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Entrevista Canalla

24 de Junio de 2022

Paulina Nin de Cardona, conductora de TV: “Yo no podía ser una osita panda en medio de puros cocodrilos”

La comunicadora ha vuelto a la pantalla con “Lo vimos en el 13” del canal REC. Un programa de recuerdos que la traslada al siglo 20. En esta entrevista habla, justamente, de los años ochenta, de sus aciertos, sus errores, de la farándula, de los mitos que giran en torno a su vida, de amor, de Chile y de su actual paz interior.

Por

“Estoy bien, tranquila, estoy de vuelta en la televisión”, resume su vida actual Paulina Nin de Cardona, un emblema mediático. Tiene 61 años y once meses, admite con franqueza que luce naturales arrugas que jamás parchará. Tiene dos hijos: Canuto Jr., residente en el sur de Francia, un hombre protector, la testosterona y el Lomo Gris del grupo familiar; Y Paulina, su clon, la que se abraza con la mamá. Tiene tres nietos y, a la vez, aún tiene un papá longevo que lleva con dignidad sus 94 años. No es rica, ni pobre. Combate a diario contra su eterna enfermedad, el imperturbable Crohn. Vive actualmente en Paine, retirada del estrés, cerca del viento, y expresa, otra vez, una de las mejores frases del mundo.

-Estoy tranquila.

-Defina su presente- insistimos.

Y ella, a su vez, insiste:

-Tranquila.

Es la palabra que rige la conversación. Está en paz, aclara. Está en su centro, armónica, con voz suave, compuesta. Y, por ejemplo, en este preciso momento, a raíz de la lluvia de este miércoles, se corta la luz de su casa y ella, pacífica, tal vez narcotizada por la cercanía de un bosque, declara: “Ups. Se fue la luz”. Y, a lo sumo, enciende una vela con actitud zen, plagada de naturaleza.

-Defina su pasado.

-Con altos y bajos, como todo el mundo.

-Defina el porvenir. Su porvenir- teatraliza la prensa.

-Me veo con trabajo. Y con… tranquilidad. No pretendo ser millonaria.

El trabajo parece ser el motor de su paz interior y la noticia alentadora es que hoy conduce en el canal REC un programa llamado “Lo viste en el 13” (Viernes, 21 horas), un espacio dotado de nostalgia y que consta de veinte minutos en que ella junto a Guru Guru, en una mixtura de glamour y pajaronería, revisan míticos momentos televisivos. Revisan, por ejemplo, imágenes de Javier Miranda lanzando un chiste señorial en el estelar Martes 13, o un tarjetazo vibrante de Cecilia Bolocco en Viva el Lunes, o la sutileza de Raúl Matas, ese elegante que jamás alzó la voz. Ha vuelto, en fin, la Paulina en formato familiar. La Tía Paulina, la altísima mujer buena. 

-Recordar es volver a vivir- cita de pronto, en alusión a su programa.

Y dice: “Mucha gente se identifica con el programa. Es que en esa época eran importantes esos estelares. Ponte tú, ir a esos estelares como público era todo un evento”. La gente, recuerda, se vestía para la ocasión. Los hombres se amarraban una corbata; las mujeres se colgaban el collar. La gente fumaba en el estudio. Servían canapés y, revela Paulina, los asistentes los introducían en sus bolsillos para llegar a la casa con un heroico souvenir que olía a camarón. Se comentaba el último piropo emitido en cámara por César Antonio Santis. La portada era la rodilla que se le asomaba a Viviana Nunes.

-¿La televisión de antes era mejor que la de ahora?

-Cada época tiene sus gracias.

-¿En qué época ha sido más plena?

-O sea, yo en los años ochenta lo pasé increíble. Era mi época. 

La voz le sube un tono. 

“Tuve a mis hijos en los años ochenta y eso es lo más importante que he hecho”, afirma. Pero también iba a la discoteque Gente aferrada al firme brazo de Canuto Percy Errázuriz, su marido, aquel empresario inyectado en linaje. O iba, dice, al Regine, en el barrio el Golf, ese lugar aromatizado con perfume Rodrigo Flaño y que replicaba Montecarlo y en el cual ella desfiló como modelo emergente. E iba, además, a la discoteque Casa Milá.

-O al Gato Viudo- dice.

-O a La Gata Hidráulica- dice.

-O a El Pejerrey- dice.

-O Al Drive In Lo Curro. E iba también al final de Lo Curro… donde no había nada…

-¿Y qué hacía ahí en la nada?

-…allá se iba a pololear.

Se debe referir a un presunto mirador, deduce el reportero. Un lugar esquinado para amar y dar abrazos. En fin. Lo cierto es que Paulina Nin, ex tercera Miss Chile en 1980, la mujer que protagonizó veintitrés programas de televisión, parece el ícono de los años ochenta. ¿Hubo drogas en esa época? “No veía coca”, avisa. ¿Hubo alcohol? “Se tomaba mucho”, reconoce.    

Es que en esa época eran importantes esos estelares. Ponte tú, ir a esos estelares como público era todo un evento”, dice. La gente, recuerda, se vestía para la ocasión. Los hombres se amarraban una corbata; las mujeres se colgaban el collar. La gente fumaba en el estudio. Servían canapés y, revela Paulina, los asistentes los introducían en sus bolsillos para llegar a la casa con un heroico souvenir que olía a camarón.

-¿Y los años setenta?

-En los años setenta no lo pasé bien. Por todo lo que estaba pasando en el país. Todo estaba muy difícil. 

-¿Y en los años noventa?

-Ahí también lo pasé muy bien. Tenía buenos trabajos.

Los setenta fue el hambre. Los ochenta fueron los hijos y la plenitud. Los noventa fue la riqueza. El bienestar. La gloria. El siglo 21 se compone de años más agresivos. El auge del grito, de la farándula untada en veneno, la hora de la compleja tecnología. 

-Pero… mira… si tuviera que decirte de qué me enorgullezco…

-Por favor…

-… mira… creo que una no es muy buena para mirarse a sí misma… pero…

-…

-… creo que yo… ¡Yo soy muy buena en lo que hago! ¡Muy buena! ¡Soy una gran comunicadora!

-Usted comunica- replica el reportero, obnubilado.

-¡Yo comunico! ¿Sabes? Yo me conecto con el corazón de la gente.

¡Yo soy muy buena en lo que hago! ¡Muy buena! ¡Soy una gran comunicadora!”

-¿Cómo lo logra?

-Yo no estudié locución. Ni nada. Yo me preocupaba de la gente. Es algo innato. Algo intuitivo.

-¿En quién se fijó?- el reportero se deslumbra.

-¿Cómo?

-¿Tuvo un modelo a seguir?

-Raúl Matas- y suspira, dulcificada-… fue mi padre televisivo.

-¿Raúl Matas?

-¡Adorable!

-¿Alguna vez vio a Raúl Matas enojado?

-Nunca. Él, en un comercial, decía: “Cafe Dolca, el café”. Y una salía disparada a comprar el café Dolca.

Paulina Nin de Cardona, la leyenda, también se enorgullece de haber erradicado completamente sola el Campamento Juan Pablo II ubicado en las cercanías del Zanjón de la Aguada. Hizo las gestiones y sacó a 400 familias del barro. Paulina Nin también se enorgullece de haber sido una buena mamá. De ser una buena persona. De ponerse de pie, una y otra vez, antes de que eso se llamara “resiliencia”. Y entonces declara convencida:

-Yo he estado en la cresta de la ola…

Y ella misma agrega:

-… y también he estado en el fondo del océano… y sin snorkel.

Y traga saliva.

Yo he estado en la cresta de la ola… y también he estado en el fondo del océano… y sin snorkel”.

Las sombras

-Describa la cresta de la ola, Paulina…

-Estar tranquila. Tener buena situación. Tener una bonita casa. Poder viajar.

-Describa el fondo del océano, Paulina…

-Cuando fui estafada por el llamado Contador de las Estrellas. Cuando traté de hacer justicia y no había forma de lograrlo. 

Fue un punto bisagra, el inicio de las sombras. La estafan y Paulina pierde una fortuna, se endeuda, el Estado le da la espalda, se va de Canal 13, se desmorona, se enferma, es el Crohn, los corticoides, se le hincha la cara. Hubo quienes especularon que se metía colágeno.

Paulina cae.

Paulina se levanta.

-Mira- y pone la voz dura- yo no me arrepiento de nada… pero tampoco soy perfecta… y, bueno, creo que no me gustó haber estado en los programas de farándula. Porque no es lo mío.

-Usted, se lo digo con respeto, decía cosas muy duras… 

-Es que yo no podía ser una osita panda en medio de puros cocodrilos. Todos entrábamos a esa dinámica. El descuartizar al otro.

-Se decía que usted consumía drogas. Y que las drogas la tenían alterada… 

-Ja.

-¿Es eso una habladuría? ¿Qué opinión tiene?

-Me da pena toda esa ignorancia. Cuando consumes corticoides se te hincha la cara. Se dice que tienes cara de Luna. O nuca de búfalo.

Es que yo no podía ser una osita panda en medio de puros cocodrilos. Todos entrábamos a esa dinámica. El descuartizar al otro”.

Hasta hace unos años había un remolino de rumores. Que parece que consume estimulantes, que parece que toma mucho, que parece que está descontrolada, y, miren, el año 1999 se enamoró de un joven apuesto con raíces italianas, es un joven llamado Giancarlo, goza de buena musculatura y anhela triunfar en la televisión. Etcétera.  

Hasta que un día su mamá se desmayó: las tensiones ya habían empezado a afectar a su entorno. Y Paulina una vez más ejecutó un giro en su vida y se puso de pie.

-¿Y cree que en algún momento, como gritaban los rumores, usted ha estado loca?

-No, jamás, o sea, loca así en serio, nunca.

Y lo dice con total seriedad.

Y en pleno 2022 podemos afirmar que ya han pasado por ella todos los remolinos posibles.

Las luces

Lo cierto es que Paulina Nin de Cardona ya ha retornado a la calma y también a la televisión. Y no ha sido a la farándula: esta vez se ha tornado el rostro de los recuerdos ochenteros. El rostro de la familia. 

-¿Es otra vez la Tía Paulina?- preguntamos.

Ella sonríe.

-Nunca he dejado de ser la Tía Paulina.

-¿Quién ha sido la persona más importante en toda la historia de la televisión chilena?

-Raúl Matas.

-¿Y cree que usted ha sido la mujer más importante en la historia de la televisión chilena?

-Na. Eso lo tiene que decir la gente.

-¿Antonio Vodánovic -su partner en el Festival de Viña en 1985 y 1986, y a quien se negó a palmotearle la nalga- es neurótico?

-No creo. Es un gran animador que tiene momentos muy buenos y de los otros. Y no es tan fácil trabajar con él.

(Vodanovic) es un gran animador que tiene momentos muy buenos y de los otros. Y no es tan fácil trabajar con él”.

-¿Cuál ha sido el día más pobre de su vida?

-Un día que me fui a una casa muy chiquitita. Y no cabía una cama. La tuve que poner en el living…

Pero su mensaje es claro: “Se puede ser feliz con plata y sin plata”.

Piensa, al momento de analizar la realidad nacional, que Chile necesita amor. Chile necesita un remedio: “Yo a Chile le daría un purgante para que bote todo lo malo y después le daría vitaminas”. Chile se debería tomar un pisco sour, reclama. O dos. Chile debería estar más achispado ¿Y qué podría unir a Chile? “Evitar las divisiones”, responde con coherencia. ¿Le parece interesante Irina Karamanos, la polola del Presidente? “No sé nada de ella. No podría opinar”, zanja. 

-¿Y usted?

-… qué…

-El otro día, discúlpeme, dijo que hace mucho tiempo que no ha tenido relaciones sexuales… ¿usted ha perdido la pasión?

-¡No, para nada! 

-¿Pero puede vivir sin sexo?

-Sí, claro. Para las mujeres es más fácil… depende de una… jajaja…

-¿Ha dado un beso sin amor?

-No…

Yo a Chile le daría un purgante para que bote todo lo malo y después le daría vitaminas”.

-¿Cree que un día volverá a amar a alguien?

-Yo creo que sí.

Y la voz parece la de una adolescente. Una mujer que se sonroja. Sin embargo, es la voz de la Tía Paulina, la mujer con altos y bajos, la leyenda que ha vuelto a estar en paz.

-¿Qué frase quiere inmortalizar en una polera, Paulina?

Ella piensa un momento. Luego señala con énfasis la frase que la mantiene en pie.

-Yo siempre puedo- dice con fuerza. Y, a la vez, lo dice orgullosa, ganadora, firme. Y, por supuesto, tal como es su actual forma de vivir, lo dice con toda tranquilidad.

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