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Cultura & Pop

16 de Febrero de 2022

Marcela Said: “Mi nueva película no será chilena porque no habrá ni un solo peso chileno en ella”

La imagen muestra a Marcela Said sonriendo a la cámara

Acaba de pasar una temporada filmando en el Reino Unido y en abril visitará el país para iniciar la producción de su nuevo largometraje, “el más ambicioso que he hecho”, revela en exclusiva a The Clinic la directora chilena radicada en Francia. Es un thriller que escribió junto a Gonzalo Maza (Una mujer fantástica), será producido por franceses y alemanes, grabado en tres idiomas y tendrá un elenco en su mayoría extranjero. Acaban de negarle el fondo audiovisual a esta película "y yo voy a negar hasta las últimas su nacionalidad chilena”, asegura. Pronta a cumplir 50 años, Said habla de una nueva etapa en su vida, del impacto positivo de la pandemia en su carrera, además de sus apegos y desapegos con Chile.

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Su nombre estuvo detrás de uno de los grandes éxitos de Netflix del 2021, Lupin, y en paralelo pasó siete meses en Londres filmando dos episodios de la segunda temporada de Gangs of London, la aplaudida serie británica nominada a los premios Bafta y que tiene al centro de la trama los enfrentamientos entre bandas y organizaciones criminales de la capital británica. Ha recibido varias ofertas de trabajo desde Hollywood durante los últimos meses, dirá, pero las ha rechazado todas. Antes de volver al ruedo y de enfrentarse a lo que define como “el proyecto más ambicioso de su carrera”, Marcela Said (1972) quiso tomarse unas semanas de vacaciones y desenchufarse. 

Esta conversación vía Zoom sucede precisamente un miércoles a las 11 de la mañana en Chile y a las 3 de la tarde en Francia, durante los 30 minutos en que la cineasta y realizadora de filmes como Los perros y El verano de los peces voladores espera la salida de un tren en la estación Gare de Lyon en París, donde vive desde 1996. Va rumbo a Suiza a visitar a su novio, también suizo, cuenta.

“He estado trabajando harto e intensamente durante estos últimos dos o tres años. Por eso preferí parar ahora un poco y descansar. La pandemia ha sido agotadora mentalmente, pero muy provechosa para mí en términos laborales y creativos”, comenta Said. “Acabo de pasar una temporada en Gran Bretaña y ha sido un proceso genial y de mucho aprendizaje, además de lo que significa también para mi carrera dirigir un proyecto de esas características. Además, en Gran Bretaña es como si no existiera el Covid. Allá no hay mascarillas ni restricciones ni nada, lo cual para mí, admito, ha sido muy agradable. Yo tuve Covid allá y me dio un poco fuerte, pero prefiero vivir una vida normal y no como toda esa gente que anda paranoica y todo el día con la mascarilla puesta. Allá pude trabajar tranquila e intento que siempre sea así. Me cuido pero no exagero”.

-¿Qué lectura haces hoy de lo que ha significado la pandemia?

-Pienso que nos encerraron a todos en nuestras casas, de manera muy surrealista y en un momento muy propicio para algunos. Vivir una pandemia es como vivir una guerra, y creo que no nos hemos dado cuenta cabalmente de lo que ha significado. Conocimos otro mundo, entonces vemos todo esto como si fuera algo aleatorio y pequeño, pero las consecuencias psicológicas aún no las hemos dimensionado. Pienso por ejemplo en los niños de 3, 4 años, que les pusieron la máscara y que tienen 5, van para los 6, y siguen con la máscara puesta. Están viviendo otra realidad y percibiéndola de una manera muy distinta. Yo estoy súper a favor de la vacuna. O sea, ya basta de todos los hueones que no se quieren vacunar. Los vacunaría a todos yo misma. Sin embargo, soy absolutamente anti máscara. No la soporto. Entiendo que se deba usar en espacios cerrados, y lo hago, pero he visto unos tweets de personas que dicen que debería mantenerse en el transporte público para siempre y, por favor. La mascarilla es tal cual lo muestran en Handmade Tales; es un bozal que nos oprime y no deja ver nuestros rostros. También entiendo el otro argumento que quienes dicen que la máscara protege de alguna forma también a quienes delinquen y hacen destrozos. Es un tema muy complejo. He sabido que en Chile la mascarilla sigue siendo obligatoria incluso cuando andan en la calle, y me parece agobiante. De hecho, ha sido una de las razones por las cuales estoy evitando ir, pero voy a tener que ir de todos modos.

En abril próximo, la cineasta aterrizará en el país después de casi tres años. No ha puesto un pie en Chile desde mayo de 2019, cuando vino a presentar Eva, la instalación artística sobre la violencia contra las mujeres que expuso en el GAM. Solo meses después vino el estallido y luego la pandemia, el proceso constituyente y la elección de Gabriel Boric. Le ha tocado presenciar el cambio total de escenario político y social con distancia, cuenta, pero intenta mantenerse atenta, informada y sobre todo muy crítica ante lo que sucede en el país. Aún siente esa extraña conexión umbilical y artística con Chile de la que siente que debe hacerse cargo cada tanto, y algo de ello hay también en esta nueva visita, advierte.

“Voy durante un mes y por dos razones fundamentalmente. La primera es el cumpleaños de mi papá, quien cumple 90, y la segunda es que voy a empezar a preproducir mi próxima película, que además va a ser mi primer largometraje internacional y el más ambicioso que he hecho hasta ahora. Pretendo comenzar a grabar a fines de este año y estrenar ojalá en 2023. Estoy justo ahora en proceso de casting y hasta ahora solo habrá un actor chileno en el reparto, el resto será extranjero, aunque aún no lo tengo decidido. Voy un poco por todo eso a Chile y también porque quiero filmar la película allá, porque es mi territorio, mi paisaje y porque la historia siempre fue escrita en ese lugar”, revela la directora.

Ya basta de todos los hueones que no se quieren vacunar. Los vacunaría a todos yo misma. Sin embargo, soy absolutamente anti máscara. No la soporto.

Lleva años escribiendo el guión de este nuevo filme, que le seguirá a la premiada Los perros (2017). Se titula La caza del puma, lo escribió junto al guionista y director Gonzalo Maza (Una mujer fantástica, Cristina) y lo que puede contar hasta ahora de la historia es que se desarrolla durante un fin de semana en el sur de Chile, cuando dos parejas de entre unos 45 y 50 años salen de cacería tras un ejemplar del mismo felino.

“Es un thriller político. Seguramente el título va a cambiar, pero es el que tiene de momento. Lo filmaré en tres lenguas: en inglés, en francés y en español. Hay personajes de las tres nacionalidades en la historia. Gonzalo Maza es el coautor y además ha sido mi consultor y hemos estado desarrollando el proyecto juntos. Tenemos ya productores franceses, alemanes y un agente inglés, entonces la película ya tiene un buen respaldo. Gané además un fondo en Francia y acabo de perder el fondo audiovisual chileno, así que esta película no va a tener nada chileno”, asegura.

“Postulé cinco veces al Corfo con este proyecto y cinco veces fue rechazado. Ahora me rechazaron también el fondo audiovisual. Como dice el propio Maza: los fondos en Chile son como un bingo de los bomberos. Son tan aleatorios, tan difícil ganarlos, y la gente que está evaluando los proyectos es gente súper poco preparada. Yo quedé doceava en la lista de espera, y francamente es ridículo. Yo sé que el proyecto está bueno y sé también que no soy cualquiera en el medio. He trabajado duro y llevo 20 años en esto, pero nada, ese es el juego cruel de la concursabilidad. Igual y contra todo eso, voy a hacer mi película y no quiero que nadie después venga a decir que es cine chileno. Ni siquiera van a poder postularla eventualmente al Oscar. Mi nueva película no va a ser chilena porque no va a haber ni un peso chileno en ella. Y cuando la presente, ni siquiera voy a decir que yo soy chilena, soy francesa también. Voy a negar la nacionalidad chilena de mi película hasta el último día”, agrega.

-La futura ministra de las Culturas, Julieta Brodsky, ha sido particularmente crítica también del sistema de concursabilidad a los fondos. ¿Qué sugieres al respecto?

-Hay que hacer cambios drásticos en el sistema de postulación a los fondos. Me parece que debería haber una línea absolutamente separada para todas las óperas primas y los nuevos talentos. Se les tiene que asignar fondos específicos a las nuevas generaciones y partir por ahí. Tiene que haber también una línea completamente distinta y que se ha estado pidiendo hace tiempo, para gente con más experiencia y trayectoria. Pienso que sería un reconocimiento a los creadores que no existe. Es muy simbólico y fuerte que yo vaya a hacer esta película sin ni un peso chileno, insisto. Yo estoy feliz porque se lo hayan ganado la Alicia Scherson y la Valeria Sarmiento. No se trata de quién desplazó a quién, sino de quienes nos están evaluando y de cómo funciona todo este bingo de bomberos, como decía Maza. Tampoco es que la plata tenga que venir solo desde el Estado. En Francia, Suiza y Argentina incluso, el financiamiento viene de las mismas películas porque hay un impuesto al cine. Acá en Chile necesitamos lo mismo: que el cine financie al cine. Y hay sistemas y modelos que existen y están probados, entonces, ¿por qué no se pueden replicar en Chile? ¿A qué le tienen miedo? Le temen a tres tipos que distribuyen el cine en Chile y a pedirles que paguen un impuesto que se convierta en un fondo para el cine. Para eso se necesita coraje político, y espero que el gobierno nuevo esté a la altura.

-Tu película anterior, Los perros, era también un thriller. ¿Dialogan de alguna forma ambas películas?

-Los perros también era un thriller psicológico, pero en esta por primera vez me alejo, te diría, de la política literalmente. Siempre las películas y las historias son políticas, pero no estoy hablando directamente del tema chileno ni de política estrictamente, pero mis personajes siguen siendo igual como los que he filmado, un poco complicados.

-Monstruosos, has dicho.

-Sí, definitivamente.

-Años atrás dijiste que el día en que una mujer dirigiera la nueva película de Jaimes Bond, íbamos a ver el efecto real del MeToo. Eso aún no ha sucedido, pero tú misma estás dirigiendo series de acción y de otros géneros que siempre eran llevados por hombres. Pienso, por ejemplo, en tu trabajo en Narcos. ¿Se sienten los cambios en la industria?

-Yo no sé en Chile específicamente, pero en el mercado en que yo me muevo sí se ha visto y es real. Hay mucha avidez de mujeres. Es decir, yo recibo muchas ofertas de trabajo que rechazo y es porque están buscando directoras mujeres, pero no hay suficientes. Hoy muchos se están dando cuenta de que no es que no las quieran contratar, es que tampoco hay tantas. Y eso se está constatando recién ahora. Aun así, sin duda ha habido cambios. Ese mercado estaba cerradísimo para las mujeres hasta hace unos años. Y hoy en día, en Hollywood te llaman porque eres mujer y directora. Antes no existía esa voluntad, hoy sí. Lo mismo en Europa, aunque mucho menos. Aquí son mucho más conservadores en ese sentido, misóginos incluso, pero en Estados Unidos se ha visto, y en las plataformas sobre todo, que sí quieren incluir mujeres en todo orden de cosas; en la escritura, en el tipo de historias que se cuentan y también en quienes están detrás de la cámara, y ya no solo directoras, sino también directoras de fotografía, técnicas, el crew en general. Los equipos son mucho más mixtos y de eso no cabe duda.

Como dice el propio Maza: los fondos en Chile son como un bingo de los bomberos. Son tan aleatorios, tan difícil ganarlos, y la gente que está evaluando los proyectos es gente súper poco preparada.

-Decías que vienes también a Chile a visitar a tu padre, que cumplirá 90 años. ¿Cómo es tu relación con él?

-A su edad, él sigue trabajando y es un hombre muy activo y lúcido. Mi hermana trabaja con él, ellos tienen una editorial y una distribuidora de libros, está en ese negocio. Y su vida ha sido y sigue siendo eso. Y menos mal, pienso, porque él es de esas personas que si dejan de trabajar, se mueren. Él y yo nos vemos muy poco, porque vivo muy lejos. Nuestra relación se sostiene en que yo lo llamo y le pregunto básicamente por su salud. Es así desde hace mucho tiempo. En realidad, nunca tuve una relación de amigos con mi papá, ni siquiera cercana. Es algo que no conozco y que ya no conocí.

PAÍS LEJANO

-Tiempo después de tu última visita a Chile, vino el estallido social y todo lo que ese proceso provocó, de la escritura de la nueva Constitución y hasta la reciente elección de Gabriel Boric. ¿Cómo has visto y analizado a lo lejos el vuelco que ha dado el país en términos sociales y políticos?

-En 2019 sucedió lo que tenía que suceder. Chile era una olla a presión que algún día iba a explotar, y octubre de 2019 fue prueba de ello. Explotó esa olla y explotó de manera súper violenta, porque cuando hay esa cantidad de personas que pierde los ojos no podemos decir que fue pacífico ni democrático siquiera. Los que pagaron el precio fueron los jóvenes, y de esa manera. Decían que ellos les habían abierto los ojos a todos y así terminó todo. Fue muy triste ver todo eso, pero me acuerdo que lo mismo estaba sucediendo en Hong Kong y en París después. La gente parecía más empoderada que nunca, justo llegó la pandemia y todas las teorías conspirativas se unieron ahí y yo creo que a varios les vino como anillo al dedo. Después aparece como en una verdadera pesadilla en Chile un candidato como Kast y otro como Boric, que fue como lo que pasó acá en Francia cuando teníamos a Macron y a Le Pen. Y no es que a nadie le guste tanto Macron, pero todos terminaron votando por él para evitar que el otro saliera. En Chile creen que a los franceses les gusta Macron, pero no se equivoquen. Nadie es tan fanático suyo. Yo no soy fanática de nadie, pero tener ahí a Kast en frente, ya era motivo para no votar por alguien como él.

-Sin embargo, a diferencia de lo que dices de Macron, en Chile sí parece haber una simpatía e idolatría incluso por Boric. ¿Cómo lo ves tú?

Boric sin duda era mejor candidato de lo que fue Macron, y sí, tiene su fanaticada. Como te digo, yo no soy fanática de nadie pero él me parece un tipo súper inteligente y que sabe manejar su imagen pública. Es el primer presidente que no me da vergüenza, partiendo por ahí. Para nuestra generación, él es lo máximo y representa un buen camino para el país. Además, es hábil, idealista y me gusta el hecho de que además sea conciliador y que llegue a acuerdos. Esa virtud no la tienen todos. Creo que si le dan la oportunidad y no le aserruchan el piso los de su propio sector, le podría ir bien y podría ser un buen periodo para Chile. Para eso, todos van a tener que poner de su parte. La derecha incluida. No hay que excluir a nadie. En algún sentido, entiendo también a los del otro lado, porque hay cosas que no deberían estar pasando y que no se han manejado bien en Chile, como la violencia, los extremos, los narcos y la crisis migratoria que hay en el país. Tampoco se trata de que Boric tenga que erradicarlo todo, porque viene desde mucho antes y es un problema mucho más complejo. Chile se ha vuelto un país de fanáticos, y ese es un súper mal síntoma. Por cualquier opinión un poco disidente, te tildan de facho. Y no tienen otros términos. La gente no puede pensar distinto, pero creo que todos queremos un Chile más justo y con más equidad. Pero también, creo, todos queremos que no haya violencia ni que entren a tu casa a destruir tus cosas. Y eso no es ser fascista, eso es tener sentido común no más.

En Chile creen que a los franceses les gusta Macron, pero no se equivoquen. Nadie es tan fanático suyo. Yo no soy fanática de nadie, pero tener ahí a Kast en frente, ya era motivo para no votar por alguien como él.

-¿Cómo has visto desde allá también todo el proceso constituyente?

-Es súper importante y por supuesto que espero que les vaya estupendo en ello. A mí me parece muy bueno que todos los que estén ahí sean muy distintos, porque eso es Chile. Ahora tienen que ponerse de acuerdo de una buena vez. Mirado desde afuera, como lo he visto, a mí no me gustaría participar de la Convención. Creo que saldría con un cáncer después de trabajar ahí porque me parece que es una labor súper dura y extenuante. No les están pagando tampoco lo que realmente implica, porque el desgaste es a todo nivel, sobre todo emocional. Enfrentar todo ese proceso ya es una responsabilidad política enorme. Entonces, todo lo que puedo hacer yo desde afuera es agradecer que eso esté pasando, pues me parece increíble. Todos los cambios que se están dando en Chile me parecen positivos. Y muchos de mis amigos están felices de estar allá ahora mismo. Sienten que es el momento de estar en Chile, pero mi vida está acá.

Crédito: Unifrance

-Estás muy cerca de cumplir 50 años. ¿Llegas a esta edad como creíste que llegarías?

-Me siento mucho más realizada en muchos aspectos. E intento mantenerme siempre aprendiendo y pasándolo bien ahora que además estoy pudiendo vivir tranquilamente de lo que hago, cosa que antes era mucho más difícil. Y justo ahora, a mis 50, poder hacer esta nueva película más grande, va a ser todo un logro. Mi hijo también cumple 18 este año, en un mes más, entonces resulta todo muy significativo. Siento que estoy en un súper buen momento personal y profesional, y abriendo una nueva fase. Hay mucha gente que le tiene miedo a los 50, y yo te diría que estoy llegando súper bien a esa edad y sin complejos. No me pongo bótox ni nada en la cara. Estoy envejeciendo tranquila y feliz de tener las arrugas que tengo, y que no se ven por Zoom, pero las tengo. Lo que más dichosa me tiene es estar haciendo siempre cosas nuevas. Me gustan los desafíos y siempre estoy escribiendo y trabajando en varias cosas. Pienso en dos de mis personajes más admirados, Mónica Echeverría y Carmen Castillo, madre e hija. En 2019, cuando estuve por última vez en Chile, vi a la Mónica antes de que se muriera. La vi en su cumpleaños, vestida entera de rojo, bailando y me contó que aún estaba todavía escribiendo. Si yo lograra la mitad de lo que hizo ella, me puedo morir tranquila. Y veo también ahora a la Carmen, que está igual y siempre haciendo cosas. Las dos son grandes ejemplos para mí. Son mujeres que yo miro y digo: así me gustaría envejecer, igual de activa.

Chile se ha vuelto un país de fanáticos, y ese es un súper mal síntoma. Por cualquier opinión un poco disidente, te tildan de facho. Y no tienen otros términos. La gente no puede pensar distinto, pero creo que todos queremos un Chile más justo y con más equidad.

-Como tu papá…

-Sí. A pesar de todas las diferencias que podamos tener, sobre todo políticas, si hay algo que admiro de mi papá, a la edad que tiene, 90 años, sigue trabajando y súper activo y haciendo lo que sabe y ama hacer. Yo tengo la suerte de hacer también lo que me gusta y siempre quise hacerlo. Siempre cuando los más jóvenes me preguntan cosas sobre el trabajo, les digo que hagan lo que les guste y lo que quieran, que no hagan huevadas por plata. Y, si por el motivo que sea, se ven obligados a hacerlo, que sea siempre con mucha pasión. La vida es muy corta y hay que vivirla apasionadamente. Así al menos la estoy viviendo yo.

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