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16 de Diciembre de 2021

¿Cómo votan los evangélicos en Chile?: Radiografía a un electorado disputado por Boric y Kast

La ilustración muestra a un líder evangélico depositando su voto en las urnas Patricio Vera

Con casi 20% de las personas que viven en Chile autodenominadas evangélicas, cada vez más el mundo político se ha acercado a sus líderes. Pero, ¿eso significa necesariamente llegar a las bases? En este reportaje, analistas expertos en religión y política, un pastor, un diputado y un vocero evangélico comentan acerca de este universo votante y cómo esperan que se comporte de cara a la segunda vuelta.

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Primero, el candidato José Antonio Kast fue el único en ser invitado por el Servicio de Acción de Gracias de las Organizaciones Evangélicas a asistir el Te Deum de septiembre. “Un honor y un privilegio asistir al Servicio de Acción de Gracias del Pueblo Evangélico para este 2021. Un potente mensaje que debe hacernos reflexionar a todos sobre los desafíos que enfrenta Chile hacia el futuro”, afirmó entonces.

Luego, en diciembre, su contrincante Gabriel Boric se reunió con representantes evangélicos y los invitó a no temer la coalición que él representa: “No le tengan miedo a nuestra alianza (con el PC) ni a nuestros aliados en el gobierno. Soy una persona con independencia evidente, creo que lo he demostrado en momentos difíciles”, dijo, algo que ha sido replicado por diferentes políticos cercanos a él.

En ambos casos se trata de un acercamiento que pareciera ser cada vez más importante si se considera que cada vez más personas en Chile se identifican como evangélicas. Mientras la cifra de católicos va a la baja y la de ateos sube, el porcentaje de evangélicos pasó de 14% en 2006 a 18% en 2019, según la última Encuesta Bicentenario (2019). En total, se estima que más de un millón de votantes pertenecerían a esa religión, una cifra relevante en unas elecciones que parecieran disputarse voto a voto.

También no hay que obviar que el Congreso actual ya dispone de una llamada “bancada evangélica”, constituida por los diputados de Renovación Nacional Francesca Muñoz, Eduardo Durán y Leonidas Romero. Y, si bien los tres pertenecen a un partido grande, desde que lanzaron su candidatura hace algunos años, explicitaron en su campaña que eran evangélicos.

Pero, ¿es posible pensar que los electores de esa religión votan de una u otra manera solo por ser evangélicos? ¿Cómo se ha comportado ese electorado en la política chilena?

La historia de un “voto evangélico”

Abraham Paulsen, académico de la Universidad Católica especializado en geografía de las religiones, comenta que, hasta la última década del siglo pasado, el evangélico chileno -en particular el metodista pentecostal y pentecostal- votaba en blanco o nulo. Esto, dice, se trataba de “una firme declaración política del mundo evangélico, que sobre cualquier otro imaginario o convicción, adscribe al principio de separación entre Iglesia y Estado y al criterio del ‘al César lo que es del César’”. 

A pesar de lo anterior, hubo dos hitos en el siglo XX que marcaron un cambio en esa visión de la política. El primero, en las elecciones de 1970 donde, aunque la mayor parte del mundo evangélico pertenecía a los sectores populares, no se movilizaron en masa a votar por Salvador Allende.

“En ese período, los grupos evangélicos conservadores tuvieron mayor impacto en las orientaciones de voto de los evangélicos que la UP”, explica el experto, añadiendo que hay que mirar este fenómeno en el contexto de la Guerra Fría y teniendo en consideración que la izquierda chilena, hasta hace muy poco, “no se interesó o miró con desconfianza a los evangélicos”.

Otro momento clave fue el Plebiscito de 1980, donde los liderazgos de las denominaciones más numerosas en Chile reiteraron su apoyo a la dictadura, que ya habían manifestado en una polémica carta tras el 11 de septiembre de 1973. “Este actuar se mantuvo sin mayores variaciones hasta el plebiscito de 1988, donde nuevamente algunos liderazgos, como los del metodismo pentecostal de Jotabeche se pronunciaron por el Sí, en tanto que gran parte del mundo popular evangélico optó por el No”, dice Abraham Paulsen.

Lo anterior fue particularmente destacable, porque evidenció que, a pesar de los llamados de algunas autoridades evangélicas a votar por determinada opción, los creyentes tomaron sus propias elecciones.

Isabel Castillo, investigadora postdoctoral de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica, investigadora Adjunta COES y especialista en temas de religión y política, comenta que, aunque no existen muchos estudios sobre el comportamiento electoral del pueblo evangélico, “durante la Concertación tendían a tener relaciones diversas, particularmente con la centroizquierda”, y que en este sentido no se diferenciaban de la mayoría de la población.

Un ejemplo es la división de los evangélicos en 1999. Mientras varios llamaban a votar por Joaquín Lavín (UDI), más de 200 líderes evangélicos firmaron una carta que salió replicada en varios medios de comunicación llamando a votar por Ricardo Lagos (PPD). En la misiva, argumentaban que los gobiernos pluralistas y laicos siempre eran favorables a los intereses de la Iglesia Evangélica. Hay quienes afirmen que esto apoyó a inclinar la balanza hacia la estrecha victoria de Lagos.

En su gobierno, además, fueron pocos los evangélicos quienes se manifestaron en contra de su política de divorcio.

Ya en la última década, Isabel Castillo sostiene que comenzó a constituirse algo similar a un “voto evangélico”, lo que implícitamente se entiende como que las personas evangélicas votan según su identidad religiosa, por ejemplo, por su interpretación sobre lo que es la familia.

“Los votantes evangélicos se comenzaron a organizar particularmente en respuesta al avance de la agenda de género (que incluye el derecho al aborto y el matrimonio igualitario)”, explica la experta.

Un claro ejemplo fue lo ocurrido en el Te Deum en la Catedral Evangélica en 2017. En ese entonces, el hijo del obispo Durán, Eduardo Durán -entonces candidato a diputado- reprochó a la Presidenta Michelle Bachelet por los proyectos sobre aborto, identidad de género y matrimonio igualitario. En la ocasión, Durán cuestionó que “movimientos minoritarios” hayan logrado instalar “una agenda que ni siquiera cuenta con el respaldo de la mayoría de la ciudadanía”. Y agregó que “hay quienes visitan” los templos diciendo que defienden sus valores y principios, “pero que luego los tratan de intolerantes y promueven leyes que van en contra de lo que profesan los cristianos”.

El emplazamiento generó una serie de discusiones al interior de la iglesia evangélica, que también cuenta con integrantes cercanos a la centroizquierda.

Ese mismo año hubo un aumento de las candidaturas evangélicas en las elecciones locales y parlamentarias y surgieron partidos evangélicos. Además, en las presidenciales tanto el candidato José Antonio Kast como Sebastián Piñera se mostraron cercanos a los líderes evangélicos. “Hay valores fundamentales en la sociedad chilena, como el valor de la vida, de la familia, del matrimonio, de la solidaridad, que tenemos que impulsar y promover”, dijo entonces Piñera.

En las presidenciales, votantes evangélicos apoyaron fuertemente a Kast. Según la académica Isabel Castillo, cerca de un tercio de los evangélicos votó por él siendo que, a nivel nacional, su apoyo rondó el 8%.

Ya durante el gobierno de Piñera, la relación con la élite clerical se mantuvo cercana, hasta que el Presidente hizo suyo el proyecto de Ley de Identidad de Género y lo envió al Congreso con carácter de urgencia. Las críticas aumentaron luego de que pasara lo mismo con el proyecto de legislar el Matrimonio Igualitario.

Una división notoria

Según algunos trabajos, ser evangélico aumentó la probabilidad de votar Rechazo en 2020 y posiblemente ahora en la primera vuelta también apoyaron mayoritariamente a Kast.

Sin embargo, aunque en el plebiscito del año pasado una serie de evangélicos, como los pertenecientes a la bancada, llamaron a votar Rechazo, también muchos otros se organizaron por el Apruebo.

Fue el caso de Esteban Quiroz González, abogado y vocero de “Evangélicos por el Apruebo”. Bajo su perspectiva, los resultados de esas elecciones, en las que el Apruebo ganó con casi el 80% de los votos, son la demostración de que el pueblo evangélico no puede ser presionado, y que los partidos políticos no pueden canalizar su labor social y espiritual para sus fines.

“El Partido Conservador decía que gran parte de los evangélicos votaban Rechazo, pero arrasó el Apruebo en sectores mayoritariamente evangélicos, salvo excepciones”, comenta Esteban Quiroz González, añadiendo que “hay que entender que el sujeto evangélico viene de sectores populares, de campamentos, poblaciones, grupos indígenas, lugares más despreciados”, comenta.

Es cierto. De acuerdo con la Encuesta Bicentenario, 25% de quienes tienen ingresos bajos se identifican como evangélicos, un porcentaje que baja al 14% en la clase media y a 6% en la alta.

Por eso, el vocero de “Evangélicos por el Apruebo” ha sostenido que una parte de la élite clerical y políticos están “desconectados” de las necesidades reales de los votantes evangélicos, quienes, “al igual que el resto del país demanda convivir con paz, justicia e igualdad”.

Una masa heterogénea

A pesar de los hitos mencionados anteriormente, los expertos señalan que es muy difícil hablar del voto evangélico como algo homogéneo que se incline hacia una u otra postura.

Esto, porque por una parte las iglesias evangélicas están extraordinariamente divididas, tanto por doctrina, como por práctica, por problemas, liderazgos, entre otros factores. Y también porque entre los electores evangélicos hay una brecha generacional importante.

“En las Asambleas de Dios, Bautistas, Presbiterianos, Metodistas, Iglesia de Dios, Iglesia Metodista Pentecostal Reformada, entre otras, es posible apreciar un pastorado y congregaciones políticamente de izquierda, progresistas, por cuanto en muchos casos, corresponden a la tercera o cuarta generación de familias evangélicas que han cursado estudios universitarios, se desempeñan fundamentalmente en el sector educación, servicios públicos y privados, salud, y que por ello al retornar a sus congregaciones diferencian su religión de temas éticos o valóricos”, comenta Abraham Paulsen.

Además, precisa Isabel Castillo, hay muchas personas que pueden ser evangélicas, pero eso no es central para su voto y su decisión está más relacionadas a cuestiones de posición social o temas específicos. “Por eso en Ciencia Política hablamos de la politización de ciertas identidades. Por lo tanto, si vemos los resultados de una encuesta y X porcentaje de evangélicos apoya a un candidato, no podemos automáticamente inferir que ese voto es por ser evangélicos”, sostiene, añadiendo que algunos estudios sí logran aislar el efecto de ser evangélico controlando otros factores.

Lo que sí es visto por los analistas como una tendencia de los evangélicos en Chile es una importante no adscripción al comunismo. Asimismo, ven que el voto más organizado tiende a ser el conservador, que -al igual que lo ocurrido con Bolsonaro en Brasil o con Trump en EE.UU.- se moviliza en defensa de la familia tradicional, contra el aborto, entre otros temas.

En ese sentido, lo que tiende a ser más característico del votante evangélico es su llamada “agenda valórica”, lo que ha acercado, en Chile, a la derecha. Pero eso no quiere decir que, necesariamente, vayan a apoyar a Kast en el balotaje de este domingo.

De cara al balotaje

Durante las últimas semanas, en distintas redes sociales se ha visto tanto grupos de evangélicos llamando a apoyar a Boric, como grupos respaldando a Kast.

Al respecto, Tito Maturana, pastor de la Iglesia Metodista Pentecostal de Talagante sostiene que “muchos líderes evangélicos han tratado de influenciar con posturas ideológicas ajenas a nuestros principios, atribuyéndose la representatividad del pueblo evangélico, y eso no es así”.

No obstante, el pastor dice que “estamos viviendo mucha confusión política e ideológica en estos días”, lo que, sostiene, se ha evidenciado en que los votantes apoyen a uno u otro candidato por “la persona, su carisma, su formación y trayectoria, muchas veces olvidando que el pueblo evangélico debe defender principios y valores”.

Sin explicitar a qué candidato apoya, Tito Maturana llama a pensar en la familia como “base de nuestra sociedad”, sostiene que “el matrimonio es entre un hombre y una mujer, pero siempre respetando las opciones que sean diferentes a estas” y que se debe “mantener la libertad de conciencia en todas las áreas y respetar la diversidad no como forma de vida, sino como aceptación de una realidad sin tratar de imponer al que no comparte esas formas”.

Por su parte, Eduardo Durán comenta que, en su entorno “pareciera que hay una mayor inclinación por votar por José Antonio Kast”, incluyéndolo. Esto, indica, “porque estas elecciones están marcadas por una serie de temas valóricos importantes, como el aborto y el matrimonio igualitario, que han estado presentes en el debate cristiano y a los cuales Gabriel Boric ha representado algo totalmente opuesto a lo que creemos”.  

Asimismo, cree “en la necesidad de transformaciones profundas al modelo, pero en orden y paz social” algo que, comenta, ve posible con la eventual llegada de Kast a La Moneda.

Esteban Quiroz no lo ve de la misma manera. “Muchos evangélicos, pastores incluidos, estamos llamando a votar por Boric porque creemos que no se puede ser neutral entre la democracia y el pinochetismo. Creemos que no se puede tener un testimonio evangélico respecto al amor al prójimo, a la misericordia, a la justicia, al cuidado de la Creación, siendo neutrales a esta coyuntura. Y escribimos una carta llamando a votar por Boric”, cuenta.

“Muchos evangélicos creemos que encarcelar a una mujer que aborta no salva ninguna vida, sino que la protección de la maternidad es la única que previene el aborto y que despenalizarlo es un acto de misericordia. Y mucho evangélicos creemos que la Iglesia debe estar separada del Estado, lo que sirve de garantía para la independencia de la Iglesia y para la necesidad que tenemos que se manifiesten todo tipo de creencias, incluidas las nuestras, que es algo beneficioso”, dice.

“Y creemos que las minorías sexuales deben tener derechos iguales al de todos los demás, porque no creemos que debemos imponer nuestra perspectiva religiosa sobre los demás. También, desde el punto de vista cristiano, el valor central es el amor al prójimo, y en materia de políticas eso se manifiesta en el bienestar de todas las personas de la sociedad. Significa en justicia donde los inmigrantes, los pobres, los trabajadores no son explotados, sino tratados con igualdad. Eso es una tradición cristiana que existe desde antaño y la debemos ejercer en política”, añade Esteban Quiroz.  

De manera similar, en una reciente entrevista la pastora Tatiana Ortega Arredondo, de Cerro Navia, dijo que “el tema de darle el no a Boric por el tema del aborto y la educación sexual integral, es nada comparado con todo lo otro que nos puede venir encima (con Kast)”. “Mi voz está para decir “Vote por Boric”, porque es en parte lo que nosotros necesitamos para construir este reino de Dios tan esperando por nosotros y que hay que construirlo ahora. Y siento que es la opción para poder encaminarnos un poquito más a tener un país más justo”, agregó.

Ya en opinión de los analistas, se abren una serie de posibilidades sobre el “voto evangélico” en segunda vuelta.

Abraham Paulsen considera que, como en el electorado evangélico “confluyen el pasado y el presente”, muchos votarán en nulo o blanco aduciendo al criterio “al César lo que es de César” y que lo político no tiene nada que ver con sus convicciones, una opción que e aglutina en adultos y adultos mayores. Pero entre los demás, plantea que habrá harta división.

Además, el académico dice que, así como en otros sectores de la sociedad chilena, Boric y Kast “en el contexto del mundo evangélico son malos candidatos, especialmente por cuanto significado han sido presentados por los diversos medios como posturas extremas, y el ethos cristiano–evangélico valora la paz social y los extremos tienden a ser calificados como productores y/o promotores de violencia. Esto incorpora cierta cuota de incertidumbre a las intenciones de voto en la segunda vuelta”.

Aun así, el experto cree que “habrá una mayor cantidad de votos por Kast que por Boric, pero nunca en una diferencia mayor al 5%  entre ambas posturas y lo que destacaría será la presencia de muchos votos nulos, blancos o evangélicos que no irán a votar”.

También puedes leer: ¿Votar nulo en segunda vuelta?: Una opción de rechazo a las candidaturas, pero poco pragmática, según expertos


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