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15 de Marzo de 2022

Supervisora de la cafetería del Hospital Tisné, a dos años de la pandemia: “No es fácil estar 10, 11 o 12 horas con la mascarilla puesta todos los días”

La imagen muestra a Fresia Patricio Vera

En junio de 2020, The Clinic presentó la serie “Invisibles, pero fundamentales”. En aquella época, conversamos con Fresia Villanueva Zambrano, cuya cafetería del hospital había sido cerrada por la pandemia. Hoy, 21 meses después, Fresia comenta que el local recomenzó su funcionamiento en noviembre del 2020 "pero con hartas restricciones".

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Este año Fresia Villanueva (51) completa dos décadas trabajando en el Hospital Luis Tisné. Ella es una de las personas más reconocidas dentro de este centro asistencial de Peñalolén. Cuando la entrevistamos hace 21 meses atrás, el Covid-19 tenía al hospital en una situación de emergencia con la gran cantidad de enfermos que copaban sus instalaciones y la serie de medidas que tuvieron que tomarse para evitar el contagio entre sus trabajadores. Una de las áreas afectadas con las restricciones fue la cafetería en la que Fresia se ha desempeñado durante todo este tiempo y que pasó de ser un sitio de sociabilización a un servicio primordial para alimentar a todos los trabajadores del Tisné que estaban luchando por salvar vidas.

En estos dos años prácticamente, cuenta actualmente Fresia, pasaron de verse enfundados en trajes de astronauta anti víricos a poder verse las caras unos a otros nuevamente y así otorgarle un poco más de humanidad a la pandemia dentro del nosocomio. La batalla ha sido dura y ha ido dejando consecuencias que la encargada de la cafetería relata:

“Tú escuchas que hay un cansancio físico y mental, que, aunque se tomen las vacaciones, no es suficiente. Ha sido un estrés importante. Han pasado 21 meses desde que conversamos y recién caigo en cuenta que son casi dos años. Me preguntan cosas con fecha y realmente no me doy cuenta si fue en el 2020 o 2021, porque vivimos no más, da lo mismo el día que fuera: vivimos… como que el tiempo se quedó estancado y no te diste cuenta cuando pasó de año”.

La cafetería que cerró en marzo y que fue reestructurada como vital punto de envío de alimentación completa a los trabajadores del hospital, recomenzó su funcionamiento en noviembre del 2020: “El 2 de noviembre abrimos nuevamente, pero con hartas restricciones: horario, flujo de gente –hasta cinco personas con mascarilla-, sin que nadie se pudiera sentar y solo con venta de cosas para llevar, con más personal atendiendo”.

La cafetería de Fresia está dentro del casino del hospital y todas las reglas del lugar cambiaron dramáticamente con el Coronavirus. “La gente que se compra un café se lo toma en el patio o en el casino que es más grande. Allá las mesas son para dos personas separadas por un acrílico y a dos metros de distancia unas de otras”, explica. El aforo del casino, en estos momentos, limita en 56 personas las que pueden estar almorzando al mismo tiempo. Hay turnos entre las 12 y 4 PM horas. “La idea es que coman y se vayan, ya no existe la sobremesa o el cafecito después de comer”, sostiene Fresia.

La cafetería que cerró en marzo y que fue reestructurada como vital punto de envío de alimentación completa a los trabajadores del hospital, recomenzó su funcionamiento en noviembre del 2020

Son tres las personas que están a cargo de hacer funcional este nuevo sistema de la cafetería que continúa hasta el momento de esta entrevista: “Todos nuestros platos y servicios son desechables. Atendemos a 500 personas, cerca de 200 podían estar en el casino y a las otras 300 comidas hay que llevarles su alimento”.

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Uno de los miedos que tenía Fresia en junio del 2020 era poder contagiar a su familia. En su casa viven 10 personas y pocos días después de la entrevista su marido se infectó con el virus. “Es bien raro el virus porque yo debería haberme contagiado porque dormíamos juntos, el resto de mi familia tal vez no porque estamos en habitaciones separadas y solo estábamos juntos en algunas comidas. Cuando él se sintió mal, los primeros 10 días comía solo y aparte, se ponía mascarilla, hacía aseo del baño a cada rato, se cambiaba de ropa y la lavaba aparte”, relata la mujer.

La situación se hacía potencialmente dramática ya que viven con una hermana mayor que es hipertensa y tiene diabetes, además de un sobrino más chico que tiene asma bronquial. Recuerda que fue un poco loco todo, porque era el peak de la pandemia y no habías ambulancias.  “Él no se sentía tan mal como para ir a un hospital a una urgencia. Yo le pedí una hora en la clínica Vespucio, pero me la dieron como para una semana después. Lo fui vigilando: a veces se sentía bien y otras mal. Después de 11 días desde que presentó síntomas le hicieron un PCR que salió positivo, pero mi marido prácticamente ya se había mejorado”.

Fresia también aprovechó de hacerse un examen con resultado negativo. Igualmente tuvo que estar 14 días en cuarentena, pero nunca tuvo síntomas o se sintió mal. “Gracias a dios no pasó nada con nadie más”, dice.

Con el fin de las restricciones de movilidad adoptadas por el Gobierno para frenar la pandemia su familia pudo volver a salir a trabajar. Se reactivaron todos los integrantes del clan: “Estamos casi viviendo una vida normal, mi hijo más chico está yendo al colegio recién y está en segundo medio. El año pasado decidimos que quedara repitiendo porque no consiguió aprender con las clases on line”, revela.

Sin embargo, el miedo y las dudas de un potencial contagio se hacen manifiestas en su vida diaria. Por ejemplo, al salir con amigas con horarios más acotados y en que teme poder estar con personas que no tomen iguales medidas de protección. O cuando se lo pensó varias veces antes de salir de vacaciones al sur a bordo de un bus. Pero algo se ha relajado la presión de estar contagiada. Cuando vuelve del trabajo ya no se quita toda la ropa antes de entrar a casa, solamente los zapatos quedan fuera. Su vestimenta la lava junto con el resto de las prendas sucias normales en cualquier hogar.

Lo que sí sigue haciendo siempre es botar la mascarilla y lavarse las manos. En pijama toma once y espera a su hija que llegue del trabajo.

Estamos casi viviendo una vida normal, mi hijo más chico está yendo al colegio recién y está en segundo medio. El año pasado decidimos que quedara repitiendo porque no consiguió aprender con las clases on line

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Fresia ya está vacunada y eso la hace sentir más segura: “Ya tengo la cuarta dosis, más la de la influenza que me la puse la semana pasada. Como empresa externa al hospital es el protocolo que nos exigen para poder trabajar. Y aunque el hecho de saludarse de beso y abrazo no se puede, a veces das un abrazo y te das cuenta que la embarraste”, reconoce.

La KN95 se ha transformado en su segunda piel. “La empresa nos da el material de protección y cada vez que atiendes a un médico, enfermera, un tens o un servicio de aseo que trabaja en el hospital, siempre te pones alcohol líquido en las manos. Por cada persona que atiendo me hecho alcohol, es un protocolo y una cuestión de costumbre”.

Aunque se haya hecho rutinario en la cafetería, lo de usar mascarilla siempre no ha sido fácil para Fresia. “Ojalá que no existiera porque es súper incómoda en tiempos de calor. Tengo rinitis alérgica y cuando me da más fuerte me cuesta usarla y respirar bien. Pero ahí recurro a los medicamentos. Me gustaría que se acabaran las mascarillas y pudiéramos estar más libres porque no es fácil estar 10, 11 o 12 horas con ella puesta todos los días”.

La KN95 se ha transformado en su segunda piel. “La empresa nos da el material de protección y cada vez que atiendes a un médico, enfermera, un tens o un servicio de aseo que trabaja en el hospital, siempre te pones alcohol líquido en las manos”.

Fresia ha sentido que en estos 21 meses pandémicos ha podido estar más en la casa y sentir con mayor claridad los afectos de las personas que viven contigo. “He podido conocerlos un poco más porque a veces el día a día hace que nos los conozcas tanto. Y también conocer mis propias prioridades. No he sido infeliz en este tiempo, lo he llevado bien, me he preocupado del resto de mi familia, no hemos tenido grandes carencias ni problemas, nos ha ido bien. Te das cuenta de la importancia de un WhatsApp, lo importante de hablarle a alguien y decirle ¿cómo estás?”.

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