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14 de Marzo de 2022

“Era el peor momento”: La odisea del doctor Allan Mix para abrir la urgencia de adultos del Félix Bulnes en medio de la pandemia

La imagen muestra a Allan Mix frente a la unidad de urgencias del hospital Félix Bulnes|||| Hospital Félix Bulnes

A dos años del primer caso de Covid-19 en el país, el actual vicepresidente de la Sociedad Chilena de Medicina de Urgencia relata cómo fue echar a andar anticipadamente la unidad de urgencias del hospital, cuando tenía 34 años, no contaba con un equipo médico y tuvo que recibir pacientes con coronavirus. "He aprendido a entender que a veces, pese a que uno haga las cosas lo mejor posible, puede que no anden bien…", dice el urgenciólogo, quien se emociona al recordar algunos de los momentos a los que se enfrentó durante este proceso.

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Para empezar esta historia hay que remontarse al 2010. El terremoto de 8,8 grados Richter, entre muchas construcciones, afectó el Hospital Félix Bulnes. Quedó prácticamente inutilizable.

Poco más de 10 años después, en abril de 2020 se proyectaba la apertura de un nuevo hospital. Ubicado en Cerro Navia, con más de 10 pisos y tres torres y que, por primera vez en su historia, contaría con una unidad de urgencias para adultos. Se esperaba que el nuevo Félix Bulnes echaría a andar con un periodo de marcha blanca.

Pero una nueva tragedia azotaba Chile. Y con el alza de casos de Covid-19 en el país, el centro médico se vio forzado a entrar en un funcionamiento al 100% desde el día 1. Y aún no tenían una unidad de urgencia para adultos. Tampoco un equipo de trabajo. Y menos una jefatura para eso.

Es en este punto del relato que entra el doctor Allan Mix Vidal.

***

Allan Mix había estudiado medicina general en la Universidad de Chile y su primer trabajo fue en la unidad de urgencias del Hospital San Juan de Dios. Fue ahí cuando se dio cuenta a eso quería dedicarse. Y cuando se percató de la precariedad en la atención de urgencias, en aquella época, en el país.

“Yo, siendo médico recién egresado, tenía que hacerme cargo más de una vez de los pacientes graves y eso no tenía mucho sentido, pensando en que estaba trabajando en un hospital de alta complejidad de la Región Metropolitana, donde debería haber habido un médico con más experiencia o más especialista de lo que yo era en ese entonces”, recuerda.

Tras obtener una beca de especialidad en la Universidad Católica, obtuvo el título de médico urgenciólogo. Una especialidad que hace poco cumplió 50 años y que nació a raíz del aumento de la expectativa de vida de la población y que “al tener una sobrevida un poquito más larga, empieza a enfermarse de cosas agudas y consulta a la urgencia y necesita que haya especialistas que resuelvan lo suyo 24 horas al día, los 365 días del año”, explica Allan Mix.

Crédito: Hospital Félix Bulnes.

Con esa especialidad, el doctor trabajó en el Hospital Sótero del Río; obtuvo un MBA porque consideró importante vincular lo clínico con la administración “para no separar números de las personas que están detrás”; trabajó en el Ministerio de Salud como referente de la red de urgencia nacional y fue, durante un año, el jefe de urgencias del Hospital Clínico de la Universidad Católica.

Fue a ese último cargo que renunció, tras un concurso público, para ser el nuevo jefe de urgencia del nuevo Hospital Félix Bulnes.

“Empecé a trabajar para el Félix Bulnes por zoom”

Su primer día de trabajo fue el 1 de abril de 2020. Para ese entonces tenía 34 años y era una de las 3.031 personas que, según cifras oficiales, tenía Covid-19.

“El primero de abril partí mis funciones, pero empecé a trabajar para el Félix Bulnes por zoom, porque estaba con coronavirus. Por suerte tuve una sintomatología leve, pero muy incómoda, especialmente porque era un período donde no sabíamos mucho qué podía pasar”, recuerda.

“Teníamos que echar a andar esto rápidamente, y teníamos que empezar a contratar médicos… Era todo bastante agitado”, añade.

Tras su cuarentena, pudo ir por primera vez a las dependencias del hospital. Días después, dada la gran demanda de pacientes por la pandemia, se vio obligado a abrir la unidad de urgencias del Hospital Félix Bulnes.

“Era un hospital que recién se había inaugurado, no hubo el tiempo adecuado para hacer una marcha blanca, y además implicaba vivir un cambio de funcionamiento que había tenido en los últimos 10 años… Eran muchos los factores que básicamente amenazaban para una eventual apertura bien torpe”, comenta.

Además, explica Allan Mix, abrir una unidad de urgencias cambia el ritmo de un hospital. Este puede estar funcionando perfectamente con muy buenos números de producción, pero no es lo mismo cuando tiene una puerta abierta las 24 horas del día y llegan pacientes en cualquier horario que deben ser movidos a pabellón o tomarse imágenes y exámenes.

“Claramente eso le da mucho más movimiento al hospital. Y esto, en plena pandemia, con toda la incertidumbre, los miedos que todo el mundo tenía… Hubiese sido prudente, desde la visión de puesta en marcha, hacer que el hospital entero hubiese estado funcionando como lo hacía habitualmente por un período, a lo mejor un mes, y después haber abierto la urgencia, porque la urgencia necesita de todo el resto del hospital”, detalla.

Crédito: Hospital Félix Bulnes.

“Pero, debido a todo lo que estaba ocurriendo, en realidad la puesta en marcha fue mientras estábamos trabajando y con una demanda de atención altísima. Y todo en un período donde estábamos muy lejos de las vacunas, había muchos pacientes con cuadros graves, que requerían manejo de unidades de cuidados intensivos, ventilación mecánica, etc.”, agrega.

Un equipo sobre la marcha

Del 24 de abril, cuando oficialmente abrió la unidad de urgencia, en adelante, se vino un período “muy complejo”, recuerda el doctor.

“Inicialmente teníamos una dotación autorizada de cinco médicos por turno. Y de esos médicos, no todos estaban contratados el primer día, y no todos estaban contratados para el 25 de abril, pero igual estábamos atendiendo a los pacientes. De hecho, la gran anécdota es que el primer paciente que se hospitalizó con nosotros lo hizo el 23 de abril, antes que la unidad de urgencias abriera, porque consultó en el edificio, había gente y evidentemente había que atenderlo”, cuenta Allan Mix.

“Entonces básicamente nosotros fuimos atendiendo a los pacientes y conociendo y armando el equipo sobre la marcha”, agrega.

En ese momento, detalla el doctor, no había muchos recursos humanos disponibles en la Región Metropolitana ni en el país. Era difícil conseguir profesionales. “Todos los hospitales necesitaban reforzamiento y nosotros estábamos abriendo una nueva unidad… Era el peor momento para hacerlo, en el peor momento que podríamos haberla abierto, pero por la necesidad había que hacerlo”.

“La verdad es que nosotros no hubiésemos podido abrir y dar las prestaciones que hemos dado hasta ahora si no hubiese sido por la inmigración. La gran mayoría de los médicos que tenemos acá en urgencia son formados en Venezuela y Colombia”, cuenta el urgenciólogo. Esto fue posible gracias a que el Ministerio de Salud, reconociendo la falta de recursos humanos durante la pandemia, permitió a los doctores extranjeros iniciar sus trabajos sin necesariamente haber terminado el proceso de convalidación de su título profesional emitido en otros países.

“Esto evidentemente significaba una situación que era bien particular, en la cual uno tenía que hacer entrevistas, pero era muy, muy breve. Y prácticamente no conocía cómo era la formación de las universidades en el extranjero. Yo hacía el llamado, me venían a ver, los ponía a prueba el mismo día y ya a partir del día siguiente empezaban a trabajar”, relata.

Crédito: Hospital Félix Bulnes.

Hoy, Allan Mix asegura que el 60% de los líderes de equipos de urgencia del hospital son provenientes de Venezuela, 10% son de otros países y el 30% restante son chilenos: “Son todos médicos de un alto nivel que pueden dar todas las prestaciones de servicios y que nos han permitido ser la unidad de urgencia de alta complejidad que somos hoy día”.  

Además de contar con el apoyo de migrantes, en 2020 el Hospital Félix Bulnes tenía un vínculo docente asistencial importante con la Universidad Mayor. Y, debido a la emergencia sanitaria, muchos alumnos de último año de la carrera de Medicina empezaron a hacer su internado en urgencias. “Entonces teníamos esa situación, que en el fondo es bastante interesante, en la cual teníamos médicos especialistas extranjeros y médicos formados en Chile, la gran mayoría de ellos chilenos, pero recién egresados”.

“Se daba algo muy interesante, porque veíamos a este grupo de jóvenes entusiastas, con energía y el conocimiento de la red nacional, que se vinculaban con esta experiencia de los médicos extranjeros, que quizás todavía no conocían tanto los detalles de cómo funcionábamos en Chile -porque hay algunas diferencias-, pero como equipo podíamos hacer respuesta a los que estaba pasando, incluyendo a los pacientes graves por Covid-19”, sostiene.

Durante el peak de la pandemia, la unidad de cuidados intensivos del Félix Bulnes llegó a más que doblar su capacidad: “Se trata de algo muy particular, porque el plan original de toda urgencia es no tener hospitalizados. Pero llegamos a tener más de 100 pacientes hospitalizados en nuestra unidad, la gran mayoría de ellos con Covid-19, y más de 10 de ellos ventilados”.

“Lo que hicimos fue realmente increíble”

Dos años después de esa odisea, Allan Mix cuenta con un equipo de 10 médicos y 20 enfermeros por turno para la atención de urgencia, además de cirujanos, traumatólogos, neurólogos, 20 técnicos paramédicos y 3 kinesiólogos.

Asimismo, recientemente fue elegido vicepresidente de la Sociedad Chilena de Medicina de Urgencia (Sochimu), y ha hecho un llamado a reflexionar sobre las falencias que todavía hay en los servicios de urgencia en Chile y al hecho que, a dos años del inicio de la pandemia, “las unidades de urgencia tienen que hacerse cargo de pacientes en espera de camas UCI, pero también de la inmensa mayoría que está consultando activamente”.

-¿Qué piensas cuando mira hacia atrás y observas todo el recorrido que diste?

Uff. En abril vamos a cumplir dos años. Yo miro para atrás y creo que lo que hicimos realmente fue increíble. Muchas personas han emprendido empresas y saben lo difícil que es echarlas a andar, y por lo tanto uno siempre parte con empresas pequeñitas, abordables. Pero nosotros nos tuvimos que echar al hombro una empresa gigantesca, que tenía en riesgo la salud y la vida de las personas y tuvimos que correr bastantes riesgos en la implementación, entendiendo que no estaban las condiciones ideales para poder atender a las personas.

-¿Y a dos años de este comienzo caótico?

A dos años… Pudimos madurar y pudimos mejorar nuestra calidad de atención y estar funcionando, pese a todas las adversidades que no han bajado, atender realmente a nuestros ‘pacientes reales’, que son aquellos que nos van a acompañar todo el resto de nuestra historia.  Son todos pacientes -y esto no es menor- de algunas de las comunas más vulnerables de Chile: Renca, Quinta Normal, Cerro Navia. Y por lo tanto los pacientes que atendemos tienen una carga de enfermedad muy alta. Son pacientes con mala adherencia al tratamiento, con poco acceso a control y, además, no cuentan con una alternativa de atención privada y también muchos están vinculados con violencia -de armas, accidentes, intrafamiliar, entre otras-. Esos son los pacientes que el Félix Bulnes está determinado a seguir atendiendo por donde está emplazado, y son pacientes que requieren apoyo, requieren mucho, mucho de nosotros.

Crédito: Hospital Félix Bulnes.

Eso en términos laborales. ¿Y personales?

-(Se ríe). Cuando yo veo fotos de los primeros días… Evidentemente uno tiene que reconocer que uno se ve hoy día mucho más cansado. Lo de más arrugas en la cara es absolutamente real. También hay cambios de peso, un notorio aumento de peso, porque disminuyen las horas de ejercicios, las horas como de esparcimiento… Y bueno, eso habla de que ha sido muy duro, ha sido muy muy duro. En mi casa pasa una situación bien particular también: estoy felizmente casado, tengo tres hijos, uno de cinco años, otro de tres, y el más chico es “pandémico”, porque recién tiene 9 meses…Y mi señora también es médico: es psiquiatra infanto-juvenil, también trabaja en el sector público, en el Hospital Exequiel González Cortés, entonces vivimos procesos completamente distintos a los del resto de la sociedad. No vivimos procesos que otras familias vivieron. No tuvimos teletrabajo, y eso es bien particular porque no fuimos parte de un proceso social mundial… Sin duda ha sido un período agotador, de mucho aprendizaje.

-¿Qué es lo que más ha aprendido?

-A ser más humilde. A entender que a veces, pese a que uno haga las cosas lo mejor posible, puede que no anden bien…

En este punto de la conversación, el doctor Allan Mix se emociona: “Que las cosas no anden bien, en un hospital, significa que estamos muy cercanos a la muerte. En la urgencia, una siempre está cercano a la muerte, pero evidentemente en los dos últimos años hubo un período donde esa cercanía era excesiva. Y no solamente teníamos que estar con la entereza para mantenernos en pie, sino que debíamos estar con la entereza para mantenernos en pie y otorgar apoyo a alguien más, a las familias que perdían a un ser querido, y a veces a más de uno, y eso es altamente desafiante”.

-¿Qué historias lo han marcado particularmente en este período?

-Pienso en muchas, pero dos asociadas a mis colegas. Uno de ellos se contagió de Covid-19 y, a diferencia de todos los demás del equipo de la urgencia que se contagió, él sí tuvo un cuadro grave, con riesgo vital en más de alguna oportunidad. Él tiene mi edad (36 años), trabaja en el mismo lugar que yo, tiene una señora de la edad de mi señora y tiene hijos de la edad de mi hijo. Pero pudo recuperarse y luego de un par de meses volver a trabajar, y hoy día está de turno. Y la otra es de otro colega, un poquito mayor, que está con una enfermedad grave y pese a estar en pandemia, pese a estar todo preocupado de esto, debe salir de este universo e ir a su universo paralelo donde solamente son él y su familia contra la enfermedad. Eso es muy potente, porque él tiene que vencer esa lucha primero, individual.

-¿Y de tus pacientes?

-Hay varias. Recuerdo a una abuelita de Malloco. La derivaron para acá y que la verdad es que tenía altas posibilidades de fallecer de entrada. Ella y la paciente optaron por medidas agresivas (contra el Covid), entendiendo que la posibilidad de éxito era baja. Estoy hablando de que una adulta mayor, de sobre 80 años, se intubó, se ventiló, estuvo en nuestra UCI de urgencia, y como al mes me mandaron la foto de ella en la casa con sus nietos (el doctor se larga a llorar). Perdón…

-No te preocupes.

-Eso hace que lo que uno trabaja a diario tenga sentido… Pero (secándose las lágrimas) trato de preocuparme de mi familia. Sé que todo este desgaste puede tener una repercusión en casa y es importante no perder de vista eso, porque, aunque este trabajo es muy importante y lo que hemos hecho es muy grande, los que me van a acompañar hasta morir son mi familia.

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