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Entrevistas

3 de Diciembre de 2019

Cecilia Vicuña: “El estallido es una explosión de vida y verdad frente a la muerte y la mentira que nos ha dominado”

En una conversación anterior con The Clinic, la artista chilena Cecilia Vicuña hizo un duro diagnóstico de la realidad nacional. En su momento dijo: “Cuando tú te subes a un bus chileno, no van seres humanos exactamente en ese bus, sino que van seres atrofiados, seres abusados, seres inflados por una comida venenosa, seres desesperados que ya tiraron la esponja, y que van todos o casi todos semidrogados o dormidos”. Dormidos. Esa fue la palabra clave. El diálogo ocurrió en julio pasado, en una luminosa tarde en Vitacura. Chile era otro, más parecido a lo que pensaba ella. Pero el 18 de octubre, casi tres meses después de ese encuentro, algo cambió. La rabia, el caos, conceptos que hacen eco en la obra de Vicuña, se desencadenaron en una transformación total: de los ciudadanos y su concepto de dignidad, el mobiliario, la caída de las autoridades. Lo arriesgamos todo para, eventualmente, ganar algo. Acá algunas reflexiones de la artista sobre el estallido social y el despertar chileno.

Por

“El hecho de que se caiga a pedazos, esa es su belleza”. Es una de las frases de Cecilia Vicuña que recientemente destacó el New York Times, que habló sobre el trabajo realizado por la artista en “About to happen”, la muestra itinerante que por estos días presenta en el Museo de Arte Contemporáneo North Miami. Esa frase de alguna forma podría resumir el pensamiento de la poetisa sobre el proceso en que está viviendo Chile hoy.

En este diálogo con The Clinic, Vicuña manifiesta su sentir sobre la expresión colectiva, la rabia como catalizador y como miedo. El estallido social es, dice sufriendo Chile desde la distancia, “el despertar de lo feo, de lo malo y violento y de lo bello, radiante y liberador, todo en uno” y advierte: “No se sabe en qué dirección va a ir”.

¿Cómo te enteraste del estallido social en Chile? ¿Cómo asimilaste esa información? ¿Qué sentiste en ese minuto?

-Supe de inmediato, por Instagram. Lloré de felicidad al ver un millón de personas en la calle. Por fin había estallado la mentira del “Chile ideal”. La verdad de la injusticia salió a la calle bailando encantada de reconocerse a sí misma, de ver-se y ser vista. El gozo de la verdad reconocida por el cuerpo colectivo era como un milagro. El dolor negado por tanto tiempo por fin tenía curso y expresión.

“Ahora que nos encontramos, no nos soltemos”, decían las frases que salían como flores de la multitud. Creo que todos sentimos que en esas primeras marchas renacía la posibilidad de transformar a Chile en un lugar justo para todos.

Me siento profundamente implicada en lo que está pasando. Ahora ya no hay adentro ni afuera de Chile, estamos todos adentro porque el mundo entero está  en llamas o al borde del precipicio. El estallido social de Chile es el despertar de lo feo, de lo malo y violento y de lo bello, radiante y liberador, todo en uno. No se sabe en qué dirección va a ir.

https://www.instagram.com/p/B48XITElG6v/?utm_source=ig_web_copy_link

¿Qué significa para ti todo lo que está pasando?

-La belleza de ese primer instante fue de inmediato ocultada y distorsionada por las mil formas de maldad que se han entronizado en Chile generando una violencia inusitada, porque la verdad transgrede el orden establecido que ha implicado borrar todos los derechos, desde hace casi medio siglo, especialmente el derecho a la información, a saber la verdad.

Un grafiti en Los Andes lo decía con claridad: 

El estado sordo

nos quiere ciegos

porque no somos mudos

El abuso invisible que la elite vienen perpetrando desde hace tanto se hizo evidente en el re-encuentro, al ver que el sufrimiento era lo único compartido. 

El estallido es un llamado urgente a cambiar, restaurando el compás moral que se perdió con el golpe, y la falsa democracia que le siguió. El estallido es una explosión de vida y verdad frente a la muerte y la mentira que nos ha dominado.

Cecilia Vicuña. Foto: Emilia Rothen

Desde tu óptica, ¿Qué fue lo que desencadenó toda esta rabia?

-La supresión de la verdad. La imposición de la fantasía que pretendía que todo estaba bien y que la desgracia personal era culpa de cada uno. Desde el golpe no nos hemos dicho la verdad de lo que realmente sentimos. El miedo a la tortura generó una autocensura solapada y ese miedo luego se volvió miedo al fracaso, a la pobreza como estigma. La fuerza del miedo endeudó y fragilizó a todo el mundo. Los despojados entonces adoptaron el saqueo y robo como revancha. La cultura del egoísmo había roto el tejido social. Los abandonados solo pueden sentir una rabia incontenible. La mentira despierta la rebelión. 

Entre las fotos posteadas vi que algunos de los jóvenes habían adoptado un poema mío: “Tu rabia es tu oro” y se lo ponían como consigna en el cuerpo, en la camiseta, el jockey o la bolsa. Pero esa línea, dice que la rabia solo se convierte en oro si se transmuta en sabiduría, en autoconocimiento. Si se queda en rabia pura, en reacción o explosión a secas, entonces le sirve al enemigo que busca nuestra destrucción.

https://www.instagram.com/p/B3-KmP8F6Ss/?utm_source=ig_web_copy_link

¿Te sientes optimista?

-La sola expresión de lo que nos está pasando es un fuego y una luz radiante. Pero saber seguir esa luz es un arte. Decir lo que sentimos es nuestra única guía. Aprender a discernir. Pero el aprendizaje es mutuo y colectivo, y solo funciona si es compartido. Por eso hay que buscar otra forma de conciencia, individual y ciudadana. Si la posibilidad de formar una Asamblea Constituyente se coarta, manipula o distorsiona como pretende el poder, entonces sí estamos en peligro. 

Chile pide una transformación interior y exterior a la misma vez, y creo que todos, o la inmensa mayoría lo sabemos, y ese saber que se ha hecho público comunica esperanza, junto con la presencia de poesía en las calles.

Entre tantos poemas vi aparecer mis antiguas Palabrarmas, creadas como respuesta al golpe militar en 1974:

“¿Cómo dejar de ser miserable

Que mi ser hable”

¿Cómo entiendes la violencia que se ha manifestado en la calle? ¿De dónde proviene toda esa violencia?

-Viene de la violencia que se ha ejercido paulatinamente sin llamarla violencia, durante la falsa democracia: eliminar el derecho a la educación gratuita de calidad, a la salud pública, a la jubilación justa, al acceso al agua, -ahora privatizada-, y los derechos culturales de los pueblos originarios, y los derechos de la naturaleza. La idea misma del derecho ahora es cuestionada, en aras del poder. 

En la cosmovisión andina, las fuerzas contrapuestas “colaboran”, y aunque una violencia busca mantener el statu quo y la otra busca deshacerlo, de su tensión algo nuevo puede surgir, si el foco se pone en el origen, y el intento de cada una.

En un sentido profundo, la violencia viene de la desvalorización del ser, de nuestra humanidad. La supresión de la dignidad individual y colectiva genera la violencia. Una sociedad que solo valora el dinero elimina la posibilidad de apreciar la belleza y el poder creador del otro. El pensamiento indígena valora al oponente, no lo elimina. En el mundo de la exclusión no nos oímos ni nos vemos, ni a nosotros mismos ni al otro, porque el oir-se y ver-se no es ni un valor, ni una búsqueda deseada. 

¿Qué te provoca la violencia que se vive en Chile?

-Cuando veo la violencia desmedida, el odio que causa la destrucción y enceguece a los niños y niñas, me pregunto, ¿qué clase de humanidad hemos llegado a ser? El odio es la cara del miedo de una clase que siente que su hora llegó y que antes de entregar el poder, prefiere atacar y destruir. Y también es el miedo de los despojados. Para unos mantener “el orden” implica matar, porque ese “orden” es el privilegio que vienen defendiendo hace siglos. Para otros, el “orden” solo puede nacer de romperlo todo. Pero hay una tercera posibilidad, que es ver ambos lados a la vez.

Otra realidad puede emerger si abrazamos el todo. ¡Disparar a los ojos es disparar al espejo, para no vernos a nosotros mismos! Para no ver el odio, que nos somete.  El que obedece y dispara queda obligado a vivir para siempre con la imagen de lo que ha hecho. Disparar a los ojos es el símbolo supremo del no querer ver.

Y mientras Chile se desangra, aprisiona, tortura y enceguece a los jóvenes, las Naciones Unidas declaran que la Tierra se dirige a la catástrofe ecológica y social porque los gobiernos no quieren ver la realidad de la destrucción que estamos causando, y mucho menos cambiar de rumbo.

Esa es la realidad, el contexto global en que estamos. La violencia estatal ampara y desata otras formas de violencia, de narcos y otras bandas dedicadas al saqueo, porque sienten que ellos han sido saqueados, ninguneados y atropellados por “los que tienen”.  El culto del consumo genera violencia. Y una violencia autoriza las otras violencias.

La necesidad de crear orden, podría también ser una oportunidad, porque el orden real solo se sustenta en la inclusión verdadera. La única salida sería el diálogo ciudadano, la Asamblea Constituyente, sin 2/3, como pide el pueblo.

De alguna manera todo esto que está ocurriendo algo, nos develó algo a aquellos que vivimos en esta realidad: no podemos controlar nada y estamos en una constante incertidumbre. ¿Para qué crees tú que nos puede ayudar vivir en esta nueva realidad?

-Ese es el modo indígena ancestral que aún vive en nosotros, como una sabiduría callada, esperando aflorar: Preguntarse por el lenguaje, qué nos dice el momento. El trance en que estamos, es más hermoso y radiante de lo que jamás hubiéramos imaginado y a la misma vez, aterrorizante, porque todo se ha quebrado. El quiebre también es una puerta, precisamente porque no sabemos nada.

En la entrevista anterior dijiste: “Volver no significa nada, porque es imposible volver. En el sentido de que el Chile que yo llevo adentro dejó de existir, porque fue asesinado, fue exterminado”. ¿Qué sensación tienes hoy a raíz de todo lo ocurrido?

-Ese Chile que yo creía muerto, lo indígena-mestizo, que busca colectivamente la justicia y la solidaridad humana ¡está más vivo que nunca! La prueba es la calle, la voz de Las Tesis que todo lo remueve dando la vuelta al mundo.

Mi impresión es que en esa entrevista, de alguna forma, hablaste de los motivos de este estallido sin pensar que una cosa así de potente iba a ocurrir con los ciudadanos. ¿En qué se puede transformar toda esta energía que está en la calle?

-Un antiguo poema mío decía: La “energía”, en realidad es “en orgía”, la fuerza del amor, como origen posible.

Hoy, con este contexto, ¿te duele estar fuera de Chile?

-Otro viejo poema: La Cruz del Sur es el deseo y el miedo de ser luz. El dolor del afuera y del adentro son uno solo.

Revisa la entrevista que hicimos en junio:

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