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Reportajes

14 de Septiembre de 2022

La pesadilla que atrapa a los profesores

Agencia UNO

En 2020, Elige Educar realizó un sondeo a 4 mil docentes, para traslucir el estado del proceso de educación a distancia. Los resultados arrojaron que un 77% de los profesores declaró estar “muy estresado”. Actualmente, el retorno a los colegios de forma presencial y la jornada escolar completa ha significado un agobio según afirman educadores. Mientras el porcentaje de licencias médicas en comunas como Providencia se mantiene sobre 10%.

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El retorno a clases presenciales obligatorias en los colegios que comenzó en marzo luego de dos años de educación online fue un gran desafío no solo para los alumnos, sino también para los docentes. Así lo explica Romina Arredondo (25), profesora de inglés en el colegio de niñas Polivalente Almendral, ubicado en La Pintana. Romina relata que este periodo fue bastante estresante, abrumador y afirma que se sintió sobrepasada más de una vez. “No terminábamos de resolver un problema y ya se presentaba el siguiente, faltaban horas del día para poder terminar todo lo que había que hacer. Me sentía cansada, pero sufría de insomnio y era difícil encontrar un balance para no terminar explotando”, asegura.

Este año en el establecimiento en que trabaja Romina decidieron funcionar en trimestres, a finales de mayo para el cierre del primer periodo, ella dice que llegó a un punto en el que no podía más. Un día pasó todas sus horas de permanencia revisando trabajos, pruebas e incluso se saltó el almuerzo porque necesitaba aprovechar el tiempo. Al igual que en otras ocasiones se quedó trabajando hasta más tarde en el colegio para llegar a su casa y no tener nada pendiente, sin embargo, no lo logró. Llegó a su hogar y tenía que seguir revisando evaluaciones para subir las notas al sistema, además debía preparar material para las clases que tenía esa semana, pero su cuerpo no dio más.

Cuando Romina llegó a su casa, se acostó y se quedó mirando el techo durante mucho tiempo. Afirma que no podía dormir, pero tampoco tenía fuerza para levantarse y hacer algo, sentía que su cerebro ya no funcionaba y se disoció. Este fenómeno le ha ocurrido otras veces y por lo mismo se ha tratado con psicólogo. “Estuve horas acostada sin poder moverme, sentí que fueron minutos, cuando pude reaccionar ya era tarde así que decidí dormir y dejar lo que me faltaba para el otro día. Sin embargo, no pude conciliar el sueño naturalmente, por lo que tomé una pastilla para dormir”, explica. 

Romina agrega que al otro día se sentía muy frustrada puesto que no pudo preparar una clase que ella considerara significativa, ni material que fuera lo suficientemente bueno para generar un buen aprendizaje. “Estaba agotada, pero al mismo tiempo me sentía culpable porque de cierta forma percibía que no le estaba fallando al colegio en sí, sino que directamente a mis alumnas”, relata.

Sobre el retorno a las aulas Romina dice que fue un desafío porque: “no solo volvimos actuando como profesores, sino que también tuvimos que tomar un rol en el cual reeducamos a las alumnas sobre convivencia escolar y el respeto por otros”. “Además de retomar el contenido curricular, debimos repasar el tema de valores y respeto que se tenía previo a la pandemia, tanto hacia los profesores como a sus compañeras que se perdió estando dos años en la casa”, dice.

Un caso similar vivió Priscilla Álvarez (36), profesora de Lenguaje en el Colegio del Alba, situado en la ciudad de Coquimbo. Priscilla afirma que fue un semestre intenso, porque tuvo que cumplir con excesivas labores y sobre todo solucionar las dificultades de los estudiantes con sus pares. “Me sentí agobiada con tantas entrevistas a apoderados para informar situaciones de convivencia”, expresa. Además, agrega que desde su perspectiva el momento más complicado fue en junio en el término del primer semestre. “Fue bastante desafiante, dado que el colegio implementó nuevas tecnologías como el libro digital EduFácil. Aparte de tener que aprender su uso, se complejizó la labor de ingresar las notas”, explica.

“No terminábamos de resolver un problema y ya se presentaba el siguiente, faltaban horas del día para poder terminar todo lo que había que hacer. Me sentía cansada, pero sufría de insomnio y era difícil encontrar un balance para no terminar explotando”, asegura.

Respecto al regreso a clases presenciales, Verónica Riquelme (57), profesora de Música y Artes en el Colegio Nehuén de Talagante, expresa que fue muy estresante. “En los docentes de la escuela observé algunos cambios de ánimo porque costó demasiado incorporar rutinas y hábitos. Partimos con todo, eso nos afectó a los profesores, niños y familias porque nos lanzaron de una vez a la jornada escolar completa”, dice. 

Sobre el comportamiento de los alumnos Verónica cree que fue difícil, puesto que estaban desconectados de la forma en que se desarrollaban las clases. La distracción era mayor al estar en contacto directo con sus compañeros y se volvía complicado mantenerlos distanciados en las salas de clases. A pesar de esto, ella menciona que han tenido espacios de contención, jornadas de trabajo donde han podido exponer sus preocupaciones y experiencias personales. 

Andrea Muñoz (45) trabaja como profesora de Lenguaje, Ciencias Naturales, Artes Visuales y Tecnología en el colegio Corporación Educacional María Medianera El Bosque, ubicado en la comuna de El Bosque. Andrea cuenta que el momento más complicado durante el semestre fue en abril cuando ya tenían conocimiento del plan a seguir y se presentaron variados problemas emocionales de los alumnos. “Hubo mucho llanto, quedaron en evidencia todos los problemas de adaptación y dificultades de sus hogares. Tuvimos que hacer el trabajo de decidir si enfocarnos en los conocimientos o tratar la emocionalidad de los estudiantes”, comenta.

Andrea menciona que a estas alturas del año era necesario un receso, un descanso absoluto porque el hecho de haber vuelto inmediatamente con la jornada escolar completa fue agotador. “Estuvimos dos años trabajando hasta las 13:00 horas, fue difícil volver de manera presencial desde las 8:00 hasta las 15:30. Encuentro que tanto los alumnos como los profesores no rinden, no hay frutos, tener más cantidad de horas de clases no significa calidad”. “Debió haber un replanteamiento con respecto al método de trabajo, tendría que haber sido mucho más paulatino con sesiones más breves o más recreos, espacios de distensión. De esa forma los niños y docentes nos hubiésemos sentido más cómodos, el cansancio laboral se ve reflejado en la cantidad de licencias médicas que se han presentado”, afirma Andrea.

AUMENTO DE LICENCIAS MÉDICAS PARA PROFESORES

Las vivencias de Romina, Priscilla, Verónica y Andrea no son las únicas; son parte de los miles de profesores que a lo largo del país se han sentido agotados, así lo asegura Carlos Díaz, presidente nacional del Colegio de Profesores. Díaz dice que observa a los profesores más cansados que antes de la pandemia, los ve en una situación de agobio muy fuerte con estrés, ansiedad y sobre todo bastante extenuados. Agrega que existe un aumento importante de las licencias médicas de los docentes. “La carga que tienen es sumamente pesada, lamentablemente hoy día se aprecia en la tensión y fatiga que se refleja en las licencias médicas que existe por parte de los profesores dentro de los colegios”, describe.

Una persona sentado frente a una puerta de madera

Descripción generada automáticamente con confianza media
Carlos Díaz en su oficina en el edificio del Colegio de Profesores.

Para este reportaje se consultó a doce departamentos de educación de municipalidades de Chile, solo uno respondió con los datos. Dentro de las otras, algunas contestaron que no se podía entregar las cifras o solo a través de la ley de transparencia pero que demora mínimo 20 días. Otras no respondieron o apelaron a que son datos muy sensibles.

Según cifras de la Dirección de Educación de la Municipalidad de Providencia, el 29 de abril de este año, de los 608 profesores de la comuna, un 11,02% tenía licencia médica. Luego con fecha 2 de mayo, un 10,45% de los docentes estaban ausentes. El pasado miércoles 29 de junio, 50 profesores se encontraban con licencias médicas representando un 8,13%.

“Estaba agotada, pero al mismo tiempo me sentía culpable porque de cierta forma percibía que no le estaba fallando al colegio en sí, sino que directamente a mis alumnas”, relata.

En el Colegio Tantauco ubicado en la comuna de El Bosque, durante el primer semestre, 25 de un total de 45 docentes presentaron licencia médica entre marzo y junio. La directora académica del establecimiento, Paola Gutiérrez, explica que antes de la pandemia normalmente solo había 10 profesores que pedían licencia durante este mismo periodo. “Vi a los profesores afectados emocionalmente, estaban cansados, bastante agobiados. Fue complejo volver a la presencialidad luego de casi dos años de clases online. Los niños más pequeños volvieron violentos, por otra parte, los alumnos más grandes llegaron muy sensibles y a los docentes les tocó contenerlos a ellos”, explica. 

Paola agrega que hubo un desgaste emocional durante los años 2020 y 2021 donde se ajustaron a trabajar a distancia y tuvieron que cambiar sus formas de enseñar. También afirma que durante ese tiempo se perdió la barrera entre hogar y trabajo. “Los docentes en este primer semestre tuvieron que empezar desde cero con los alumnos, como con algunos niños de tercero básico que no sabían leer. Además, los profesores debieron tratar con las situaciones de convivencia que ocurrieron y lidiar con los apoderados de los cursos”, relata. Paola tiene entrevistas individuales con todos los profesores cada mes, para evaluar cómo se encuentran y escucharlos. Ella observa que desde el año pasado hay un declive en la salud mental de los educadores, como parte del equipo directivo los acompaña y se pregunta: “Yo hago contención a los profesores, pero ¿quién me contiene a mí?”.

En septiembre del 2020, la organización no gubernamental Elige Educar realizó un sondeo a 4 mil docentes, educadores de párvulos y directivos de todo el país, para traslucir el estado del proceso de educación a distancia. Los resultados arrojaron que un 77% de los profesores declaró estar “estresado” o “muy estresado”, esta cifra representó un alza de 24% en comparación con la primera encuesta que aplicaron en abril-mayo de ese mismo año. Entre los principales síntomas de los educadores también señalaron agobio o tensión (87%), alteración del sueño (83%), dificultad para disfrutar sus actividades diarias (72%), disminución de su felicidad (67%) y falta de concentración (62%). 

Elige Educar en su informe indicó que: “frente a la pregunta sobre los efectos que tuvo la pandemia en su vida personal, 7 de cada 10 maestros señaló que la nueva modalidad de trabajo ha “afectado” y “afectado bastante” su vida personal, siendo las mujeres quienes resultan más perjudicadas con un 80%”.

En enero del 2021, la Fundación Liderazgo Chile (FLICH), Universidad del Desarrollo (UDD) y la Universidad Andrés Bello (UNAB) realizó la investigación “Efectos del confinamiento por COVID-19 en el bienestar docente”. Se reveló que un 84,5% de los profesores expresaron sufrir un alto desgaste emocional. Además, un 84,7% manifestó estar cansado físicamente y un 80,3% mencionó sentirse alguna vez agobiado por el trabajo en el último mes.

Estuvimos dos años trabajando hasta las 13:00 horas, fue difícil volver de manera presencial desde las 8:00 hasta las 15:30. Encuentro que tanto los alumnos como los profesores no rinden, no hay frutos, tener más cantidad de horas de clases no significa calidad”.

En el estudio, se examinó el estado psicológico de los profesores en relación con su trabajo en la pandemia, encuestaron a 635 docentes a lo largo de todo el país, con un rango de edad entre 21 y 72 años, la muestra fue representada por escuelas municipales (59,75%), particulares subvencionados (33,76%) y particulares pagados (6,50%).

La encuesta Estamos Conectados creada por Educación 2020 e Ipsos en julio del 2021, reflejó en sus resultados que un 80% de los docentes y directivos afirmó que su vida familiar estaba siendo profundamente afectada y un 65% expresó sentirse estresados.

PROYECCIÓN 

Eduardo Vargas Garrido (26), psicólogo del establecimiento Miravalle ubicado en la comuna de Peñalolén, comenta que es complejo encontrar una solución como tal, frente a esta problemática sobre el estado emocional de los docentes. Desde su perspectiva, se debería avanzar paso a paso, empezando por reconocer la salud mental como un factor importante dentro del desarrollo de las personas y sus empleos. No solo en la educación, sino en general y comenzar a realizar jornadas en torno a esto. 

“Creo que en 5 años puede haber una evolución, se va a gestar un cambio quizás no tan amplio, un reconocimiento más allá de la producción en el trabajo, donde se considere más la salud, emociones y el bienestar”. “Una de las mayores complicaciones dentro de los trabajos es ver a las personas como una máquina. Las instituciones deben ver el desarrollo de los profesores, dentro de los contextos. Mientras no lo hagan, va a afectar de forma directa al aprendizaje de los estudiantes”, explica.

Patricia Zapata (54), directora académica del establecimiento Nuestra Señora de Loreto situado en Las Condes. Desde su perspectiva observa que el ausentismo laboral de los docentes es una de las variables que puede generar el retroceso de aprendizajes de los estudiantes. “Sin duda, el sistema escolar se ha fragilizado completamente, los docentes no están ajenos a esta situación. Mejorar la calidad de vida de los trabajadores de la educación es fundamental. Más tiempo para la preparación de clases y trabajo técnico pedagógico, mejores condiciones salariales y de seguridad laboral, etc. Un conjunto de medidas que están pendientes hace mucho tiempo en nuestra sociedad”, reflexiona.

Patricia, agrega que: “Por años, las políticas públicas en educación han presionado el sistema para lograr mejores resultados en pruebas externas al colegio (nacionales e internacionales), comparándonos con los países de la OCDE, pero poco se habla de comparar las condiciones en que trabajan los docentes en países con buenos resultados. El problema es complejo porque la solución no pasa por abordar las variables de manera aislada, sino en su conjunto”, afirma.

Sobre la repercusión que este problema puede provocar, Patricia menciona que los efectos pueden ser lamentables si no se abordan estrategias para aminorar sus efectos, en cinco años podríamos tener generaciones menos preparadas para enfrentar los desafíos de la vida adulta. Afirma que la pandemia ha generado un retroceso en el aprendizaje de los estudiantes, vacíos importantes en años claves para su desarrollo emocional y cognitivo, pero no debemos echarle la culpa exclusivamente al ausentismo laboral de los docentes, este es solo otro síntoma de la enfermedad. “Aminorar los efectos, requiere de una mirada global, que aborde las diversas variables del problema, pero, sin duda, todas las acciones que estén dirigidas a fortalecer el vínculo entre el docente y sus estudiantes provocarán mejoras y disminuirá los efectos negativos que han tenido estos últimos años”, concluye Patricia Zapata.

*Este reportaje fue realizado en el Taller de Periodismo en Prensa de la Universidad Católica con la profesora María Pilar Navarrete Michelini.

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