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17 de Diciembre de 2021

Patricio Guzmán tras filmar el inicio de la Convención: “Es agradable ver cómo el país va peldaño por peldaño acercándose a una transformación”

Patricio Guzmán Crédito: Archivo personal de Patricio Guzmán, en el plebiscito de 2020

El director y documentalista chileno, quien compite por el Goya al Mejor documental con La cordillera de los sueños, analiza desde París el escenario político local de cara a las elecciones de este domingo. A sus 80 años, dice que no ha pensado nunca en retirarse del cine y que ya se encuentra en pleno montaje de un nuevo documental que verá la luz en 2022 y que se adentra en el estallido social, el plebiscito y el proceso constituyente. “El país va peldaño por peldaño acercándose a una transformación profunda”, asegura.

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Es una frase que repetirá: “No se puede planificar la vida de un documentalista”.

Durante las últimas cinco semanas, tras regresar a París, donde vive hace varios años, Patricio Guzmán se la ha pasado revisando las largas horas del material que registró a contar de octubre de 2019 en las calles de Santiago, inmediatamente después del estallido social. Un año más tarde, el destacado documentalista chileno y director de La batalla de Chile volvió nuevamente a Chile para filmar con mascarilla y en plena pandemia la jornada electoral del 25 de octubre y el histórico 78% del Apruebo en el plebiscito que dio pie a una nueva Constitución. Y, hasta hace poco más de un mes, su última visita al país lo tuvo precisamente en la trastienda y el día a día del proceso constituyente: estuvo en el Palacio Pereira y entrevistó, entre otras, a Elisa Loncón, presidenta de la Convención Constitucional.

“Para mi nueva película solo filmé a mujeres como personajes, porque tienen una enorme capacidad de análisis, de entusiasmo y no se rinden ante nada”, contó Guzmán en una entrevista con Palabra Pública en enero recién pasado, donde además reveló que se había reunido con el colectivo feminista Lastesis, también incluidas entre la docena de voces, en su mayoría mujeres, que conducen el filme. Pero ahora, dice, que ha llegado al final de lo que él mismo llama el periodo de “expedición” y al montaje del nuevo documental que estrenará el próximo año, el director recientemente nominado al Goya por La cordillera de los sueños ha decidido guardar silencio sepulcral en torno a su regreso a la pantalla grande.

Crédito: Patricio Guzmán.

“Este es el momento en que la película aparece, y ya se empieza a perfilar. Por ese motivo, ya no estoy hablando de ella”, comenta a The Clinic. “Yo creo que nunca se puede saber qué va a pasar en el futuro ni a qué película vas a llegar. No se puede planificar la vida de un documentalista. Para un documentalista la vida depende de tu orientación y tu camino. Nunca puedes planificar esa vida. Nosotros estamos mucho más a merced de lo que pasa y lo que podría pasar, por ejemplo ahora en Chile, que nunca se sabe”, agrega.

-¿Con qué ojos ve lo que está sucediendo en el país hoy?

-Es agradable ver cómo el país va peldaño por peldaño acercándose a una transformación. Y filmar el plebiscito, el proceso constituyente y otros actos públicos en este momento, es verificar cómo, a pesar de las dificultades, Chile sigue tratando de abrirse paso hacia el futuro. Y eso es fantástico. En América Latina es un caso único. Es muy digno de aplaudir.

-Usted ha filmado los grandes procesos históricos y de transformación social del país en los últimos 50 años. ¿Qué cruces hace entre ese Chile y el de hoy?

-Bueno, en ambos casos se trata de abrir un horizonte nuevo para el progreso del pueblo, para que la salud, la educación, la vivienda y el trabajo sean considerados derechos esenciales y haya menos pobreza en Chile. El país sigue siendo subdesarrollado, con problemas sociales graves de hambre, higiene y tantos otros. Cuando Allende fue presidente, hubo un progreso gigantesco en materia de ayuda social. Fue algo asombroso y pacífico. Y eso en Chile a lo mejor se da de nuevo hoy. El estallido social abrió la puerta a otro periodo que no sabemos cómo va a ser. No creo que haya puesto fin al periodo de postdictadura, sino al comienzo de una nueva revolución o transformación chilena importante. Todo depende del resultado de la próxima elección del domingo.

-¿Qué piensa al respecto?

-Lo que la derecha está instalando hoy en día en la campaña es la negación de la vida, la negación del futuro, la negación del desarrollo, y eso no puede ser. Es una posición ciega, absurda y estática que va por el costado de la historia. Y es imposible que las cosas vayan por ahí. Si gana la extrema derecha en Chile, va a inaugurar un periodo desastroso de agitación social. Pero no creo que eso ocurra.

Imparable

Cumplió 80 años en agosto pasado, y los riesgos de la pandemia hicieron que en sus últimos rodajes el director tomara aún más precauciones que el resto de su equipo: llevaba siempre su mascarilla puesta, pero además observó con su cámara todo lo que sucedía en la Plaza Dignidad y la zona cero de Santiago desde un edificio. Sin embargo, dice que nunca fue opción parar. Y mucho menos retirarse.

Crédito: Patricio Guzmán.

“No he dejado de hacer películas porque es lo que me mantiene vivo y optimista. Y lleno de actividad además. Tanto yo como mi esposa, que además es mi productora (Renate Sachse), estamos muy contentos de hacer lo que hacemos, y no dejarlo ojalá nunca. Es un trabajo modesto y sabemos que el cine documental llega a un público mucho menor, pero estamos muy contentos de seguir haciéndolo”, comenta Guzmán.

El próximo 12 de febrero, el documentalista viajará a España para la ceremonia número 36 de los premios Goya, que se realizará en el Palau de les Arts de Valencia. Es su primera nominación al máximo galardón que entrega la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de ese país, considerado por muchos el “Oscar español”. Competirá junto a otras tres producciones de Argentina, Perú y México en la categoría a Mejor Película Iberoamericana -que el año pasado ganó El agente topo, de Maite Alberdi- con La cordillera de los sueños (2019). Distinguido con el L’Œil d’or al Mejor documental en el Festival de Cannes, el documental cerró además su trilogía sobre el Chile de la postdictadura, territorio y memoria, precedida por Nostalgia de la luz y El botón de nácar.

Crédito: Patricio Guzmán.

“Nunca pensé que una película mía iba a entrar en esta competición porque no hay documentales en los Goya. Es como ir a Cannes, donde también te dejan entrar en dos o tres secciones, pero ganar un premio es casi imposible para un documental. En Berlín está más cerca la opción; allá el documental alcanza una resonancia enorme, y es una visión muy alemana, muy moderna. Pero Cannes, insisto, es más clásico, y San Sebastián, peor. No es clásico, es antiguo simplemente. Y si el documental no entra en San Sebastián, es porque está en mal estado el festival, pues debería haber entrado hace tiempo. Ahí y en otras partes aún hay una falta de valoración de lo documental. Hoy en día, el documental ha llegado a conquistar a públicos cada vez más grandes, y eso es muy positivo. Lo mismo con que los premios los consideren, como ahora el Goya. Ojalá ganemos algo, pero ya con la nominación basta y sobra. Mi trabajo es muy modesto en materia de premios”, dice el director.

Usted nunca ha sido postulado, por cierto, al Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales acá en Chile, que además solo ha ganado un solo cineasta: Raúl Ruiz. ¿Qué visión tiene de los premios y el reconocimiento?

-Bueno, los premios en muchos casos ayudan al desarrollo de uno mismo; te significan poder financiar y vender mejor tus películas, obtener mejores críticas, etcétera. Siempre son positivos. Pero, si no los tienes, no puedes hacer más que conformarte. En el caso de Raúl, me parece estupendo que en Chile tengamos un cineasta tan grande y tan de su talla. Casi no se puede hablar de él cuando hablamos de cine chileno, porque Raúl Ruiz trasciende a todo el mundo. Y es muy raro eso de que en Chile haya un cineasta tan inmenso. Pero bueno, los demás nos conformamos con lo que haya. Y si hay premios, tanto mejor. Y si no los hay, seguiremos trabajando igual nomás.

-¿Se siente igual de reconocido en Chile que en el extranjero?

-En realidad, como mis películas han tenido mayor circulación internacional, las críticas que he tenido en Francia, Estados Unidos y otros países son mucho más amplias y analíticas de las que he recibido en Chile. Pero no solo las críticas, sino también la cantidad de espectadores que conocen mis películas en Europa, en Japón o en Canadá, es mucho mayor a la de Chile. Digamos o esperemos que ahora se abra un nuevo periodo y que la gente vea más mis películas. Ojalá. 

-A propósito, ¿qué opinión tiene hoy de la polémica que hubo con TVN por la transmisión de La batalla de Chile y que finalmente se estrenó en televisión abierta por La Red?

-Me pareció muy bueno que después de 45 años del estreno gradual de la película en el mundo, se haya podido ver en Chile. Después de haberla trabajado tanto, diez años de mi vida, y de haber trabajado además en una película para Chile, me pareció un retraso grosero, sin duda, pero al final se mostró y eso sí estuvo bien. Lo fundamental para mí es que la película sigue plenamente en forma. No está anticuada. Ni en la forma ni en el comentario, lo cual también es bastante raro para una película.

-¿Y su vínculo con Chile, sigue igual de intacto o ha cambiado con los años?

-Sigue igual que siempre. Es una relación muy cercana, me gusta mucho saber lo que pasó, lo que pasa y lo que podría pasar también en Chile. Y eso no cambia, a pesar de los años y la distancia. No cambia en absoluto. Digamos que desde hace muchos años, mi actitud hacia el recuerdo y el presente de mi país sigue intacta, incluso algo monótona. Como sea, puede que ese vínculo nunca cambie.

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