Palabras que sanan: el memorial que invita a recordar a nuestros fallecidos a través de la escritura
La campaña del Parque del Recuerdo busca acompañar a quienes han vivido un duelo invitándolos a ellos a escribir sentidos mensajes en memoria de sus seres queridos. Aquí, Karina Rojas, Claudia Beltrán y Felipe Alvarado relatan su experiencia tras perder a familiares y dedicarse a escribir.
Por Amanda Marton RamaciottiCompartir
El 4 de diciembre de 2019, Pamela Rojas, hermana mayor de cuatro mujeres y mamá de María José se fue de este mundo. Tenía 48 años. Más tarde, el 18 de enero 2021, su abuela, Clara Barahona, de 88 años, falleció por Covid-19.
Detrás de las dos pérdidas -una en el marco del estallido social, la otra en plena pandemia– quedó una familia entera en duelo, incluyendo Karina Rojas (47), hermana de Pamela y nieta de Clara.
Karina solía creer que era una persona totalmente independiente, que podía sanar sola un duelo. Pero la muerte de su hermana mayor, su cómplice, su amiga, su partner, la derrumbó.
“Hubo un momento en el que ya no podía y requerí apoyo de una psicóloga”, dice. En una de las sesiones, en agosto de 2020, la profesional la invitó a escribir. Lo hizo.
El texto dice así:
No sé cómo empezar a escribirte, no sé de qué manera abordarte, sé que aún no quería conocerte, pero ya que llegaste así tan de repente a nuestras vidas es necesario hacerlo para no pensar en ti y que me atormentes.
Me habría gustado que hubieras venido en unos cuantos años más y no tan bruscamente y con tanto dolor.
Para mi Pame eres un gorila, para mí eres la muerte que venía por mi hermana, que por más que pusiera mil barricadas en esa puerta, por algún lado te ibas a colar, me hubiera gustado mirarte a los ojos y poder pedirte que aún no era el tiempo.
Te tenía miedo, te tenía rabia, mucha rabia, porque, aunque estuviera día y noche cuidándola, no dependía de mí el desenlace, eras tú quien controlaba todo.
Cuando Pame me dijo que eras un gorila, ver su carita de asustada y sentir que solo era yo quien podía protegerla de ti, saber que podía ser por unos días más o por un rato, el miedo, la rabia, se quedaron conmigo todo ese tiempo.
La incertidumbre de no saber cuándo te la ibas a llevar me hacía sentir tan nada, creo que de a poco he aceptado que vendrás y te sentiré otra vez y varias veces más, pero para esta visita no estaba preparada.
Te llevaste a mi hermana del alma, mi partner, mi amiga, mi alma gemela y por eso tengo tanta rabia. Estoy aprendiendo a conocerte y aceptarte.
En ese momento, Karina todavía buscaba entender el por qué de la partida de su hermana. Tenía rabia, tenía pena y quería encontrar a alguien a quien echarle la culpa. Derivó esos sentimientos hacia ese “gorila”, la muerte, que le arrebató a su “Pame” y que estaba feroz quitándole la vida a tantas personas durante el 2020. Se refugió en la escritura para sanar.
Y dice, sin dudarlo, a los demás que se enfrentan a un duelo: “intenten. Intenten escribir. Uno está muy bloqueada al principio, uno no sabe dónde apoyarse o en quién apoyarse. Uno de repente cuando escribe siente que tiene que salir bonito y no, no es así: dejen salir. Uno a veces no quiere hablar porque cuesta más y se cierra. Pero intenten escribir. Es muy sanador. Para mí ha sido liberador”.
Escribir para enfrentar un duelo se trata de un proceso, cuenta la historiadora e investigadora de la muerte Magdalena Dittborn, que se ha hecho muy necesario. “El lenguaje es creador de realidad, y como la muerte desde el mundo contemporáneo es una irrealidad, es algo que está escondido, es algo de lo que no se habla, de lo que no queremos ver, la escritura se vuelve uno de los pocos espacios terapéuticos que tenemos”.
“Hoy es de mal gusto hablar de la muerte. Y la palabra escrita abre un espacio para el que quiera leer o escribir al respecto. Es un espacio socialmente aceptado, pero que a la vez resguarda esta sociedad que no quiere hacerse cargo, porque si uno no quiere, no lee un texto que habla de la muerte”, comenta la historiadora, añadiendo que, en su opinión, la escritura “nos enseña a abrazar buenamente el dolor para que sea transformador”.
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Desde hace tiempo los psicólogos, psiquiatras y otros expertos en duelo han planteado que la escritura puede ser un proceso de sanación. Sin embargo, el gran número de fallecidos durante la pandemia del Covid-19 puso aun más urgencia en visibilizar que Chile vive un duelo comunitario.
Con esa idea en mente, el Parque del Recuerdo ha decidido crear la campaña “Palabras que Sanan”, una iniciativa que busca acompañar a quienes han vivido un duelo invitándolos a ellos y a todos quienes quieran a escribir sentidos mensajes en memoria de sus seres queridos. Esos escritos quedarán disponibles en un gran memorial virtual en www.palabrasquesanan.cl.
Magdalena López, psicóloga del Parque del Recuerdo, sostiene que el próximo 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, nos invita a volver a conectarnos con la memoria de los seres queridos que se han ido, con las emociones que ellos nos provocan. Y, en ese sentido, “Palabras que Sanan” busca celebrar su memoria y brindar a las personas la posibilidad de exteriorizar sus sentimientos a través de la escritura.
“Ah hacer un memorial con todos esos escritos, queremos hacer del dolor privado una experiencia colectiva. Que todas las personas se sientan parte de. Que cada fallecido no sea un número más: queremos generar validar las experiencias compartidas entendiendo que somos un país que ha sufrido duelos”, comenta.
La psicóloga añade que por cada fallecido hay decenas de personas que viven un duelo, por lo que urge “hacernos cargo como sociedad”.
Desde su experiencia personal, Magdalena López cuenta que perdió a su padre hace 21 años y a su madre hace 10. Y, así como ha pedido a sus pacientes que escriban en el memorial, tomó la decisión de hacerlo también. “Hice el ejercicio y me salieron lágrimas. Uno piensa: ‘ah, han pasado tantos años’… Pero eso da lo mismo: el duelo no tiene edad y como sociedad no solemos tener espacios para esos recuerdos tan significativos de las personas que partieron. Por eso nos urge crear este espacio de escritura y, ojalá, convertir este memorial virtual en uno físico”.
La historiadora Magdalena Dittborn añade que espacios como los memoriales “toman el pasado, lo representan en el presente y nos ayudan a construir un camino de paz en el futuro”. En este caso, el camino de paz sería poder vivir el duelo en sociedad. Hablar de la muerte sin miedo.
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Incluso entre quienes no ven la muerte como un tema tabú, enfrentarse a ella es difícil. Es el caso de Claudia Beltrán (46), quien el pasado 15 de junio perdió sorpresivamente a su hermano mayor Denis, de 65 años, tras un infarto.
“La muerte en sí nunca fue un tema entre nosotros. Siempre lo conversamos sobre cómo queríamos que se hiciera todo tras nuestra partida. Pero, aun así, perderlo ha sido muy, muy duro”, cuenta Claudia, quien en el momento de esta conversación se encuentra repartiendo las cenizas de su hermano en distintos lugares, como él le pidió.
Claudia sabía que la escritura podía ayudarla. Ya había escrito antes cartas a un ser muy querido que falleció en 2012: su mamá. “En aquel entonces escribir me sirvió cualquier cantidad. De hecho, le escribí hasta como cuatro o cinco años después… Entonces tras la partida de mi hermano tomé la decisión de escribirle el mismo día en que falleció. Y seguí hasta hoy”, comenta.
En la primera carta a Denis, Claudia dice:
Nos despedimos ese lunes en la noche, me dijiste “buenas noches hermanita, nos vemos mañana” y yo como siempre, de regalona, te dije: “hasta mañana, y no olvides traerme el desayuno a la cama, no te preocupes del menú, que sea lo de siempre”. Te pusiste a reír y me contestaste “¿lo quieres en bandeja de plata o normal?”. Como nos conocíamos tan bien sabía que dirías algo así. De hecho, siempre hacía cosas por el estilo, porque me encantaban tus respuestas chistosas, sarcásticas y a veces con humor negro.
En ese escrito, Claudia agrega:
En estos momentos casi no veo lo que escribo porque estoy con mis ojos llenos de lágrimas que se niegan a caer, se están agarrando para no caer, saben que no me gusta llorar, pero esta vez les doy permiso para que salgan con toda la fuerza, porque son lágrimas de pena inmensa por tu partida, son lágrimas bien lloradas, bien sentidas, son lágrimas del corazón herido que tengo ahora.
Un mes después, Claudia reconoció que estaba recién cayendo en cuenta de que Denis ya no estaba, que ya no volverá. Y asumió: Tu partida inesperada me dejó coja, y no sé por cuanto tiempo. Y tampoco me importa, tal vez en algún momento aprenderé a caminar así.
Hoy, la hermana de Denis agradece tener herramienta como la escritura. Dice que es algo fundamental, especialmente para aquellas personas que son introvertidas, que no sientan que pueden sacar a la luz la muerte en público, con un amigo o con la familia, o a aquellas personas como ella, que no quiere escuchar comentarios del tipo “no llores, porque no le dejas descansar” o “ahora tienes un ángel que te cuida”.
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La escritura para sanar puede ser una carta, un poema o, incluso, una canción. Felipe Alvarado perdió a su padre, Guillermo Alvarado Arriagada (64), el 17 de julio de 2020 por Covid-19.
Felipe escribe canciones y dice que eso lo ha ayudado “para poder organizar mis ideas y sentimientos“, aunque admite que no ha escrito nada directamente sobre su padre, sino más bien sobre el duelo, sobre la pérdida.
“Me ha ayudado a despejarme y no solo concentrarme en el dolor de la pérdida. De pronto lo veo como una terapia”, dice.
Recientemente escribió:
Voy a pintar el cielo tornasol
Sabiendo que mi viejo donde está vive mejor,
Ilumina el camino, yo tomo el control
Puliendo el dolor y lo que contamina,
Lo convierto en tracks de rap pa mi familia y pa los hommies que lo viven de por vida.
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Al igual que Felipe y Claudia, Karina también sigue escribiendo. Hace poco “envió un mensaje” a su abuelita, insistiendo en que ella “brilla siempre” en todas las personas que la amaron.
A su hermana, cuya partida le ha costado más, le escribió:
Es heavy como un va adquiriendo calma en el alma… Que la manera de vivir cambió y aceptas ese dolor que a veces quema. Pero se puede, es parte del amor que uno vivió y sigue viviendo. Jamás se pasará, y es bueno saberlo, y aceptarlo. Al fin y al cabo, todo cambia y hay que agradecer cada segundo, cada recuerdo, cada beso, cada abrazo que existió.
Karina ya no le tiene rabia al gorila. Lo logró gracias a la escritura.
Y hoy le comenta a su hermana: Hoy sonrío por ti, por mí y por todos. Tu sonrisa es eterna en mí, así te veo y así te siento. Agradecida de ser tu hermana, agradecida que seas parte de mi vida, agradecida porque fuiste tú lo que me enseñó lo que de verdad es la vida.
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