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Opinión

11 de Octubre de 2019

[Columna] El otro Esteban Paredes; más allá de los goles

Carlos Chávez
Carlos Chávez
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Estadio Monumental, más de 40 mil personas.  5 de Octubre del año 2019. Colo Colo empatando a 1 tanto con la U, su clásico rival. Esteban Paredes en cancha, ansioso, buscando su gol. No es cualquiera. Si anota, supera a Francisco Chamaco Valdés como goleador histórico de primera división. 65 minutos y todo el estadio explotaba de euforia. Los albos pasaron al frente gracias al que tantas veces hizo festejar a los hinchas. El periodista que escribe este texto estaba en el estadio, un hincha lanzó al aire “Quién más que tu Paredes” Así lo ven todos… El goleador, el tanque volvía a marcar. Festejos para un jugador que queda en la historia del fútbol. Celebración para un atacante que no tenía como primera opción ser futbolista, alegría para una persona temerosa, pero muy creyente. 216 goles para la figura del cacique, pero también para el otro Esteban Paredes, ese que va más allá del fútbol.

El crack del cacique se creció con su madrastra, que lo conoció a los 8 años de edad. Es la segunda esposa de su padre, su gran fan. De chico le decían Toto. La mujer que lo crió cuenta que era sonámbulo y que se despertaba a las 3 o 4 de la madrugada a golpear las paredes como si estuviese rematando al arco. Los vecinos le preguntaban qué pasaba, pero ella sólo veía a un pequeño que soñaba con la pelota. En una ocasión el goleador histórico de primera división contó que le habría gustado ser carabinero, que le gustaba la institución, el traje verde. Quería entregar seguridad a las personas… Habría sido el cabo Paredes. Pronto se dio cuenta que ese sueño no podría ser. Antiguamente, si se quería postular a la institución, se revisaban los papeles de todos los familiares y el crack del cacique tenía un familiar con los papeles manchados…No podía ingresar. Más grande y siendo jugador de Colo Colo, un amigo lo llevó a una de las tantas escuelas de la PDI en Santiago para que el delantero conociera la institución, para que supiera en qué consistía el trabajo que en algún momento quería desempeñar. Así se iba formando el bendito del área como le dicen. Un apodo que no es al azar. Desde pequeño era un niño tímido, muy querido por sus hermanas, el regalón de la familia, un hombre religioso. Varios tatuajes de Paredes lo confirman.

Cuando celebra lo hace con las manos al cielo. De ahí uno de sus sobrenombres. Agradece a dios la posibilidad de anotar, de mostrarle a la gente que es un jugador dispuesto a dar felicidad. Reconoce la posibilidad que un ser superior le dio de encontrar su camino, de dedicarse a aquello que lo hacía levantarse en las noches en modo sonámbulo. Un dato… Cuando aprendió a ser famoso, recordemos que Paredes explotó tarde, tuvo que aprender a sacarse fotos. Su timidez lo obligó a buscar la forma de aceptar el pedido de parte de los fanáticos y la prensa. Subieron las entrevistas, por lo mismo, más medios que buscaban al delantero para saber en que estaba su carrera. Tuvo que aprender lo que significa ser una figura. Algunos fotógrafos han señalado que en varias ocasiones el crack del cacique les pedía que les mostrara su trabajo para saber cómo había salido. 

Es un hombre especial y como tal tiene ritos. El más icónico…Que el utilero del club de su vida le coloque la jineta de capitán que lleva el nombre de sus hijos. La complicidad entre el funcionario del club y el jugador no es menor. Es el elegido del goleador para que le coloque un símbolo de experiencia, de sabiduría, de liderazgo. El otro Paredes es un tipo cercano, que tiene voz y mando al interior del plante, que es capaz de salir a hablar en momentos de crisis, que dice… “Hoy quiero dar mi opinión a los medios” Así lo hizo con el caso de Agustín Orión y su salida de los albos. Hoy lo hace desplazando a Mario Salas post clásico. Para los que están en la galería y no saben lo que ocurre detrás, les puedo decir que tras el triunfazo del cuadro popular y el récord del nuevo rey del futbol nacional, el técnico del tanque solo contestó dos preguntas. El encargado de comunicaciones señaló “Solo dos preguntas para Mario, que viene Paredes”. Un jugador que incluso se da sus gustitos en conferencia de prensa cantando, simplemente crack.    

Le gusta leer, así al menos lo ha confirmado con el tiempo. Le agarró el gustito. Ha participado activamente de campañas para que los menores aprendan de la lectura y cultiven un mayor conocimiento de distintos temas. Siempre lo ha dicho, le gustaría seguir ligado al fútbol como técnico profesional. Tiene sus estudios congelados en el INAF. Ya tiene experiencia en el equipo de prensa femenino que estuvo bajo su mando en un torneo interno. Una posibilidad de mostrar sus habilidades para el futuro. Las divisiones menores del cacique lo esperan con ansias, a ese jugador que ha pasado a la historia, que se ganó el respeto de todos y que ahora quiere mostrar que puede ayudar a otros a explotar sus capacidades goleadoras. Es Esteban Paredes, el Toto como era conocido de pequeño. Ese niño que quería ser carabinero y que terminó siendo el último gran ídolo del fútbol chileno. El otro Paredes sigue funcionando más allá del balonpié, más allá de los aplausos y la fama. El crack del cacique quiere demostrar que queda mucho más por descubrir.  

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