Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Entrevista Canalla

21 de Diciembre de 2020

El profesor Maza y una exclusiva marciana: “En Marte no existirán ni las AFP ni las isapres”

El mítico y mediático astrofísico de Chile habla del último eclipse, de su opción de ser constituyente, de su relación con la política, de Parral y, a raíz de su último libro, profundiza lo que se viene respecto a Marte.

Por

A su edad, dice él, el famoso profesor, no puede salir de su casa para ir a rastrear un eclipse. 

-Y me quedé acá- rezonga.

-¿Dónde?

-Acá- y muestra un living santiaguino, resignado.

El fenómeno, el connotado milagro que conmocionó a Pucón y al territorio nacional, esa mañana popular del 14 de diciembre cuando el Sol se tornó un Sol negro, José Maza lo capturó con la vista, en medio del esmog. O lo sintonizó, boquiabierto, por TVN.  

-Si salgo me agarra el bicho- amenaza, mirando para los lados.

-¿Usted cree?

-Pero claro- y ahora mira fijo hacia adelante, con coraje. Y se acomoda la boina.

El profesor José Maza Sancho, ya sabemos, es una estrella que domina a las estrellas. Un perito cósmico que ganó el Premio Nacional de Ciencias en 1999. Es un científico con doctorado en Canadá. Un lunático con argumentos y los pies en el suelo. Un astrofísico coherente que, a la hora de congregar a una multitud, por supuesto lo hace en una medialuna. Un creador de best sellers, una figura de la televisión. Pero, a la vez, este hombre, el autor de Somos Polvo de Estrellas, desliza, a secas, que está hecho polvo.

-Mi mayor enfermedad es la edad- reclama.

-¿Qué pasa si, en una audacia, sale de su casa?

-Hay dos caminos.

Lo comunica frontalmente.

-O termino en la UTI o termino en el cementerio.

Parece que el profesor está aquejado de vejez. Padece enfermedades que vincula a su antigüedad, a su fecha de nacimiento ocurrida el 18 de enero del año 1948. Si se asoma al exterior, supone que el virus lo derrota. En fin, este profesor tiene 72 años, la misma esposa de siempre, cuatro hijos en buen estado, pero él, a su vez, considera que está averiado. Como si se hubiese estrellado.

“¡De ninguna manera! Yo no sirvo para eso. No tengo espíritu político. Mi candidato será Diego Mardones, que él pelee por la ciencia y la tecnología”.

-Capté el eclipse, pero acá en Santiago, por ende lo vi a un 70% de su verdadera capacidad- admite.

No es lo mismo, insinúa. Sintió que le llegó un milagro de segunda mano. Un fenómeno abollado, más gris. El otro eclipse, el de Arica, lo había apreciado en un salón VIP: bajo los cielos de La Serena, los más limpios del mundo, como un astrónomo común y silvestre apoyado en una roca, en un completo lujo. 

-Y esa vez sí se me puso la piel de gallina- recuerda.

-¿Qué más?

-Se me pararon los pelos. Fue una emoción tremenda…

-¿Y ahora? ¿Con el último eclipse?

-Qué.

-¿Qué vio?

Y resume todo a prisa, como un niño de la tercera edad: 

-Ahora el Sol se convirtió en un plátano.

Y así fue.

La ciencia nos salvará

Y por ese motivo, el Sol vuelto plátano, ha pasado un mes entero dando entrevistas. Aparece en los matinales aclarando que todo es emocionante. En estelares de noche anunciando que debemos volcarnos hacia la ciencia. El otro día, entre otras cosas, declaró:

-Siempre hay que mirar el cielo con ojos de niño.

También, en otro canal, porque el profesor transita de una corporación a otra, dijo:

-Invito a todas las niñas a que sean científicas.

Y ahora, con su boina ya ajustada al cráneo, frente a frente, explica lo siguiente:

-No hay otros cielos como los de Chile.

-¿Chile es potencia mundial?

-¿En cielos?

-¿Sí?

-O sea- explica- Chile posee cielos que tienen 250 noches despejadas al año. En el Observatorio de Paranal tienen 330 noches despejadas al año.

-¿Chile debería dejar de obsesionarse con el cobre y dedicarse a hacer telescopios?

-O sea, el 50% de los telescopios más importantes del mundo están puestos acá.

-¿Los ojos del mundo son chilenos?- magnifica el reportero.

-Sí- se envalentona Maza-, claro que sí.

-Somos cósmicos…

-Claro que sí…

Y el profesor ofrece su mensaje:

-Mire, por eso debemos invertir más en ciencia…

-¿Y no lo hacemos?

-¡Estás loco!

-¿El cosmos le resulta indiferente a las autoridades?

-¡Chile debería invertir diez veces más en ciencia!

-¿Cuántos científicos hay en Chile?

-Seis mil.

-¿Cuántos científicos hay en Finlandia?

-…

-Todo se compara con Finlandia, profesor. Es la medida del éxito…

-En Finlandia hay sesenta mil científicos, con una población tres veces menor que la chilena.

Hace un gesto de rabia, de científico en el subdesarrollo. Y exige más ciencia, más científicos, llenarnos de niñas con el ojo en el microscopio, en el telescopio. Refrescar las vocaciones, apurar al Estado y que la inversión en el rubro no siga siendo menor al 1%.

-Pero, claro…- suspira, impotente.

-¿Qué pasa, profesor?

-Nada- se amurra.

-Algo le ocurre…

Explota:

-¡Nada se hace!

-¿A qué apunta?

“No hay otros cielos como los de Chile”.

-¡El cielo nos está esperando! Pero, mire, el mango del sartén siempre lo han tenido los mismos, las mismas grandes fortunas de siempre. Y nada cambia.

Sube la voz, revolucionario: 

-¡Este país nunca ha querido educarse! Le diré que ningún país llegará a ser desarrollado produciendo minerales, frutas y vino.

-¿Falta la ciencia?

-Falta la ciencia, falta la educación.

Es, a veces, el Che Guevara del Cosmos, alzando el puño hacia las nubes. 

-¡Yo quiero tener un país lindo, pero el 80% vive con menos de 500 lucas y otros ganan 60 millones!

Y emite las siguientes exclamaciones:

-¡Los que ganan más, cada vez tienen más!

Luego:

-¡Quiero un país en que todos sean desarrollados!

Y después:

-¡Quiero un país en que todos puedan apreciar a Neruda o a Mistral!

Y respira, hace una pausa. La boina se le corrió por la ira. 

-¿Profesor, es usted de izquierda?

-Mire, yo no me involucro para nada con la política. Pero, claro, por mis antecedentes…

Veloces antecedentes del profesor

José Maza es hijo de dos españoles. Su papá, León, fue un bravo, un izquierdista del Partido Obrero que llegó en el Winnipeg. Fue un quijotesco que soñó con la igualdad. Su mamá, por su parte, era una española tan realista que llevaba el apellido Sancho. 

León, su papá, aquí se hizo socialista; Marta, su mamá, aquí se hizo más sociable. Se instalaron en Parral y allí criaron al profesor y a su hermana. 

-Mi papá admiraba a Allende- susurra José.

León, el papá, una vez le dio la mano a Salvador Allende y contó que se miraron a los ojos, compenetrados. Pero un día su papá se resignó y dejó de soñar, se volvió a España y murió. Su mamá se volvió a España y vive en paz. Y, bueno, en ese entonces, en Parral, a José le apodaron Pepito. Y Pepito nunca miró el cielo. Se paseaba con una pandilla por Parral. Pero un día leyó un libro titulado El Sistema Solar y el Hombre y comenzó a mirar el cielo. Y estudió ingeniería porque…

-Yo soñaba con ser funcionario de Endesa- admite.

Y luego derivó a la especialidad de astrofísica y luego obtuvo un doctorado de la Universidad de Toronto. Estuvo en Canadá, jamás militó en un partido. Volvió, analizó la velocidad del Universo, ganó el Premio Nacional. Se hizo famoso. Perdió vida privada, ganó hijos, se instaló en la academia. Dio entrevistas. Y un día, en pleno siglo 21, se convirtió en el Profesor Maza.

Social nerudiano

-Entonces- dice ahora- con estos antecedentes… yo creo que soy una especie de socialdemócrata… 

-¿Y en Parral, profesor, quién es más importante: Pablo Neruda, nacido allí en 1904, o usted, el cósmico Pepito Maza?

-¡Neruda, por lejos, por supuesto! ¡No hay comparación! En Parral todo es Neruda. Todo. Neruda se comió la ciudad. Yo mismo vivía en una calle que ahora se llama Pablo Neruda.

-¿Y no le interesa ser constituyente? La gente lo exige…

-¡De ninguna manera! Yo no sirvo para eso. No tengo espíritu político. Mi candidato será Diego Mardones, que él pelee por la ciencia y la tecnología.

Y cuenta, entonces, que el poder debe estar en el pueblo. Que en este país el poder está en los capitales. E insiste, por favor, que la ciencia, que la inversión. Y la boina se le desliza, el dedo índice apunta hacia un contrincante.

Y de pronto se le hace una pregunta.

-¿Y cómo será todo en Marte?

Y se paraliza. Eso lo detiene.

Es como si a un brillante perro le hubiesen lanzado una pelota saltarina.

Marte.

“(En Marte)no se comerá carne. Una vaca consume mucho oxígeno. No habrá asados en Marte. Será un golpe para los argentinos”.

-Bueno, yo acabo de publicar el libro Marte: La Próxima Frontera… para niñas y niños…

A Pepito le brillan los ojos.

El planeta rogelio

Escribió un libro que une sus dos obsesiones: Marte, el planeta que acogerá humanos en los próximos años, y los niños, los seres humanos que se irán de la Tierra en pocos años más.

-El año 2035 el ser humano debiera comenzar a trasladarse a Marte- menciona con seriedad.

-¿Quiénes irán?

-Un grupo selecto.

-¿Cómo vivirán?

-En iglúes gigantes del tamaño del Movistar Arena. Allí pueden caber cerca de quinientas personas. Se conectarán por túneles.

-¿Cree que hay alienígenas en alguna parte?

-Así como alienígenas, parecidos a los humanos, no. Puede que en algún lugar haya bacterias, lechugas, tomates. Quizás un pez.

-¿Y cómo serán los humanos en Marte?

-Tendrán las piernas mucho más largas. Y como la gravedad es mucho menor allá, todo pesará menos.

-¿Se comerá lo mismo?

-No se comerá carne. Una vaca consume mucho oxígeno. No habrá asados en Marte. Será un golpe para los argentinos.

-¿Habrá deportes?

-El fútbol sería distinto. Fácilmente se podrá meter un gol de un arco a otro. Por la gravedad.

-¿Habrá, no sé, andinismo?

-Claro, en Marte hay una desafiante montaña de 23 kilómetros de altura.

Y opina:

-En Marte no habría diferencias entre los futuros marcianos.

-¿Tal vez podría ser un planeta comunista?

-Creo que sí. Marte sería una sociedad con muchos menos privilegios. No habría apellidos con tres erres.

En Marte, por ejemplo, no se hablaría de las proezas humanas. No se hablaría de que un humano llamado Prat se lanzó al barco de unos humanos nacidos en Perú, un país terrícola. Tampoco se hablaría mucho de Jesús, el salvador de humanos. Se hablaría, sí, de Newton. De tecnología. De los pioneros.

-¿Y habría ídolos en Marte? ¿Recitales de música? ¿Actores de primer nivel?

-No sabría decirle. Quizás, algunos científicos brillantes, dado que ellos serían los que viajarían en una primera instancia… ¿a quién mandaría usted a Marte, periodista?

-Bueno… yo pensaría en Mario Kreutzberger, señor…- comenta orgulloso el reportero.

-¿Qué?- Maza da un salto.

-En Don Francisco, señor.

-¿Usted está seguro?

-Don Francisco tiene cincuenta años en la televisión, lo merece…

-¡Pero yo le hablo de Marte!

-¡Pues, debería haber cientos de Don Francisco en Marte, señor!- el reportero defiende a su candidato.

Maza suspira.

-Mire, no tengo nada contra Don Francisco. Es un comunicador notable. Pero él no puede viajar en primera instancia a Marte.

-¿Lo está vetando para el viaje, profesor?

-¡No lo estoy vetando!

-Pues eso parece…

-Lo que digo es que deben viajar científicos de primer nivel, lo mejor de lo mejor…

Pausa. Se vuelve al equilibrio.

-Profesor- confiesa el reportero-, yo había pensado en Don Francisco porque él es un símbolo terrícola… 

-Lo sé…

-Por algo se propuso que fuera el primer vacunado en Chile contra el Covid…

El profesor asiente.

-También usted fue propuesto, profesor…

-Mire, lo importante en ese punto es destacar el nosotros. El NOS vamos a vacunar. Es algo de todos.

Otro silencio terrícola.

-¿Sabe, amigo?- sugiere el profesor.

-Qué.

-La vida será más simple en Marte…

-¿Usted cree?

-Sip. En Marte no habrá AFP, ni isapres…

-Profesor… ¿y los que vivan allá serán más felices que en la Tierra? 

-Yo creo que sí, amigo. Yo creo que sí…

-¿Y allá se verán los eclipses como se ven en Chile?

El profesor sonríe. No dice más. Eleva la vista y mira hacia afuera.  Como si, por un instante, conmovido, transformado en niño, todavía estuviera buscando al Sol plátano.

Notas relacionadas

Deja tu comentario