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18 de Julio de 2019

Ebrahim Afsah: “Hay una promesa rota por parte del Estado democrático liberal al ciudadano del siglo XXI”

Emilia Rothen

Al mirar la Cordillera de los Andes nevada, el profesor de la Universidad de Viena, Ebrahim Afsah, no puede dejar de comentar su parecido con los montes Elburz de Teherán, la ciudad que lo vio nacer a principios de los 70. Está en Chile por primera vez como académico invitado a la Conferencia de la Sociedad Internacional de Derecho Público. Doctorado en Política por la Universidad de Heidelberg, con un máster en Administración Pública de Harvard y un título de abogado especializado en derecho islámico por la Universidad de Londres, Afsah ha orientado su carrera académica a entender en profundidad los Estados islámicos y su diferencia con los Estados occidentales. Acá la conversación que sostuvo con The Clinic en la que aborda la complejidad de la crisis migratoria, sus factores políticos, culturales y la maldición que encierra el proverbio que usa en sus clases online, que hasta la fecha han seguido más de 90 mil estudiantes en el mundo: “Que tú vivas en tiempos interesantes”.

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Por Victoria Hurtado

El origen del interés de Ebrahim Asfah, que es más bien una obsesión, se gestó luego de haber trabajado en terreno por casi diez años en Afganistán, Jordania, Pakistán, Irán y los países del norte de África, intentando una tarea infructuosa: organizar el sector público de esos países, que cuentan con instituciones erosionadas, inexistente en algunos casos por años, e incluso siglos. Este desafío entre otras cosas lo llevó a dictar un curso masivo online titulado “Dificultades constitucionales del mundo árabe” (Constitutional Struggles of the Arab World), un relato fascinante que mezcla la sociología, la historia y el derecho de dichos países. El curso está subtitulado en varios idiomas y a la fecha ha sido seguido por más de 90.000 estudiantes del mundo entero.

Pero la elección de su área de especialización, se termina de explicar por su peculiar historia personal; fiel reflejo del sincretismo racial y cultural que vive la Europa de hoy. Hijo de madre alemana, fue inoculado desde temprano con las virtudes de la puntualidad y el rigor. En tanto su padre iraní, miembro de una larga tradición por generaciones de sacerdotes shiitas, le enseñó que en la vida lo más importante, son los amigos… y la poesía persa. Durante la revolución islámica de 1979, la familia completa tuvo que dejar Irán, con el tiempo, sus padres se divorciaron e hicieron sus vidas en sus respectivos países de origen. Ebrahim y sus hermanos, harían visitas parentales entre Berlín y Teherán, llevando la confusa vida de hijo de matrimonio internacional divorciado. A raíz de esto tuvo que dominar ambos idiomas, alfabetos, culturas, frustraciones y orgullos. Y quizás lo más importante; entender en profundidad lo compleja que es la interacción entre esos dos mundos.

No puedo dejar de hacerte esta odiosa pregunta: ¿te sientes más alemán o más iraní? 
-Cuando niño uno no tiene conciencia de estos temas, pero mi nombre era muy árabe y había muchas connotaciones negativas en esa época asociadas al mundo iraní post revolución, pese a que toda mi formación intelectual y cívica se la debo a mi lado alemán, siempre crecí sintiéndome exótico: negativamente exótico.

¿Y Alemania como país, se sentirá alemana? 
-La Alemania de hoy es completamente distinta a la que me tocó vivir de niño: debido a la ola migratoria, los alemanes están comenzando a ser minorías, al menos en las ciudades grandes, y nadie está feliz con ello. Es complicado dejar de ser mayoría en cualquier circunstancia, no es solo un tema alemán.

Debe ser complicado para los alemanes estar en contra de la migración dada toda la sensibilidad que han tenido por años las nuevas generaciones respecto a aceptar e integrar nuevas razas y culturas. 
-No es fácil, pero el tema es más amplio que un mero tema cultural; hay adicionalmente un problema más profundo en Europa, una crisis de la Democracia Liberal como sistema que no ayuda a sostener esto.

¿Cuál es el origen de esta crisis?
-Al final nos hemos dado cuenta que la Guerra Fría no terminó de esa manera feliz que nos pintamos en nuestras mentes. Durante la década de los 90 se tiene una confianza suprema en la democracia liberal que fue, finalmente, el modelo que predominó; pero justo cuando los países del bloque oriental deciden unirse al club y han sido aceptados, algo extraño ocurre: la gente comienza a estar desencantada con el modelo, tanto los viejos como los nuevos miembros del club, y esto comienza a visualizarse con mayor claridad con el cambio de milenio.

¿Cómo se ve esta crisis el año 2019? 
-En los últimos 15 años, han emergido cuatro o cinco preguntas existenciales en las mentes de los ciudadanos europeos realmente importantes que la política europea en particular va a tener que ser capaz de responder de alguna manera. Muchos de estos problemas son comunes también a países fuera de Europa.

¿Cuáles son esos problemas?
-En primer lugar, cuál será la naturaleza y el futuro del proyecto de integración europeo, hacia dónde va: ¿debiera ser un Estado?, ¿debiera ser otra cosa?, ¿debiera encargarse de quienes son ciudadanos o no?, ¿debieran tomar o no los temas sociales?, y aplicado a otros países, cuál es la naturaleza del multiculturalismo. La otra pregunta se refiere a cuál debiera ser nuestra respuesta a la migración masiva y también a los factores que empujan dicha migración: ¿con solidaridad o con aislamiento del fenómeno? Otro problema particularmente europeo, se refiere a la naturaleza de la unión monetaria, cuál es la naturaleza de las transferencias financieras entre países; y esta es una pregunta con dimensiones existencialistas porque estamos hablando de grandes sumas de dinero, y aún más importante: estamos hablando de confiar en instituciones que no han dado el ancho. Otra pregunta igualmente existencialista es cuál debiera ser la actitud de Europa occidental frente a los problemas de seguridad internacional: ¿queremos participar en guerras fuera de nuestro territorio?, ¿bajo qué condiciones? Por último, algo en que tenemos un poco de debate y ciertamente ninguna solución, es el problema del cambio climático que es un problema muy serio.

¿Cómo puede el Estado moderno responder a estas preguntas? ¿Está en condiciones de hacerlo? 
-Hay una promesa rota por parte del Estado democrático liberal al ciudadano del SXXI, y es la promesa de que los políticos elegidos democráticamente y los expertos en la administración del Estado sabían lo que hacían e iban a entregar prosperidad, estabilidad y economías que crecen. Pero esta promesa no se ha cumplido en los últimos 20 años, hoy, ni los expertos, ni las instituciones políticas, están entregando procesos estables largos; nuestros ingresos no se han modificado y en algunos casos han caído, ha habido fraude masivo, básicamente. Lo que ocurrió con Grecia, España, la crisis de la deuda, etc. podría calificarse derechamente de fraude.

Y hoy ese ciudadano está acostumbrado a opinar por RR.SS. y está, tecnológicamente, en condiciones de participar de una democracia cada día más directa…
-Sí, pero hay una amplia gama de temas en que, deliberadamente, no es conveniente que la población decida sola, y esto no es paternalismo, es pragmatismo. El mejor ejemplo es la política monetaria: queremos que este tema sea definido por expertos de un Banco Central y no por toda la población, y todos nos allanamos a esto porque los expertos -y esta es la promesa-, generalmente toman mejores decisiones que lo que haría uno. Si estás enfermo y vas al doctor, no quieres que ensayen con un tratamiento, quieres que el doctor haga lo correcto.

¿Quién es responsable entonces de esta promesa rota? 
-El problema es que por un tiempo largo después de la guerra los Estados democráticos occidentales europeos hicieron buenos gobiernos basados en esa promesa. Hicieron la pega, pero hoy no. La razón es principalmente falta de responsabilidad de las élites, acostumbradas a liderar desde procesos estables y prósperos. El mundo cambió, y hoy se necesita de vuelta la política, la gran y ruidosa política, que muchas veces no es aburrida, pero tampoco es siempre responsable y esto genera riesgos complejos. Hoy, muchas de las cosas que asumimos que nutren el orden político del pasado, ya no existen en el mundo real, y se requiere dar nuevas respuestas.

Dame algún ejemplo…
-El principal ejemplo es la problemática de la migración, el orden legal sobre el cual esta se basa: los derechos humanos, los derechos de los refugiados, asumían que el Estado a nivel global era una entidad estable, la gente por tanto tenía un incentivo a quedarse donde estaba. Sin embargo, el mundo allá afuera está colapsado y las personas no se quedan dónde están; millones de personas se están moviendo.

Pero en el caso europeo, esos Estados de donde provienen los migrantes del norte de África llevan años de alquimia con Europa, además hoy con el tema demográfico que están enfrentando, tienen la energía para desplazarse. Son al final la región con más jóvenes en el mundo, era esperable un fenómeno así.
-Sí, y esas son realidades prácticas con las cuales hay que lidiar hoy y que no existían antes, pero hay una carencia total de oportunidades para esos jóvenes y un mundo de expectativas. Si eres un tunecino hoy y tienes 25 años, no tienes futuro en Túnez y tienes que remar 100 kilómetros al norte y luego llegar a Francia; ya sabes cómo se vive en Europa, viste TV, tuviste conectividad en Túnez y sabes perfectamente a lo que vas y lo que quieres.

Y luego llegas allá y descubres que no eres francés, ni aunque tengas el pasaporte y hables el idioma sin acento, y los que son segunda generación descubren que tiene una crisis de identidad y necesitan volver a sus orígenes, y trabajar para ello y algunos terminan radicalizándose. La historia ya es conocida por Occidente; lo interesante es saber cómo se cuenta esa misma historia desde el ángulo árabe.
-Hunden sus cabezas en la arena, son políticos muy irresponsables, muchos de estos problemas se conocen en el mundo árabe. Toma la educación por ejemplo: saben que tienen un problema grave, hay un bono demográfico que se viene y están fallando en abordarlo y tienen a esta población de jóvenes, que está creciendo y no está preparada para el mercado laboral; llegan a Europa sin educación y Europa no puede lidiar con estas personas económicamente y menos socialmente. Estos problemas son grandes, y la política oficial no está dando el ancho.

¿Hay alguna salida?
-Restableciendo la confianza social. Principalmente entregando política responsable nuevamente y eso requiere muchas cosas, incluyendo entre otras, que no pueda ser gratuito hacer mala política.

¿Sanciones?
-Suena fuerte, pero sí; pensar en sanciones de algún tipo para los políticos irresponsables más allá de su no reelección. Y claro, esto no puede traducirse en linchamientos ideológicos ni en pasadas de cuenta política. Es por cierto un tema complejo, pero no podemos cruzarnos de brazos mientras se deteriora el orden democrático porque el sistema donde estaba montado está colapsando y permite que personas no idóneas lleguen al poder.

Tú dices que todo este desastre aparece antes de la arremetida de las RR.SS. ¿Tienen alguna responsabilidad?
-Las RR.SS. han magnificado el tema, en particular la crisis de las élites, la crisis de los expertos, la que se ha acrecentado. Hoy con el acceso fácil a la información, todos pueden eventualmente ser expertos, pero no hay que olvidar que la gente usa Internet principalmente para comunicarse más que para informarse. Hoy todos pueden producir su propio contenido y parece ser un contenido tan responsable como el producido por la BBC o la academia. Mira los comentarios que dejan los lectores en las noticias de los diarios, te hacen perder la fe en la humanidad cuando los lees.

Y estas mismas RR.SS. han internacionalizado temáticas con mucha velocidad.
-Sin duda, el movimiento #metoo por ejemplo, llegó hasta Afganistán.

¿En serio? ¿Y cuál ha sido la reacción allá?
-Hoy, en las cortes las mujeres han hecho públicos los abusos tal cual ha ocurrido en EE.UU. y ha habido hombres que han perdido sus trabajos. Obviamente todo con timidez, porque la situación de las mujeres en el mundo árabe es muy lamentable y requiere de mucho más que un hashtag. Así y todo, me pareció interesante constatar ese fenómeno.

Viendo el mundial de fútbol femenino, llama la atención, por ejemplo, que las selecciones nacionales femeninas a diferencia de las masculinas, tienen poquísimas personas de color en sus filas: las suecas son todas rubias, las francesas en su mayoría blancas, etc. ¿Le ha costado más integrarse a la mujer inmigrante que al hombre?
-Eso muestra precisamente el tema ideológico respecto a la mujer migrante, ellas traen una cultura mucho más conservadora, están más oprimidas, y el Estado europeo no consigue dar vuelta ese problema, eso por una parte; pero además, las mujeres futbolistas son por lo general mujeres progresistas, de clases educadas, que se han tomado este tema también como una reivindicación y esa élite en general no es de inmigrantes. El fútbol masculino tiene una impronta completamente distinta. Todas estas sutilezas nos hacen tomar conciencia de lo interesante de los tiempos en que estamos viviendo.

A propósito, cuando tú introduces tu curso online mencionas el proverbio chino “Que tú vivas en tiempos interesantes” ¿Qué quieres decir con esa frase?
-No es un simple proverbio, ni una frase, es derechamente una maldición: algo así como “Ojalá que vivas en tiempos difíciles”. Es una frase que desea un mal, desea que vivas en tiempo de guerra civil y conflictos.

¿Tan negativo?
-Bueno, mi curso lo menciona como para caracterizar las dificultades del mundo árabe, ya que ellos están viviendo en tiempos interesantes, vale decir: difíciles.

Esa es la frase inspiradora que utilizó este año el curador de la bienal de arte en Venecia. Eso sí estaba, escrita en plural: “Que vivamos en tiempos interesantes”.
-El tema es que en Occidente asociamos la palabra “interesante” a algo positivo porque vivimos en un sistema estable, casi aburrido, y en general si tienes estabilidad, lo interesante es positivo, lo interesante es un cambio a la rutina, la que se da por hecho y esto es lo importante: se subentiende que esa rutina va a continuar, va a estar ahí funcionando con piloto automático. Pero si tú eres un chino de la época de ese dicho, considerando la historia compleja de China, no hay rutina ni estabilidad, sino todo lo contrario: constante terror, guerra y conflicto, por lo tanto, lo único que buscas es estabilidad y lo último que quieres es vivir en “tiempos interesantes”.

Y ahora tú crees que en Occidente por primera vez en un largo tiempo, estamos viviendo o vamos a vivir “tiempos interesantes”.
-Desgraciadamente y contrario a las expectativas creadas en 1989, sí; la política está descontrolada.

¿Y por qué si los árabes están viviendo en estos tiempos tan difíciles tienen tantos hijos? ¿Las mujeres árabes tienen acceso a control de la natalidad? ¿Se discuten temas como el aborto ahí?
-La religión islámica no es como la católica en este sentido. El aborto es legal en muchos países, y los anticonceptivos también. El islamismo no tiene esta prohibición dogmática contra la interrupción del embarazo, pero claro, hay mucha casuística de país en país.

Esto llama la atención, por lo general se asocia a una ideología más conservadora el estar en contra de la legalización del aborto como Estado y uno tiene la impresión que los estados islámicos son religiosos y por lo tanto, conservadores.
-Los dogmas religiosos son distintos.

Sí, pero es una cultura que tiene a las mujeres particularmente oprimidas, podría alguien asociar que no permitir el aborto sería positivo para esa otra causa: más hijos, más domesticidad, más opresión, ese machismo desbordante podría contrarrestar cualquier dogma religioso.
-Mira, por ejemplo, Irán: es una teocracia explícitamente fundamentalista. Hubo una explosión demográfica y se venía ahora otra mayor, entonces tomaron decisiones pragmáticas como permitir el aborto. Irán, que es un Estado de una estabilidad relativa, organizó uno de los más exitosos programas de planificación familiar en la región y consiguió bajar la tasa de natalidad de las mujeres de un promedio de cinco hijos a menos de dos hijos por mujer, esto en los años 90. La tasa de natalidad iraní hoy es marginalmente mayor que la de Dinamarca y en los países vecinos es dos o tres veces mayor. Se dieron cuenta que la explosión demográfica iba a ser un problema y la bajaron y lo hicieron con educación sexual muy agresiva por parte del propio Estado islámico iraní.

¿Hay otros temas que no se asocian intuitivamente por Occidente en estas culturas? ¿Asuntos que nos generan cortocircuitos ideológicos?
-Hay muchos, por ejemplo, las operaciones para cambiar de sexo. Uno se imagina que este tipo de intervenciones ocurren en países súper progresistas, sin embargo, en Irán estas operaciones las paga el Estado, que reconoce que es una situación que requiere corrección. Paralelamente la homosexualidad es vista como una depravación. Entonces tenemos un lugar donde por un lado se mira la homosexualidad como una cuestión completamente inaceptable y hasta se ejecuta por ello, pero, sin embargo, el Estado financia operaciones transgénero porque la reasignación del género es una cuestión médica que requiere tratamiento. Y no es un país con una salud pública generosa; han decidido pagar esto como política. Esto es muy desconcertante para Occidente. En el mundo árabe no puedes poner una etiqueta como la nuestra del tipo: esto es liberal, esto no es liberal; estamos frente a un espectro distinto con una respuesta idiosincrática y eso es precisamente lo que hace tan difícil la integración y lo que intento mostrar en mis clases y en particular en el curso que dicté online.

¿Qué sientes al abordar temas tan sensibles online, que quedan ahí y permanecen para ser revisados eternamente por miles de usuarios?
-No hay espacio para cometer errores, y la fórmula es hablar de todos los temas en detalle por incómodos que sean sin entregarle a los alumnos una reflexión personalizada de qué debe obtenerse de estos hechos. Presentar los temas difíciles sin anestesia es algo a lo cual se ha respondido positivamente. Y estoy conforme; un curso online finalmente es un antídoto robusto contra las fake news y eso en los tiempos que corren, paga todo el esfuerzo.

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