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Elecciones 2021

14 de Mayo de 2021

Todo queda en familia: La historia detrás del escaño para el pueblo yagán

Independiente de lo que pase en las elecciones de este fin de semana, el escaño en la constituyente quedará en manos de la familia González Calderón. Lidia o su sobrino Luis -los únicos candidatos a ese cupo- será quien represente al pueblo originario menos poblado y más austral del país. Hoy, ambos cargan sobre sus hombros el peso de toda una familia, de toda una generación y de todo un pueblo que lucha por perpetuar su legado.

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Cada sábado, en forma sagrada, Puerto Williams recibe un buque lleno de provisiones que son distribuidas en los cuatro negocios de la ciudad y en los 2.500 kilómetros cuadrados que abarca la Isla Navarino. Pero esa rutina se vio interrumpida una fría mañana de marzo de 2019. El vehículo carguero no pudo hacer su tradicional desembarque ya que un grupo de personas se encontraba bloqueando la llegada de los suministros a modo de protesta. Gran parte de ellos pertenecían a la comunidad yagán. Fue una inusual manifestación en una de las locaciones más australes del mundo.

Foto: Ovejero Noticias. Licencia CC.

Una de las personas que se encontraba en el lugar era Lidia González (54), quien fue parte de una cadena humana que impidió el libre tránsito de los transportistas. Fue una de las primeras personas que estuvo en la rampla de desembarque esa mañana. La protesta se debía a la llegada de salmoneras al Canal Beagle, especialmente Nova Austral, que buscaba instalar 134 jaulas de cría en Puerto Williams. Como esa mañana todavía no llegaba mucha gente al puerto, le pidieron a Alberto Serrano, entonces director del Museo Antropológico Martín Gusinde, que bloqueara el camino con su auto. Todos los presentes se tomaron de la mano rodeando el vehículo y continuaron impidiendo el paso.

Lidia recuerda a esa fría mañana de marzo como uno de los primeros momentos en que la comunidad de Puerto Williams se unió en torno a una causa común. Mientras seguían bloqueando el camino, ella y otros vecinos fueron encarados por personal de la Armada y de Carabineros. Les preguntaron qué querían para deponer el corte. Ellos guardaron silencio absoluto. El único que habló fue el vocero de la comunidad yagán, David Alday, quien pidió hablar con el gobernador de la zona, Juan José Arcos. Le dijeron que se encontraba en Santiago, y entonces pidió hablar con quien lo subrogaba. Cerca de las 10 de la mañana, llegó al lugar la gobernadora subrogante junto al alcalde de Cabo de Hornos, Patricio Fernández, y hablaron con ellos. Media hora después, la manifestación se había disuelto. Pero algo había cambiado en la principal localidad de la Isla Navarino.

Foto: Greenpeace.

Luego de meses de intensas movilizaciones en Puerto Williams y en Punta Arenas, a las que se plegaron instituciones como Greenpeace, finalmente la salmonera se retiró del lugar, junto con las jaulas que ya habían sido instaladas. En ese momento, la comunidad yagán evocó una tradición milenaria de su cultura: preparar tres fogatas en la playa, frente al Canal Beagle. Tanto el primer día de movilización como la imagen del fuego fueron dos postales que siguen muy grabadas en la retina de Lidia. Y desde entonces, algo cambió en ella. 

Vida política

A poco más de dos años de ese episodio, Lidia vuelve a estar en la primera línea de su comunidad. Hoy es una de las dos personas candidatas del pueblo yagán, el que recibió un escaño para la Convención Constitucional. Su único competidor es al mismo tiempo su mayor aliado: su sobrino Luis Gómez, profesor de Puerto Williams. Independiente de lo que pase el fin de semana durante las elecciones, una persona de la familia González Gómez será constituyente en representación de su pueblo.

Ambos tomaron la decisión menos de una semana antes del cierre de inscripciones ante el Servel. No estaban seguros de la documentación que debía presentarse para las candidaturas, pero con un par de asesorías lograron inscribirse a tiempo. Lidia y Luis habían hablado por teléfono y evaluaron los pros y los contras. Entre el lado negativo, se encontraba el esfuerzo de levantar todas las demandas de la comunidad y hacer el papeleo de las inscripciones. Dentro de las cosas positivas, pensaron en preservar el legado del pueblo al que pertenecen y también el de su familia.

Lidia es la menor de 10 hijas del matrimonio de Cristina Calderón y Teodosio González. La mayoría de los habitantes de Puerto Williams no nace ahí sino que en Punta Arenas, debido a la falta de personal médico para asistir en los partos. Ese fue el caso de Lidia. Además, durante el colegio, relata haber sido discriminada por sus compañeros por su etnia.

Lidia tiene experiencia en cuanto a representación y a pueblos originarios. Fue concejal por la comuna de Cabo de Hornos entre 2008 y 2016. Actualmente trabaja en la sede regional de la Conadi. En cuanto a su definición política, actualmente va como independiente, aunque históricamente se consideró una persona ligada a la izquierda. Pero en los últimos años se decepcionó de las autoridades de ese lado político que llegaron a la zona. Hoy advierte que prefiere votar por alguna persona que haya vivido toda su vida en Puerto Williams, independiente de su partido político.

Contra la corriente

El pueblo yagán es único en dos aspectos: su tamaño y su geografía. Según datos de la plataforma Tres Quintos, el último censo arrojó una población total de 1.600 habitantes, de los cuales 178 están habilitados para sufragar. De ellos, dos son candidatos al escaño designado para el pueblo yagán en la Convención Constitucional: Lidia y Luis.

El Presidente del Servel, Andrés Tagle, se ha referido a esta atípica situación: “En este caso el pueblo yagán es un pueblo chico en cantidad de electores, entonces no hubo más candidatos. No es lo normal, pero puede suceder”.

Sumado a ser el pueblo originario más pequeño del país, la concentración de su población en ciudades como Puerto Williams o Punta Arenas lo convierten en uno de los pueblos más australes de Chile y del mundo. Aunque también se encuentran, en proporciones mucho más pequeñas, en otras ciudades como Puerto Montt, Osorno, Valdivia y Concepción.

A diferencia de gran parte de los pueblos originarios ubicados más al norte, el pueblo yagán nunca tuvo una tradición agricultora. Surcaban los ríos que rodean las islas más australes del mundo, mientras vivían de la pesca.

Foto: Gobernación de la Provincia de la Antártica Chilena. Licencia CC.

Justamente fue esa tradición milenaria la que volvió a unir a los yaganes, esta vez contra un enemigo común: las salmoneras. Se oponen tajantemente a la instalación de pesqueras industriales en la zona, ya que reconocen el valor de los recursos naturales, especialmente los marinos. Y ésa es hoy una de sus principales luchas.

Raíces familiares

Si Lidia tuviera que describir a su madre con una frase, la catalogaría como un “tesoro vivo de la humanidad”. Su madre, Cristina Calderón, tiene 93 años y es una de las últimas personas que puede hablar de forma fluida la lengua yagán. Expertos en lengua de distintas partes del mundo han ido a verla por su valor cultural. Hace poco tiempo, recuerda su familia, la visitó un experto desde Alemania para documentar su conocimiento. Es tan grande su reconocimiento, que el Hospital Comunitario de Puerto Williams lleva su nombre.

La familia está consciente del legado que deben perpetuar. Cada viernes, a las 6 de la tarde, realizan a través de Zoom una clase de yagán. Si bien Cristina tiene muchas dificultades para manejarse con la tecnología, se emociona al ver, detrás de las cámaras, a personas queriendo aprender el idioma que ella domina a la perfección.

Lidia relata que su madre nunca le enseñó de forma fluida el idioma a sus diez hijos, pero sólo por precaución. Cuando eran grandes, les confesó que tenía miedo de que los humillaran por hablar distinto. La lengua yagán, que en un momento era motivo de ocultamiento, hoy día es una de las principales luchas dentro de la familia.

Mismo diagnóstico tiene su compañero de lista, y sobrino, Luis Gómez (46). Nacido y criado en Puerto Williams, decidió estudiar Pedagogía luego de participar en un preuniversitario en la Universidad de Magallanes. Su pasión por la docencia y por las zonas extremas vio su cúspide en 2008, cuando se fue a hacer clases a la Antártica, a hijos de funcionarios de la Fuerza Aérea.

Gómez relata que su abuela siempre trató de inculcarles conocimientos ancestrales, que ha sido ella la principal fuente de enseñanza de la lengua hasta el día de hoy. Rememora a sus tías e incluso a su sobrina quien puede hablar fluido el idioma.

Explica que la principal dificultad para perpetuar el legado yagán es el centralismo. “Al ser un Estado unitario, nos dice que hay una política que sale del centro y que es para todo. Y eso, de cierta forma, inhibe nuestro propio desarrollo”, sostiene.

Campaña en el fin del mundo

Algunas cosas de Puerto Williams no han cambiado en esta época del año. La temperatura que sólo ocasionalmente supera los 10 grados, los vientos cercanos a los 20 kilómetros por hora y las nueve horas de luz siguen siendo una constante. Pero otras cosas sí han cambiado. Mientras cada vez se ven menos alpacas y ovejas, en el Canal Beagle han vuelto a verse ballenas, justo en medio de la paralización del tráfico marino por la pandemia de Covid.

Otro fenómeno que ha vuelto a verse es el de las campañas políticas. Una de las protagonistas de este fenómeno ha sido Lidia. Durante estos días ha sido parte de las caravanas que recorren todo Puerto Williams intentando convencer al pueblo de que vote por ella.

Ella tiene un grupo de WhatsApp llamado “Comunidad Yagán”, donde interactúa con la mayoría de los miembros del pueblo ubicados en Puerto Williams y en Punta Arenas. En un comienzo esta misma cercanía le dificultaba hablar sobre sus propuestas, ya que buscaba que todos los temas fueran conversados previamente con toda la comunidad. Entre sus prioridades está la constitución de un Estado Plurinacional, la recuperación de terrenos, el reconocimiento constitucional del pueblo y de la lengua, el acceso universal al agua y aumentar las atribuciones para las autoridades regionales para aumentar su autonomía.

Durante todos los días de campaña, Lidia ha vuelto a su casa casi a la hora del toque de queda. A pesar de que su victoria es casi segura, ella se ha reunido constantemente con la comunidad durante estos meses y no se sentirá ganadora hasta que termine el conteo de votos el domingo. El lugar que para algunos es el fin del mundo, para ella es sólo el comienzo del suyo. Desde el otro lado del teléfono, reflexiona: “Yo quiero mucho a esta isla. Nunca me iría a vivir a otro lugar. Esta es mi tierra. Yo me siento libre en esta isla”.

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