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Política

27 de Septiembre de 2023

Rafael Gumucio sobre Gabriel Boric: “Todavía es un Presidente medio accidental, que ni él mismo sabía que iba a estar ahí”

Rafael Gumucio, escritor y columnista.

El escritor, columnista y académico, en entrevista con The Clinic, se refiere al ciclo de conversaciones que liderará en el CEP, en donde inspeccionará a distintos artistas nacionales de renombre. Además, conversa sobre el momento político actual dado en el Consejo Constitucional.

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“A la larga, Mistral era alguien que era imposible de domesticar”, dice el escritor Rafael Gumucio.

El columnista será el anfitrión del ciclo de conversaciones llamado “Genios Chilenos” en el Centro de Estudios Públicos (CEP), en el que se evocarán a tres figuras ilustres de nacionalidad chilena: Gabriela Mistral, Nicanor Parra y Roberto Matta. En esos personajes es que el director del Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad Diego Portales inspeccionará, acompañado de un invitado especialista de la obra del autor al que se convoca, las cualidades propias del “genio chileno” de cada uno de ellos.

El ciclo comenzará el jueves 28 de septiembre con Mistral, en donde Gumucio conversará con María Elena Wood, directora de “Locas mujeres, la historia de amor de Gabriela Mistral y Doris Dana”.

En entrevista con The Clinic, el escritor ahonda en la personalidad chilena, y también en el momento político actual del Consejo Constitucional.

-Gabriela Mistral recibe primero el Nobel antes que el Premio Nacional de Literatura. Fue reconocida afuera antes que en su propio país y, sin embargo, hoy en día en Chile todo el territorio nacional tiene alguna parte con el nombre de ella. ¿Llamaría ese reconocimiento tardío como parte de la idiosincrasia chilena?

-Esto del ninguneo del chileno es verdad, pero, al mismo tiempo, tanto Gabriela Mistral como Violeta Parra son personajes que les quedarían grandes a cualquier país. No se puede ser más chilena que Gabriela Mistral y que Violeta Parra, pero no hay ningún país que pueda aguantar a personas tan iconoclastas, tan talentosas. Evidentemente que hubo un momento en el que ella se tenía que ir. Ahora, es una cosa muy extraña porque ella nunca se fue: mentalmente siempre estuvo ligada a Chile.

Una de las cosas que vamos a tratar en las conversaciones es esta especie de extraterritorialidad. Vivir fuera de Chile toda su vida, de no armar nunca una casa y al mismo tiempo estar muy pegada y ser una figura para Chile muy maternal. Nosotros crecimos con Gabriela Mistral encima. A la larga, Mistral era alguien imposible de domesticar. 

-¿Por qué cree que Gabriela Mistral continuó pendiente a Chile, pese a su salida del país? Como que el reconocimiento tardío pudo haber influido un poco…

-La reconocieron acá. Lo que pasa es que el tipo de talento que ella tenía debía ir a un lugar grande como México y Estados Unidos porque no había otra posibilidad. Es un poco lo que le pasó a Arrau. No es que tuviera algo en contra de Chile, pero ser pianista clásico en Chile no es un destino. Yo cuestiono esta idea de que es un país que no quiere a sus artistas. Creo que hay artistas que son suficientemente extraños y raros como para que no quepan. Por otro lado, no sé si habría salido nunca una artista como Gabriela Mistral en otro país que no fuese Chile. Es como una cosa o la otra.

-¿Lo dice por las condiciones propias de Mistral o las de Chile?

Chile tiene una característica. Hay un escritor rumano, Mircea Cărtărescu, que decía que esto es como una Rumanía, pero que en vez de hablar rumano, hablamos español. Lo que pasa con los chilenos es que somos muy provincianos, muy finiseculares, al fin del mundo, pero hablamos una lengua que es completamente universal. Eso nos da una doble condición: ser como unos rumanos, pero que hablan en castellano.

-Usted mencionaba un tipo de perspicacia que tienen tanto Mistral como Ruiz, Matta, Parra y Neruda. ¿En qué personas ve atisbos de esa lucidez en la actualidad?

-Veo que hemos perdido nuestro carácter provinciano y distante. Ahora pasa lo contrario a lo que pasaba antes. Cuando te dicen que una obra tuvo mucho reconocimiento fuera de Chile y ninguno aquí, piensas que los que están acá tienen la verdad, porque ves en Hollywood que todas las películas chilenas que ganan Oscares o la gente que saca premios fuera de Chile son muy mediocres en general.

Pasa que a un artista es más fácil que le vaya bien en Hollywood que en Ñuñoa. Se invirtieron un poco los roles. Antes los artistas que eran reconocidos acá, que eran demasiado raros para este país, se iban afuera y allá lograban ponerse. Ahora como que siento que es más mediocre lo que viene de afuera. Tampoco es que sea maravilloso lo que viene adentro.

-Me evadió un poco la pregunta…

-¿Qué genios veo acá? No sé… En un terreno nada que ver, siento que Felipe Avello tiene ese germen chileno que te decía, que salta de una cosa a la otra y que siempre es inesperado. Creo que la Maite Alberdi también tiene ese talento un poco cruel, inesperado, con cierto humor que me llama la atención. No quiero alabar tanto a los colegas porque… (se ríe). No sé, el mismo Zambra también tiene este humor chileno, esta manera de subirse al caballo de manera totalmente inesperada.

-También considera a Pablo Neruda dentro estos genios. Hace unos años atrás usted mencionó que Gabriela Mistral ya tenía suficientes calles, mientras que Neruda ha sido “ninguneado” por su militancia política…

-Por estar tan identificado con el PC, pero del comunismo de aquellos días, porque el comunismo de él no tiene nada que ver con el comunismo de hoy. Neruda no es un genio chileno, es un genio universal. Siempre lo fue.

Neruda inventó la literatura latinoamericana. O sea, no existiría Vargas Llosa, no existiría nada en Latinoamérica si no fuese por Neruda. Él fue el que inventó las formas de hablar o de pensar en América Latina. Es un genio que nos queda muy grande a todos, pero que carece de este elemento excéntrico. Neruda es tan grande o más que Gabriela Mistral, pero es menos raro que la Gabriela Mistral.

Siempre he dicho que es un como un poeta argentino, como grande, enorme. Ahora, la mezquindad de ningunearlo… El crimen por el que se le acusa él mismo se acusó y tiene que ver con un contexto en que él mismo se juzga. Lo que hizo es bastante horrible.

Un Chile cambiante

-Con un estallido social, una Convención que fracasó en su propósito principal, y un Consejo que pareciera ir en la dirección contraria a la génesis de este proceso constitucional, ¿ve que existe una regresión en las demandas sociales en los últimos cuatro años o es un cambio de mentalidad de lo que quieren los ciudadanos actualmente?

-Pienso que ni que lo pasó en la Convención ni en el estallido era de verdad, que la gente realmente quisiera eso, como tampoco creo que la gente quiere lo que está viendo en el Consejo. Es un efecto que no es solamente chileno, sino mundial, que tiene que ver con las redes sociales y con la crisis económicas. Cuando se junta una crisis económica con una nueva forma de comunicación siempre se constituyen extremos y experimentos políticos.

Eso fue el fascismo: se juntó la crisis del 29′ con la llegada del cine sonoro. Las dos cosas causaron necesidades de nuevos ejes políticos y esos ejes políticos empiezan en la izquierda y terminan en la derecha. Tanto esa izquierda como esa derecha no es donde están los ciudadanos. Los ciudadanos siempre están más o menos en ningún lado, han opinado siempre lo mismo. No creo que en Chile haya habido un verdadero cambio de opinión.

La gente es estatista en algunas cosas y ultraliberal en otras, quieren un Estado fuerte en algunos temas y un Estado débil en otros. Más o menos se sabe lo que la gente opina y los cambios son bien poco impactantes. Lo que pasa es que se crean efectos políticos y comunicacionales que hacen que en apariencia la gente cambió mucho de opinión, pero en el fondo no ha cambiado nada.

-¿Considera que el Consejo sigue las líneas de lo que la gente ha querido? 

-El Consejo actual simplemente quiere imponer temas y hacer un poco de ruido. Espero que crean que no se va a poder hacer nunca nada de lo que están diciendo, porque, si no, estarían locos. Evidentemente que Luis Silva es alguien que tiene problemas con los afectos.

-¿Qué se podría generar en el país la aprobación del texto como va hasta ahora?

-Sería un desastre, porque convertiría la Constitución en materia de debate político por los próximos diez años. El que cree que esta mayoría de ahora o la de mañana va a ser sólida se equivoca trascendentalmente. La gente que piensa que con una Constitución como esa, lo más seguro es que salga Kast, no entiende nada. Puede que gane cualquiera. Si se transforma la Constitución en una materia de debate político va a ser un error. Hemos confundido -y yo también he sido parte de esa confusión- el pacto social con la Constitución. El pacto social es una cosa distinta a la Constitución. La Constitución puede ser el final de un pacto social o puede ser la coronación de un pacto social, pero no es un pacto social. 

-¿Y el estallido social requería un pacto social o una nueva Constitución?

La nueva Constitución era más bien una petición de la élite. El pacto social es muy complejo, muy difícil. Requiere de concesiones de parte del poder mucho mayores que una Constitución. La élite empresarial chilena pensó que esto era más barato. Se equivocó gravemente.

-¿Qué características debiese tener un futuro gobernante?

Tiene que escuchar, pero no demasiado. Tiene que estar guiado por una idea, no grandes ideas. Tiene que saber que $30 es harta plata, no es para mirar en menos ese tipo de factores. Aquí en Chile hay un problema de pensiones bastante evidente y cualquier solución de pensiones no va a ser popular o satisfactoria, pero alguien tiene que tomar la decisión. Un Presidente tiene que tener una cuota de idea. Las cosas que hay que hacer son bastante claras, todo el mundo las sabe. Son súper difíciles de hacer, pero todo el mundo lo sabe. Han habido cuarenta comisiones en cualquier tema que tú elijas, educación, salud… Hay dieciséis mil mesas de expertos y todos dicen lo mismo. El problema es que nadie lo quiere hacer. No es que sea difícil saber lo que hay que hacer. Alguien lo tiene que hacer y debe tener la fuerza y coraje de hacerlo.

-¿Escucha demasiado el Presidente Boric?

No. Todavía es un Presidente medio accidental, que ni él mismo sabía que iba a estar ahí. Todavía le cuesta entender su rol en la historia. Encuentro que es una suerte que lo tengamos a él y no a otro. Todas las otras perspectivas eran mucho peores. 

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