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Comer y beber

28 de Diciembre de 2020

El año en que volvimos a cocinar

Ya sea para alimentarse o simplemente entretenerse, muchos chilenos redescubrieron la comida preparada por ellos mismos durante estos largos meses de encierro.

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Para algunos ha sido reclusión total hasta ahora. Para otros significó no ir al colegio o a la universidad en todo el año. Y ahora mismo, los santiaguinos -al menos hasta el 4 de enero- nos tenemos que quedar en casa durante los fines de semana. Además por las noches, en todo Chile, rige el toque de queda. Una de las principales consecuencias de tener que pasar tanto tiempo en nuestros hogares es que nos hemos visto obligados a comer en casa. 

Ya no se almuerza en el colegio ni en la oficina y las salidas a comer están -al menos- restringidas. Al principio, los que pudieron, le dieron duro al delivery. De hecho, en esos primeros meses de cuarentena total había horas del día en que lo único que se escuchaba en la calle eran las motos de los repartidores de comida. Nada más. 

Sin embargo, poco a poco, todos nos fuimos acercando a nuestras respectivas cocinas. Algunos simplemente no podían seguir pagando por comida preparada, mientras que otros solamente se aburrieron de comer lo mismo. No quedó otra, había que cocinar. Y bastante, porque en muchas casas ahora se desayuna, almuerza y toma once o come con la totalidad de los miembros de la familia sentados a la mesa. O sea, hay que tener bastante comida y ojalá variada, para que el personal no se aburra.

¿Es algo tan inusual para los chilenos el cocinar en casa? Bueno, en tiempos normales -pre pandemia- lo más común era que varias comidas se hicieran fuera del hogar y por la noche, según diversos estudios existentes, se calcula que sobre el 60 por ciento de las familias chilenas tomaba once. Es decir, una comida mucho más parecida al desayuno que a una cena propiamente tal. 

Al final, el verdadero momento para cocinar era el fin de semana, cuando los chilenos -siempre en la medida de sus posibilidades económicas- daban rienda suelta a lo que podríamos llamar “comida festiva”. Es decir, preparaciones que pueden ir desde los asados hasta las paellas, pasando también por pizzas, pastas y mucho sushi. 

Así las cosas, las instancias de cocinar recetas medianamente elaboradas era una actividad más bien esporádica. Ahora bien, en el actual escenario, lo que se necesita cocinar en muchas casas es comida de todos los días, algo bastante distinto a lo que acostumbrábamos a hacer hasta marzo. Y créanme que este cambio se ha notado. 

De hecho, durante los primeros meses de encierro total, costaba encontrar harina en los supermercados y la levadura literalmente se acabó en diversas zonas de Santiago e incluso algunas capitales regionales. 

¿Qué pasó? La gente comenzó a preparar su propio pan. Claro, a los chilenos nos gusta comer pan fresco a diario y no se podía estar pidiendo permiso a la comisaría virtual a cada rato. Con el ítem pan solucionado, luego vino el turno de la comida de verdad, cuando muchos ciudadanos se manejaban poco e incluso -literalmente- nada. Entonces, hubo que consultar y aprender. Y como los cuadernos de recetas de las abuelas ya prácticamente desaparecieron, fue el turno de internet. 

Por ejemplo en Instagram, donde chefs de todo el mundo comenzaron a publicar solidariamente recetas de distinta dificultad para quienes quisieran seguirlas. Así, a sólo un click de distancia, se podía preparar una comida bajo la guía de -por ejemplo- Ferrán Adriá. En Chile, el mejor ejemplo de este fenómeno está en el canal de Youtube del cocinero Alvaro Barrientos, que partió hace tres años subiendo una receta tradicional por semana y que a inicios de este año contaba con algo así como trescientos mil seguidores. 

“Si uno revisa las recetas que según Google más buscaron en internet los chilenos durante este 2020, llama la atención que las primeras dos corresponden a preparaciones más asociadas a lo festivo que al día a día: panqueques y pie de limón”.

Hoy, pandemia mediante, sigue con su publicación semanal, pero tiene casi un millón de suscriptores y según cifras entregadas por Google hace un par de semanas, su canal se convirtió en el cuarto generador de contenido audiovisual en internet de Chile este año. 

“Efectivamente la gente volvió a cocinar. Los que sabían y los que no. De hecho algunos tuvieron que partir de cero y no te olvides que, al principio, cuando costaba salir de la casa a comprar, hubo que ingeniárselas con las recetas”, explica Barrientos, quien además asegura que “este año se deben haber comido muchas más sopaipillas caseras y más empanadas hechas en casa que en años anteriores”. Y los números lo avalan, porque el video de su receta de empanadas de pino ya va en los 2,8 millones de visualizaciones. “Claramente, nos pegamos un salto (su canal) este año con la pandemia”, reconoce el fundador de la Fuente Chilena.

Ahora bien, si uno revisa las recetas que según Google más buscaron en internet los chilenos durante este 2020, llama la atención que las primeras dos corresponden a preparaciones más asociadas a lo festivo que al día a día: panqueques y pie de limón. Le siguen el pan amasado, la masa para pizza y las sopaipillas. Además, de las diez recetas más buscadas sólo dos corresponden a platos hechos y derechos: ñoquis (séptimo lugar) y lentejas (décimo lugar). ¿Qué se puede pensar analizando todo esto? Que más allá de la necesidad evidente de comer en casa que se vio acrecentada este año debido a la pandemia, esta actividad también sirvió como un pasatiempo para millones de personas que, obligatoriamente, debieron quedarse durante meses en sus casas. 

Muchas veces incluso, sin trabajo o con la latente incertidumbre de perderlo en el mediano plazo. “A riesgo de que a estas alturas suene a una frase hecha, la verdad es que es totalmente cierto que el cocinar es un antidepresivo natural y la gente este año se dio cuenta de eso”, reflexiona Alvaro Barrientos, agregando que “así como te puedes pasar varias horas viendo televisión, también te puedes pasar ese mismo tiempo cocinando. Y así te distraes, te entretienes, pero al mismo tiempo produces algo que luego disfrutarás con los que viven contigo”. 

Por todo lo anterior, podríamos inferir entonces que durante este 2020 la cocina no sólo alimentó a los chilenos, si no que también los distrajo y entretuvo. ¿Qué viene ahora? Lo más probable es que sigamos encerrados o semi encerrados durante una buena parte del 2021. Por lo mismo, nuestros ya no tan nuevos hábitos de cocinar en casa continuarán. Sin embargo, cuando sea que podamos vivir de una forma un poco más normal, yendo a trabajar, estudiar y comer fuera; puede que las cosas cambien aún más. ¿En qué sentido? En el que en muchos casos los clientes que vuelvan a los restaurantes y cafés tendrán algo de experiencia en la cocina. 

Imaginen un tipo que ha horneado diversos tipos de panes y hasta medialunas durante su encierro, es probable que ahora sea más exigente con la masa que le pongan junto a su café en una reunión de trabajo. O una mujer que perfeccionó su técnica del risotto las noches de fin de semana, tal vez ahora no se comerá cualquier arroz cremoso con un poco de queso rallado que le pongan por ahí. Es decir, en una de esas tendremos clientes más exigentes a la hora de comer fuera de casa y eso será un desafío más para la ya alicaída industria gastronómica. O como dice el crítico gastronómico de El País, Ignacio Medina, “no hay que olvidar que la gente ha redescubierto la cocina en casa y eso tendrá dos consecuencias: querrán recibir a gente en casa para presumir de sus logros gastronómicos y se llevarán la comida al trabajo, acentuando la crisis de los locales de menú”. 

Al final, lo único que tenemos claro es que no seremos los mismos una vez que acabe todo esto del coronavirus, incluido el ámbito de la comida. Porque el haber vuelto a preparar lo que nos llevamos a la boca sin duda nos ayudará a la larga a alimentarnos de una mejor manera, más consciente e informada, de todo lo que implica esta natural y elemental acción humana que hace demasiados años venimos automatizando. 

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