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Entrevistas

25 de Mayo de 2020

Octavio Gana, de Delight Lab: “Es una expresión artística que abre debate; si no fuera así, no nos estarían censurando”

Octavio Gana - Foto: Emilia Rothen

El martes pasado, una de sus intervenciones lumínicas en el edificio Telefónica fue sorpresivamente censurada con la proyección de un gran foco encima. Luego vinieron las amenazas. Los hermanos Gana, fundadores hace una década de este estudio de diseño audiovisual, llevan varios días denunciando este hecho. Octavio conversa con The Clinic sobre esta situación y del rol del arte en sensibilizar a partir de la contingencia.

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Han sido días complejos para Octavio y Andrea Gana, socios y fundadores de Delight Lab. En un comunicado que emitieron la semana pasada, hablan de acciones de censura y de amenazas que los ha llevado incluso a poner un recurso de protección.

Nunca les había pasado algo así en la década que llevan con este estudio de diseño audiovisual que se ha dedicado a difundir la técnica del mapping: utilizar la luz para mostrar imágenes fijas o en movimiento sobre distintas superficies, fundamentalmente en el espacio público. Poco a poco han ido derivando en una vertiente más activista. Fueron, por ejemplo, quienes proyectaron en un edificio cercano a Plaza Baquedano la cara del comunero mapuche Camilo Catrillanca, al día siguiente de su asesinato en el sur, acompañado de un verso de Raúl Zurita: “Que su rostro cubra el horizonte”. O quienes, en medio del estallido social del año pasado, proyectaron sobre la torre del edificio Telefónica la palabra “Dignidad” y varias imágenes relacionadas con las mutilaciones oculares y la represión policial. O quienes, el lunes pasado, proyectaron la palabra “Hambre” en el mismo edificio de comunicaciones, cuando a la pandemia se agregaron protestas sociales en la comuna de El Bosque. 

https://www.instagram.com/p/CAWYUsUhgHL/

El martes pasado volvieron a la carga. En la misma torre, alternándose, proyectaron: “Humanidad” y “Solidaridad”. Sin embargo, habían pasado menos de diez minutos cuando llegó un camión con focos de luz blanca que tapó ambos mensajes. Los registros subidos a redes sociales mostraban a efectivos de Carabineros junto al vehículo. Citados por medios de comunicación, desde Carabineros explicaron que el mencionado vehículo tenía un “permiso aprobado” y que por eso no cursaron una multa. 

En los días siguientes, los fundadores de Delight Lab denunciaron que sufren de una “persecución al arte”. Han recibido amenazas directas respecto a su integridad física y un hackeo a su cuenta de Instagram, donde tenían el registro de gran parte de sus obras lumínicas. En un comunicado, adelantaron que están recurriendo a la justicia. En medio de estos días complicados, Octavio Gana conversa con The Clinic.

Octavio Gana – Foto: Emilia Rothen

Después del 18 de octubre, Delight Lab tuvo una difusión enorme como un espacio artístico de resistencia política y social. ¿Cómo te has tomado ese nivel de exposición?  

-Sentimos mayor responsabilidad social, porque hay más gente que está esperando que hagamos cosas. Por otro lado, tenemos que cuidar mucho más la intervención que vamos a hacer. Por lo mismo, se torna más limitado al tener un impacto mucho más masivo, pues tenemos que pensar más las intervenciones antes de hacerlas. No es que nos importe tanto cuánta gente lo va a ver, pero las acciones que hagamos probablemente tengan mayor efecto. Ya no es un experimento, es un arte que funciona. 

¿Les pasa que cada intervención va sumando más responsabilidad, como un efecto de “avalancha”?

-Creo que, si las intervenciones están en sintonía con lo que está pasando en el momento y en la coyuntura social, probablemente sí. Esto da pie para que otros artistas empiecen a ocupar el lenguaje no sólo en Chile, sino que en el mundo. Entonces es un medio más para poder visibilizar problemáticas y también poder hacer preguntas, cuestionar algunas cosas que están establecidas o que nos están pasando. El arte puede funcionar desde la reflexión y abrir un campo de conciencia, ver la situación desde un punto de vista diferente.

“Entonces es un medio más para poder visibilizar problemáticas y también poder hacer preguntas, cuestionar algunas cosas que están establecidas o que nos están pasando”.

¿Cuál es la evaluación del estudio sobre las intervenciones que han realizado desde los últimos meses de 2019?

-Cada intervención funciona en su día, en su momento. Sí ha funcionado en el sentido de que queremos ser artistas que se desenvuelven en un contexto público. Es una posibilidad de expresión artística que funciona y abre debate. Si no fuera así, no nos estarían censurando. Es un llamado desde la paz, no de la violencia.

https://www.instagram.com/p/CAZMwLzhP98/

Actualmente, ¿qué es lo más difícil de proyectar mensajes que aluden a la contingencia?

Lo más difícil son las malas interpretaciones que tienen a veces los mensajes. Nos meten en un saco como si perteneciéramos a un grupo político específico y desde ahí nos empiezan a atacar, desde la polarización… ven el arte como si fuera un llamado a la violencia y no un llamado a la reflexión. Eso es lo que ha pasado con algunos grupos que son más extremistas, entonces nos hemos visto cada vez más amedrentados en redes sociales por este tipo de cosas. 

Nos meten en un saco como si perteneciéramos a un grupo político específico y desde ahí nos empiezan a atacar, desde la polarización… ven el arte como si fuera un llamado a la violencia y no un llamado a la reflexión“.

Sus acciones han implicado riesgos, como que los saquen de escena de forma abrupta, el hackeo a su cuenta de Instagram, las amenazas… ¿qué los llama a persistir?

Nuestra convicción de que el arte funciona, que sí puede hacer cambios en la sociedad y contribuir a visibilizar algunas situaciones que están en la oscuridad. Nuestro arte ilumina cosas que necesitan ser visibilizadas. Por eso es “incómodo”, es nuestra naturaleza y esencia artística. Para seguir estamos en constante reinvención.

UNA NOCHE DIFÍCIL

¿Qué sentiste la noche del martes sobre lo que pasó en el edificio Telefónica?

-Sentí la censura en nuestra cara. Fue muy potente ver cómo con una infraestructura no menor se acallaban los mensajes que estábamos proyectando, que eran “Humanidad” y “Solidaridad”. Son mensajes que hablan de una belleza de la vida, de valores súper hermosos y que aún así proyectando esas palabras, que no tienen una connotación política extremista por ningún lado, se censuren… lo encontré súper violento. Me hizo reflexionar mucho si es que estamos en una verdadera democracia.

¿Cómo lo hicieron para proyectar “Hambre” el lunes; y luego “Humanidad” y “Solidaridad” el martes?

Se están haciendo desde lugares seguros, ni desde vehículos ni desde la calle. Nosotros respetamos totalmente las medidas de la cuarentena.

https://www.instagram.com/p/CAl_nidB1Jh/

José Francisco Lagos, quien se adjudicó la proyección del mensaje “Solidaridad”, es director ejecutivo del centro de estudios Res Pública, más ligados a pensamientos políticos de derecha. ¿Fue así realmente?

-No nos contactó ese centro de estudios; lo hizo Santiago Toledo, una persona que ha trabajado con nosotros en montajes técnicos. Nos llamó para hacer esta acción y encontrábamos que era una palabra que podía funcionar, pero nunca nos habló de (José Francisco) Lagos y este otro grupo. Dijo que era él con unos amigos. Nosotros aceptamos proyectarla, sobre todo porque el tema se estaba polarizando mucho ese día. Después nos dimos cuenta que salió Lagos diciendo que él la había hecho y la compartió (Marcela) Cubillos… y ahí se distorsionó todo.

¿Qué sintieron ustedes?

-El mismo Santiago también se vio muy shockeado, porque tampoco estaba al tanto de que se iba a tergiversar políticamente hacia la derecha. Aún así, no nos arrepentimos de haberla proyectado. Es una palabra digna de proyectarse. Cuando Lagos la compartió, tomamos cierta distancia de la acción misma y preferimos que se la atribuyera… y todo bien. Tampoco lo vamos a desmentir. Igual creemos que ése no es el foco de lo que pasó ese día; la censura que tuvimos fue tanto para la palabra “Humanidad” como para “Solidaridad”. Estábamos proyectando de forma intercalada las dos palabras y resultó que empezaron a caer esos rayos de luz blanca y ninguna de las dos se pudo seguir viendo.

Según Carabineros, el vehículo que tapó los mensajes “Solidaridad” y “Humanidad” tenía un “permiso aprobado”. ¿Por qué crees que hay resistencia frente a ambos conceptos?

La resistencia va más allá de los conceptos, tiene que ver con las personas que se estaban manifestando, con nosotros… no con los conceptos. Ahí te das cuenta que daba lo mismo lo que proyectáramos, lo que ellos querían era censurar la expresión. Que uno tuviera el poder de proyectar una palabra gigante en un edificio… eso era lo que les daba miedo. Hasta dónde puede llegar, por eso lo hacen. Hay un temor para algunos círculos de poder, que se vieron un poco vulnerados en mantener la imagen exterior de Chile como “un país tan exitoso y que funciona tan bien”, y todos sabemos que no es así.

Las palabras del oficialismo representadas en el intendente Guevara y el diputado Schalper, ¿qué significan para ti?

No comprenden cómo funciona el arte y lo interpretan como una acción netamente política de un sector. No se dan cuenta que es una expresión artística, que si bien tiene una acción que se puede ver vinculada a un gesto político, no hay detrás el enemigo que ellos creen… que son estos grupos como el Partido Comunista o el Frente Amplio. Se motivan desde ahí, pensando que esto es una guerra de polos políticos y no se dan cuenta que en realidad es una expresión artística legítima que busca la crítica. Eso hace el arte siempre, entonces siento que hay una falta de cultura de lo que es el arte.

“No comprenden cómo funciona el arte y lo interpretan como una acción netamente política de un sector”.

EL IMPACTO DE LA PANDEMIA

En este difícil contexto de pandemia, ¿lo que han vivido es un motor para continuar o un freno?

-Nos damos cuenta de la potencia de los mensajes, que pueden calar súper hondo en un país y una sociedad, pero sí creemos que el país tiene que estar preparado para poder recibir este tipo de acciones artísticas. Tienen que entender que el arte puede tener este tipo de respuestas y tomarlo como eso, no desde la censura. Estamos reflexionando cómo seguir expresándonos de la forma que lo hacemos. Pero también nos damos cuenta que a pesar de la pandemia, proyectar un edificio y la viralización en redes sociales funciona. Se puede entregar un mensaje. Desde ese punto de vista, hasta el mismo gobierno podría promover algunos tipos de campañas relacionados con la pandemia, o con cuidarse… y podría funcionar de igual forma; ellos también podrían ocupar estas herramientas.

Octavio Gana – Foto: Emilia Rothen

Respecto a la difusión de su “arte activista”, que se da fundamentalmente con un trabajo en la calle, ¿de qué forma la cuarentena cambia su manera de utilizar el espacio público?

-La verdad es que es bien complejo, porque nuestras acciones funcionan cuando hay una audiencia y en este momento no pueden estar físicamente. Entonces, las experiencias y las intervenciones que realizamos lamentablemente sólo pueden ser vistas a través desde los celulares o de alguna ventana. Desde ese punto de vista es un poco más complicado, no podemos hacer experiencias donde podamos juntar gente. En ese sentido, nos vamos a tener que aguantar un poco y a esperar que pase esta ola de contagios y volvamos a una normalidad relacionada con la salud.

¿Cómo afecta no tener esa experiencia directa con la intervención?

-Nosotros sabemos que al verla con los propios ojos en un edificio te das cuenta de la escala… te emociona mucho más. Es muy diferente verlo desde un celular. Eso sí, a nivel de impacto y lo que se quiere comunicar, ha cobrado más fuerza la viralización de las imágenes porque la gente está más concentrada en ver su dispositivo móvil.

Hace un tiempo, comentaste a The Clinic que más allá de la discusión política de izquierda o derecha, se necesitaba una visión enfocada en la conciencia y la sensibilidad. Pensando en las diversas reacciones a sus intervenciones, ¿qué tan preparado está el país para asumir la lógica que ustedes plantean?

-Las cosas que pasaron la semana pasada son pequeños crujidos que va teniendo el país. A veces tienen que pasar estas crisis y estos problemas de la censura, para que todos nos demos cuenta hasta dónde llega el arte o la persecución política. Si no lo estuviéramos activando ahora, probablemente las audiencias no estarían recibiendo estos mensajes artísticos y estaríamos mucho más pegados en otro tipo de realidad. 

Has hablado del término “persecución”. ¿Alguna vez te habías sentido perseguido de esa forma en otra intervención artística de Delight Lab?

Nuestro arte tiene una posición política que no se vincula con un partido político ni con una idea establecida. Lo que buscamos es ir más allá del sistema actual. El momento más delicado que tuvimos fue cuando proyectamos en la Torre Telefónica a las personas muertas durante los primeros días del estallido social. Fue muy fuerte y sentimos algo muy responsable de proyectar, pero a la vez muy vulnerable porque era un tema muy sensible. Como estaba lleno de militares por todos lados… podía pasar cualquier cosa. Nos sentimos súper vulnerables, pero nos baja una valentía. Creemos que se debe hacer justicia de alguna forma y en ese momento era ésa. Siento que este tipo de actos “valientes” tienden a ser contagiosos.

Desde octubre nuestro modelo político, económico y social tuvo una grieta. ¿Qué pasa con esos paradigmas hoy, en un momento tan crucial para el país y la humanidad?

-La pandemia también está visibilizando ciertas brechas sociales y conceptos que tienen que ver con fronteras. El virus parte en un lugar y se expande por todo el mundo. Entonces, de cierta forma, el mundo no está tan separado como nos quieren mostrar, las fronteras entre los países no son tan rígidas como algunos quisieran. Por otro lado, me ha tocado ver más comunidad, menos individualismo. Este tipo de cosas empiezan a facilitar otro tipo de sistema social y económico que es diferente al del siglo pasado y que venimos heredando. Creo que hay que abrirse a esas posibilidades.

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