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Selección Nacional

27 de Julio de 2020

José Pablo Cisternas, martillero: “El remate online me salvó la vida”

Crédito: Registro Personal

Hace 15 años que ejerce el oficio. Cuando estudiaba para ser abogado, conoció el mundo de las subastas y se interesó tanto, que incluso decidió posponer su título por décadas. Con la cuarentena se vio imposibilitado de hacer remates presenciales y aunque tuvo que replantearse toda su estructura, ha sido beneficioso para el rubro. Por eso decidió cambiar su forma de trabajo para siempre: “Sé que la pandemia ha sido mala para mucha gente, pero a nosotros se nos abrió una gran oportunidad”.

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“Fue una opción que nunca había visto. Además, significaba una oportunidad de negocio para mucha gente”, dice José Pablo Cisternas sobre sus orígenes como martillero. Primero trabajó como procurador en un estudio jurídico y a raíz de eso decidió estudiar derecho, carrera donde llegó hasta quinto año, pero nunca se tituló, porque conoció “el mundo de la subasta”. 

¿No necesita un título para ejercer como martillero?

– No necesariamente. Solo tener un alto conocimiento en temas judiciales y mucha iniciativa.

Su carrera prosperó y actualmente realiza remates públicos, judiciales, concursales, comerciales y de bodegaje. En su parcela de agrado donde vive en Paine con su esposa y sus tres hijos, recibe bienes por juicios de las Cortes de Santiago, San Miguel y Rancagua y activos de municipalidades y entidades dependientes de la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento que son subastados debido a quiebras forzosas o voluntarias. Apenas comenzó la pandemia tuvo que replantearse -junto a su equipo de trabajo- cómo iban a funcionar. Decidieron implantar la modalidad de remate online, que José Pablo asegura “le salvó la vida”. 

Colección de martillos de José Pablo Cisternas – Crédito: Registro Personal

“ES COMO SI FUERA LA BOLSA”

De los casi 2 mil martilleros que hay en Chile, Cisternas dice que no son más de 30 los que están vigentes en el mercado. “Si no te sabes mover dentro del rubro no vas a recibir una buena cantidad de trabajo. Necesitas moverte rápido, postular a hartas licitaciones y ser bien sociable”, cuenta el martillero de 50 años. Esa ha sido su receta para generar buenas relaciones en el tiempo y así ir convirtiéndose en martillero “oficial” de algunas empresas. 

¿Cómo funcionan sus remates online?

– Primero, en nuestra página web abrimos inscripciones para los remates, donde los postores tienen que completar un formulario de inscripción y dejar una garantía. Se les envía el link media hora antes del comienzo y cuando va a empezar se les explican las bases del remate. 

¿Se manejaba bien con la tecnología cuando empezaron a trabajar así?

– Es que en nuestro equipo nos dividimos las tareas. Una persona de computación se encarga del sistema online, otra para el área de finanzas y otra encargada de los loteos. Yo solo me encargo de dirigir la subasta. No podría hacerlo todo solo. 

Continúa explicando: “Cuándo ya están todos adentro, los abogados observadores y todos los postores, además del personal de superintendencia que supervisa, comenzamos a mostrar los loteos en la pantalla. Solo escuchan mi voz: explico las indicaciones, por ejemplo, certificados de autos, si tiene multa o no tiene multa y empieza la subasta”. 

¿Y cómo? ¿No se hace desordenada la puja? ¿No se interrumpen los postores?

– No, porque se hace por el chat del Zoom. Es muy entretenido porque es como si fuera la bolsa. Sube, sube, sube, sube, hasta que en un momento hay una última oferta. Yo digo ‘no hay más, no hay más’ y el monto más alto se lo lleva. Igual tengo que esperar unos segundos para confirmar, porque en los remates presenciales yo golpeaba el martillo y quedaba, pero aquí aguanto unos segundos, porque por la conexión online puede demorar unos segundos en llegar la información. 

Antes de la pandemia, dice José Pablo, las grandes empresas habían implementado este sistema “hace rato, pero los que somos medianos o chicos martilleros entramos recién ahora”. El remate online es una metodología que le ha funcionado muy bien, incluso incrementando su rentabilidad, porque elimina las barreras geográficas de sus participantes y eso genera el incremento de las ofertas. “En mi caso, mucha gente de Coltauco Santa Cruz, Linares, Chillán y otros lugares han participado en subastas que, de realizarse en Santiago, les habría sido imposible, o mucho más difícil asistir”, explica. Sin embargo, es consciente del contexto que vivimos: “Se que la pandemia ha sido algo muy malo para mucha gente, pero para un rubro como el nuestro ha significado una gran oportunidad”.   

“Yo digo ‘no hay más, no hay más’ y el monto más alto se lo lleva. Igual tengo que esperar unos segundos para confirmar, porque en los remates presenciales yo golpeaba el martillo y quedaba, pero aquí aguanto unos segundos, porque por la conexión online puede demorar unos segundos en llegar la información”, dice Cisternas.

TOTAL RECONVERSIÓN

José Pablo dice que es importante que los eventos no sean monótonos y que los concursantes se mantengan entretenidos. “La mayoría de las veces los postores se conocen entonces claro que salen tallas. Ver la conversación del chat es como cuando muestran comentarios en los matinales de la mañana, todos están opinando y ves como todas las personas se ríen en sus cámaras”, cuenta. Para él, se genera un “ambiente extraordinario”.  

¿No extraña los remates presenciales?

– No mucho, porque eran agotadores. Tenía que lidiar con toda la gente ahí en la subasta, mostrando los loteos uno por uno. Además, cuando estamos en persona, pasa mucho que se van formando grupos y se ponen de acuerdo para no subir tanto el precio. Ahora tenemos muchas más ventajas. 

¿Cómo cuáles?

– Llega más gente que antes. Hemos llegado a tener 500 personas. Eso provoca que cosas que antes se iban por un millón, por ejemplo, ahora se subasten por 1 millón 800. Se hace mucho más fácil, más entretenido y transparente también, porque cada remate queda grabado. No solo ha sido beneficioso para mí, si no que también para los postores. 

Cisternas cuenta que durante el próximo año quiere volver a estudiar derecho, pues para él siempre ha sido un tema inconcluso en su vida. “Quiero finalizar la carrera, pero no para ejercerlo, porque la verdad, el martillo me mantiene entretenido todo el día”, cuenta. 

“Llega más gente que antes. Hemos llegado a tener 500 personas. Eso provoca que cosas que antes se iban por un millón, por ejemplo, ahora se subasten por 1 millón 800. Se hace mucho más fácil, más entretenido y transparente también, porque cada remate queda grabado”.

¿Qué hará con su trabajo cuando termine la pandemia?

– Mira, esta modalidad me ha beneficiado en términos de que he podido buscar nuevos clientes, que tienen como requisito que sus remates sean online. Además, pienso que es bueno para que cualquier persona pueda adquirir bienes en las subastas que le permitan rentabilizar algo de dinero. Por otra parte, llega más gente, como te decía. No hay necesidad de viajar, alojarte en otras partes, si no que aprietas una tecla y estás adentro. El tema de los envíos tampoco es complejo: coordinamos los retiros con un máximo de tres días después del remate o los mando a dejar con una grúa. Voy a continuar con el sistema online. Nunca más volveré a hacer un remate presencial.  


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