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Opinión

22 de Marzo de 2021

Columna de Claudia Cortés: A un año de mi primer paciente con COVID

Agencia UNO.

"Ha sido el año más duro de mi vida. De esa paciente recuerdo su cara y su miedo. También recuerdo el mío. No sabíamos nada, ahora sabemos algo más, pero sigue faltando mucho por conocer del virus y esta maldita enfermedad", señala la autora.

Claudia Cortés
Claudia Cortés
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Hoy, hace un año exacto, me tocó recibir a mi primer paciente con COVID-19 que se hospitalizó en donde trabajo. Miércoles 18 de Marzo del 2020. Creo que nunca olvidaré esa fecha. Ha sido el año más duro de mi vida.

De esa paciente recuerdo su cara y su miedo. También recuerdo el mío. No sabíamos nada, ahora sabemos algo más, pero sigue faltando mucho por conocer del virus y esta maldita enfermedad.

El vestirse hoy ya se hizo rutina; sacarse la ropa de casa, ponerse el pijama de turno, luego los cubrezapatos, delantal desechable, gorro, guantes y el casco que parece de astronauta. La mascarilla, esa no me la saqué nunca más.

Al principio todo era nuevo, hoy todo es rutina. Ha sido el año más duro de mi vida, porque la vida sigue ocurriendo. A pesar de esta pandemia que ha arrasado con el mundo entero, las cosas siguen pasando.

A los pocos días de esa primera paciente, comenzaron a llegar más, algunos más. En ese momento creíamos que ya estábamos comenzado lo que sería el peor momento de la pandemia, pero jamás llegamos a imaginar qué tanto peor podían llegar a ser las cosas.

Luego llegó el primer paciente que posteriormente falleció. Me había tocado ingresarlo y, por ende, hablar con su familia hasta que se agravó y se trasladó a la UCI, donde días más tarde ya no pudo respirar más.

Ese fue el primero de muchos llamados telefónicos. Ahí las cosas se volvieron aún más reales, cercanas y amenazantes. Varios colegas se enfermaron en esas primeras semanas. Algunos de ellos murieron.

Hago un esfuerzo, un esfuerzo enorme por buscar lo positivo de este año. Y yo no soy del tipo optimista, pero es que, si no encuentro algo que rescatar en estos 365 días, no se si seré capaz de seguir otros posibles 365 días más.

Queda mucho por delante aún. Queda mucha gente por enfermarse y también gente por morir. Descubrí que mi equipo sacó fuerzas desde lo profundo para seguir trabajando muchas veces sin descanso.

Este año se produjo una colaboración entre científicos e investigadores de todo el mundo, como no había habido jamás. Para quienes nos dedicamos a investigar, fue un momento de comunión entre miles de personas, que trabajaron y seguimos trabajando para que esto se acabe lo antes posible.

Para mí, eso ha sido lo rescatable de este año. Conocí en este tiempo la resiliencia gigantesca de mi familia, que soportó que yo desapareciera por poco más de seis meses, viviendo separada de ellos para no arriesgarlos. Sin su apoyo, no estaría aquí. 

Viví como todos, que con la tecnología nos podiamos ver y conversar, pero añoro como nunca el sentarme en una mesa y solo estar. Me tocó participar en muchas charlas y conferencias sobre COVID. Conocí la sed de información y creo haber contribuido al menos a intentar aplacarla. Repetí mil veces y más, hay que lavarse las manos, usar mascarilla y evitar las aglomeraciones.

Si es que todos aprendimos la importancia de lavarse las manos, eso también sería una ganancia, no obstante, lo dudo. El Hombre aprende poco; cometemos siempre los mismos errores y olvidamos las mismas cosas, una y otra vez.

Y parece que efectivamente no lo repetimos lo suficiente, o los oídos de todos se volvieron sordos, porque estamos nuevamente donde estábamos hace 8 ó 9 meses atrás.

Ha sido un año para olvidar, pero sabemos que en esta ocasión, eso no será posible.

*Claudia Cortés, es Infectóloga y académica Universidad de Chile


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