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12 de Agosto de 2023

Carreteando con pilas: el crecimiento del consumo de éxtasis en Chile entre los 20 y 35 años y el relato de las noches de fiestas con pastillas

Como parte del plan "Operación Europa", la Fiscalía Regional de Valparaíso logró realizar hace dos semanas el decomiso más grande en la historia de Sudamérica de éxtasis: más de 303.416 pastillas y 13,5 kilos granulados. Su efecto ha cautivado a miles. Sin embargo, pareciera haberse concentrado en un tipo de sector y contexto marcado por fiestas, la necesidad de nuevas experiencias y una búsqueda personal, especialmente entre los estratos medios altos y altos. Aquí, el relato de quiénes consumen éxtasis y por qué.

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Han pasado diez años desde que Sebastián (28) probó el éxtasis. Cuenta que fue poco después de dejar el colegio. Fue allí donde conoció las “pilas”, nombre coloquial que llevan las pastillas. Primero fue una cada dos semanas. Después se intensificó: podían ser tres por semana. Con el tiempo se transformó en rutina, consumirlas antes de cada carrete y fiestas tecno. Sin embargo, pone una alerta en medio de su explicación: antes era algo mucho más de nicho. “Hoy esto es mucho, mucho más masivo”, asegura.

Ejemplo de ello lo tiene Jonathan (28), quien trabaja en discotecas haciendo fotografías y que conoce de primera mano la realidad de estos lugares. Su primera “pila” la probó en 2016, hace casi diez años. Lo primero que dice, antes de contar su experiencia, es que el mundo del éxtasis no es el mismo que el antes de la pandemia. “Cuando estaba masificándose en discos era más difícil conseguir. Ahora uno va a la disco y te ofrecen, es parte de la experiencia. Obvio también venden, pero es parte del panorama”, describe.

Entre lo que más le toca ver, dice poniendo ejemplos, son personas de entre 20 y 35 años. “Más o menos por ahí”, precisa. Pero luego hace una pausa, un comentario que le ronda durante unos segundos: “Muchos de quienes consumen y venden, te digo, son gente que se nota es de buena procedencia. Cabros con buen estatus. Entonces uno se pregunta: ¿este loco lo necesita en verdad? ¿Necesita estar vendiendo o consumiendo pilas?”.

La realidad que ellos cuentan no solo la ven en discos, sino fuera de ellas. En febrero de este año Aduanas, en conjunto con la Fiscalía Nacional, la Armada y Carabineros de Chile realizó la incautación en el puerto de San Antonio de 268.845 pastillas de éxtasis además de 14,74 kilos en su versión a granel. Fue uno de los más grandes de su tipo, pero no quedó con esa categoría por mucho. No pasaron más de seis meses hasta que el hecho se repitió.

El 31 de julio pasado, en el puerto de Valparaíso, se concretó parte del plan “Operación Europa” de la Unidad de Análisis Criminal y Focos Investigativos de la Fiscalía Regional de Valparaíso contra el narcotráfico. En total, se logró un decomiso de 303.416 pastillas de éxtasis, además de 13,5 kilos en su versión granulada. En total, eran 9.000 millones de pesos. La mayor incautación en la historia de Sudamérica en su estilo.

Fue el subsecretario de Interior, Manuel Monsalve, quien habló de lo clave del operativo. “Es una incautación, quizá la más grande de Sudamérica en materia de droga sintética, particularmente de éxtasis. Tiene un valor de 11 millones de dólares. Son 184 kilos, 521 dosis. ¿Qué puede uno concluir? La principal fortaleza de Chile contra el crimen organizado son sus instituciones”, apuntó.

Las pilas, equis o pastis -como son conocidas en Internet y quienes lo consumen- es una droga que contiene MDMA y anfetaminas con efectos psicotrópicos que alteran los sentidos para, como dice su nombre, provocar éxtasis en quien lo consume. Es lo que se vende como éxtasis. Por el otro lado, el M, como es conocido, es MDMA en su versión pura, siendo un estimulante que genera una distorsión sensorial.

Jonathan (28) comenta que las diferencias entre quienes lo consumen están en el efecto que buscan las personas. Mientras que la pila o éxtasis busca ser un potenciador, el M tiene un efecto más inhibidor. O más bien, lo describe así: “La pila es para las discos, para festivales. El M uno lo puede tomar en la casa, en un carrete menos masivo. Es más tranqui, por eso la gente busca harto este último”.

El decomiso más grande fue en Valparaíso, hace dos semanas. Foto: AgenciaUno.

Todo el tiempo vivo en éxtasis

La principal razón de Francisca (28) para consumir éxtasis por primera vez fue curiosidad. Lo que más remarca es que antes había probado drogas después de haber entrado a la universidad. “Sabía un poco a lo que me estaba enfrentando. Mis amigos también lo estaban haciendo desde hace un rato”, añade. Su motivación, dice entre risas, estaba en que buscaba probar algo nuevo. Algo distinto.

Así, cuenta que todo comenzó con el interés por una fiesta con una temática en particular: una fiesta electrónica. Dice que era temática, que el lugar estaba lleno, con personas llevando botellas de agua en sus manos mientras bailaban a pulso la música. Narra que el lugar era cerrado, y que logró vislumbrar algo que, sin el éxtasis, no hubiera sido capaz de ver: “Todos están en la misma que tú. Caminabas por el carrete mirando al resto a los ojos y veías una conexión extraña. Una conexión especial”.

Pero cuenta que tuvo un error. Un mal cálculo. “Ese día me tomé una pastilla y media”, dice a modo de confesión. Pero después se pausa, se toma un segundo y se corrige: “En verdad me tomé dos”. Cuenta que lo hizo porque vio que con el paso de los minutos no sentía efecto, pero que después, le llegó de sopetón. Todo de una. A pesar de todo, dice que no fue algo traumático, pero que no le causó ningún problema. Excepto uno que, tras contar la historia, le llegó como un recuerdo lejano: “Ah, me acuerdo que me robaron la billetera. Nada grave”, dice entre risas.

Una de las recomendaciones de quienes consumen éxtasis es siempre saber qué es lo que se está consumiendo. Producto de su método de fabricación sintética, muchos llegan a desconocer los componentes que tiene la pastilla de éxtasis.

Pancho (30), por el contrario, sabe reconocer las diferencias. “He visto todo de primera mano. De hecho, no tenía idea que las pilas habían salido del mundo del tecno. A la gente con la que hablo les pregunto cómo llegan al éxtasis. Recuerdo una chica, súper joven, le pregunté si lo había hecho antes. Ella me dice: ‘Es la primera vez, lo hago para pasarlo bien, para escapar’. La hueá ahora está más al alcance de las personas. Aparece caleta como una salida”, dice, sorprendiéndose a sí mismo.

Entre 8 mil y 20 mil, por Grindr y en fiestas tecno

Según el estudio del Observatorio Nacional de Drogas sobre el consumo de éxtasis- el primero en su estilo- Chile vivió un crecimiento exponencial en el registro de prevalencia de la droga, con un aumento del 200% entre 2016 y 2020. De este modo, SENDA informó en 2022 de una prevalencia del 0,3%.

Por otro lado, el 14° Estudio Nacional de Drogas en la Población Escolar del Observatorio Nacional de Drogas, 1,6% de los encuestados confesó consumir éxtasis. Este porcentaje crece al hablar del Estudio de Drogas en Educación Superior, donde este porcentaje llega hasta el 2,9% declarado.

Natalia Riffo, directora del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA), señala que se trata de un fenómeno que están buscando mapear a través de estudio y trabajo en conjunto con otras instituciones del Estado.

“Este año iniciamos un estudio enfocado en drogas sintéticas, incluyendo el éxtasis. Nos permitirá conocer las características de los usuarios de estas sustancias, sus patrones de consumo y las motivaciones. Estos aspectos, que estudios de prevalencia más amplios no logran detectar, serán esenciales para evaluar medidas específicas, como programas de intervenciones breves o de gestión de riesgo”, afirma.

Es así como aclara que este año se realizará la publicación del 15° Estudio de Drogas en Población General. “Nos permitirá conocer si las tendencias observadas en estudios previos se mantienen o cambian”, afirma, sin poder adelantar cifras.

“Este es un desafío que no solo tiene Chile, sino que el mundo, por el dinamismo, constante evolución y bajo costo de producción de las drogas sintéticas. Según Naciones Unidas, en 2021 las incautaciones aumentaron en 40% y ya se han identificado 1.184 nuevas sustancias psicoactivas que están siendo reguladas a nivel mundial”, agrega.

Los puntos de venta de las pastillas cambian, pero hay dos vías primarias. La primera, en las mismas discos donde se escucha tecno y en raves, eventos donde un DJ selecciona música para un público que baila al ritmo de los sonidos. La segunda opción de venta se concentra en Grindr. La aplicación de citas para hombres homosexuales y bisexuales se ha transformado en nido de venta de drogas. Desde marihuana, pasando por DMT y éxtasis son parte de la oferta.

Los perfiles de quienes venden están acompañados de emojis indicando qué está a la venta. El éxtasis está identificado con cinco opciones: un rayo, una equis, un corazón, una pastilla o dulces. Sin embargo, describen quienes lo prueban, la pastilla suele estar más asociada al M. Su precio varía, pero, al entrar a la aplicación, es posible ver que va desde los 8 mil pesos hasta los 20 mil, dependiendo de la calidad que se ofrezca.

Uno de ellos, al ser cuestionado sobre el producto, aclara: “No son pastillas colombianas”. Sebastián (28), quien conoce el término, sabe a que se refiere la persona tras el teléfono. “Hay distintas pilas, pero uno sabe que las que son colombianas son malas. También las pilas que se hacen en Chile, que son imitaciones, moldes. Cada pila cambia según la que te vendan”, señala.

Así, advierte: “Por ejemplo, si una pila te deja la mandíbula apretada o te deja con mucha taquicardia, es más mala. Por lo general es porque está pateada con anfeta y cafeína. En Chile hay poca oferta de eme que sea pura. Un buen ejemplo de esto: si te comes una pila entera y no te pega, entonces es muy mala. El éxtasis bueno te debería pegar con una mitad. Eso es un peligro”.

Por su parte Cristián Camargo, director del Laboratorio de Análisis de Antidoping y Drogas de Abuso de la FaCiQyF de la Universidad de Chile, explica el fondo de este problema. “Si uno revisa estudios, aquí se vende cualquier cosa, porque se mezcla. Se mezcla con cafeína, y no tiene por qué haber cafeína ahí. Se comercializa junto a psicodélicos. Pero esto va más allá, y pongo un ejemplo. Nosotros hemos detectado en el laboratorio que el tussi, en la mayoría de los casos, no tiene éxtasis, siendo que sí debiera tener. Solo el que uno compra en Europa va a tener éxtasis, acá no”, advierte.

Es así como, con un tono más pausado, da un consejo sobre la mesa. “El riesgo está en la base: uno no sabe qué está tomando, con qué se mezcló para hacer éxtasis. La cafeína, por ejemplo, que se encuentra en algunos decomisos de éxtasis, va a aumentar la presión arterial, la frecuencia cardiaca. También tiene problemas con el sistema nervioso, con el cardiovascular. Y esos son solo ejemplos”, añade.

Se trata de algo que complementa la directora de SENDA, Natalia Riffo. “Efectivamente, el riesgo asociado a las drogas sintéticas radica en su composición, ya que muchas veces las sustancias no corresponden a lo que las personas creen, como se demostró en el estudio realizado con el ISP. Esta situación puede provocar daños graves en la salud, como intoxicaciones o situaciones más severas”.

“Tenía la necesidad de estar en las nubes”

Hace hace cinco años, Lucas (25) no tenía idea cómo era el éxtasis. Tenía nociones por películas, series, pero él mismo se sorprendió al darse cuenta que tenía la forma de una pastilla rosa con forma de círculo, parecido a un paracetamol. Sin embargo, esto varía. Hay muchos que incluso la catalogan en base a la forma que tiene. Así, no es raro encontrar gente que dice: ‘Tengo un Ferrari’, en referencia a una pastilla con, exactamente, la forma de un auto.

“La primera vez es la mejor. Cómo te podría decir… como que pega muy bien cuando estás dispuesto a consumirlo, ¿cachai? No sé, si estás con amigos, con música o en algo. Es el único modo de pasarlo bien con el éxtasis”, cuenta Lucas.

El joven cuenta que llegó desde región a estudiar a Santiago, donde conoció el éxtasis a través de sus círculos universitarios. Su primera vez fue en una disco, junto a su polola. Cuenta que ambos lo pasaron bien, y que lo que más recuerda fue el sonido de la música. Lo describe como un retumbar de la música que pareciera haberse intensificado. Al precisar, dice que eran los bajos, los bajos de las canciones que sonaba más fuerte que lo normal. A pedazos, con un silencio, recompone: “Lo que más uno recuerda es la música, y que la euforia logra captar mejor esa sensación”.

Esa última sensación es lo que llevó a que volviera a probarlo: “Sentía que la gente me rodeaba, que el resto entendía que yo había entendido. La música, de verdad te lo digo, sonaba mejor. Escuchaba algo más, no sabía qué. Entonces me dije: ‘Oh, qué buena es esta hueá que está sonando’. Fue entonces que mi polola, me acuerdo, me pasó una botella con agua. Esto era algo importante”.

Esto último, es uno de los mandamientos del éxtasis. Una de las claves para entenderlo, comprenderlo. Juan Carlos Ríos, director ejecutivo del Centro de Información Toxicológica de la Universidad Católica, cuenta los riesgos que significa adentrarse al éxtasis. Mirarlo desde dentro.

“El ambiente en el que se mueve el éxtasis es de fiesta. Es estar activo mucho rato. Eso hace que la persona pierda mucho líquido y sufrir incluso la muerte por deshidratación. Hay también un mercado allí: el agua se vende más caro en este tipo de lugares”, describe.

Junto a esto, deja en claro que el riesgo está presente en todo momento. “El consumo de éxtasis potencia riesgos. Al sumar productos, más allá del MDMA, potencia posibilidades de tener infartos, la agitación cerebral, el riesgo de convulsiones, efectos dañinos. La gente muchas veces no visualiza eso. Al final, es un daño al sistema nervioso central: ahí es donde van a actuar estas drogas”, aclara.

Un ejemplo de ello le ocurrió a Toña (23) en su primera vez con el éxtasis. La joven reconoce que cometió un pecado, un error que muchos dejan en claro no debe pasar al entrar al mundo del éxtasis. En la suma y resta, se trata de una claves: la dosis.

Cuenta que, sin saberlo, consumió una dosis muy grande. Se trataba de una versión diluida, a través de la cual se suele distribuir el éxtasis cuando está en su versión granulada y que acabó en el baño de la disco vomitando. Recuerda la euforia que le provocó las pastillas, las ganas de bailar que tenía y la necesidad de sacar fuera la energía que tenía dentro de sí. “Tenía una necesidad de ser feliz, de estar en las nubes”, añade.

Pese a todo, realiza una reflexión que acompaña señalando que volvió a probarlo. “A pesar de estar muy drogada, mi mente siempre estuvo clara, muy presente. Recuerdo la música sobre todo. Fue toda una experiencia escuchar música. Todo, claro, en un ambiente de tecno”, acompaña. Más tarde lo volvería a probar en otros contextos. Tras consumirlo, buscó lugares en los cuales sonara música tech. Después fue en otras discos, eventos masivos y, también, en casa. No era solo en el nicho.

Una realidad que alerta a muchos, como el propio Cristian Camargo del Laboratorio de Análisis de Antidoping y Drogas de Abuso de la Universidad de Chile quien, al hablar sobre el momento que vive el éxtasis en el país, no tiene filtro en apuntar a su realidad.

“Ha habido un aumento exponencial en el uso de éxtasis en Chile en los últimos tres o cuatro años. Es una realidad. Hoy se puede ver de forma no ordinaria, muy seguida. Lo puedo decir con toda claridad. Es algo muy distinto a la marihuana, porque esta última parece hasta de niños en comparación. El efecto farmacológico es distinto, su duración, adicción. Todo es mucho mayor”, cierra.

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