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Opinión

25 de Noviembre de 2019

Columna de Ricardo Montero Allende: Carabineros y control político

Ricardo Montero Allende
Ricardo Montero Allende
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Las multitudinarias manifestaciones, que exigen un país más justo, han evidenciado la falta de control político sobre la violencia estatal. Durante poco más de un mes hemos sido testigos de violaciones a los derechos humanos y del inaceptable actuar de grupos violentistas.

En este contexto, el proceder de Carabineros ha generado profundos cuestionamientos y cada día son más las voces que piden reformar la institución. Sin embargo, el foco de la discusión no parece ser el correcto. Es evidente que Carabineros requiere una reforma urgente, pero hay que tener cuidado de no “poner la carreta adelante de los bueyes”.

Según nuestro ordenamiento jurídico, el nivel político es el responsable de dirigir y controlar el accionar de Carabineros, a través del ministro del Interior y sus colaboradores directos. Sin embargo, desde el término de la dictadura, ese control ha sido deficiente y esta deficiencia se ha hecho tristemente evidente durante las últimas semanas.

Por tanto, la reforma a Carabineros debe comenzar por una reforma política profunda, ese es el primer paso.

Primero, se debe preparar más y mejor a los civiles en materia de seguridad. Autoridades políticas, parlamentarios, funcionarios públicos de carrera, entre otros, deberían perfeccionarse en este tema. Es difícil controlar y mucho más dirigir algo que no se conoce en profundidad. Además, el Estado tiene el deber de estimular el debate sobre seguridad, extendiéndolo a diversos actores y lograr que más civiles se involucren en estos temas.  

Segundo, el ministro del Interior cumple dos roles principales: la coordinación política del Gobierno y la mantención del orden público. En su labor política, articula el trabajo con las regiones, lo ministerios y se relaciona con los partidos políticos, además de subrogar al presidente, cuando corresponda, en calidad de vicepresiente. En materia de seguridad, es responsable de las policías y la Agencia Nacional de Inteligencia. En la práctica, lo que ha sucedido durante los últimos años es que el ministro actúa como coordinador político y el subsecretario de Interior actúa como ministro de seguridad de facto.

Es urgente separar la máxima instancia de coordinación política del Gobierno de la función de seguridad. Esto permitiría diferenciar ambos roles y no traslapar contingencia política con políticas públicas de seguridad. Es momento de considerar la creación de un ministerio de Seguridad que aborde todo lo relativo al orden público y la gestión del riesgo para emergencias y catástrofes, dejando en el Ministerio del Interior las labores políticas y las propias de gobierno interior.

La reforma política a la dirección y control de Carabineros es el primer paso, esencial para sostener la profunda transformación estructural que la institución requiere de manera urgente.

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