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23 de Noviembre de 2019

Columna: Una ‘nueva’ Política para otro ‘inicio’ de una Ética… una Asamblea Constituyente para Chile (no Convención Constituyente)

Vayamos por pasos contados. ¿Por qué una Asamblea Constituyente para Chile? ¿Por qué causa miedo al mundo conservador una Asamblea Constituyente? ¿Por qué pactó la antigua Concertación con parte del Frente Amplio y Boric para darle piso al Gobierno y con esto tener la contradicción de, por una parte, una ‘nueva’ constitución y, por otra parte, más amarrada; y, a la vez, todo hecho sin la expresión popular y encerrados negociando? ¿No solamente Piñera no escucha y no entiende el pueblo tampoco los parlamentarios de izquierda ni menos los socialdemócratas?

Ricardo Espinoza Lolas
Ricardo Espinoza Lolas
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“¡Si tocan a uno de los nuestros nos tocan a todos!”.

Ricardo Espinoza Lolas

Han dicho: “¿Revolución del NosOtros?, pero ¿Qué significa eso?”… Estamos tratando de generar un Proceso Constituyente para otro Chile; entre todos NosOtros, aunque parecía imposible que en Chile algo así pudiera suceder (siempre éramos los mal llamados ‘ingleses o suizos’ de Sudamérica; porque éramos unos aburridos, timoratos y obedientes al trabajo infinito y narciso impuesto por la nueva Hacienda post Dictadura); pero al parecer, está aconteciendo en la superficie cartográfica misma de esta gran franja que somos los millones de chilenos, somos un tejido socio-histórico que florece en nuestros cuerpos cuando nos manifestamos de alguna de sus múltiples maneras en las calles (nos vamos tocando y nos vamos conectando en nuestras diferencias; incluso en la virtualidad, también, en las calles de las redes sociales nos tocamos, etc.); somos un tejido que se sana y se reconstruye como en esos films modernos actuales; el tejido se recompone después de tanta herida, de tanto daño, de tanto dolor por años, por décadas de abuso y de abandono cómplice de una institucionalidad que nos violenta día a día; de una institucionalidad capturada por los negocios; de un Mandato de una vieja ética de lobos que se devoran entre sí, de un sálvese quién pueda y sálvese solo (el otro, cualquiera sea, es tu enemigo). Si podemos nombrar la causa de este dolor que nos ha devastado en Chile, y en múltiples territorios de este pequeño planeta, lo podríamos llamar simplemente con el nombre: “Capitalismo”…

Vayamos por pasos contados. ¿Por qué una Asamblea Constituyente para Chile? ¿Por qué causa miedo al mundo conservador una Asamblea Constituyente? ¿Por qué pactó la antigua Concertación con parte del Frente Amplio y Boric para darle piso al Gobierno y con esto tener la contradicción de, por una parte, una ‘nueva’ constitución y, por otra parte,  más amarrada; y, a la vez, todo hecho sin la expresión popular y encerrados negociando? ¿No solamente Piñera no escucha y no entiende el pueblo tampoco los parlamentarios de izquierda ni menos los socialdemócratas? ¿Por qué no  nos escuchan a NosOtros ni nuestros amigos del FA? ¿Por qué la izquierda habla de Convención Constituyente y no de Asamblea Constituyente? ¿Aceptaron por presión de la UDI? ¿Por presión de las FFAA? ¿Por autopresión psicológica? ¿Traición?

¿Cómo logramos convertir esa Convención Constituyente en Asamblea Constituyente? ¿Cómo ganar ese referéndum de abril de 2020? ¿Cómo, luego, ganar con la opción Convención Constituyente? ¿Y cómo hacer sentir, como dije, esa Convención como Asamblea? Lo que tengo muy claro es que solamente articulándonos como tejido, socio-histórico, como sujeto revolucionario, hoy podemos disolver el Capitalismo chileno; y así se logró cambiar la agenda ideológica del Gobierno. Y ahora ya estamos en el proceso constituyente que es fundamental para resolver múltiples demandas ciudadanas. Porque, dicho en simple, no podemos seguir así como chilenos, pues de esta forma vamos a un acantilado, a un abismo, a una escisión radical entre NosOtros mismos, en donde nacerán la facciones de ‘nosotros’ los amigos contra ese ‘nosotros’ de los enemigos; esto hay que evitarlo radicalmente, puesto que ya nos acecha fuertemente y se siente venir la escisión a toda esta franja territorial humana que habita en miles de kms. Y ese peligro que nos acecha como un Ángel destructor no puede ser ya detenido por la propia institucionalidad vigente, esto es, en especial, ya por el Gobierno, ya  por el Parlamento: ellos mismos, esta doble institucionalidad, son parte del problema mismo a superar. Y por eso nos alejamos tanto del Gobierno con su coalición a fin (que no va a ninguna parte) como que también tomamos distancia de la oposición, porque, en el fondo, nos sentimos traicionados por ella (son el brazo despotenciador de la propia fuerza que somos y movemos a Chile; ellos juegan a la abstracción democrática sin materialidad ni vida alguna para millones de chilenos). Somos NosOtros como tejido socio-histórico material y muy adulto, como sujeto revolucionario, desde Arica a Punta Arenas, después de haber vivido una Dictadura horrorosa y larga, los que debemos levantar una Idea, una visión de un Chile mejor para todos y que se realice a lo largo de las década de este siglo XXI que avanza. Es muy importante entender que una nueva Política se levanta por medio de una Nueva Constitución y los teóricos que digan que no es así, obviamente están jugando el otro partido de la falsa ‘paz pública’, la falsa ‘institucionalidad’, la falsa del ‘republicanismo’, la falsa de la ‘soberanía’ y su violencia por el bien de todos, o sea, no cambiar nada para que todo siga igual (Gatopardismo); y jugar así con que el tiempo lineal infinito desactive todo movimiento democrático de emancipación por cansancio. Y que así vuelva operar la ‘abstracción permanente’ de que estamos en el mejor de los tiempos posibles de un Estado para todos y que con unidad y sin violencia vamos a salir adelante. Sin embargo, no es así.

Y el temor que tienen ‘algunos’ que no son parlamentarios (por lo general conservadores y en Chile hay muchos tipos de ellos; incluso en la llamada ‘izquierda’, ni qué decir tiene en la socialdemocracia) a que nos demos NosOtros mismos nuestra institucionalidad es un temor entendible, pero totalmente discutible, porque es un temor realmente ‘infantil’, un temor ideológico de no saberse adulto para tomar sus decisiones (y que ellos, los ‘adultos políticos’, nos representarán mejor), pero somos y estamos siendo muy ‘adultos;’ y a la altura y profundidad de los tiempos que corren. Esto es irrefutable. Solamente puede acontecer una Democracia viva hoy, con todo su movimiento dentro de sí, en la medida que va dejando de ser tan ideológicamente ‘representativa y liberal’; adjetivos que mutaron, de modo nefasto, en los últimos 50 años a nivel global. Esta Democracia ‘representativa y liberal’ devino en nuestros tiempos como en una Democracia ‘totalitaria y capitalista’; es ‘el Moloch de la Abstracción’, ‘el Sí y el Amén’ del Capitalismo. Empero, ante esta abstracción radical, esa institucionalidad, igual nos emancipamos democráticamente en las calles; y entre todos NosOtros vamos exigiendo la Asamblea Constituyente como lo mejor para el país; ya que no estaremos nunca en condiciones más inferiores a las de ahora (nunca seremos una Venezuela), sino todo lo contrario, estaremos entre todos realizando un deseo de colectividad y, a la vez, en su diferencial. Eso que se veía imposible, ahora se ve más plausible.

Soñemos con una Nueva Constitución levantada desde una Asamblea Constituyente (superemos la terminología de los intelectuales y afine a este Gobierbo ) en donde los parlamentarios, incluso los sordos de Revolución. Y con ello soñemos de verdad en un estado plurinacional, en donde los pueblos nativos son parte esencial y diferencial de ese tejido socio-histórico; soñemos con un Chile en que lo solidario, y nunca más lo subsidiario, sea el eje por donde se levantan todas las políticas públicas desde el diseño de los barrios y las calles hasta las escuelas, hospitales, tribunales, supermercados, farmacias, bomberos, museos, comercio, áreas verdes, sectores deportivos, de ocio, etc.; soñemos en que tenemos una constitución que nos garantiza la bella diferencia y al otro en tanto que Otro, en toda su riqueza, en toda su singularidad y, a la vez, en toda su conectividad; soñemos con una carta magna que nos regula los uno a los Otros para que entre todos, y con la diferencia que esto signifique, el que tenga más por fin pague lo que tiene que pagar, exista un sistema tributario sólido y robusto que dé salida real, sin engaño, a la necesidades de todos los sectores sociales; soñemos con una gran regionalización y autonomización de los distintos territorios chilenos; soñemos con cierta estructuración en que quede acotado cuáles son los marcos de ganancia y de regulación de los sistemas capitalistas: bancos, autovías, salud, etc.; soñemos con un marco político que desde él se puede abrir el nuevo Mandato ético que necesitamos radicalmente estos días; soñemos…

El otro en tanto que Otro, un NosOtros, en donde el clasismo, la xenofobia, y el racismo, los tres males de Chile, y que a veces se expresa en ciertos sectores sociales con mayores  ingresos económicos, se destierran, en forma definitiva de nuestras prácticas sociales para que realmente superemos la segregación casi metafísica que hay entre los chilenos; segregación que a todos nos intoxica, nos envenena y nos enferma. En definitiva, con una Asamblea Constituyente y no Convención, que se expresa en cientos de cabildos que se realizan a lo largo de todo el extenso Chile, podremos reflexionar de cómo el Otro y el mundo serán el sentido mismo de esta escritura constitucional chilena.

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