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Entrevista Canalla

17 de Junio de 2022

Javiera Contador, comediante: “Hay momentos en que digo, con honestidad, ‘chuta, estoy un poco fome’”

Javiera Contador

Acaba de cumplir 48 años y repasa su pasado, presente y futuro. Dice que disfruta hacer muchas cosas a la vez. Dice que no siempre es graciosa. Y habla de sus hijos, del pánico a ser fome, de la libertad, del sexo y del amor.

Por

“No voy al sicólogo”, advierte Javiera Contador, actriz multitalentos, signo Géminis, casada con un director de cine sumamente espigado, mamá de dos hijos: Mila y Theo, mamá de perros, mamá acelerada, mamá que hace tareas, mamá que se ha lucido con la creación manual del planeta Saturno para la tarea de la Mila, mamá que intercambia turnos con otros apoderados, chilena propietaria de una casa que colinda con el Campus Oriente de la Católica, propietaria de una casa coqueta en Maitencillo, mujer de puño femenino bien alzado, mujer liberal, televisada, de clase media/alta instruida, mujer que corre de un escenario a otro, de un chiste a otro, va de guion en guion, de película en película, y entonces, con esa vida de comedia italiana, con esa vida disparatada, que es la mixtura del gag y el surmenage, repite lo que acaba de decir:

-No voy al sicólogo…pero me encantaría ir- y, en pose de reflexión, se toma un mechón de pelo naranjo, el nuevo pelo de Javiera, el pelo europeo, corto y dotado de luz.

Y da un sorbo al vino tinto. Y grita: “¡Diegoooo!”, por una causa cualquiera, y Diego, el marido y el director de cine espigado, aparece a toda prisa, saluda con cortesía, se muestra receptivo a un elogio del reportero (“Tiene un look asombroso, Diego”/ “Che…gracias”), le soluciona un problema doméstico a su esposa, le susurra una anécdota a su esposa que gira en torno a algo ocurrente que señaló su hijo Theo, pide permiso, y, vistiendo de forma vanguardista, se retira silenciosamente.

-¿Está en muchas cosas, Javiera?

-¿Ah?

Javiera Contador está sumida en un montón de cosas. El stand up. Películas. Grabaciones de espacios televisivos. Organizar viajes. Grabar un determinado comercial. Pasar a buscar a la Mila. Theo se cayó, pero está bien. Diego invitó a unos amigos creativos. Hay unos proyectos circulando. A Javiera le fascinan los proyectos circulando. Y…

-¿Está en muchas cosas, Javiera?

-Jajaja…- ríe feliz, enigmática.

Luego se queda en un silencio inquietante.

Luego responde:

-Me gusta así.

Esta conversación se llevó a cabo días atrás. Pero Javiera Contador en estos precisos momentos se encuentra en México junto al director espigado. Se mostró asombrada por la figura de Frida Kahlo. Se aferró al brazo de su hermano y quien vive en México y recorrió las zonas históricas de ese país. Javiera venía de filmar en la montaña la película “Desconectados”, una comedia alegre y sutilmente honda. Javiera ha dicho: “Amo la montaña”. Pero, al rato, sin pausas, se trasladó a México, se encontró con su hermano ya señalado y se internó en la filosofía mexicana. Visitó las pirámides de Teotihuacan. Dijo, entre suspiros:

-Alucinante.

Y ahora, tal vez, ya esté estrechando manos, sonriendo a los fotógrafos, en medio del Festival de Cine de Guadalajara.

-Usted es muy activa- le confiesa esa obviedad el reportero.

-Sí.

-¿No le gustaría poner foco en algo? ¿No le gustaría acotar, centrarse, seleccionar y descartar opciones?

-Tengo foco en las múltiples cosas que hago. Si estoy en un lugar tengo el foco al cien por ciento ahí.

-¿Le entretiene la agitación?

-Me entretiene la diversidad.

Javiera dice que estuvo en el matinal de Mega y ahí el año se divide siempre en los mismos sucesos: marzo y la vuelta al colegio, abril y la semana santa, mayo y el día de la madre, vacaciones de invierno, fiestas patrias, primavera, navidad, verano. Y todo vuelve a comenzar otra vez en marzo. Y Javiera no puede vivir así, en un loop continuo.

-Ese nivel de estructura me parece carcelario.

Javiera es libre. No tiene contrato con un canal: tiene contrato acotado con todos, es una hippie de la letra chica, es el poliamor para recursos humanos. Es la jurado inspirada en The Covers. Es la actriz de una película pionera. Es la del show nocturno en el stand up. Y todo en ella es un foco. Por donde va, fija la vista.

Y acota:

-Me encanta saber que una pega mía dura dos o tres meses.

Me entretiene la diversidad.

Y agrega:

-Me encanta que mi cabeza esté todo el tiempo funcionando.

Entonces puede trabajar un tiempo con abnegación y luego puede ejercer frenéticamente de mamá. Y estar atenta a un proyecto: su casa ñuñoina suele ser un centro de reunión de espíritus libres, bohemios que les tocan el timbre porque llevan una idea fabulosa en la cabeza.

-Siempre estoy recibiendo proyectos nuevos. Pero, claro, de todos esos proyectos quizás el 10% se llega a concretar. Pero me encanta.

-¿Qué le encanta?

-Estar inventando, pensando cosas.

El reportero se impacta: además de toda su rutina, ella tiene tiempo para inventar.

-Sí, lo hago en la ducha.

-¿Qué hace ahí?

-Invento cosas.

-¿Qué cosas?

-Chistes, ponte tú. Chistes que después me doy cuenta que funcionan o no funcionan.

-¿No le gustaría, de vez en cuando, hacer un rol dramático?

El reportero aquí se permite una infidencia: él una vez la vio en una sala de clases, en el Campus Oriente, cuando ella estudiaba teatro y vestía con elegancia un buzo manchado con mostaza o andaba descalza por el patio, como suelen hacer los estudiantes de teatro. Ella era dramática. Levantaba el brazo para hacer preguntas. Los profesores decían: “A ver, sí, vamos con la última pregunta…Javiera otra vez”. Ella podía generar intensidad dramatúrgica.

-Uf. Sí, ahora estoy filmando una película de ese tipo, en que tengo escenas bien dramáticas. 

-¿Le gusta la actuación dramática?

-Me encanta. 

Sí, lo hago en la ducha.

-¿Tiene las condiciones para llorar ante un realizador?

-Antes yo no era buena para llorar en las escenas. No sé. Pero ahora, puf, te lloro con una facilidad…

-¿Entonces por qué no actúa en dramas?

-Es que no me consideran para cosas dramáticas. A mí me encantaría, creo que puedo hacerlo bien.

Y señala:

-Alfredo Castro me dijo una vez: “Un buen comediante puede hacer cualquier papel”. 

Reflexiona, murmura:

-Me gustaría mucho hacer dramas. Es uno de mis pendientes.

Se produce un silencio justamente muy teatral y el reportero luego apunta:

-¿Se cansa de tener que ser divertida?

Y Javiera ríe. 

Pero luego se pone seria.

Es la comedia y el drama en un solo rostro. 

Tu risa es mi sueldo

Javiera ha pensado la respuesta y dice lo siguiente:

-Es que no soy siempre divertida.

-¿Es divertida cuando quiere?

-Nooo…

-¿Cuándo es divertida?

-Cuando me sale…

-¿Y a veces no le sale ser divertida?

-Un montón de veces… Yo querría ser divertida muchas más veces…

Nos estamos inmiscuyendo fríamente en el karma del comediante. El complejo acto de causar risas, de generar una reacción inexplicable: somos el único animal que, oficialmente, está dotado de carcajadas. Y Javiera Contador está dedicada a producirlas.

-¿Y qué pasa ahí…cuando trata de ser divertida y no le sale?

-Momento incómodo interno.

No soy siempre divertida.

-¿Qué porcentaje de su profesión está ligado a generar risas?

-El 70% de mi trabajo es generar risas.

-¿A veces se despierta estresada a las 5 de la mañana, pensando: “Dios mío, hoy tengo que hacer reír a un montón de desconocidos”…?

-Noo, no lo pienso así…Lo que sí me ocurre es que a veces veo gente que sube chistes o situaciones tipo gag a las redes y yo pienso: “Yo no he hecho nada”. Es que no siempre me llega la creatividad. Por eso suelo anotar las ideas o masticarlas. Y hay momentos en que digo, con honestidad, chuta, estoy un poco fome.

-¿Le han gritado fome? 

-Nunca me ha pasado que me griten fome. Por suerte.

El reportero quiere aclarar con énfasis que Javiera Contador es una persona realmente graciosa. En algunos momentos relata una anécdota…

-…y entonces- narra con entusiasmo- los apoderados del curso…me decían…”vos no contís estas cosas”…y yo…

Y el reportero explota en una carcajada.

Pero, a la vez, está ese otro lado, las sombras del comediante. El instante de la guata apretada.

-…sí- admite- debe ser bien fuerte que te griten fome…

Hay ocasiones, cuenta, en que percibe la cara desganada de un espectador. Y ella le empieza a hablar, utiliza el incidente para hacer comedia:

-Muchas gracias por los aplausos- pronuncia en escena-…pero tú…el que está serio…yo no sé para qué viniste si lo estás pasando pésimo…

Y todos ríen.

Y ahora confiesa:

-Jamás me han gritado fome cuando estoy en un show, pero, claro, en redes sociales me han hecho bolsa.

Ella considera que Twitter es otro planeta, un planeta habitado por muchos mutantes vengativos y unos pocos héroes con sentido del humor.

Allí le dicen tonteras relacionadas con su aspecto físico. O le dicen tonteras relacionadas con las ideologías. 

Una señora le escribió ayer:

“Hola Javiera, quiero saber…¿qué es lo que ha pasado? Antes me encantabas, ahora no te puedo ni ver la cara…¿qué pasó?”

Javiera aclara:

-La señora cree que le voy a contestar…

Jamás me han gritado fome cuando estoy en un show, pero, claro, en redes sociales me han hecho bolsa

El reportero, basado en comentarios de Javiera, asume la vocería.

Lo que pasa, señora, es que Javiera Contador en ciertos momentos expone su vida en el escenario y puede filtrarse un pensamiento, una idea, un punto de vista. El stand up, dice ella, implica fluidez, experimentos, salto al abismo. Muchos le dicen que es partidaria de Boric. A Javiera le cae bien Boric. Le tiene fe a Boric. Aunque al mismo tiempo ella desliza que “el costo de tomar una posición política es altísimo”. El reportero, sorprendido, le pregunta por su ideología: “¿Es usted de extrema izquierda?”. “No”, enfatiza la actriz. “¿Pero es cercana a la llamada Lista del Pueblo?”, “No”, aclara de inmediato. Según parece, es afín a una izquierda sencilla, a esa dulce multitud que valora mejorar en derechos sociales.

-¿Se estresa cuando habla Izkia Siches?

-Me estreso. Pero creo que eso es un work in progress.

Lo cierto es que quiere un país más feliz. 

Y aquí emite su slogan:

“Quiero creer que podemos ser un país mejor”.

Entre velas

Lo cierto, señoras y señores, es que justo este viernes Javiera Contador está de cumpleaños. Son 48 años que ha llevado con aventuras. Su vida, hacia atrás, consta de una mamá que saca fotografías, un hermano que ama la música, una familia sensible. Consta de una efímera etapa como modelo. Consta de teatro en la Católica, clases con Marco Antonio De la Parra, seis teleseries, rating, un matrimonio fallido con el señor Martínez. Su vida, hacia adelante, consta de un matrimonio eficaz con el señor Rougier, un montón de películas, una hija de nueve años que ha dicho:

-Soy una alumna muy estresada.

Y un hijo más chico que usa el pelo largo y por eso, transpirado, gritó una vez:

-¡Mamá…me está lloviendo agua debajo del pelo! 

Su vida, hacia atrás y quizás hacia adelante, también consta de Casado con Hijos, de Quena, la floja que la ciudadanía admira: “Es el personaje más reconocido que he hecho”.

-¿Vuelve la serie, Javiera?

-Se está evaluando. Pero, de todas las veces que hemos estado por volver, esta es la más real.

Y ahora elige: Fabrizio Copano o Felipe Avello. “Avello”. Nombre, por favor, a alguien divertido: “Fernando Larraín y Paloma Salas”, dice. Nombre, por favor, a alguien interesante: “Pedro Peirano”, dice. “O Alberto Montt”, dice. “O el Profesor Maza”, concluye. Analice su futuro inmediato: “Quiero seguir haciendo películas, quiero seguir haciendo stand up, me queda todavía mucho por hacer en stand up, quiero hacer series, quiero escribir”. ¿Escribir? repara la prensa. “Sí, escribir historias que se relacionen con lo que hago en el stand up. Pero no puedo. Ahí sí soy dispersa. Me mata la hoja en blanco”, se sincera. Da a entender que está en la plenitud profesional (“Quiero hacer muchas cosas”), económica (“mis dos bienes materiales más importantes son mis dos casas”) y sexual (“igual…creo que está sobredimensionada la frecuencia sexual”, reconoce, bajando la voz).

Por favor, la incita el reportero, le ruego deje su última frase. 

Y Javiera Contador simplemente dice:

-Creo en el amor.

Y ahora sí, en el lugar del planeta en que se encuentre, Javiera puede soplar las velas.

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