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Entrevista Canalla

30 de Diciembre de 2022

Coco Legrand, comediante: “El 2022 fue un año absolutamente de mierda”

El legendario artista ha vuelto. Tras su accidente a fines del 2021, debió trabajar en su rehabilitación y empezar a caminar otra vez. Ahora ya está recuperado y anuncia varias presentaciones en enero. Aquí Coco habla de su vida, de su accidente, del humor, y repasa a grandes rasgos todo lo que fue este año. Para él y para el mundo.

Por

“A esta edad, compadre, todos te contradicen”, alega teatralmente Coco Legrand, el rey nacional de la risa, el referente, el Pelé de la comedia. Y aquí, conmovidos, informamos que el rey ha vuelto. Programa varias presentaciones para el mes de enero (12, 13, 14 y 15 de enero, Teatro Nescafé de las Artes), y también trae una rutina aguda sobre su vejez con la obra “70 o Sé Tonto”.

Informamos que lo vemos lleno de vigor. El rey le ganó a la muerte, carajo, tras ese accidente del 2 de octubre del 2021, cuando la Harley, esa moto bautizada por Coco Legrand como La Gordi, una Harley Davidson Fat Boy Screaming Eagle, un jet con dos neumaticos, un modelo exclusivo del cual hay sólo seis motos semejantes en el planeta, se estrelló contra un metal y Coco quedó tumbado, ido, tendido en la vía, en el Camino a la Pirámide, con la pierna izquierda apagada, con la sensación de que ocurría el inesperado final.

En ese instante se figuró de forma borrosa que unos ángeles lo tomaban en andas, lo levantaban, y lo dirigían a una nube. Se figuró que no volvería a ponerse de pie. Se figuró que caía el telón. Pero aquí, un año después, vemos a la leyenda: se ha puesto de pie hace tan sólo unos meses, es un milagro, y enseguida diagramó una rutina de humor. 

-¿Estás bien?- le preguntó tiempo atrás el manager.

-Sí.

-Ya, huevón, entonces ponte a escribir.

Y Coco le ha escrito a la decadencia, a la vejez, al declive:

-Y todos te contradicen…paf, paf…y uno ahí como gil- continúa hablando el Coco, en personaje.

Este señor, en fin, no se llama Coco, se llama Alejandro y se apellida González, tiene 75 años, cuatro hijos, la misma esposa de siempre, la Magdalena de toda la vida, varias motos que lógicamente ya no conduce, tiene los pelos de punta coloridos de blanco, tiene una pierna compuesta de fierro y otra compuesta de cansancio. Es el inventor del Pepe Pato, el Chicago Boy llevado a trama cómica, acumula todos los trofeos que dona la Quinta Vergara, amenizó a la población cuando no había amenidad, en los ochenta, durante la era sin tallas, y se constituyó entonces como el monarca, el supremo líder chileno de la hilaridad. Y ahora, en estos instantes, está en un trance teatral, se le filtra un fragmento de su nueva obra y añade:

-…te contradice tu señora, te contradicen los huevones de tus hijos, te contradicen tus nietos…¡todos!… 

Dos personas lo escuchan con atención y preparados para la emisión de una carcajada: su manager y el reportero.

Y Coco sigue con el sello Legrand, es decir, abatido por libreto, el ciudadano formalmente hundido, el humor envuelto en una tesis, y dice:

-Es que a esta edad, huevón…

Y se percibe que está pidiendo la interacción.

El reportero ingresa al diálogo como bandejero.

-¿Qué tiene esa edad, Coco?

-A esta edad uno es un perfecto imbécil, compadre.

El manager ríe. El reportero sospecha que el manager ha emitido una risa táctica, para generar contagio. Coco se mantiene facialmente imperturbable.

-¿Por qué es un perfecto imbécil, Coco?

-¡Porque todo cambió, huevón! 

El manager y el reportero asienten con pesar. 

-¡Todo es destrucción, huevón!- estalla. 

El manager y el reportero suspiran, desalentados.

Y sigue:

-¡Yo perdí la fe en los políticos, gracias a los políticos! ¡Yo perdí la fe en la verdad, gracias a los medios de comunicación! ¡Y ahora todo es negación, huevón! 

-¿A qué apunta?- interviene la prensa.

-¡Pero, huevón, fíjate como nos denominamos…!

-¿Chilenos?

-¡Chile NOS…de ahí parte la negación! ¡Somos los únicos seres del planeta que todo lo decimos negando, huevón!…”No, si…el descueve…”, “No, nos juntamos después”…Todo empieza con “no”.

-¿Y qué otros cambios radicales ha percibido el último tiempo?

-La mujer, huevón, es una cosa impresionante. Tiene poder. Es chora. La mujer es la que manda y lo hace a la pinta. Y uno ahí, puta, acata no más.

-¿Y la vejez trae cambios?

-Puta- y Coco baja la voz- ahora soy el único huevón de mi familia que mea sentado…

-Perdone, ¿usted orina sentado?

-Yo ya meo hasta acostado…

Y el manager ríe.

Coco Legrand le pone teoría al envejecimiento. Desliza que las sociedades modernas dejan de lado al que se retrasa, el que cojea es marginado, la cana envilece, el anciano es débil, postula.

-¡Y somos imbéciles!- insiste.

El reportero observa que Coco se agita. Tiene los pelos de punta. Y el pelo, en ocasiones, es un pilar de la expresividad.

-¿Qué le pasó a su pelo, Coco?

-Está parado, huevón- responde con honestidad.

-¿Por qué se le paró el pelo, Coco?

-Es por la obra, en honor a Federico Sánchez, un amigo. 

-¿Es usted un admirador de Federico Sánchez, Coco?

-Ese huevón tiene el pelo blanco y parado. Y él perdió su pierna izquierda en un accidente en moto, hace muchos años. Su pierna es una prótesis. Y yo prácticamente perdí mi pierna izquierda en un accidente en moto. Entonces ahora me he transformado en la versión rasca de Federico Sánchez. 

-Respecto a los cambios que ocurren en la actualidad, ¿ha debido cambiar su humor?

-No, compadre.

-¿Se ríe de lo mismo?

-Yo sigo haciendo lo mismo. Contar lo que estoy sintiendo.

Se produce una pausa.

Coco mira la lejanía.

-¿Y qué siente ahora, Coco?

-Compadre, ahora siento que estoy de pie.

Si bien está sentado, la leyenda, en símbolos, se ha levantado desde el pavimento. El cuerpo que estaba inerte ese 2 de octubre del 2021, en la Pirámide, fue, en efecto, tomado en andas por tres entes que Coco Legrand, imbuido del accidentalismo mágico, definió como “tres ángeles”. Los define como “tres ángeles que aparecieron justo ese 2 de octubre, Día de Los Ángeles Custodios”. Fueron, en verdad, tres jóvenes bomberos que venían tras la Harley de Coco Legrand y captaron el accidente: un auto rozó la moto de Legrand. El auto iba, calcularon, a 140 kilómetros por hora. Legrand perdió estabilidad, se estrelló contra una pared metálica, su cuerpo de 79 kilos voló cerca de siete metros. Uno de los bomberos, al acercarse, le sacó el casco. Dio un grito:

-¡Coquito!

-¿Eh?- Legrand yacía mareado, intentando descifrar al ángel.

-Te vamos a sacar de aquí.

Era una luz, deliraba Legrand. Era una luz con voz, una luz con conocimientos de primeros auxilios. La luz divina, razonó con impacto.

Lo cierto es que los tres ángeles de Bomberos de Chile le salvaron la vida a Coco Legrand.

Y Coco pasó un semestre en cama. Coco aprendió a caminar otra vez. Una de sus piernas es de carne, la otra, la zurda, es completamente de metal. 

-¿Cómo cataloga este 2022?- le pregunta el reportero.

No titubea. No responde poéticamente.

-El 2022 fue un año absolutamente de mierda.

El 2022, según Coco Legrand

“Bueno”, reitera Coco, “el año fue una absoluta mierda”. ¿Qué fue lo peor? “Estar en la cama”, anuncia. ¿Y qué fue lo mejor del año? “Pararme de la cama”. ¿Qué fue lo más gracioso? “Reaccionar, huevón”. ¿Cómo dice? “Eso, reaccionar, huevón. No sé si es algo gracioso, pero sí es algo que tiene gracia, mucha gracia, y es el acto de reaccionar, de intentar poner remedio a algo que no parece tener remedio”, proclama, seriamente, internándose en ese lado dramático que esconden los mejores comediantes. ¿Cuál fue la mejor frase que dijo o escuchó este 2022? Y Coco Legrand vocifera la mejor frase del 2022: 

“¡Cómo te salgo al encuentro, si no te veo venir!” 

Y también, dice, lo más triste del 2022 fueron algunas muertes, algunos colegas, algunos artistas. Y lo más feliz del 2022 fueron algunos abrazos, fue la risa de un nieto, el acto de caminar, de mover una pierna después de la otra, ese hito biológico tan asombroso. O ese hijo mayor que cosecha éxitos laborales. O ese segundo hijo, el que parecía ser más artista, que de pronto es padre de familia. Las mejores risas del año, dice, le aparecieron en el trabajo, las carcajadas aparecían al crear la nueva obra. Lloró en la cama. Se rió en el escenario.

La frase más estúpida que dijo el 2022 fue la siguiente: 

“¡Justo a mí me tocó ser yo!”

Y la frase más ególatra que dijo el 2022 fue la siguiente:

“¡Qué haría yo sin mí!”

Este 2022 Coco Legrand se empobreció un poco más. “Vendí mi oficina”, declara, inmutable. “La vendí con todo lo que tenía”, detalla. Pero este 2022 Coco Legrand se llenó de aplausos, que es el oro del comediante. No fue a Festivales porque nunca va a festivales. Pero estuvo en escenarios pequeños y dice esto:

“Siempre me han querido”.

“Y yo…”, esboza, “quiero a la gente, y yo quiero la comedia, quiero los teatros, quiero a la Magdalena, a los niños, a los hijos de los niños”. Es un año malo para sus piernas, bueno para el corazón.

-¿Y el mundo, Coco?- preguntamos.

-¿Qué pasa con el mundo?- se asombra él.

-¿Cómo ha visto el mundo, el país, este 2022?

Y Coco Legrand se estira aún más las mechas blancas.

Y concluye esto:

“Más o menos, huevón”.

El mundo, según el Coco

“Nunca hablo de política”, advierte. ¿Y Boric? “No hablo de políticos”, responde. ¿Y Biden? “No”. ¿Y Putin? “No”. ¿Y la ONU? “No”. Pero, al adoptar la conciencia de un personaje, Coco Legrand deja rastros de sus opiniones. Y, por ejemplo, con un vozarrón actoral, declara:

“¡La Primera Junta de Gobierno se realizó en el año 1810! ¡Y tuvieron que pasar quince años, es decir, llegar al año 1825, para que a este territorio le pusieran Chile! ¡Y, claro, ahora queremos hacer puros cambios rapiditos!”

Y luego se decepciona de la modernidad.

Y dice:

-Para qué tanta pantalla.

Y luego, tras ser incitado por la prensa para que contemple simbólicamente el mundo, Coco Legrand sintetiza su pensamiento. 

Y dice:

-Estamos viviendo en un infierno moderno.

Y, al rato, al ser consultado por el sentido de la vida, Coco Legrand afirma:

-Vivir feliz, huevón.

O dice, secamente:

-Estar tranquilo.

O dice: 

-No causar destrozos.

Y argumenta finalmente:

-El sentido de la vida, compadre, es estar en condiciones para poder trabajar. El sentido de la vida, para cualquier ser humano, es estar en condiciones para estar con su familia. El sentido de la vida es saber lo que pasa con el resto.

-¿Usted volverá a andar en moto?

-Decidí que no.

-¿Le agarró susto?

-No. Pero ya no estoy en condiciones para subirme a una moto.

-¿Por qué aún tiene varias motos en su casa si no puede andar en ellas?

Coco sonríe, melancólicamente.

Coco, el motoquero, el comediante que irrumpió en tantos escenarios empuñando el acelerador de la Gordi, la Harley que marcaba rating, el artista atado a un tubo de escape, finalmente confiesa:

-…las tengo ahí…para mirarlas…

-¿Qué hace exactamente con las motos, Coco?

-Les paso un pañito. Y después me voy- y, en ese instante, el rey del humor, el que resucitó, se pone literalmente de pie. Se para en sus dos piernas, la humana y la reconstruida. Y así parece un héroe.

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