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Planeta

1 de Agosto de 2019

Como pez en el agua: el joven fotógrafo submarino que representará a Chile en España

A sus 23 años José Tomás Yakasovic se considera un apasionado por los océanos. Una pasión que le valió el título de campeón nacional de fotografía submarina en 2018 y que a fines de este 2019 lo llevará a viajar a España para representar a Chile en el mundial de fotografía artística subacuática. Aquí nuestra colaboradora invitada, Camila Medina López, nos comparte la entrevista que realizó a Tomás en donde nos invita a conocer más acerca de este fotógrafo que busca apoyar a la difusión y conservación de las especies marinas a través de su arte.

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Por Camila Medina López para nuestro medio aliado Ladera Sur

Hay corales rosados, como árboles sin hojas en otoño, anémonas verdes fluorescentes, un cangrejo amarillo sobre rocas rojizas, morenas y mantarrayas de hasta cuatro metros de largo que, vistas desde abajo, parecen volar en un cielo líquido. Hay también peces de colores, algunos siguen un camino común, una especie de túnel submarino. Avanzan raudos, acompañados por una tortuga que se dibuja —inmensa, tranquila, indiferente— sobre el fondo azul verdoso, en las profundidades de algún rincón en el Pacífico sur.

Todo eso y más es lo que se puede ver en las fotografías de José Tomás Yakasovic, un joven chileno de 23 años cuya pasión por los océanos lo llevó a convertirse en campeón nacional de fotografía submarina en 2018 y que ahora prepara su ingreso a las ligas mayores. A fines de este año irá a España a representar a Chile en el encuentro mundial de fotografía subacuática. El desafío lo tiene practicando cada fin de semana y, cuando no hay posibilidad de bucear, pasa las tardes sumergido en pequeñas pozas de agua, entre los roqueríos de Valparaíso.

Pero antes del triunfo hubo, como en todo, una historia… Una familia que adoraba la pesca, un abuelo que lo llevaba a lagos o al mar para aprender ese deporte y un nieto inquieto que, en lugar de dejar los peces en el balde, los devolvía al mar para observar cómo nadaban. A veces, Tomás se quedaba con parte del botín y metía los peces en frascos con agua, para examinarlos cuidadosamente. Tiempo después, los frascos de vidrio se convirtieron en acuarios con diversas especies, e incluso huevos que traía de otros países para verlos eclosionar. No es raro que terminara estudiando ingeniería acuícola, pero la profesionalización de su vocación no satisface su personalidad inquieta y, hasta hoy, siempre prefiere el mar antes que las salas de clases.

Durante su adolescencia sólo practicó snorkeling, pero cierta navidad recibió de regalo un bautismo. Así llaman los buzos a la primera inmersión en aguas abiertas. Allí enseñan herramientas básicas para comunicarse bajo el mar y luego te llevan al agua, acompañado por un guía que supervisa. “Una vez que hice eso, me motivé, tomé los cursos y ya no salí más del mar”, comenta Tomás.

En sus travesías submarinas, ha sido testigo también del daño que está impactando a los ecosistemas marinos debido, principalmente, a la pesca industrial y a la extracción descontrolada de los bosques de huiros. “Si registro un bosque de algas hoy, es probable que en un par de meses ya no esté ahí, por eso la fotografía submarina es importante para detener esa destrucción, porque la gente no conoce lo que hay bajo el mar y la foto es una forma de mostrarlo”, asegura.

Su afición lo ha llevado hasta ahora a nadar junto a tortugas en lugares de aguas transparentes como Rapa Nui, tuvo también un encuentro cercano con un tiburón en la quinta región de Chile y se ha refugiado bajo el vientre de enormes mantarrayas en Ecuador. Siempre en busca de la toma perfecta. Esa que lo dejará satisfecho, pero que aún no llega.

¿Qué es lo que más te gusta de hacer fotografía submarina?

Sin duda es el resultado final, cuando llegas a tu casa y puedes ver las imágenes que hiciste. Y también mostrar ese trabajo a la gente que no sabe lo que hay bajo el agua, porque las personas se sorprenden mucho. Por ejemplo, si le muestras a alguien de Valparaíso lo que hay debajo del Muelle Barón, van a ver especies que nunca han visto en su vida y eso impacta mucho. La gente cree que bajo el Muelle Barón hay sólo basura, pero también hay mucha vida.

Una vez me encontré con un tiburón mientras buceaba en Pichicuy, en la Ligua. Me había quedado solo, porque estaba haciendo foto, de pronto me doy vuelta y vi un tiburón grande de unos dos metros y medio. Lo miré y me quedé quieto. El tiburón pasó, ignorándome prácticamente, y una vez que se alejó le tomé la foto para que me creyeran. No es tan común ver un tiburón de esa envergadura en esta zona, así que eso me impactó mucho. Además, tenía cara de tiburón malo, así que le tuve mucho respeto cuando pasó.

¿Hay ciertos protocolos para reaccionar ante una posible situación de peligro como esa?

El código del buzo es mantener la calma bajo el agua en esos casos. El buzo que se asusta y que pierde el control es quien tendrá mayor riesgo de sufrir un accidente. Al final uno debe ser espectador bajo el agua, porque estás en el ambiente de otras especies y debes ser respetuoso con ellas.

¿Cuáles han sido las mejores experiencias en estos tres años de carrera en la fotografía?

En Chile he tenido experiencias emotivas con los lobos de mar. Generalmente puedes encontrar un lobo que es más juguetón que el resto, se acerca más, te imita los movimientos y es muy entretenido. En Isla de Pascua conocí las cavernas submarinas, porque la isla es muy volcánica entonces hay muchos túneles de lavas que son antiguos, que ya están cubiertos por agua y bucear entre esos túneles es una experiencia memorable.

Otra buena experiencia fue en Ecuador. Allí pude bucear con mantarrayas y creo que ha sido lo mejor que he hecho hasta ahora. Lo repetiría mil veces. Esto fue en Puerto López es una ciudad que queda cerca de Montañitas, ahí hay una isla que está a una hora de navegación y se llama Isla La Plata es un santuario natural y es conocido mundialmente como el lugar de concentración de mantarrayas oceánicas más grandes del mundo. En esa fecha, agosto – septiembre, se juntan alrededor de cuatro mil mantarrayas. Entonces es un punto seguro para bucear con mantas de distintos tipos, se pueden reconocer por las pintas que tienen en la barriga. Debo haber visto al menos treinta mantas distintas.

¿Has tomado cursos para especializarte en esta disciplina o tu camino ha sido más autodidacta?

He tenido mucha ayuda de gente que sabe mucho de fotografía y me han orientado. He aprendido mucho de esas personas. Hace tiempo, empecé a subir mis fotos a un grupo en Facebook y un día me habló por ahí Fernando Olivares para ofrecerme resolver cualquier inquietud. Para mí él es uno de los mejores fotógrafos de esta rama en Chile, así es que comencé a consultarle todo. Hay mucha gente que no tiene problemas con compartir sus conocimientos con quienes están empezando y eso ayuda mucho.

¿Cómo son las condiciones del mar de Chile para hacer fotografía?

La foto aquí cambia mucho porque el agua a veces es turbia o muy torrentosa, hay muchas especies. Uno puede leer mucho en foros extranjeros, pero lo que ellos dicen no se ajusta a la realidad que tenemos aquí. Fernando lo que tiene es que es experto en este contexto y me ha dado buenas herramientas para manejarme en esta agua, que a veces llegan a ser muy verdes. Gracias a él he ido mejorando mucho.

No ha sido fácil. Al principio uno hace mucha post producción. La fotografía es un arte y eso no tiene nada de malo, pero uno trata de no hacerlo porque en los campeonatos no se puede. Yo entro al agua con mi cámara y, al salir, la cámara queda ahí ante los jueces, no la puedo manipular fuera del agua hasta el siguiente buceo. Esa es la parte más difícil: tomar la foto, revisarla bajo el agua y asegurarte de que no esté con muchas partículas en suspensión, que esté bien enfocada y bien iluminada.

¿Qué pasa con las partículas en suspensión cuando iluminas tu escena?

Ese es el gran problema de la foto submarina, que el agua no es cristalina siempre. Hay mucha vida, fitoplancton, micro algas, también arena y hasta basura. Y ahí lo fundamental es la técnica de iluminación. Por ejemplo, usar un flash, pero dispararlo desde otro ángulo, para no iluminar las partículas, sino al sujeto principal de tu fotografía.

Lo que más me ha servido es usar flash debajo del agua. Yo partí usando focos porque era más barato, pero tenía poca potencia y asusta a los peces así que cuando pude me cambié al flash que no tiene esa entrada de llegar iluminando todo.

¿Cómo preparas tus fotografías?

Dentro de la disciplina de foto artística está la foto macro, macro selectivo y de ambiente. En la que mejor me ha ido ha sido paisaje bajo el agua. Lo ideal es bajar con una idea pre establecida de la imagen que quieres lograr porque en la competencia tienes poco tiempo.

A veces yo hago una lista, si quiero tomarles fotos a unos peces específicos, busco esa especie primero y si no la encuentro sigo con el otro. Generalmente en la foto ambiente lo que busco es un sujeto principal que sea lo primero que llame la atención en la foto y luego un fondo atrás que complemente. Si hago una foto de una estrella y no hay nada atrás, se ve una imagen vacía. Entonces busco la estrella, pero con un bosque de huiros para hacer que la imagen quede completa.

¿Qué es lo que más te llama la atención de los ecosistemas marinos en Chile?

Lo que más me gusta son los bosques de huiros, es algo bastante único. Generalmente a la gente que viene de fuera le llama mucho la atención eso y todas las especies que están asociadas a ellos. Muchos peces chicos se refugian en los bosques de huiros antes de crecer e ir a nadar a otros lugares. Son ecosistemas vitales para la vida bajo el mar y un ambiente ideal para hacer fotografía.

¿Y qué has podido observar en relación a la destrucción progresiva de estos ecosistemas?

Si quiero ver peje perros en esta zona ya es muy difícil, prácticamente no voy a encontrar. Hay muchas especies que ya me perdí la oportunidad de ver porque están agotadas debido a la pesca y a la caza. Ver congrios bajo las rocas es casi imposible, peces de roca en general es muy difícil. Hacia el norte todavía se ve más diversidad, pero la zona central está muy golpeada.

En Iquique estuvimos buceando con muchos cardúmenes de anchoas, antes que se abriera la pesca industrial, en el día encontrábamos cardúmenes kilométricos con anchovetas y atunes y de un día para otro no quedó nada. Fuimos al agua y encontramos un cardumen pequeño de no más de diez metros de largo.

En Ecuador vi una mantarrayas llena de redes, como tienen cachos se les enganchan las mallas de pesca y los buzos tratamos de ayudarla, pero quedan con marcas y laceraciones muy fuertes. Y hay mucha basura también, botellas y latas son pan de cada día en el mar.

Y aquí hay muchos bosques de algas que ya han desaparecido. Se da mucho en Chile, porque los pescadores artesanales ya no tienen qué pescar debido a la industria y se han visto obligados a dedicarse casi exclusivamente a la extracción del huiro. El problema es que sacan el huiro desde la raíz y al hacer eso matan la planta completa. El pescador deforesta el bosque, queda la piedra blanca, llegan los erizos negros y la terminan de limpiar y ya no crece nada más en esa zona.

¿Cuáles crees que son los desafíos para evitar estos problemas?

Tenemos muchas especies en Chile, pero llega un industrial y, de un segundo a otro con su red, puede matar a toda una manada de delfines que están ahí solo cazando su alimento. Entonces la conservación es importante y está estrechamente relacionada a la fotografía. Esa es una de las motivaciones más grandes que tengo: dar a conocer lo que está bajo el agua, porque una vez que las personas lo conozcan van a pensar dos veces antes de contaminar el mar.

¿Cuál es tu foto favorita?

La foto de mantarrayas que hice en Ecuador. Es mi animal favorito y cuando veo la foto revivo el momento. Es una sensación muy grande. Yo me pongo debajo de la manta, nado con ella y encuadro su barriga y el cielo de fondo. En ese momento, la manta te va arrastrando, es una plancha gigante de unos cuatro metros y la energía que tiene cuando comienza a desplazarse hacia abajo te agarra y te lleva con ella. Uno se tiene que administrar, pero no hay peligro, las mantas son tranquilas y no son agresivas.

¿Por qué recomendarías bucear?

Ningún buceo es igual a otro. Uno puede visitar un sitio de buceo veinte veces seguidas y siempre vas a ver algo nuevo. Es lo que más me gusta.

Este artículo fue publicado primero en nuestro sitio aliado Ladera Sur,


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