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Opinión

28 de Enero de 2022
Javiera Arce y Carmen Gloría Sepúlveda, autoras de la columna, y de fondo el presidente electo Gabriel Boric.
Javiera Arce y Carmen Gloría Sepúlveda, autoras de la columna, y de fondo el presidente electo Gabriel Boric.
Agencia Uno

Columna de Javiera Arce-Riffo y Carmen Gloria Sepulveda | Gobernar con ternura: alerta para la paridad de género

La “ternura”, la buena acogida, el cuidado de la organización, reproducen estereotipos. También lo hacen cargos como el de Primera Dama centrados en aspectos sociales, como la pobreza, la infancia, el género, la diversidad y la cultura, que sacan temas de justicia social de la responsabilidad del gobierno de producir políticas de Estado y las transforman en caridad.

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Pareciera que en esta nueva era Boric, la ternura vino a reemplazar el ejercicio del poder con la fuerza. El presidente electo Gabriel Boric ha planteado que su gobierno estará marcado por la ternura, demostrando una imagen de un hombre en proceso de deconstrucción. Si bien es preciso recoger la crítica, ante los excesos y la violencia propia del ejercicio político, que recae sobre las mujeres, la ternura no es precisamente una cualidad que otorgue valor a la participación de las mujeres. La ternura es sinónimo de debilidad, lo que de inmediato constituye un problema para el ejercicio del poder, ante la firmeza de carácter que se requiere tomando decisiones públicas. Esto lleva a una paridad que sigue enfocándose en la diferencia que aporta el otro género, en vez de reconocer el valor de la diversidad entre las mujeres.

Pareciera que en esta nueva era Boric, la ternura vino a reemplazar el ejercicio del poder con la fuerza.

Reflejo de esto es el modo en que se fue capaz de buscar subterfugios para explicar la reivindicación actual del cargo de primera dama, con una serie de comentarios como “con Irina Karamanos todas las mujeres entramos a La Moneda a Transformar Chile”, o la “inspiración que significará para algunas niñas y mujeres”. No podemos reducir a una anécdota, menos borrar con el codo, la llegada de una presidenta de la República que abrió las puertas de La Moneda a un gabinete paritario y el inicio de muchos avances en materias de igualdad de género. No, el feminismo no se abrió un espacio en La Moneda con la llegada de Irina, sino que es Gabriel Boric el que está entrando. El proceso constituyente paritario es el mejor ejemplo, ya que consolida años de lucha feminista.

La Ciencia Política otorga sustantiva evidencia en la que destacan los comportamientos esperados por el patriarcado para que las mujeres puedan postular a cargos públicos, así como también para ser incluidas en las redes al interior de los partidos políticos. La politóloga argentina Jutta Marx afirma que, de las propias mujeres depende la transformación de las estructuras políticas para superar su marginación, y que éstas sean capaces además de entender como un problema las tensiones entre ellas y las organizaciones. Así también las cientistas políticas Meryl Kenny y Elin Bjarnegard, advierten sobre la generación de redes homosociales que operan como mecanismo de expulsión de las mujeres de los procesos de toma de decisiones, particularmente a aquellas que no cumplen con los estereotipos de género esperados.  La “ternura”, la buena acogida, el cuidado de la organización, reproducen este estereotipo. También lo hacen cargos como el de Primera Dama centrados en aspectos sociales, como la pobreza, la infancia, el género, la diversidad y la cultura, que sacan temas de justicia social de la responsabilidad del gobierno de producir políticas de Estado y las transforman en caridad.

“El feminismo no se abrió un espacio en La Moneda con la llegada de Irina, sino que es Gabriel Boric el que está entrando. El proceso constituyente paritario es el mejor ejemplo, ya que consolida años de lucha feminista”.

Esto abre una serie de posibilidades para que las personas critiquen públicamente el carácter de las mujeres que ejercen poder, como lo hizo recientemente la alcaldesa Evelyn Matthei, quien le pidió a Izkia Siches que como ministra “no fuera tan pesada”, lo que se vuelve un peligro ya que incluso se podría ocupar la falta de ternura como una barrera para ejercer el poder político, admitiendo sólo mujeres tiernas en los cargos y no a las “pesadas”.

El patriarcado siempre se transforma y busca elementos para excluir a las mujeres. Se requiere estar alerta ante estas señales, que más que apoyar al desarrollo de las mujeres pleno en la política podría acabar por consolidar su exclusión. Lo que no significa travestir a las mujeres de hombres, y emular sus prácticas para su supervivencia. Las mujeres requieren construir dinámicas de poder distintas, colectivas, basadas en la diversidad, por lo que se esperaría que un gabinete paritario, permitiera consolidar una forma de hacer política feminista que involucre el diseño de la política pública, así como también se espera que la Convención Constitucional otorgue un Estado que incluya el género como su eje central, continuando con la lucha histórica de miles de mujeres que antecedieron la lucha feminista en Chile, que al fin podrán ver consolidadas sus demandas en este nuevo diseño institucional.

*Javiera Arce-Riffo es Cientista Política. Mphil/PhD Student Institute of the Americas, University College London (Reino Unido), y parte de la Red de Politólogas. Carmen Gloria Sepúlveda es PhD en Ciencia Política University College London. MPhil Development Studies IDS – University of Sussex, Reino Unido.

También puedes leer: Columna de Diana Aurenque: Mujeres en Filosofía: La lucha por paridad


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