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Cultura

17 de Septiembre de 2019

Las motivaciones políticas de Octavio Gana: “Prefiero intervenir donde están los conflictos que exponer en la Bienal de Venecia”

Emilia Rothen

Delight Lab es un estudio dedicado a la videoproyección y el mapping, técnicas que consisten en cubrir superficies con imágenes de resolución ilimitada. A diez años de su creación, Gana, socio fundador y co-director junto a su hermana, conversa con The Clinic sobre sus participaciones más mediáticas: las proyecciones de mensajes políticos sobre el asesinato de Camilo Catrillanca y las crisis sanitarias en Quintero-Puchuncaví y Osorno.

Por

Hace siete años, en medio de un vehículo, Octavio Gana salía por las calles con su hermana Andrea a proyectar el mensaje “Patagonia Sin Represas” en diferentes edificios de la Alameda. Fue “una prueba” de lo que en el último tiempo ha significado la visibilización de la vertiente política de Delight Lab, un estudio de diseño audiovisual que trabaja con el mapping, técnica que usa la luz para cubrir fachadas y superficies con imágenes fijas o en movimiento. En 2009 ya había tenido su primera experiencia en la fachada del Museo de Arte Contemporáneo, cuando los hermanos Gana presentaron sus proyectos de título de Diseño y Arte, respectivamente.

Ambos dirigen la empresa que ya lleva diez años de recorrido, instancia en la que según Gana, han proyectado desde “Arica a Puerto Williams”. En 2014 ganaron un premio internacional otorgado por la audiencia en el festival Circle Light en Moscú, y en 2017 organizaron el Festival Küze, un evento de arte lumínico que cumplió dos años. En los últimos nueve meses Delight Lab se hizo presente en tres intervenciones políticas que se han viralizado: “Que su rostro cubra el horizonte”, en la marcha realizada en Plaza Italia un día después del asesinato de Camilo Catrillanca; “Zona de Sacrificio”, una acción conjunta con Greenpeace en el cordón Quintero-Puchuncaví; y “Los espíritus del agua nos devuelven la conciencia”, trabajo con la Corporación Traitraico sobre la crisis sanitaria en Osorno. Octavio Gana, conversa con The Clinic sobre esta incursión política a través del arte.

EL DILEMA DE LA LIBERTAD

¿Este tipo de intervenciones las planteas en conjunto con Andrea?

Generalmente trabajamos juntos, pero las acciones que tienen más contenido “social”, las tiendo a ver un poco más yo. Andrea ve contenido un poco más audiovisual, experimental. A mí me mueve un montón la contingencia y las injusticias, sin embargo nos consultamos siempre en ambas áreas.

¿Cómo ha sido trabajar por diez años en un círculo cercano que no se ha expandido?

Mira, en un momento decidimos no crecer, porque decidimos más que nada generar una célula autónoma y sustentable, no quisimos ser tan ambiciosos y convertirnos en el estudio más grande, sino que tener también esa independencia que nos da ser pequeños y que nos permite tomar otro tipo de decisiones, no depender tanto del mercado o de tener que pagar “diez sueldos”, y poder movernos más libremente, poder viajar… Perdimos el interés de querer ser ricos versus el interés de querer ser libres.

Fotografía: Emilia Rothen

¿Cómo es el proceso creativo para realizar intervenciones como las de Catrillanca, Quintero y Osorno?

Las tres son bien diferentes, la gracia es que la obra nunca está resuelta hasta que la hacemos. Lo de Catrillanca fue muy espontáneo y salió un poco de la guata, me indigné mucho con lo que ocurrió y en ese momento nosotros teníamos una actividad en Galería Cima, les consulté si podíamos hacer algo al respecto a la injusticia que había pasado el día anterior, y dijeron “obvio que sí, nos hacemos parte de lo que tú hagas”. Fue muy rápido, ese mismo día me contacté con Héctor Hernández, alguien muy cercano a Raúl Zurita, y me dijo: “Haz lo que quieras, Raúl va a estar súper contento”. Y así fue finalmente, hicimos un mix con la imagen, el lugar donde estaba, la manifestación… abajo había una guerra, mientras yo estaba proyectando, estaba intoxicado del humo. Se veían las fogatas y la represión de la policía fue durísima. Y ahí estaba el espíritu de Camilo Catrillanca mirando en la plaza.

Para llegar a las ideas ¿piensan racionalmente en qué les produce el conflicto? ¿O viene de la guata?

En el caso de Catrillanca fue desde la guata, pero es responder desde la indignación de alguna forma. La diferencia es que hace diez años habría estado marchando y ahora tenía la posibilidad de poder utilizar mis herramientas y la creatividad. Con esas nuevas armas de lucha, poder responder a injusticias que ocurren día a día, algunas son desde el Estado y otras de empresas privadas. En el caso de Quintero, teníamos muchas ganas de hacer algo, pero no sabíamos qué proyectar. 

Yo quería proyectar a Alejandro Castro con el mismo texto de Catrillanca, pero finalmente estando allá, quise hacer conciencia que ese lugar es una zona de sacrificio, con una imagen que fuera una postal y al proyectar en el humo, también hacer esta cosa media fantasmagórica, que no estaba proyectando en el edificio de la termoeléctrica, entonces al estar flotando, era un efecto muy “Pink Floyd”. Creo que por eso se difundió tanto y la gente la compartió, porque además de ser súper fuerte la imagen y que la gente estuviera en contra, la imagen estéticamente era muy atractiva, era básicamente como el llamado de Batman hecho protesta.

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LA TIERRA “DE TODOS Y DE NADIE”

Entendiendo que participas de una acción política a través del arte, ¿Cómo te definirías políticamente?

Como un ser que busca sensibilizar a las personas desde la humanidad y desde lo más básico, que es la conexión con el resto de los humanos y con la tierra. Es un poco volver a lo más esencial, va mucho más allá de los Estados. Es la relación persona-persona, persona-planta, persona-río…

¿Pero te encasillas en los conceptos más “tradicionales” de política? Más allá de un partido político, quizás un frente, cuando se habla de “la izquierda”, “la derecha”…

Si tuviera que definirme sería una persona de izquierda y libertaria, pero creo que la discusión del nuevo siglo va más allá de derecha y de izquierda. Ya tiene que ver con una cosa de estar consciente. Siento que los actos políticos tienen que ir en directa relación con la sensibilización, siento que es tan básico, que ni siquiera la gente de derecha y de izquierda ha sido capaz de darse cuenta.

¿Por qué estos espacios de conflicto los inspiran a participar?

Siento que en el espacio público está esa tierra “de todos y de nadie”, donde nos vemos siempre invadidos por publicidad o por infraestructura, porque -por ejemplo- una empresa compró el río, decide hacer una represa y nos deciden cobrar el agua. Entonces ahí hay un espacio donde siento que el arte puede ser un aporte real para hacer cambios en la sociedad, en la forma de pensar en las personas y empezar a construir desde ahí con esperanza. Yo prefiero intervenir donde están los conflictos que exponer en la Bienal de Venecia.

Sobre el “rol activista” de los artistas, ¿creen que está bien desarrollado?

Cada uno está luchando desde su trinchera, hay algunos que quizás no lo van a hacer nunca, pero igual hay gente que está trabajando desde donde puede, con sus herramientas. La gente se siente mucho más cercana cuando no se trata de un mensaje que busca vender una idea o un producto, sino que cuando el mensaje tiene un trasfondo, utilizando una retórica más poética.

En Quintero trabajaron con Greenpeace, ¿Lo han hecho con otras ONG o grupos sin fines de lucro?

Sí, en Osorno trabajamos con Corporación Traitraico y ellos nos solicitaron poder hacer una intervención relacionada con el problema del agua que tuvieron con la empresa Essal, ya que ellos vertieron petróleo de modo “accidental”. A partir de eso lo que buscamos es poder hacer una crítica al Código de Aguas que tiene Chile, que es el más privatizado del mundo. El agua dejó de ser de los chilenos, y creo que el agua tiene que ser de la tierra y de todos. La Corporación nos dejó libertad para hacer nuestra obra y ellos financiaron la actividad.

https://www.facebook.com/ctraitraico/posts/833612953699057?__xts__[0]=68.ARBbg4epwdCvXhoReL37fLCKvhRELGIXdR0ep6GwXKwWV7ICbty1F9oK1dw0EEESRHZOtDtJtHJQsu_zZBAJntsygQn3SXc9JGCuTjnAP9t6xHT9b3jnZLqq0xN4D7RtdL2QqaNCydI0xMzhxX0UYuK29SkDin0r7sMBbrbFEXLUgXvanh_U4tMrf6miN7hx8hr_IlXnx3MA2jjWGJZweN61Rr3OkGH75l092rLyzTLS-Wv8RxGoNF33OGksvD0PjH53qd028Luw0IPivBcBpe9dUQ94SsAOfBQ88arYxVJxFO73qwjBVx_yBssuCRGix5bSE2g1zkwdoPhmz1ccGpo&__tn__=-R

¿Han rechazado ofertas de trabajo por convicciones políticas?

Sí, nos hemos dado el lujo de rechazar trabajos que no nos interesan. Se ha conversado harto, no ha sido fácil. Hemos podido tomar esa determinación en la medida que somos más adultos también. Al principio cuando la empresa empezó le decíamos a casi todo que sí, y por una cosa de supervivencia. Ahora viendo las cosas un poco más tranquilo, no podemos incentivar que sigan existiendo ciertos vicios en el sistema.

EL PODER DEL ARTE 

¿Cómo ayuda el arte ante estas situaciones de vulneración estatal histórica?

Son dos patas. Por un lado, el arte tiene la capacidad de poder visibilizar desde otra forma el conflicto, y por otro, el arte tiene la capacidad de sanar, porque hace que las personas les cambie la perspectiva y puedan empezar a actuar distinto.

¿Como una especie de “despertar”?

Sí. Al final tiene que ver con el valor que uno le da a algo. Entonces el arte pone en cuestión ese valor, y puede ser capaz de quebrar ciertos paradigmas, primero desde un juego artístico y luego eso se puede transformar en una acción real. Si nadie pone en duda algo, eso siempre va a estar duro.

Fotografía: Emilia Rothen

¿De qué forma la gente los podría recordar por el nombre del proyecto (o sus nombres) en vez de “los que hicieron lo de Catrillanca, Quintero…”? ¿Qué paso se debe dar?

Nos interesa que nos empiecen a asociar a este tipo de acciones. Creemos que es importante que se humanicen, porque si hubiera sido una proyección anónima, “es de todos pero no sabemos quién está detrás”. En cambio cuando hay una persona que es un común mortal que está detrás y lo hace, siento que la gente se inspira más.

¿Se han logrado otros cambios más allá de generar impacto?

Si lo miramos a corto plazo, yo creo que no. Igual, la imagen de Camilo Catrillanca en Plaza Italia fue súper potente y cambió el titular del día siguiente, porque habría sido una manifestación más con los guanacos y con las fogatas de las bicicletas. Y la proyección del rostro con el verso de Zurita cambió todo. Mucha gente compartió y se sintió parte del conflicto más allá de la lucha que estaba pasando abajo entre los civiles y la policía. Con lo de las termoeléctricas, las personas encuentran que ya no está permitido, no deberíamos tener termoeléctricas a carbón, entonces ya es como un hecho que la gente esté en contra de eso. Si tú haces una encuesta ahora y antes de esa acción, la gente está mucho más consciente que no pueden haber zonas de sacrificio con termoeléctricas y niños muriendo en las escuelas. Yo creo que al corto plazo no hay un resultado concreto, pero al mediano plazo estoy seguro que sí.

¿Qué ha significado profesionalmente para Delight Lab el participar de estas instancias?

La verdad es que lo siento súper gratificante, y todavía no sé si lo entiendo tanto. No es algo tan planificado, sino que lo siento. No sé en qué va a terminar todo, tenemos muchas ganas de seguir haciendo este tipo de cosas pero no hay un plan detrás, nos hemos ido involucrando y tomando un espíritu propio al final. Cada vez va creciendo más porque la gente también se quiere hacer partícipe.

¿Los han buscado de otras zonas?

Mucho, de muchos lados, un montón. Y se vienen más.

¿Cuáles son las ventajas que tiene el mapping y la videoproyección respecto a otro tipo de manifestaciones artísticas en un plano político?

Por un lado la rapidez de respuesta, también es “limpio” en el sentido que no deja un rastro en el lugar donde se interviene. De cierta forma es mágico además, porque no tiene un sustrato, al final es luz y la gente lo asocia a un fenómeno fantasmagórico. También el tamaño es súper importante, ya que trabajamos a escala de edificios.

Fotografía: Emilia Rothen

¿Y desventajas?

Una es que somos dependientes de la electricidad. La otra es el trabajar de noche, que no tiene que ver con la técnica, sino porque es menos la gente que nos puede ver. Nos perdemos la mitad del día para poder intervenir. En el día pueden estar pasando cosas súper interesantes y tenemos que esperar a que sea de noche para poder salir.

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