la capacidad de adaptación, y plantean dificultades de gestión de riesgos de desastre y de adaptación desde el nivel local hasta el nacional”.

Sin embargo, más allá de los avances en las políticas públicas que recientemente se han elaborado, existen procesos de territorialidad e identidad que pueden evitar que una amenaza se convierta en desastre o al menos mejorar la forma en que éstos se enfrentan, si aquellos procesos son debidamente reconocidos, valorados e incorporados por la institucionalidad en la gestión de riesgo de desastres.
En Chile existe una enorme experiencia acumulada respecto al cómo habitar nuestro territorio evitando o enfrentando estos desastres, enriquecida por la diversidad de los distintos pueblos que aquí coexisten, así como un rasgo identitario transversal de resistencia y resiliencia frente a ellos.

Una adecuada gestión del riesgo de desastres socionaturales asociados al cambio climático, debe contemplar un enfoque comunitario que incorpore a las comunidades desde los procesos de diagnóstico, hasta la toma de decisiones conjunta para definir las mejores acciones a seguir. A la vez, este enfoque debe estar presente desde la prevención, primera y más importante fase de la gestión, hasta su fase final, la reconstrucción.

El Estado debe plantearse como objetivo para reducir nuestra vulnerabilidad frente a los desastres socionaturales, por un lado, la incorporación de aquellos saberes e identidades locales mediante políticas públicas co-diseñadas desde su gestación con fuerte participación comunitaria. Al mismo tiempo, debe reconocer las inequidades que las diferencias socioeconómicas producen en la gestión de los desastres, movilizando los recursos necesarios para mejorarla, en lo inmediato, y efectuando las transformaciones estructurales para, en el largo plazo, superar estas diferencias de forma definitiva.

Antonio Madrid Meschi
Abogado de la Universidad de Chile.
Magister en Derecho Ambiental de la Universidad del Desarrollo.

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