Raúl Zarzuri, sociólogo, sobre #EvasionMasivaTodoElDia: “Los jóvenes se han transformado en un actor político relevante que ha logrado cambios, pero no así el mundo adulto”

La escalada de manifestaciones, evasión y enfrentamiento entre fuerzas especiales y estudiantes que practican evasiones masivas en el Metro de Santiago recrudece a diario. Los noticieros y columnistas se detienen en enfoques peligrosistas y que comparan estos hechos de descontento con el alza de los transportes, con actos de lumpen. El profesor de la Escuela de Sociología de la UAHC, Raúl Zarzuri, experto en cultura juvenil y autor de “Notas para una aproximación teórica a nuevas culturas juveniles: las tribus urbanas”, reflexiona sobre el rol protagonista de estos jóvenes en la protesta respecto a la apatía de los adultos y de cómo estos hechos (cuestionados por la autoridad) constituyen un acto de “desobediencia debida”.

Advierte una disonancia en el discurso de los adultos y referentes legales que cuestionan estas manifestaciones que, por un lado, “infantilizan” a los jóvenes y por otro les otorgan derechos penales y punitivos. “Si hacemos un recuento de las grandes movilizaciones, siempre se hará referencia a los jóvenes. Eso prueba que se han transformado en un factor político relevante”, cree.

Responde también a quienes plantean suspicacias cuando los estudiantes no se han visto afectados por el alza del trasporte público. “Hay dos puntos al respecto. Diría que esa afirmación no es tan exacta porque los estudiantes son hijos de padres que sí se ven afectados por ese aumento de tarifas. Lo que ha sucedido, es que si uno ve el aumento en el año – alrededor de $50 pesos- no es menor, considerando los ingresos familiares de la gente”, señala este magíster en Antropología y Desarrollo, especialista en culturas juveniles de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

“Lo segundo es que, si bien los jóvenes no están directamente afectados por el alza, a ellos se les está diciendo permanentemente que se involucren en lo social, lo comunitario y en la política. En ese sentido, hay un doble discurso de la Ministra de Transporte que dijo “A ellos no les afectó, ¿por qué se meten?”. En definitiva, veo que los jóvenes efectivamente se están preocupando por esta cosa social ya que observan que hay efectos negativos en el ámbito de los recursos con los cuales cuentan sus familias”, explica el sociólogo.

“Por un lado entonces, los conminan a participar y al mismo tiempo les dicen “no lo hagan porque ustedes son niños”, es decir los infantilizan. Hay entonces una disonancia de los discursos adultos respecto a nuestros jóvenes y que es casi esquizofrénico, con un mensaje en una dirección y un mensaje en otra distinta”, agrega.

¿Se puede proyectar una escalada que involucre a otros sectores de la sociedad que se han mostrado pasivos ante la manifestación?

−Es difícil porque la sociedad chilena en los últimos decenios -salvo excepciones- no se ha involucrado en acciones masivas. Si hacemos un recuerdo de las grandes movilizaciones, siempre se hará referencia a los jóvenes. Tenemos el “Mochilazo” del 2001, luego el Movimiento Pingüino que activó el tema de la calidad en la educación y el cambio a la ley en el año 2005-2006, después el 2011 con movilizaciones de secundarios y universitarios, y posteriormente llega la marea feminista de mayo de 2018. En todo, siempre están los jóvenes involucrados. Eso prueba que se han transformado en un actor político relevante que han logrado modificaciones, pero no así el mundo adulto. Los grandes vienen a contra pelo de las acciones que realizan los estudiantes. Los adultos se manifiestan a favor o en contra de las alzas, pero no hay condiciones en las personas para salir a la calle masivamente, como ocurrió recién en Ecuador, o en Buenos Aires con situaciones similares o como lo que pasa hoy en Cataluña con el independentismo donde la gente sale. En Chile se ha perdido esa costumbre de hacer desobediencia civil en un contexto democrático que está por cierto permitido.

¿Cómo vincula usted el espíritu de los tiempos que moviliza a jóvenes sobre el descontento social que ocurren en Hong Kong, Cataluña o el que lidera Greta Thumberg?    

−Más que la influencia de esos movimientos, está la influencia de la indignación que comienza a construirse a partir del 2010 con todo lo que fue la Primavera Árabe, el movimiento en Wall Street y en España. Allí se instaló una expresión que tiene que ver con la rabia de la ciudadanía. Pienso que todas las movilizaciones que hoy vivimos en cualquier parte del mundo desde el 2011 en adelante, se mueven en esa lógica. Se instaló en nuestra sociedad una forma de manifestación que tiene su núcleo central en la rabia, la ira y la indignación, y que en algunos casos, puede ser bastante radical y violento como en Hong Kong. En nuestro caso, la evasión se puede entender como un acto de violencia, pero no física… es más bien simbólica respecto de una institución y refleja la ira y la rabia hacia el Metro en este caso. Yo lo considero como un acto de desobediencia civil, que esta permitido en democracia pues es considerado un disenso respecto de algo.