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Presidenciales 2021

19 de Diciembre de 2021

De líder estudiantil a solitario firmante del 15N: el meteórico -y a ratos improbable- camino de Boric hasta La Moneda

El gobernante más joven y votado, el único que logró imponerse tras ser derrotado en primera vuelta. Desde la lucha estudiantil del 2011, su prematuro liderazgo desde el Congreso, la aventura de juntar 34 mil firmas en un mes y medio para recién inscribir su candidatura en el Servel y dejar en el camino al favorito de la izquierda, Daniel Jadue. También su repentina moderación de sus propios postulados de juventud. Este ha sido el camino de "El Boris".

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Con una bandera de Chile a su lado, vestón, camisa, un cuidado peinado, y un rictus que con dificultad contenía la emoción -felicidad y alivio-, el próximo Presidente de la República de Chile, Gabriel Boric, le decía al Mandatario en ejercicio, Sebastián Piñera, su primera declaración de intenciones cuando su victoria ya era un hecho reconocido incluso por sus adversarios. “Voy a ser el Presidente de todos los chilenos. Hay que entender que los acuerdos tienen que ser con la gente y no entre cuatro paredes”

Hace poco más de diez años, probablemente muy pocas personas habían oído hablar de Gabriel Boric. Nada indicaba que aquel joven que en 2009 lideraba la toma en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, se convertiría en candidato presidencial.

De hecho, apenas hace poco más de un año, septiembre de 2020, él mismo descartaba de plano una carrera a La Moneda. Entonces decía carecer de “la experiencia necesaria”. Aún le faltaban años de carrera política. Pero lo hizo. Y ganó.

Con 35 años, la edad mínima para postular a la Presidencia, el candidato del pacto Apruebo Dignidad dejó atrás las reticencias expresadas en el pasado y hoy obtuvo más del 55% de los votos en segunda vuelta -casi 4 millones 600 mil votos al cierre de edición, el más votado en la historia-, frente al 44% de su oponente, el abanderado oficialista José Antonio Kast.

Orgulloso magallánico de ascendencia croata y catalana, la trayectoria de Gabriel Boric ha estado marcada una y otra vez por sorpresas. Primero, logró como presidente del Centro de Alumnos de la facultad, la salida del decano Roberto Nahum tras casi 40 días de toma.

Después, en 2012 obtuvo inesperadamente la presidencia de la FECH y demandó una educación “pública, gratuita y de calidad”, cuando su compañera en las calles, Camila Vallejo, era vista como una líder indiscutible. Y ya en el 2014 le dobló la mano al sistema binominal y fue el único candidato independiente en obtener un escaño en el Congreso. Pocos años después, no sólo volvió a ser elegido, sino que aumentó su apoyo en más de 6 puntos porcentuales; desde 26,2% a 32,8% de los votos.

En noviembre de 2019, jugó un papel protagónico al firmar -sin el apoyo de su colectividad-, el acuerdo político para convocar un plebiscito para cambiar la Constitución heredada de la dictadura, a objeto de calmar la animosidad de la calle en los días álgidos del Estallido Social. Para ese entonces, ya había pasado 27 días desde el inicio de la Revuelta; 20 personas habían muerto y INDH denunciaba 2.209 heridos, entre ellos 209 personas con traumas oculares.

Ese paso, el de plasmar su firma en el acuerdo que daba una salida institucional a la crisis fue incomprendido por los suyos. Al punto que su partido, Convergencia Social, lo pasó sin titubeos al Tribunal Supremo suspendiendo incluso su militancia. Era un paria, tratando de traidor en su bando. Sin embargo, ese hito, visto ahora a la distancia, fue la génesis de un liderazgo para asuntos de mayor alcance como lograr la reunificación de la centroizquierda y así cruzarse la banda presidencial.

Al extremo inferior derecho, con letra microscópica y a título personal: Gabriel Boric Font firma el Acuerdo de la Paz y la Nueva Constitución.

Aún con el rechazo de muchos sectores del Frente Amplio, Boric dejó atrás la opción de una posible postulación al Senado y se lanzó a recoger las 34 mil firmas que exigía Servel para inscribir la candidatura presidencial. En ese momento, parecía sólo un paso testimonial y los primeros coqueteos con un primer intento presidencial, antes de varios.

“Tarea titánica” dijeron al unísono los medios y los expertos en la plaza, dudosos de tamaña aventura. Su juventud, los anticuerpos que aún despertaba en el bando propio y la envergadura de los contendientes así lo explicaban. Al filo, logró reunir las firmas requeridas. Y comenzó la épica. Contra todo pronóstico, no sólo ganó la primaria de su coalición, sino que lo hizo por amplia ventaja destronando al favorito de su sector y quien parecía imbatible, el carismático alcalde comunista Daniel Jadue.

De hecho, apenas hace poco más de un año, Septiembre de 2020, él mismo descartaba de plano una carrera a La Moneda. Entonces decía carecer de “la experiencia necesaria”. Pero lo hizo. Y ganó.

“Parecido a lo que ocurrió en la FECH casi diez años atrás, Boric dio el golpe cuando nadie los esperaba. La derecha se preparaba para enfrentar al candidato del Partido Comunista (se veía hasta en su franja), Yasna Provoste se restaba de una primaria con la intención de enfrentar un escenario polarizado (con Lavín y Jadue) y habían escisiones dentro del Frente Amplio producto de la decisión de apoyar a Jadue en su aventura presidencial. Sin embargo, nada de ello ocurrió, y Boric dejaba atrás a quien había sido el candidato favorito de la oposición los últimos dos años”, comenta Rodrigo Medel, académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado

“No le tengan miedo a la juventud para cambiar este país”, dijo Boric en su discurso al ganar la candidatura del bloque Apruebo Dignidad. Sabía que su falta de experiencia sería uno de sus talones de Aquiles y no ocultaba lo sorpresivo de su camino: “no es algo que haya sido planeado, pero es algo que tomo con mucho honor y mucha responsabilidad”.

Y hoy Boric volvió a sorprender. Y no sólo con una sino con dos novedades históricas: logró revertir la tradición de las segundas vueltas de Chile, en donde nunca ganó un candidato que haya logrado la segunda mayoría en los primeros comicios presidenciales. También se convirtió en la persona más joven en ganar las elecciones presidenciales en la historia del país: con 35 años asumirá la primera magistratura.

Explicaciones de un ascenso: diálogo e instituciones

Tradicionalmente, en Chile quienes llegan a La Moneda han tenido un paso antes por el Senado -Sebastián Piñera, Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Patricio Aylwin-, o por algún ministerio, tal como lo hicieron Michelle Bachelet y Ricardo Lagos.

Pero Boric se saltó esos espacios, acaso adelantando las tradiciones republicanas en una década para llegar a La Moneda, ratificando de paso que, no obstante las complejidades del contexto político chileno, la elección de Gabriel Boric como Presidente es el inicio de un irreversible recambio generacional, al menos, desde su domicilio político: la izquierda.

Por lo mismo, durante la campaña, sus detractores le han reprochado su falta de experiencia para liderar un gobierno, o sus posturas más duras en sus primeros años de juventud, por las cuales ha debido recular o derechamente pedir excusas. Ejemplo: cuando se fotografió junto a la polera con la imagen del ex senador y fundador de la UDI, Jaime Guzmán, -asesinado por el Frente Autónomo Manuel Rodríguez- con un impacto de bala en su frente.

Los analistas, sin embargo, lejos de ver esas características como un defecto, las subrayan como una fortaleza.

A juicio de la académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, María Cristina Escudero, el candidato de Apruebo Dignidad logró la victoria gracias a que es “un político dialogante, una persona además inteligente que ha tenido la capacidad de generar lazos con distintas generaciones a pesar de su juventud, y ver cómo tenía que moverse para lograr crecer, tener una estampa presidencial y adquirir una madurez presidencial en muy poco tiempo”.

Según la experta, esta “estampa presidencial” se basa en su “actuar tranquilo, con visión y estrategia, pero también en forma creíble. Esto generó mucha adhesión espontánea y la incorporó con un lenguaje inclusivo”, agrega la académica.

19 DE DICIEMBRE DE 2021/SANTIAGO Vista aérea de la Alameda, en donde cientos de personas festejan el triunfo del candidato presidencial, Gabriel Boric, tras la segunda vuelta presidencial. FOTO: LEONARDO RUBILAR CHANDÍA/AGENCIAUNO

De acuerdo con el politólogo y académico de la UDP, Claudio Fuentes, el meteórico ascenso de Boric también se explicaría por su “capacidad de escuchar” y “la dinámica política de Chile reciente, desde la renovación de las élites que se dio a partir de la generación de 2010-2011 que saltó a la política nacional. Se trata de una generación que se formó políticamente en las universidades”.

Pero Boric se saltó esos espacios, acaso adelantando las tradiciones republicanas en una década para llegar a La Moneda, ratificando de paso que, no obstante las complejidades del contexto político chileno, la elección de Gabriel Boric como Presidente es el inicio de un irreversible recambio generacional, al menos, desde su domicilio político: la izquierda.

Lucía Miranda, Post doctorado Fondecyt ANID y académica de la Universidad Católica Silva Henríquez, coincide y añade que se trata “del cambio de época en política”, si se consideran otros líderes jóvenes en el mundo.  

Fue lo que ocurrió -por ejemplo- con Jacinda Ardern, quien asumió el 2017, con 37 años, el gobierno en Nueva Zelandia. O Carlos Alvarado, electo a sus 38 años presidente de Costa Rica en 2018. También Sanna Marin, que a los 34 años se convirtió en Primera Ministra de Finlandia, junto al caso de Emmanuel Macron, quien fue el presidente más joven de Francia en 2017 a sus 39 años.

“Hay un fin en la manera de hacer política a partir de la entrada a la arena de millenials que tienen otra cosmovisión del poder y los liderazgos. Soy muy poco partidaria de hacer juicios sobre los liderazgos y capacidades de las personas en función de la edad pues, desde mi experiencia, ni la inteligencia ni la estupidez tienen edad”, comenta la experta.

La académica añade que en Boric destacan su capacidad de ser “emblema de la movilización de demandas a través de canales alternativos, como son las marchas, frente a una institucionalidad incapaz de canalizar dichas demandas, pero que sin embargo reivindica y protege la institucionalidad democrática, pues es capaz de agruparse y organizarse a través de partidos políticos para abrir e instaurar las demandas emergentes. Eso es de visionario”, sostiene.  

De manera similar, Rodrigo Espinoza, profesor y coordinador académico de la Escuela de Ciencia Política de la UDP, dice que su victoria se debe a dos elementos centrales.

Primero, su conexión con el voto joven. “Siendo un actor clave en impulsar la gratuidad en la educación, sumado el Congreso en apoyar los cambios sociales justamente al no encontrarse una solución institucional, terminó decantando en el Estallido Social de 2019”. Segundo, el haber logrado “conectar con un grupo de personas desencantada con la Concertación como alternativa de cambio y que no deseaban tomar el camino de alternativas de extrema izquierda”, añadió.

“La dinámica política de Chile reciente, desde la renovación de las élites que se dio a partir de la generación de 2010-2011 que saltó a la política nacional. Se trata de una generación que se formó políticamente en las universidades”, dice el académico de la UDP, Claudio Fuentes.

Con todo, Boric ha afirmado que le “queda mucho por aprender”, asegura que quiere nutrirse de la “experiencia” de antiguos mandatarios a los que criticó cuando era dirigente estudiantil y diputado. “Los países no se resetean, no parten de cero, por lo tanto, estamos en un constante aprendizaje de los que nos antecedieron, tanto de sus aciertos como de sus errores”, dijo recientemente.

19 de Diciembre de 2021 / PUNTA ARENAS Adherentes de Gabriel Boric se reúnen junto al icónico “árbol de la esperanza” en Punta Arenas, para celebrar el triunfo de su candidato en la elección presidencial. FOTO: LEOPOLDO PIZARRO / AGENCIAUNO

No será fácil: Congreso y Economía

Y una vez en La Moneda, ha dicho que se la va a jugar “firmemente por reencontrarnos como país, por lograr los acuerdos que necesitamos para avanzar de una manera más justa”.

Ahí, pretende llevar a cabo cambios profundos en los sistemas de pensiones, tributos, salud y educación, temas que se encontraban entre las principales demandas de la población en Octubre de 2019 durante el Estallido Social.

Así, quedará el desafío si podrá impulsar “las transformaciones” con un Congreso prácticamente empatado, una economía en estado catatónico y una sociedad fragmentada, principalmente, por las heridas de la Revuelta y la Pandemia. También si podrá articular a la amplia diversidad de las fuerzas de izquierda que acompañarán su gobierno, con la diversidad de ritmos e intensidades que cada colectividad querrá para el próximo administración.

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