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Entrevistas

13 de Agosto de 2023

Eugenio Tironi: “Esta generación y sus partidos se han tenido que hacer cargo de un camión que no es gobernable. El problema no es el chofer, es el camión”

Fotos: Sergio López

El sociólogo reflexiona sobre el actual estado que enfrenta el Gobierno y las preocupaciones que le deja el nuevo proceso constitucional que, dice, es la clave para lograr un acuerdo transversal. "Lo que se está confirmando es que tenemos gobiernos electos que se vuelven impotentes al año de ejercicio", asegura.

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Eugenio Tironi (71) habla pausado, buscando en su mente el modo de bajar sus respuestas, darle claridad a sus ideas. Sin embargo, una vez que comienza a desarrollarlas, pareciera tener fijo su objetivo. De camisa azul marino y chaqueta negra, el sociólogo, ensayista, socio y presidente de TIRONI y autor de diversos libros sobre la transición, hoy tiene una preocupación en particular. Una sobre el Chile que viene.

En marzo publicó La sociedad impaciente: Chile ante el recambio político y la nueva Constitución. En el libro el profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile analiza el escenario político actual. Desde el Estallido hasta la llegada de Gabriel Boric al Gobierno. Desde los cambios macros, hasta los procesos de las nuevas generaciones que llegaron poder.

“La crítica antes de 2019 estaba más orientada a la organización económica. Hoy, eso se trasladó hacia la política”, reflexiona de entrada el sociólogo, que a través de Tironi y Asociados realizó un informe para el Ministerio de Minería sobre el litio y advirtió sobre el bajo apoyo al gobierno. Al poco andar de la entrevista, Tironi reconoce las complicaciones que vive el país, los desafíos que enfrenta el actual Gobierno y Congreso. Es así como habla de una bola de nieve: entre más presión tiene el Gobierno, más errores comete, en una rueda que pareciera no dejar de crecer.

-¿Cómo puede el Gobierno enfrentar la presión que hoy tiene, teniendo en cuenta los problemas y crisis que le ha tocado enfrentar desde el 11 de marzo del año pasado?

-Para esto hay que volver atrás. Ya que hablamos de los 50 años, esto cambia desde 1973, cuando se impone la hegemonía de los Chicago Boys. Su revolución consistió en el reemplazo de la vieja cohesión social basada en principios de solidaridad ligados a la familia, sindicatos, partidos. Se cambió por el mercado. Uno se hace cargo de los problemas de modo individual, con mi isapre, mi previsión, mi proyección y luego yo pago mis errores. El fracaso y el éxito hoy son individuales.

En otros términos, cada uno mata su toro. Pero para esto se requieren dos cosas. Un fuerte crecimiento económico, un sentido de meritocracia y que el esfuerzo va a lograr progreso. Un segundo ingrediente es la atmósfera cultural. Un poco de individualismo, de zorrones, winners. En los 90 esto no logró cuajar. En cierto modo, el Estallido lo representó.

-¿Qué respuesta se puede tener frente a este escenario? Los gobiernos deben seguir al mando.

-Usted me pregunta: ¿Qué lo puede detener? No es suficiente, pero algo básico: una nueva Constitución. Pero una mayoritaria, aprobada en plebiscito. Es difícil restablecer la indispensable disciplina social si no cultivamos el sentimiento de que somos parte de una misma comunidad. Para eso, la Constitución debe ser compartida.

-Pero en esta encrucijada pasamos de la victoria de la Convención, luego de Gabriel Boric y posteriormente de Republicanos en el Consejo. ¿Cómo se leen esos cambios?

-Esa es la impaciencia. Pasamos a elegir representantes que no tuvieran nada que ver con las élites políticas, con causas sociales y culturales, pero de pronto no nos gustó. Fueron muy lejos. Entonces, con el alza de la delincuencia, fuimos a lo contraria: personas no asociadas al mundo político que están vinculadas la respaldo a las Fuerzas Armadas y Carabineros. Votamos por el partido del orden.

-Todo en menos de tres años.

-Digamos que es como esta metáfora: somos ratones que están siendo perseguidos por todos lados y que no sabemos dónde saltar. Y, de repente, estos saltan sobre uno. Saltamos para un lado, la Convención, y después otro, al Consejo.

“Si entrara Kast a gobernar le pasaría lo mismo que a Boric”

Uno de los puntos que atraviesa el análisis de Eugenio Tironi se cruza en cómo el Gobierno debe enfrentar un desafío que arrastra diversas administraciones. Así, antes de responder sobre actualidad, se toma unos segundos de pausa para ordenar sus ideas.

-¿Cómo es posible, en este contexto, que el Gobierno se haga cargo de este momento que, dice, va mucho más profundo?

-Se necesita un remezón de la clase política: algo como lo que se mostró el 15 de noviembre de 2019, o también algo como que permitió el acuerdo del proceso constitucional tras el Rechazo. Es indispensable que el mundo político retome ese espíritu. Si no lo hace, la gente rechazará cualquier respuesta. Si gana el Rechazo, nos vamos a mantener así, por mucho. La gente se alejará de la política y habrá un encapsulamiento en la vida privada. Esa es una tentación de dejar todo en manos del autoritarismo.

-En este contexto de dificultades, se habla mucho de que al Gobierno solo le queda administrar.

-Esto es algo dramático. Dijimos lo mismo en el segundo Gobierno de Michelle Bachelet, después de Caval. Después, esto dijimos en el segundo Gobierno de Sebastián Piñera. Ahora decimos lo mismo de Gabriel Boric. Lo que se está confirmando es que tenemos gobiernos electos que se vuelven impotentes al año de ejercicio.

-¿Es parte de la política?

-Son por conflictos políticos, al interior del Congreso. Hay también un distanciamiento de al opinión pública, que es algo que va de la mano. Los gobiernos duran un año y después son tres de impotencia. Necesitamos darle viagra a este mundo político. Una sociedad tan joven como la nuestra, con una población educada y desafíos, no puede funcionar con una gobernanza tan débil.

-Desde 2010 vivimos un periodo de gobiernos y oposición reemplazándose. Hubo mucha expectación sobre el gobierno de Gabriel Boric, ¿cómo se maneja ese quiebre con la expectación que se creó?

-Imagínese, elegimos a Gabriel Boric, el Presidente más joven de la historia, con una coalición que estuvo en las lucha estudiantiles. Fue un cambio enorme. Las expectativas estaban puestas en ello. Pero, a los pocos meses, le damos la espalda y lo condenamos. Es algo de lo que la nueva Constitución tiene que hacerse cargo: esto no es un problema de una persona, ni de género ni edad. Le va a pasar a izquierda, a la centroizquierda, al centro, a la centroderecha, a todos. Si entrara Kast a gobernar le pasaría lo mismo que a Boric, y antes.

-Un agotamiento del nuevo gobierno.

-Cada vez la luna de miel, el periodo en que los gobiernos, diría, son gobiernos, dura menos. Eso lo tiene que corregir la nueva Constitución. Es fundamental. Hay que regular la relación entre el Ejecutivo y el Congreso. Hay que permitir que el Congreso también sea más gobernable en conjunto con los partidos políticos.

-Volviendo en ello, ¿cómo podemos ir resolviendo estos problemas?

-Creo que debe haber un paquete con cuatro componentes. El primero, un acuerdo en seguridad. Lo segundo, un acuerdo en pensiones. Tercero, un acuerdo en la cuestión fiscal, que incluye entre esto más control sobre el dinero a fundaciones y empresas. Y en cuarto lugar, un acuerdo constitucional. Si cualquiera de esos pilares se cae, el resto también. No vamos a sacar la Constitución si estamos en un clima de intransigencia.

La renovación política y los cambios

-¿Los cambios en política, con la llegada de un presidente joven, un conglomerado nuevo, una nueva generación queda empañada con la realidad que le tocó gobernar a este grupo?

-En un momento escogimos a un empresario, Piñera, y no nos gustó. Después le pedimos a la presidenta Bachelet que volviera, pero no gustó. Después, que volviera Piñera y no solo no nos gustó, sino que se le rechazó de forma abrumadora y violenta. La gente terminó por no soportarlo. Ahora dijimos: ‘Necesitamos un cambio más importante, poner a gente inmaculada, sin experiencia en el Gobierno’. Pero esta generación y sus partidos se han tenido que hacer cargo de un camión que no es gobernable. El problema no es el chofer, es el camión.

-¿Cómo lo renovamos?

-No sigamos buscando nuevos choferes, cambiemos el camión, y la manera de cambiarlo es la nueva Constitución. Si no se saca una nueva Constitución, porque la mayoría en el Consejo Constitucional no es capaz de entender el problema, esa nueva mayoría será responsable de una catástrofe.

-No será fácil subirse al nuevo camión si lo cambiamos tras lo que ha ocurrido desde la llegada de Gabriel Boric.

-Ha sido un shock tremendo. Han debido madurar, asumir responsabilidades. Deben aprender del fracaso, tragar frustraciones en un plazo muy breve. Ha sido un tratamiento de shock. Es una generación que había venido evitando responsabilidades duras en su vida personal y profesional. Se privilegiaba la libertad sobre la responsabilidad, durante años. De pronto, se encuentran con la condición adulta, que cae como un piano en la cabeza.

Así es siempre: uno no aprende a ser adulto en una escuela. Uno aprende a ser adulto en la vida a través de golpes. A este generación le tocó eso. Y es algo bueno que le haya tocado.

-¿Por qué?

-Si tengo que hacer un balance, esta nueva generación reaccionó más bien que mal. Uno podría haber visto tentaciones populistas, pero no las hubo. Podría haber existido una tentación autoritaria, pero tampoco. Tentaciones antidemocráticas tampoco hubo. Esta generación en el poder se ha tomado el trago amargo. Incluso, se tuvo que hacer cargo del hecho de que el mal no está fuera de uno, está dentro. La tentación de la corrupción no es solo del otro, es también suya. Se debieron hacer cargo de lo que implica seguridad, el combate al crimen, que no es un asunto de derecha, sino de cualquier persona que busque gobernar el país. Ha sido un aprendizaje que ha valido la pena al largo plazo.

-Una mirada más completa.

-Yo prefiero que esta generación, con todos los errores que ha cometido, esté en el gobierno, aprendiendo, a que se hubiese quedado en la cómoda posición de jueces morales desde la oposición.

-¿Cómo usted cree que cambia la imagen sobre esta nueva generación que llegó al poder el Caso Convenios? ¿Qué significará para su futuro político?

-Es una herida de guerra que va a dejar una cicatriz perdurable. Eso sí, por esto pasaron todos los actores políticos. Al mundo de la derecha le pasó por el empresariado. A la nueva izquierda, por el Caso Convenios. En este tipo de crisis lo importante es ver cómo se sale. Yo creo que, en verdad, lo que ha hecho el Gobierno es lo correcto. Ha ido desvinculando, sancionando y poniendo en manos de la justicia a todas las personas que son responsables. El problema es que, claro, no hay un panorama completo. Esto, inevitablemente, será a gotas: no puede ser de otra manera.

-El golpe ha sido tan duro que incluso hay quienes, por ejemplo, apuntan todos sus dardos a figuras cercanas al Presidente.

-¿Cuán extendida está la gangrena? Hay que tener cuidado. De repente no se deben amputar órganos que no están comprometidos. Recordemos que esta idea de que el Estado actúe a través de fundaciones es una idea que tuvo convergencia de izquierda a derecha. A mí me gusta esta colaboración de las organizaciones civiles con el Estado. Así como cuando ocurrieron los casos de corrupción en el empresariado, no se puede tratarlos a todos como delincuentes -como algunos lo hicieron-, tampoco se puede acusar a todas las fundaciones, ONG’s y al Estado de delincuentes. Hay que tener un mínimo de moderación.

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