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Reportajes

Armas de fuego, drogas y autos de lujo: el controvertido sello de la narcocultura en la música urbana nacional

Las armas se han convertido en un elemento habitual del género urbano local. Aparecen en videos musicales o en lives, como lo hizo Cris MJ. La narcocultura es una de las principales influencias de los populares cantantes. Harry Nach dice que "en la música se habla de lo que uno vive y de las calles. En los barrios hay muchas armas, muchas drogas y por eso hablamos de eso", señala.

Por Catalina Martínez y Aleister Quezada
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“Nosotro’ somo’ el corte / Hoy día buscándome el que ayer ‘taba ignorándome, respetao’ por flaites que en la calle andan escuchándome / otros envidiándome porque están apoyándome, pero yo sigo en la mía paqueándome / Con mi compi pistolas con chip, ropa Gucci, Versace, Givenchy”.

El verso es parte de la canción Pistolas con chip, del músico urbano Matías Muñoz (21), conocido popularmente como Marcianeke. En una de las primeras escenas del videoclip -que suma diez millones de visitas en YouTube- aparece con una especie de chaleco antibalas y dos armas, una en cada mano. A su lado, un hombre sostiene una pistola. La escena cambia en segundos. Ahora, el cantante está en una piscina rodeado de seis mujeres -dos de ellas con armas- bailando en traje de baño. El foco vuelve a Marcianeke. Esta vez aparece junto a un aparente menor de edad, que también sostiene armas.

No es el único artista de música urbana que incluye esos artefactos en sus grabaciones audiovisuales ni tampoco es una escena nueva en el género. Hace unos días, el cantante Cris MJ exhibió una pistola airsoft en un live de Instagram, mientras profería amenazas a un productor de eventos. El caso alertó al Ministerio Público, desde donde iniciaron una investigación de oficio. El más escuchado de Chile en Spotify, e intérprete de Una noche en Medellín, declaró ante la Policía de Investigaciones (PDI), su arma fue incautada y podría ser imputado con pena de cárcel.

Cris MJ. en su polémico live, mostrando una pistola.

Las armas se han convertido -desde hace tiempo- en elementos distintivos en el mundo de la música urbana nacional. Nicolás Ulloa, conocido popularmente como Nicolacito, es uno de los directores creativos que ha trabajado con varios artistas chilenos del género urbano en videos musicales. Una lista que incluye a Pailita, Polimá Westcoast y King Savagge.

Desde que está en el rubro, cuenta a The Clinic, le ha tocado dirigir rodajes con armas de fuego: “Hoy yo no volvería a hacer eso. Pero me encontré en una situación donde estábamos documentando casi lo que se estaba viviendo. Ahora me estoy dedicando a contar otras historias positivas. Los niños consumen esto”.

Para el cantante y compositor Harold Ignacio González, conocido como Harry Nach, el uso de armas de fuego o la promoción de drogas en videos musicales o melodías refleja una realidad.

“La calle es así, es la realidad, y en la música se habla de lo que uno vive y de las calles. En los barrios hay muchas armas, mucha droga y por eso hablamos de eso”, dice a The Clinic y explica que, a su juicio, si algunos artistas apelan a estos elementos es porque “quieren mostrar poder en su entorno, porque en su ambiente no hay seguridad”.

El cantante chileno, eso sí, advierte que esos elementos en los videos podrían ser perjudiciales para un artista al momento de querer expandir su carrera.

“El uso de armas en videos clip y la promoción de drogas no está bien ni para la sociedad ni para el artista, ya que si él quiere expandir su carrera musical hacia el extranjero o quizá tenga otros tipos de proyectos más grandes le va a afectar tarde o temprano”, subraya.

Al mismo tiempo, asegura que no cree que tanto la presencia de drogas como de armas en la música tengan incidencias en la sociedad. “No creo que los videos musicales ni las letras musicales incentiven a algo, porque soy partidario de que la música es así por la sociedad, no la sociedad es así por la música”, comenta.

Pero no solo las armas de fuego y las drogas se han hecho presente en las líricas de los cantantes urbanos nacionales. La ropa deportiva y de marca, los autos de alta gama, billetes y mujeres bailando con poca vestimenta también se han transformado en un sello del género en el que ha influido la narcocultura, que se refiere a la influencia cultural que ha ejercido el narcotráfico sobre una sociedad, a los gustos generalizados y popularizados por narcotraficantes.

En el video de Tussi Code Mari, canción de Marcianeke y Cris MJ que hace alusión a drogas, las escenas se centran en los músicos, quienes visten ropa deportiva y collares ostentosos, rodeados de mujeres y hombres con botellas de whisky. El clip tiene 40 millones de visitas en YouTube.

Los chalecos antibalas también se han vuelto protagonistas. Los cantantes Nickoog Clk, Ithan Ny, Izahn y Lucky Brown, en el video de la canción Glocko, lo dejan en evidencia. La puesta en escena es la siguiente: es de noche, los artistas visten de negro, con chalecos antibalas, cadenas doradas y mascarillas. De fondo hay motos, mujeres y armas.

El patrón se repite en el video de la canción Traketo de Jere Klein. El cantante es actualmente uno de los más escuchados en Chile, con tan solo 16 años. Durante abril, siete de sus canciones han estado dentro del Top 50 de Chile en Spotify.

La pieza audiovisual, que acumula más de seis millones de reproducciones en YouTube, relata una historia en la que el cantante es protagonista y maneja una lancha. El video finaliza con él disparándole a dos personas.

“Traketo”, del cantante Jere Klein. Foto: Captura de YouTube.

En la escena urbana local, el tema de la violencia es visto con un tema complicado para abordar públicamente. The Clinic se contactó con los mánagers de Marcianeke, Princesa Alba, Pailita y King Savagge, el productor musical y DJ Pablito Pesadilla y el beatmaker Magicenelbeat, para hablar para este reportaje: todos declinaron conversar.

La producción detrás de videos con armas

El videísta Nicolás Ulloa considera que el uso de armas de fuego en los videos musicales es un tema delicado. En diálogo con The Clinic, relata una de sus experiencias grabando.

“Cuando uno está en una población y graba este tipo de videos, uno pasa a una forma de documental, por así decirlo. Yo sentí que estaba documentando una situación de algo que no tenía control. Estaba siendo parte en ese minuto, pero no tenía control de que eso pase o no pase, porque estaba súper presionado por el momento en que estaba. No estaba en una zona segura donde dijera que eso no se podía hacer. Quizás, en la edición, puedo cortar más, pero en el minuto me sentí documentando algo de la realidad. En el fondo, no me podía hacer el loco diciendo que esto no pasa, porque lo estaba viendo”, recuerda.

Y agrega: “A nosotros, como directores, nos toca ser documentalistas y filmarlo. Es parte de lo que hablan las letras, es parte de lo que se vive en las poblaciones”. 

Además, precisa que si bien “uno no puede negar que en las poblaciones no hay drogas ni armas”, subraya que al momento de capturar la realidad en un video, éste debe tener un relato. 

“Si el artista habla de armas y dice que quiere poner un arma, no necesariamente debe estar el artista ‘fronteando’ con el arma, porque el mensaje que le entregarás al público es que el artista tiene un arma. Pero ahora, si lo pones en una situación como de acción y juegas con personajes y con una historia, lo puedes contar igual que en una película. La violencia la puedes ver en una película como en un videoclip”, explica. 

Juan Pablo Acuña, productor de videos musicales, concuerda con esa visión.

“No soy fan de las armas y jamás voy a proponer poner un arma en un video, a no ser que sea una película o algo de acción que tenga sentido, pero así como mostrar el arma porque sí, no. Yo no lo propongo, no lo hago, pero si me lo piden tampoco tengo problemas, es al gusto del cliente y es su decisión”, explica.

Hace seis años se adentró en el mundo audiovisual, creó Epyc Producciones y actualmente trabaja con artistas nacionales urbanos. Para él, la presencia de armas o mención de drogas es parte de la cultura del género urbano.

Las armas, la calle y la droga siempre han estado y no es porque quieran vender eso (los artistas), sino que están hablando de una realidad que es y que así se vive en muchas partes del mundo y de Chile”, dice.

Joyas, cadenas de oro, autos de alta gama o vestimenta de marca también son parte de los componentes clásicos de los videos musicales del género urbano. Para el productor de videos Juan Pablo Acuña, estos elementos apuntan a una dirección: “Algunos artistas o géneros quieren demostrar el éxito, la fama, y parte de ello es mostrando joyas, todas estas cosas. Es una copia de lo que se hace afuera, siempre se ha hecho”.

El fundador de Epyc Producciones plantea que estos elementos, además de las armas y las drogas, no necesariamente perjudican la visualización de videos. “Depende del público”, dice. 

“Por ejemplo, Jordan 23 claramente ha mostrado armas, pero él tiene su público. Pero si fuese Pailita o Denise Rosenthal, que tienen otro público, claramente a ese público no le haría sentido”, añade.

Laura Rodríguez, fotógrafa autodidacta y productora, se distancia de esa idea. 

“Un video con armas perjudica al artista y a las personas que lo ven. Muchos niños chicos escuchan sus temas y ven sus videos, tienen muchas reproducciones”, dice Rodríguez, quien ha producido videos de cantantes como AK4:20 y Marcianeke.

Por lo mismo -dice- nunca ha propuesto incorporar armas de fuego en escenas ni tampoco lo haría. “No es algo que yo permita, no me gusta”,  reconoce. 

Incluso, comenta que tampoco propone la participación de mujeres que bailen en las producciones -como es habitual en videos de género urbano-, para no promover la sexualización.

Lo que sí ha incluido en sus trabajos son, por ejemplo, autos de alta gama. Cuenta que por lo general los artistas que ya son reconocidos tienen sus autos y los utilizan para los videos. Los que aún son emergentes, en tanto, los arriendan autos o usan autos prestados, que personas particulares los ofrecen para esos fines.

Eso es bueno -relata-, porque se nota que hay una colaboración, entre todos nos ayudamos”.

Asimismo, rechaza la idea de que incluir autos de alta gama en un clip sea solo una señal de fama por parte de los músicos urbanos. 

“No lo hacen para agrandarse -asegura-, sino que como a ellos les cuesta llegar a eso porque vienen desde abajo, porque no tienen nada, con la música han podido lograr muchas cosas. Es para mostrar sus objetivos”.

“Pistolas con chip”, video de la canción de Marcianeke. Foto: Captura de YouTube.

Una “expresión” de la calle

La presencia del poder de fuego dentro de la música urbana chilena no es solo algo de los artistas. Un caso emblemático ocurrió en abril de 2022 cuando Pailita, quien ya se alzaba como uno de los referentes más escuchados del género en Chile, tuvo que intervenir durante un show para pedirle a sus seguidores que guardaran sus armas.

“Guarden las pistolas culias, porfa”, dijo con micrófono en mano. “Mis chanchitos lindos. Por favor, mi gentecita. La idea es que si llegamos bien aquí, que lleguen bien a la casita cuando termine el evento”, insistió, en medio de gritos de la gente que también reclamaba.

El caso, que tomó relevancia pública por el impacto del video que se viralizó, le significó al músico quedar en la primera plana de los medios.

El periodista y autor de “Historia del Trap en Chile”, Ignacio Molina, explica que la música urbana es una “expresión de la calle” en la que los artistas relatan, a través de sus canciones, sus experiencias personales de vida. Dice también que la utilización de armas de fuego está inspirada en una cultura musical.

“No estoy a favor del uso de armas ni encuentro positivo que se muestren armas en videos o en fotos, pero trato de hacer la separación de que es una estética de la cultura hip hop, porque el hip hop y el mismo trap original, no así quizás el reggaetón de Estados Unidos, eran personas que por la ley que tienen allá pueden portar armas”, comenta.

La gran diferencia, dice él, “es que acá nosotros no tenemos esa ley y es ilegal usar armas, pero como acá se copian las cosas de afuera se copió la estética de mostrar y presumir armas en los videos, tratando de parecerse a referentes”.

“Cuando un joven es de una población y muestra un arma se le estigmatiza y se le critica sin entender que en el entorno de donde él viene probablemente lo que más veía eran armas y cuando se iba a dormir tenía que escuchar disparos toda la noche”, afirma Ignacio Molina, y agrega: “No es que quieran ostentar el arma como algo positivo, sino que es parte de lo que vieron”.

A juicio del periodista, además, “cuando se habla de jóvenes cantantes que muestran armas se desvía el tema. Hay que preguntarse primero de dónde vienen esas armas, quién las vende”. 

Hace menos de un mes, el 26 de marzo, la PDI detuvo a un menor de edad integrante de la banda de “Los Chulos 17“, por infracción a la Ley de Armas. Tenía en su poder municiones, armas y chaleco antibalas, los que proveía para videos de músicos urbanos nacionales. 

Su captura se concretó en el marco de una investigación iniciada en septiembre de 2022, que apunta directamente contra la organización -su nombre hace apología a la pistola modelo Glock 17-, luego de que sus integrantes ostentaran armas de fuego a través de sus redes sociales. 

La discusión sobre uso de armas o mención de drogas en la música incluso arribó al Congreso Nacional en Valparaíso. En junio del año pasado, los parlamentarios de Renovación Nacional (RN), José Miguel Castro y Ximena Ossandón, y el diputado Tomás Lagomarsino (independiente-PR), presentaron un proyecto de ley que busca prohibir en establecimientos educacionales la reproducción de música y videos que hagan alusión al consumo de drogas o al porte de armas de fuego o de fogueo. 

Tras el video con Cris MJ mostrando una pistola, el diputado Castro emplazó, hace unos días, a la comisión de Educación de la corporación para acelerar la tramitación de la moción parlamentaria.

Glocko, Nickoog Clk, Ithan Ny, Izahn y Lucky Brown. Foto. Captura de YouTube.

“Dios protege la calle”

“Solo existe el castigo para los pobres, en la clase alta nadie paga. Hay una realidad que debemos soportar pero que no la creamos nosotros. Dios protege la calle”.

Así comienza el video de Mambo para los Presos. La canción es de Yiordano Ignacio y el rodaje se hizo cuando él tenía 14 años. La lírica habla sobre delincuencia y lealtad y en el clip audiovisual -que suma 39 millones de visitas en YouTube y fue publicado en 2018- aparece él vestido de un buzo y polerón marca GAP, junto al cantante Bayron Fire en una calle rodeados de personas, entre quienes hay menores de edad.

También hay una persecución policial, armas, disparos, maletines con dinero, autos de alta gama, motos y humo. La canción comienza con un mensaje claro:

“Este mambo va para los presos/ Pa’ los enfermos de la mente / Para que lo escuche toda mi gente, el nuevo tema de los delincuentes”.

Uno de los artistas urbanos locales que ha buscado distanciarse de la tendencia es Polimá WestCoast, intérprete de Ultra solo. “El prejuicio y la narcocultura y todo ese tipo de cosas, obviamente nos generan un bloqueo a personas que no estamos haciendo ningún crimen”, dijo en entrevista a La Tercera en 2021. “Estamos haciendo música, estamos aportando a Chile con cultura, con música que no existía, con música urbana y espero que se pase pronto eso y que no existan ese tipo de barreras para los artistas, porque eso somos, hacemos arte”, agregó.

Una alianza entre la música urbana chilena y la narcocultura que hoy tiene a la escena musical con los focos encima.

“Mambo para los Presos”, Yiordano Ignacio. Foto: Captura de YouTube.

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