Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Entrevista Canalla

1 de Abril de 2021

Raquel Castillo, locutora y actriz: “Yo soy Raquel en el País de las Pesadillas”

Apareció la desconcertante imitadora de los programas de talento en televisión. Está en Perú y aquí habla de su nueva vida, de su trabajo, de su cerebro, de Chile y de esos programas donde se ha presentando con infinitas voces. Así es la vida de una figura particular de la TV del último tiempo.

Por

“Mi nombre es Raquel Castillo, soy locutora, periodista, tengo un canal, una radio y vivo en Tacna”, suelta ella, Raquel, la exótica figura del espectáculo, ícono surrealista de Chile. Y ríe magnéticamente a la cámara. Su boca está agrandada por el lápiz labial puesto a prisa, y la cámara, o bien el teléfono, lo sostiene Ángel Ruelas, su marido, un ex futbolista que en la actualidad crea negocios impetuosamente, a toda velocidad, donde sea. Están detenidos en la carretera peruana: van en auto desde Ilo a Tacna, están a oscuras, enfrentados al viento, riendo, discutiendo, sintonizando con empeño el Zoom. Y por un momento pareciera que nos hallamos al interior de una alucinación. 

-¿Usted dice que desciende de ingleses?desde su Lenovo pregunta, intrigado, el reportero.

-Sí, por supuesto.

-¿Cuál es su apellido inglés?

-Castle…

-¿No es eso Castillo en inglés?

-Mire, esa información del apellido me la guardo. Espero me entienda- y el reportero sonríe, heladamente, como un embajador con los nervios de punta. 

INIMITABLE

La hemos contactado para que hable del talento, del apogeo del casting televisado. Y ella, como una perita en pruebas de cámara, avisa: “El arte en Chile debiera ser respetado”. Y luego avisa: “Hay un meme sobre mí dando vueltas”. Se enoja: “No soy yo. Me usan”.

-¿Quiénes?

-Tengo enemigos. No soy monedita de oro. 

Raquel Castillo es una figura desconcertante de la televisión. Una adicta a las audiciones, la mujer cásting, una artista del ridículo. Presentó rutinas adelantadas en programas de talentos. Estuvo en “Factor X” y su frase sacudió a la humanidad:

-Imito cerca de ocho mil voces femeninas.

Dijo eso sin inmutarse y la nación quedó atónita. Le pidieron esas voces y Raquel dijo que son aproximaciones, que no son ocho mil, son menos, tal vez mil, o más, es decir, un montón de famosas en una sola garganta. 

Después estuvo en otro programa y dijo:

-Bailo quince estilos de danza.

Y bailó un rock sensato, una cumbia sin movilizar la cadera, una canción melódica con los ojos abiertos. Y luego  adjuntó:

-¡Y hago modelaje!

Y con carácter, resumida en sus 156 centímetros, en los 35 kilos que pesaba entonces, improvisó que modelaba junto a Carola De Moras. En fin. Es un enigma. Tiene 41 años y encarna un refrán: Raquel es famosa porque ha estado a punto de ser famosa. Ha participado en programas que van desde “Venga Conmigo” a “Morandé con Compañía”. Y siempre, según parece, ha hecho el loco sin estar loca.

-… Como le decía -retoma desde Perú- desciendo de ingleses y norteamericanos, entonces tengo una cabeza muy práctica…

“El arte en Chile debiera ser respetado”. Y luego avisa: “Hay un meme sobre mí dando vueltas”. Se enoja: “No soy yo. Me usan”.

-¿Qué es una cabeza práctica?

-Me fijo en la realidad.

-¿Qué es la realidad? -la encara abruptamente el reportero, en pos de una primicia espiritual.

-La realidad es sobreponerse, te fijas. A mí nadie me regaló nada. Siempre me dijeron la fea. Yo siempre fui la fe. 

Pausa.

-¿Es usted la fe?

-La fea.

-Creí que dijo que era la fe.

-También.

-¿Se considera una fea con fe?

-Sí. Porque soy fea. Y me da lo mismo.  

-No lo es.

-Lo soy.

-Y además, ¿qué es la fealdad? ¿qué es la belleza? Incluso… ¿qué es la fe?

-A mí esas cosas no me importan. De verdad te digo. Lo que me importa es sobreponerme.

Entonces, hace ocho años, se casó con el señor Ruelas en Arica. Y se fueron a Perú. El señor Ruelas dejó el fútbol, abrazó los negocios, abrazó el boxeo, le deslizó a Raquel en mitad del romanticismo que él desciende de una familia de millonarios de Turquía, unos elegantes de Estambul. Ella le deslizó que desciende de norteamericanos prácticos, de ingleses realistas, es una Castle, Rachel Castle a mucha honra, y ella le dijo:

Es un enigma. Tiene 41 años y encarna un refrán: Raquel es famosa porque ha estado a punto de ser famosa. Ha participado en programas que van desde “Venga Conmigo” a “Morandé con Compañía”.

-Quiero que sepas algo, Ángel.

-Qué.

-Soy una figura pública en Chile.

-Qué- dijo él.

-Pero aquí empezaré desde abajo.

Y, aún así, forjó un imperio extravagante. Fabricó su canal en Youtube llamado Conecta Tevé. Y también hizo un diario. 

-¿Usted fundó un diario?

-Sí, claro.

Rachel Castle y el reportero se miran a los ojos. Rompen el Zoom y se miran a los ojos, indagando la veracidad.

-La felicito- apoyamos, tensando la voz.

-No fue fácil. Para nada. Noté que había gente que no trabajaba bien. Yo no podía estar siempre encima.

-Claro que no… eso sería agotador.

-Igual puse cámaras para vigilar al personal…

-Había que estar presente de alguna forma, Raquel…

-Eché gente.

La realidad es sobreponerse, te fijas. A mí nadie me regaló nada. Siempre me dijeron la fea.

-Lo lamento… ¿Cómo se llamaba ese diario?

-No, eso no importa.

-Cómo que no importa. Es crucial…

-Se llamaba EMPRENDEDORES… pero no era un diario de farándula. Cubría política…

-Lo buscaré…

-¡No, para qué!- se agita Raquel.

Ella, de alguna manera, en televisión, en los medios, ha encarnado la oferta de lo excéntrico. El otro planeta, el otro mundo, el arte sin lirismo, a secas, lo brutal, el empeño, el lápiz labial fuera del labio. Es, ni más ni menos, la musa del malentendido. 

-Quiero seguir haciendo empresas…- sigue hablando Raquel, de fondo.

Y el reportero, de pronto, cree comprender lo que ocurre. Ella ni miente, ni habla con la verdad: da la impresión que Raquel, simplemente, relata un cuento. El apasionante y fantástico cuento de su vida. El mundo de Rachel. Raquel en el País de las Maravillas. 

-¿No siente que su vida es como Raquel en el País de las Maravillas?

-No. No ha habido maravillas.

-¿Raquel en el País de las Pesadillas?

-Eso sí. Yo soy Raquel en el País de las Pesadillas. Mucho más eso.

-¿Raquel en el País de las Zancadillas?

-Eso también. Un cuento medio triste…

Ella, de alguna manera, en televisión, en los medios, ha encarnado la oferta de lo excéntrico. El otro planeta, el otro mundo, el arte sin lirismo, a secas, lo brutal, el empeño, el lápiz labial fuera del labio. Es, ni más ni menos, la musa del malentendido.

HABÍA UNA VEZ

Había una vez una niña que nació sin tanto amor. Y su papá la abandonó. Y su mamá jamás le puso atención. Y a su abuela la mataron y su abuelo murió enojado. Y ella, la niña, se enderezó como pudo, creció a solas, apagada. En el colegio la apodaron La Bruja del 71 y, en una oportunidad, de verdad le hicieron una zancadilla. 

Y el Castillo cayó.

La niña se rompió la espalda.

La niña se rompió la vértebra número 7.

Y la niña dejó de correr. Se tornó una mujer callada, la del fondo, la invisible. 

No pudo correr hasta cumplir los 25 años.

Su cuerpo jamás volvió a la normalidad.

Eso sí. Yo soy Raquel en el País de las Pesadillas. Mucho más eso.

-Y empecé a ir a la tele…- recuerda.

-A hacer lo que sea…

-Lo que fuera. A estar ahí. A provocar risas.

Y la niña se hizo mujer. La niña resultó que era histriónica, peculiar, rarísima. En la televisión los productores apostaban por ella. Lo impredecible es rating. 

-Y no me acosté con nadie para lograr las cosas.

-¿La tentaron?

-No- con énfasis.

Pero un día muere un amigo secreto de esta niña-mujer-peculiar. Y ella se desvanece. 

-No me podía recuperar. Estaba en el suelo. Pero no diré quién es- amenaza.

-¿No será Felipe Camiroaga?

Raquel suspira trágicamente.

-No puedo contar…

“No me acosté con nadie para lograr las cosas”.

-¿Es el Halcón? 

-… Lo quise mucho, fue muy especial para mí… siempre hablábamos…

Fueron, dice, grandes amigos con Camiroaga. Proyectaron ideas, humor, trabajo. Luego ella entró en el espiral alocado del casting. 

El reportero la escucha: ella menciona amores, viajes. Un tío que es magnate. Un tío que es político. Su familia inglesa, los norteamericanos, la rama chilena. Dice que se echa talco por las mañanas, que se perfuma. También menciona que la secuestraron, que en otra ocasión le robaron su maldito Rólex.

-¿Usted pertenece a la elite?

-¡Da lo mismo eso!- se exalta- ¡Yo jamás he usado mis apellidos para lograr algo!

-¿El apellido Castillo abre puertas?

-¡Pero le estoy diciendo que no he usado mis pitutos, ni mis parientes! Siempre he sido bien modesta, de trabajo…

La molestia la hace callar por un segundo. El reportero la sigue mirando con curiosidad y admiración.

Fueron, dice, grandes amigos con Camiroaga. Proyectaron ideas, humor, trabajo. Luego ella entró en el espiral alocado del casting.

-Raquel, ¿le puedo preguntar algo?

-Por supuesto…

-¿Qué hay dentro de su cabeza? 

-Un montón de pensamientos. Mire, a pesar de haber estado tres veces en coma, yo sí tengo capacidad para hacer análisis.

-¿Pero cómo es su mundo interior?

-Bueno, en primer lugar debo decirle que no tengo religión. La gente piensa que tengo religión. O que me drogo. O que soy gay. Lo que sí es verdad es que yo amo a Jesús.

El reportero la mira un tanto consternado.

-Claro, claro…- balbucea.

-Y también, respecto a lo que me pregunta, debo decirle que si bien fui muy tímida, ahora sí tengo personalidad…

-…

-Espero haber aclarado su duda…

-Sí, por supuesto.

Y agregamos:

-Dígame, por favor, ¿cómo es ese lugar metafórico en el que yo supongo que usted vive?

Lo piensa.

-Es un lugar difícil.

Bueno, en primer lugar debo decirle que no tengo religión. La gente piensa que tengo religión. O que me drogo. O que soy gay. Lo que sí es verdad es que yo amo a Jesús.

-¿Por qué?

-Es un lugar en el que hay que tener valor y mucha fuerza. No hay que caer en el estrés. Uno tiene que ser uno…

-Simplemente eso…

-Ser uno- murmura, a tientas.

-¿Usted considera que tiene pensamiento mágico?

-Yo soy realista. Por mi familia inglesa. 

-¿Se burlan mucho de usted?

-Mucho. Pero no me importa. Eso es peor para los que se burlan. Y los que piensan que yo tengo una anomalía están equivocados.

-¿Y qué tiene entonces?

-Hago cosas diferentes. Y eso, en Chile, es algo difícil de entender.

-¿Y hay tanto talento en Chile, Raquel, para que existan tantos programas de ese tipo?

-Hay. Pero el problema es que en esos programas dejan botados a los talentosos. Al que gana no lo ayudan.

Y súbitamente eleva la voz:

-¿Tú eres actor?- le pregunta al reportero.

-No, no…

-Tienes voz de actor…

-Oh… no sé… jajaja… no lo sé…- el reportero, abrumado, pone aún más ronca su voz.

Él piensa: qué extraña mujer.

Ella piensa: qué extraño hombre.

-Una cosa, Raquel: ¿usted suele mentir?

-Nunca.

-A lo largo de esta conversación, dígame francamente, ¿ha mentido?

-… eee… no… creo que no…

-¿Y puede imitar ocho mil voces?

-Noo… ni loca…

-¿Cuántas puede imitar?

-900…- y ríe.

Y esta chilena que vive anhelando el escenario de sus sueños, que aún persigue la oportunidad de su vida, ya ha vuelto a Tacna. No sabe cuándo volverá al país. Sólo sabe una cosa: “La vida es realmente difícil”, señala, con risa y con pena. Y ahí tras mandar saludos a todo Chile, ella, suavemente, termina el show. 

Notas relacionadas

Deja tu comentario