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Entrevistas

25 de Febrero de 2021

Jaime Bellolio, vocero de gobierno: “Ni la extrema derecha ni la extrema izquierda ofrecen gobernabilidad”

El ministro confiesa su temor de que el proceso constituyente corra el riesgo de verse rodeado por la violencia y la intolerancia. “Sabemos que hay un modus operandi de grupos ultra por amenazar a través de redes sociales, de publicar datos personales o de ir a funar físicamente. Algunos son de izquierda, otros son de derecha”, señala aquí.

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En el mundo de la política, los años no comienzan en enero, sino que en marzo. Ese es el mes donde el gobierno, los parlamentarios y los partidos políticos comienzan a desplegar sus estrategias de navegación para un tiempo que no será calmo: cinco elecciones por delante en medio de una pandemia y de un estallido social que todavía ronda.

Pero el 2021 le agrega un desafío extra al Presidente Sebastián Piñera: cruzar su último año de gobierno, reconectar con una ciudadanía que ha sido esquiva en su apoyo y también delinear cuál será su legado. “Será el tiempo el que va a determinar cuál fue la labor del gobierno en estos años”, dice el vocero.

La preocupación de Jaime Bellolio –que asumió el cargo en junio del año pasado- está en cómo se va a desarrollar el proceso constituyente y si la violencia podrá quedar al margen de la discusión de la Nueva Constitución. A su juicio, el país está muchísimo menos polarizado que lo que se observa en la esfera política.

-¿Cuál es el plan estratégico del gobierno para navegar el 2021?

-A este gobierno le ha tocado enfrentar materias complejísimas. El estallido social, dar una salida institucional a un problema político, social y económico que estaba en curso. También hacer frente a la crisis económica que se exacerbó con la pandemia. Hay millones de personas que lo han pasado muy mal durante el último año y hemos tratado de entregarle la mayor protección posible. En ese contexto partimos el 2021.

-¿Pero cuál será su legado?

Yo creo que los legados no se escriben antes de que terminen los gobiernos.

Pero se van diseñando…

-Sí. Pero considero que el legado se va a escribir durante el 2021 porque tendremos varias contingencias. El primer trimestre, será la pandemia y vacunación. El segundo trimestre, va a ser la instalación de la Convención Constituyente y la recuperación económica, especialmente en el empleo. El último trimestre estará marcado por la elección presidencial. Todo eso va a marcar el legado del gobierno.

-¿El tema es cómo evitar el síndrome del “Pato Cojo”? Ya hay gente de la propia derecha que lo dio por terminado…

-Eso no va a ocurrir, justamente por lo que te acabo de mencionar. Tenemos una gran agenda por delante. Por tanto, discrepo en forma y fondo con aquellos dicen que el gobierno se acabó.

-Al gobierno le ha costado la conexión con la ciudadanía. Hay declaraciones disonantes del sentir ciudadano, como las del ministro Andrés Allamand decretando la plena normalidad. ¿No teme que eso pueda reanimar una cierta irritación en la gente?

-La opinión pública está muy sensible frente a la política. Hay una grieta abierta porque sienten que la política no ha estado a la altura ni a la velocidad de lo que esperan.

Y en lo que se refiere el canciller Allamand, él habló de que ya hay una normalización democrática. Es decir, el país resolvió que hay una vía institucional y democrática para la solución de estos problemas que tuvieron como consecuencia el estallido social. Eso fue.

¿Y cómo lo vive el vocero? Es usted el que tiene que salir a explicar lo que en realidad quiso decir tal o cual ministro…

-Todos estamos sujetos a cometer errores. Y yo prefiero que sean errores comunicacionales a que haya una inacción en temas que son centrales para las personas. Y vuelvo a repetir: el ministro Allamand se refería a que Chile ya eligió una salida democrática e institucional. Vamos a tener una Nueva Constitución y nosotros queremos proteger ese proceso.

-¿De qué?

-Primero, de que se desarrolle en completa tranquilidad.

En la elección de constituyentes del próximo 11 de abril se juega el futuro de nuestra convivencia. Y queremos que se escojan constituyentes proclives al diálogo y no a la polarización. La Nueva Constitución es una parte de un camino que comenzaremos a construir para los próximos 20 o 30 años. Todas las encuestas muestran que la gran mayoría de los chilenos quiere acuerdos, no confrontación. Pero hay sectores que no lo quieren ver.

-¿Y usted cree que se va a acentuar la confrontación?

-Uno ve que hay algunos que no soportan la idea de que el proceso constituyente sea en libertad, con diálogo, sin imposición a la fuerza. Ahí te das cuenta que hay sectores que no quieren que se construya un espacio común. Más bien, quieren excluir. Nosotros, en cambio, queremos que este proceso realmente signifique un nuevo pacto social cuya parte más visible sea la Nueva Constitución, pero no es lo único. Un pacto social también implica una nueva forma de convivencia, de mirarnos a los ojos, de entendernos y validarnos el uno al otro en nuestras diferencias.

-Concretamente, ¿cuál es su temor? ¿Dónde ve los riesgos?

-Obviamente que en el proceso constituyente hay un riesgo. La preocupación es que se haga realidad la amenaza de rodear la Convención y que eso se haga a través de la violencia y la intolerancia…

-¿Presionar a la Convención desde afuera…?

-Existe ese riesgo, aunque son una minoría. Sabemos que hay un modus operandi de grupos ultra por amenazar a través de redes sociales, de publicar datos personales o de ir a funar físicamente. Algunos son de izquierda, otros son de derecha, no importa. Ellos están en una lógica absolutamente totalitaria. Eso no se puede imponer. 

-¿Cree que el proceso constituyente logrará canalizar o apaciguar un sentimiento de rabia que sigue latente?

La encauza a través de una vía institucional y no a través de la insurrección, que es lo que estaban buscando algunos. Y creo que, al encauzarla política e institucionalmente, se van a depositar ahí las expectativas. Probablemente no va a desaparecer la rabia, ni la angustia, ni la incertidumbre de forma inmediata, pero la pone en una senda distinta. 

Cuándo habla de esos grupos insurreccionales, ¿de quiénes estás hablando?

Hay grupos anárquicos, basta ver Twitter. Pero también hay ciertas fuerzas políticas que le prestan ropa a la violencia. Unos les prestan ropa en forma directa presentando proyectos de ley para que los delitos queden en la impunidad. Y hay otros que minimizan la violencia diciendo: “¿y cómo no vamos a ir a quemarlo todo?” Esa relativización de la violencia es muy grave porque es una actitud absolutamente antidemocrática. 

¿Y eso solo lo ve en la izquierda?

-En la extrema derecha también se ejerce violencia, sin duda. Lo que vemos es que hay un surgimiento de una extrema izquierda muy organizada y de una extrema derecha, que es más chica, pero también es muy violenta. Ambos dan cuenta de que no son capaces de entender que la ciudadanía quiere acuerdos y no violencia. El problema es que la política del odio hace crecer a los extremos, los amplifica, más todavía si funcionan a través de redes sociales. Pero sabemos que una gran mayoría quiere vivir este proceso en calma y con esperanza.

-Al final, el gran tema es cómo dar gobernabilidad en momentos más bien polarizados. ¿Cómo debiera moverse el gobierno?

-Ni la extrema derecha ni la extrema izquierda ofrecen gobernabilidad. No tienen la capacidad para hacerlo. Tienen una lectura equivocada que sólo busca seguir polarizando. La izquierda justifica la violencia y el odio. La extrema derecha siempre va a buscar enemigos en todas partes. Pero la ciudadanía exige que nos pongamos de acuerdo. En ese sentido, la política está mucho más polarizada que los chilenos. Y el gobierno sigue la senda de proteger y cuidar este momento histórico que dibujará el futuro de nuestras próximas décadas.

-Hay otro punto que plantea Mario Desbordes cuando dice que hay gente en su sector que aún no asume lo que sucedió en octubre de 2019. ¿Esa negación no podría afectar la capacidad de diálogo?

-Te aseguro que en La Moneda no existe la visión de negar o de no hacerse cargo de lo que nos pasó. Todos los que trabajan acá tienen una sensibilidad distinta después de lo que ocurrió en el 2019. Obviamente que hay distintas miradas y estrategias de lo que pueda pasar el 2021. 

-Y usted, en lo personal, ¿con qué lectura se quedó?

-Creo que tuvimos un estallido social que nos dijo que necesitábamos otras reglas, otra forma de relacionarnos. Y ahí hay un aprendizaje para todos, pero que no puede ser leído en la lógica polarizante. Vamos a tener una Nueva Constitución. Pero esta Constitución no puede ser una Constitución de la venganza, como quieren unos. Ni tampoco puede ser la Constitución de la revancha, como quieren otros.

-¿Y qué hacer con aquellos sectores que se resisten a los los cambios y quieren todo siga igual?

-Ese tampoco es el camino. Ya deberíamos estar todos notificados. Los chilenos quieren cambios relevantes que le entreguen la mayor seguridad posible en aquellos aspectos que son esenciales para tener una vida más digna, más libre. Frente a ese desafío, yo veo que Chile Vamos tiene las mejores condiciones para ofrecer gobernabilidad.

-¿Por qué?

-Porque todos los candidatos de Chile Vamos están por la moderación y no en la lógica de la radicalidad. Aquí el tema de fondo es cómo la política se hace cargo de nuestra convivencia, de recuperarnos. Y no lo digo en lógica económica, sino de cómo nos volvemos a relacionar en el diálogo y la tolerancia. Yo espero que el proceso constituyente apele exactamente a eso.

DERECHOS HUMANOS

Ministro, ¿fue un error decir que los temas de Derechos Humanos no los resuelven los ex presidentes? ¿No fue tirada de mantel al informe entregado por la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet?

Yo jamás he hablado del informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas. De hecho, valoro profundamente la figura de la Alta Comisionada de DD.HH, Michelle Bachelet.

-Y entonces…

Lo que pasa es que la pregunta era acerca del cuestionario que ella contestó para la Fiscalía de Chile. Y cuando hablamos de delitos y violaciones a los Derechos Humanos, en una sociedad democrática son los tribunales de justicia los que determinan eso. Yo entiendo que hay un aprovechamiento político de parte de la izquierda que sabe que Michelle Bachelet no es neutral en la elección presidencial. De hecho, ella escogió una candidata. Por eso están buscando su cariño para ver si les llega la misma ola. 

-¿Y qué tiene que ver eso?

-Sólo para terminar el punto anterior: valoramos la labor que hace la Alta Comisionada de DD.HH y su equipo. Mi único punto es que las sanciones a las violaciones a los Derechos Humanos, y que el propio Presidente Piñera dijo que habían ocurrido, no las hacen los gobiernos ni los ex presidentes. Las hacen los tribunales de justicia.

-Perdón, para entender: ¿cuál es el aprovechamiento que hace la izquierda con Bachelet?

-Me refiero a que es incomprensible que los mismos que hicieron pedazos a Michelle Bachelet cuando sacó el informe sobre graves violaciones a los DD.HH en Venezuela, ahora sean los mismos que vienen a reclamar. Por ejemplo, al Partido Comunista no le gustó el informe sobre lo que pasaba en Venezuela porque no decía lo que ellos querían. Bueno. Nosotros valoramos el informe. Solo decimos que le corresponde a la justicia sancionar.

-En la respuesta de la Alta Comisionada también se hacía hincapié en la poca ayuda del gobierno…

-El gobierno ha entregado todos los antecedentes sobre los hechos de eventuales violaciones a los Derechos Humanos. De hecho, hubo una comisión para entregar toda esa información. Luego se llamó a estos organismos internacionales para que vinieran a hacer su propio análisis. O sea, el gobierno ha prestado absoluta colaboración para que ninguno de los casos de violaciones a los Derechos Humanos quede en la impunidad. Eso es lo que diferencia las democracias reales de las que no lo son.

Yo esperaría que los mismos que critican al gobierno, pusieran la misma fuerza en criticar las atrocidades que se cometen en nombre de sus ideologías en Latinoamérica. Aquí no hay doble estándar. Se condenan las violaciones a los Derechos Humanos siempre. Las que ocurrieron en la dictadura de Chile, las que ocurren en Latinoamérica y en otras partes del mundo, y las que pueden haber ocurrido en octubre de 2019 y que deben sancionarse por los tribunales.

-Quizá la falta de confianza radica en que, durante la dictadura, muchas veces los Tribunales de Justicia hicieron oídos sordos. La justicia demoró décadas en llegar…  

-Bueno, ahí está la diferencia de una falta de justicia en dictadura a una justicia plena en democracia. Eso lo otorga la independencia de un poder completamente distinto. Y por lo mismo, quiénes sancionan esas eventuales violaciones a los Derechos Humanos y quienes las investigan no son los gobiernos, sino que es el Poder Judicial, que es independiente.

¿Le preocupa que el gobierno pueda quedar manchado por lo que plantea ese informe en el sentido de que en Chile se violaron los derechos humanos de cientos de personas y que hubo uso excesivo de la fuerza?

Yo creo que en las democracias uno no puede asegurar que no vayan a haber violaciones a los Derechos Humanos. Lo importante es que sean investigados y sancionados por los Tribunales de Justicia, que es un poder totalmente independiente.

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