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Opinión

8 de Enero de 2020

“The whole damn system is wrong” o Lisa Simpson siempre tuvo la razón

"La crisis no es solo del sistema económico, también lo es del sistema educacional. Y eso evidentemente incluye sus vetustos y segregadores sistemas de medición y evaluación", dice la psicóloga Tamara Muñoz Dahm en esta columna.

Tamara Munoz
Tamara Munoz
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La cita es conocida, creo. Lisa Simpson, 8 años, sentada en su clásico pupitre escolar acusa a su profesora lo evidente: “Todo el maldito sistema está mal”.

Hace unas semana camino a Plaza Italia (sorry pero no le puedo decir Plaza de la Dignidad) compré una banderita con esta imagen. Me sorprendió como un personaje de 8 años, de una serie gringa, pudo resumir en una frase gran parte de la crisis que se vive hoy post estallido social.

La crisis no es solo del sistema económico, también lo es del sistema educacional. Y eso evidentemente incluye sus vetustos y segregadores sistemas de medición y evaluación.

No es necesario explayarme en argumentos que comprueben lo sectaria que es la PSU de la misma forma que fue la PAA. Tampoco creo que los lectores necesiten otra “experta” hablando de la necesidad de actualizar las metodologías educativas chilenas: las reglas del juego en general  en una sala de clases promedio; la cantidad de estudiantes por salón en colegio público -lo que es simplemente violencia- o el gran etcétera de argumentos que evidencian la necesidad de un cambio de raíz al actual sistema educativo.

Mi punto a relevar, aquí como persona y también como psicóloga, es el inmenso desconocimiento, y peor aún, la inmensa desconexión e incomprensión que existe con las formas que han tomado las manifestaciones de los y las estudiantes en todo este proceso, que incluye el boicot a la PSU.

¿Le suena la frase: “Esta no es la forma”?

Yo me pregunto si por estos días algún político, algún alcalde, algún periodista, algún opinólogo de matinal se ha dado el tiempo de leer ALGO, lo que sea: un paper, un abstract, ALGO acerca de adolescencia. Sospecho que no. Y sospecho que hay una amnesia colectiva con respecto a la propia adolescencia, esa que cada uno vivió y al parecer queremos suprimir de nuestros recuerdos.

Sin querer latear a nadie, acá van ciertos “hechos” del período llamado adolescencia, o como una vez le escuché a una abogada del SENAME en plena audiencia, “aborrecencia”:

-Primero, el cerebro del adolescente está en desarrollo. No está “terminado”. Lo que implica que ciertas funciones cognitivas simplemente no se pueden “exigir”. Por ejemplo el cálculo previo que hacemos los adultos neuróticos normales antes de tomar cualquier decisión. No es que sean “valientes” (o sea, sí, también) pero por sobre todo no son previsores.

Se rebelan contra la autoridad. En rigor, se rebelan. Deben hacerlo. Su identidad está en construcción y eso requiere diferenciarme de mis padres en primera instancia, y también de todo lo que representa poder y normalización. 

Sus emociones son “explosivas”. Psíquicamente y biológicamente hablando, no tienen la capacidad que se espera de un adulto de racionalizar o reprimir lo que sienten. Si sienten rabia mezclada con frustración, lo natural y esperable es que literalmente exploten o quieran destruir y quemar lo que les huela a “sistema autoritario”.

Volviendo al punto. PSU. ¿Qué cresta esperaban? ¿Que se realizaran manifestaciones musicales para detener la prueba? ¿Que nos pidieran permiso para filtrar las preguntas o quemar los cuadernillos? O peor aún, ¿que siguieran sometiéndose como nosotros, los viejos vinagres, a un sistema que como ya aclaró Lisa Simpson está jodidamente errado?

No señores, no son capaces y  a buena hora, tampoco quieren hacerlo.

*Tamara Muñoz Dahm es psicoterapeuta del Centro Experiencial para el Desarrollo Humano especialista en convivencia escolar.

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