Opinión
17 de Marzo de 2022Columna de Neftali Carabantes: TVN: Futuro, sudor y lágrimas
Es hora que TVN, en la era de la full conexión, se aleje de su obsesión por el rating, y se transforme en una multiplataforma con alma pública e interconectada.
Neftalí Carabantes
Mucho se ha discutido acerca del modelo y el rol público de TVN. Como empresa pública, debe competir en el ámbito nacional con canales privados, la TV por cable, y la TV de la prensa digital; mientras que, en el plano mundial, con poderosas plataformas de TV online.
Las redes sociales co-participan del sistema televisivo y su oferta en la web es tan amplia, que el segmento entre 9 y 24 años ya no ve tv abierta o por cable, pues prefiere las pantallas de sus teléfonos u otros dispositivos, generando de paso, la fuga de publicidad a las redes sociales e internet y el reemplazo de los rostros televisivos por tiktokers, influencers, streamers y youtubers.
En este tecnológico y competitivo escenario, no es discutida la necesidad que exista una televisión pública, puesto que, en la era actual, caracterizada por la concentración de medios y la convergencia tecnológica (internet-tv-dispositivos) la televisión pública debe seguir siendo una garantía de un sistema de comunicación para todas y todos sin exclusiones; y por ende, un pilar del Estado de Derecho y de nuestro sistema democrático.
Ahora bien ¿debe seguir funcionado TVN tal como está? La respuesta es un tajante “no”. El modelo de gestión y financiamiento de TVN está desgastado, y si bien en los dos últimos años, ha evidenciado números azules, es indesmentible que en los últimos 15 años ha registrado cuantiosas pérdidas y dolorosas desvinculaciones de más de un centenar de trabajadores.
A pesar de los cambios introducidos en relación con la misión pública de TVN, con la reforma del año 2018 no se modificó ni el gobierno corporativo ni su forma de financiamiento. En razón de lo anterior, causa notoria extrañeza que, solo en la semana final del mandato de Sebastián Piñera, se hubiese enviado -a última hora- un tibio proyecto de ley para modificar algunos aspectos de su gobernanza y su financiamiento, cuando esta materia estaba madura hace ya mucho tiempo.
¿Debe seguir funcionado TVN tal como está? La respuesta es un tajante “no”.
Fácil es comprender que TVN requiere un nuevo plan estratégico; un gobierno corporativo estándar internacional; readecuar su estructura de gastos y ajustar sus remuneraciones acorde a su realidad. Lo anterior, en el marco de un presupuesto austero, transparente y sustentable, con ingresos provenientes de la ley de presupuestos, la publicidad y sus actividades industriales, a efectos de no tener que recurrir a la venta de su menguada infraestructura para conseguir recursos frescos. En Inglaterra y Japón, la TV pública goza de muy buena salud, y quien quiera acceder a sus contenidos debe pagar un precio –bajo– quedando liberados de recibir publicidad, lo que asegura no solo transparencia en el destino de estos ingresos, sino, además viabilidad e imparcialidad.
Asimismo, no es descartable la creación por vía legal de un Consejo Asesor, que apoye al Directorio, entregando retroalimentación sobre la programación, así como el establecimiento de un ombudsman o defensor de audiencias, que vele por la defensa del derecho a una programación de calidad y a la información de todas las personas, y que además se encargue de recibir reclamaciones o sugerencias de los espectadores y usuarios de los medios interactivos. Lo anterior, a fin que TVN sea un agente efectivo de cohesión social en el país, buscando representar las distintas realidades y diversidades de sus habitantes.
Causa notoria extrañeza que, solo en la semana final del mandato de Sebastián Piñera, se hubiese enviado -a última hora- un tibio proyecto de ley para modificar algunos aspectos de su gobernanza y su financiamiento, cuando esta materia estaba madura hace ya mucho tiempo.
A mayor extensión, se torna necesario levantar un estudio que de luces sobre cuál es la planta funcionaria que necesita TVN para operar bien y en un marco de austeridad, cuyo núcleo central, sin duda, debiese estar constituido por sus actuales trabajadores. Luego, debe existir un debate participativo, transparente y de cara a sus trabajadores, sindicatos y la sociedad civil, donde las unidades que componen su gobierno corporativo sinceren esta realidad y en lo posible, se alcance un consenso sobre su nuevo modelo de TV.
En el plano legislativo, con la asunción del Gobierno del Presidente Boric, se abre una oportunidad y una ventana al futuro para remirar su misión, su gobernanza, la composición de su gobierno corporativo, y su naturaleza jurídica societaria, a efectos de alcanzar un Directorio realmente plural, diverso, con estándar OCDE, cuya generación sea transparente, y, además erradique su naturaleza binominal y partidaria como la actual.
TVN debe renovarse, pero no morir. Debe fortalecer su señal cultural que es un compromiso y una obligación legal, acordada por todos los sectores políticos en la última ley de capitalización de la emisora pública que le inyectó US47 millones. TVN es culpable de muchas cosas, pero inocente del modelo de televisión que como sociedad le hemos brindado. Los y las ciudadanas seguirán demandando cultura, entretención, información veraz y de utilidad social con respeto a la diversidad y a la interculturalidad. Por ello, es hora que TVN, en la era de la full conexión, se aleje de su obsesión por el rating, y se transforme en una multiplataforma con alma pública e interconectada, con foco en la producción de contenidos audiovisuales con un sello de calidad para Chile y el mundo.
*Neftali Carabantes H. es secretario general de la Universidad Central, ex subsecretario General de Gobierno.
También puedes leer: De la tía roba choclo al “corte” de Marcianeke: Youtube celebra 10 años en Chile recordando los videos más vistos en un país de virales
