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20 de Septiembre de 2022

El recorrido de un recién nacido: del abandono en los hospitales a la adopción en un sistema lleno de fallas

Ilustración de Patricio Vera

En Chile no existe registro de cuántos niños nacen y son abandonados en los hospitales. Gran parte de ellos provienen de un embarazo en conflicto. Su progenitora —por variados factores psicosociales— no se siente capaz de cuidarlo y escapa del hospital luego del parto. Esa arista es la más cruda y se cruza con problemas de adicciones. Sin embargo, desde 1999 la ley de adopción considera la cesión voluntaria del menor, una vía muy poco conocida y llena de estigmas sociales. Muchas mujeres entran a este programa buscando contención y acompañamiento. The Clinic conversó con fundaciones y recolectó testimonios para mostrar los caminos que recorren mujeres embarazadas, madres y recién nacidos hasta llegar a la adopción.

Por

—Su parto no podrá ser atendido en este lugar— le dice el encargado con el que pidió hablar Mirta luego de que pagara el bono PAD en la caja. Ella había pedido hablar con él para avisarle que estaba siendo acompañada por la Fundación para la Adopción (Fadop) y que estaba en proceso de ceder voluntariamente al niño que nacería.

Tras la negativa del encargado, Mirta, nerviosa y algo asustada llamó a Daniela Pérez, la trabajadora social de la fundación, le contó que había hecho lo recomendado, dar aviso sobre la situación para que el personal estuviera al tanto y seguir ciertos cuidados apropiados para al proceso, como no estar en maternidad si no en ginecología y no insistir en el apego si es que ella no quería tenerlo con el recién nacido. “Muchas veces lo evitan para poder sostener la decisión y eso debe ser respetado por el personal”, agrega Pérez.  Sin embargo, Mirta antes de tener a su hijo fue discriminada.

En Chile la Ley 19.620 ampara a mujeres que presentan conflictos con su embarazo, ya sea por no haber sido planificado, no ser deseado u otros motivos. Es ahí donde la alternativa de adopción se vuelve una oportunidad para ellas, sus hijos y las personas que quieran formar una familia. El proceso de cesión voluntaria es un derecho que puede comenzar desde el embarazo.

Mirta, tuvo que pedir la devolución de su bono, pero ésta demoraba 30 días. Se tuvo que conseguir dinero y buscar otro hospital. Mirta siguió adelante en el programa. La fundación volverá a conversar con ella tras el parto, la acompañarán al tribunal y tendrá 30 días para el discernimiento de su decisión final.

“En general son mujeres que están carentes de redes de apoyo y están muy solas durante el proceso, nuestro trabajo se vuelve un espacio de contención muy bueno para ellas, de hecho, muchas veces cerca de la fecha desisten de tomar la decisión de dar a su hijo o hija en adopción”, cuenta Lorena Bustamante, psicóloga de Fadop y agrega que lo importante es “que las mujeres se sientan libres para poder elegir”.

Una de las formas en que más se contactan con Fadop es gracias al Whatsapp que tienen dispuesto para embarazos en conflicto. “Muchas llegan preguntando en las primeras semanas, si tenemos información sobre aborto, hay muchas que podrían entrar en la causal de violación, aunque no son la mayoría”, cuenta Daniela Pérez.

Un evento de Fadop.

Los embarazos producidos por violación pueden ser interrumpidos voluntariamente en Chile hasta la semana 14 de gestación. Sin embargo, el 49% de los profesionales a lo largo del país se ha declarado objetores de conciencia en la causal por violación, según una reciente medición de la Universidad de Chile. Esto podría aumentar la brecha de acceso que tienen las mujeres que están en conflicto con su embarazo y están a tiempo de interrumpirlo.

“Nosotras por lo general trabajamos con mujeres que están en etapas más avanzadas y que están muy conscientes e informadas de la decisión que están tomando” comenta Pérez. A esto, Lorena Bustamante precisa que “es importante entender que muchas veces sienten que no son capaces de cuidar de ese hijo a pesar incluso de tener otro, pero debido a factores psicológicos que varían caso a caso, factores sociales y finalmente económicos, deciden cederlo en adopción”.

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Paz nació en 2017, su progenitora se dio a la fuga a los pocos días del parto y ella quedó en el hospital. Presentaba síntomas de abstinencia, el trastorno que desarrollan los recién nacidos cuando han sido expuestos a sustancias adictivas durante su gestación. Durante 11 meses deambuló en residencias y hospitales, él último fue en un centro de la Corporación para la Nutrición Infantil (Conin).

Había recibido todos los cuidados necesarios, “salvo el que da una mamá, amor” comenta Francisca, quien junto a su marido, Cristian, la fueron a visitar a esa edad. Es justamente ese lapso de tiempo el que la fundación Apoyo adopción junto con Cuna Segura, intentan reducir. Una de sus propuestas es intervenir en los protocolos de las actuales políticas que hacen que los procesos de susceptibilidad de adopción sean tan largos. Hasta entonces la vida de Paz, que estaba pronta a cumplir un año, todo había sido sobrevivir, hasta que conoció a sus nuevos padres. La pareja llevaba un largo camino para poder adoptar, juntos habían tomado la decisión de hacerlo “luego de vernos imposibilitados biológicamente”, recuerda Francisca. Se inscribieron en la página del Sename, fueron a talleres explicativos y de sensibilización, llenaron las carpetas con sus datos de salud física, mental, solidez financiera y proyecciones de jubilación. “Pero todo valió la pena”. La primera vez que vio a su hija, faltaba un mes para que cumpliera un año. “Era una niña exquisita, pero traía su historia”, Francisca cuenta que Paz tenía rosácea, sufría de estreñimiento, traía las uñas encarnadas y presentaba retrasos de habla y movimiento.

Los embarazos producidos por violación pueden ser interrumpidos voluntariamente en Chile hasta la semana 14 de gestación. Sin embargo, el 49% de los profesionales a lo largo del país se ha declarado objetores de conciencia en la causal por violación, según una reciente medición de la Universidad de Chile. Esto podría aumentar la brecha de acceso que tienen las mujeres que están en conflicto con su embarazo y están a tiempo de interrumpirlo.

—Se tapaba solita— recuerda conmovida, mientras Paz revolotea cerca de ella. Hoy tiene seis años y todos los síntomas que presentó a los 11 meses fueron desapareciendo con el amor, atención, cuidados y estimulación de Francisca y su marido.

Hasta el año pasado estos casos eran tratados por el tribunal de Familia correspondiente y el Sename, que fue el caso de Francisca, pero desde octubre, con la Ley N° 21.302, se creó el Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia, Mejor Niñez. Es decir, los casos sociales de recién nacidos en situación de abandono en hospitales pasan a ser tratados directamente por este servicio que determina el lugar en el que serán cuidados los menores mientras se ubica a su progenitora o algún familiar directo. De no ser posible, se decide una residencia, un hospital según sea el caso o en una familia de acogida, mientras se gestiona el proceso de adopción.

Anualmente, al menos 100 recién nacidos quedan en situación de abandono, según datos de la Fundación Apoyo Adopción. Sin embargo, la cifra es difusa ya que no existe normativa que regule esta problemática, cada centro hospitalario tiene sus propias medidas y por lo general incluye a la trabajadora social, el tribunal y el Sename.

“Depende del criterio de los adultos que se vaya encontrando en el camino” cuenta María Elena Reyes,  fundadora y directora de Apoyo Adopción y agrega que “hay muchos nudos pendientes sobre la poca visibilización que existe de estos casos y la falta de rapidez en los procesos y sugiere que con asegurar representación jurídica oportuna a estos menores, fortalecer el programa de familias de acogida y poner urgencia a estas causas en los tribunales de familia, se podrían acortar estos tiempos de espera.

 Un taller de sensibilización de Apoyo Adopción.

En 2010 Máximo fue dejado en el hospital tras nacer, pasó 15 meses institucionalizado en una residencia asignada. Según cuentan las cuidadoras de la residencia, hubo días en que dejó de comer. “Era estar viendo cómo una guaguita se dejaba morir”, cuenta su mamá adoptiva, quien lo conoció luego de que Máximo cumpliera un año. Al verlo se enamoró de él. “Era exactamente el hijo que estaba esperando tener”, recuerda. Cuando Máximo fue adoptado, venía de al menos ocho hospitalizaciones diferentes, luego desarrolló consecuencias que han ido disminuyendo en los últimos 10 años, cuenta su mamá sin precisar para no exponer a su hijo.

René Spitz fue el primer psicoanalista que nominó lo que ocurría con los niños en residencias u hospitales como “síndrome del hospitalismo” y para la fundación Apoyo Adopción este concepto es clave porque define el conjunto de trastornos que aparece en niños pequeños cuando son separados de sus madres e internados en instituciones.

Apoyo Adopción realizó reuniones en pandemia para visibilidad la situación de los recién nacidos y sus esperas.

“La falta de contacto humano y carencia de cuidados maternos hace que los niños entren en estados de letargo que si no se corrige – con la mamá o una cuidadora— puede llevar a la muerte, a pesar de tener salud y alimentación adecuada”, explica Reyes.

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Una trabajadora que prefirió proteger su identidad cuenta que los casos de mujeres que escapan del hospital y dejan a sus hijos en situación de abandono, “son hechos que se cruzan directamente con problemas de alcoholismo y drogadicción, esto las pone en una posición de vulnerabilidad extrema, a ella y a su hijo”. Se marginan de los controles médicos en los Cesfam, lo que impide levantar alertas preventivas hasta que ya están en trabajo de parto. “He tenido muchos casos y es su precariedad de autocuidado la que de alguna forma las hace dejarlos, imagino que una parte de ellas confía en que ese hijo puede tener un futuro mejor” reflexiona.

El 8 de septiembre del 2021 Francisca recuerda que la citaron por videollamada nuevamente del Sename. Habían empezado un segundo proceso de adopción durante la pandemia del 2020, pero creyó que como la institución cambiaba de enfoque a Mejor Niñez, se trataba de una nueva charla informativa con trabajadoras sociales.

—Paz tiene un hermano biológico — dijo la misma trabajadora social que los acompañó en el proceso anterior. Francisca y Cristian se miraron y se cortó el Zoom de imprevisto.

—Es un lactante de 8 meses— agregó la trabajadora cuando retomaron la conexión y ambos se emocionaron.

Dos semanas después, el 22 de septiembre pudieron ir a verlo. Fernando, el hermano de Paz, estaba en Conin, la institución donde había estado su hermana seis años atrás. La situación había sido la misma, su progenitora se había fugado tras el parto. “Como familia también tenemos la misión de reparar esas heridas”, reflexiona Francisca al contar la historia de sus dos hijos.

René Spitz fue el primer psicoanalista que nominó lo que ocurría con los niños en residencias u hospitales como “síndrome del hospitalismo” y para la fundación Apoyo Adopción este concepto es clave porque define el conjunto de trastornos que aparece en niños pequeños cuando son separados de sus madres e internados en instituciones.

“Cuando fuimos a buscar a Fernando, nos hicieron pasar a una sala donde estaba él con una de las cuidadoras de Conin, después de un largo rato nos quedamos solos con él”. En ese intertanto, las profesionales encargadas fueron pasando para contarles el diagnóstico que tenía el lactante: “Él venía bien, pero obviamente con un retraso motor y de lenguaje, porque les falta más estimulación”.

Ese mismo día salieron con Fernando en brazos, y se encontraron con una que las enfermeras del lugar habían preparado un puente de burbujas y puesto la canción Color Esperanza.

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