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Libros

17 de Diciembre de 2023

Cuentos de hermanos: una selección en 100 palabras

Cuentos de hermanos Ilustración: Camila Cruz

The Clinic y Santiago en 100 Palabras presentan una selección de cuentos que en esta oportunidad tiene como idea central a los hermanos.

Por Santiago en 100 Palabras

Como todos los domingos, la alianza entre The Clinic y Santiago en 100 Palabras presenta una selección de su cuentos, que este fin de semana está dedicada a los hermanos.

Inspírate en estas historias y participa en @santiagoen100palabras hasta el 30 de abril de 2024 en www.santiagoen100palabras.cl.

Miguel y los de potito

A mi hermano Miguel le encantan los sánguches de potito. El primero lo probó en el 97 afuera del Nacional, cuando Chile ganó 1-0 a Uruguay. Desde ahí no paró. Degustó los de potito que hacían afuera del Hipódromo Chile y todos los viernes en la noche se deleitaba con los del Parque O’Higgins. El 2004 entró a trabajar a una transnacional europea y cambió el de potito por el sushi. Ahora quedó cesante por la crisis y volvió a los de potito. Dice que son súper limpios, que en la tele hicieron un reportaje que desmintió su supuesta impureza.

Autor: Víctor Manuel Corei, 27 años, Paine.

***

Cadetes

Mi hermano siempre quiso ser futbolista. Nada raro. Chuteaba una pelota donde la pillara. Varios decían que tenía un talento especial. Un instinto para el gol y el amague. Fue a tres pruebas de cadetes. Uno cachaba cómo le tiritaban las piernas antes de entrar a la cancha en las primeras dos. En la última, se cumplieron las promesas de quienes lo habían visto jugar. Cuatro goles y dos asistencias. Eligieron a un guatón que jugaba atrás y no a él, pero no dijo nada. Llegó calladito a la casa a limpiar el cuero embarrado de sus zapatos.

Autor: Maximiliano Díaz Troncoso,  21 años, Santiago.

***

Como dos gotas de agua

Había una vez dos mellizas santiaguinas que les gustaba vestirse, calzarse y peinarse de la misma manera. Solo una cosa las diferenciaba: la inclinación que les daban a sus moños. Les gustaba sentarse una frente a la otra y simular que una de ellas estaba ante un espejo. Así sentadas bajo un viejo árbol en la Plaza de Armas, las niñas se divertían durante horas. Un día pasó por allí una paloma despistada y pensó que los moños de las hermanas eran dos nidos. Puso un huevo en cada uno y nacieron dos polluelos idénticos.

Autor: Florencia Díaz Henríquez, 10 años, Chillán.

***

Dando la cara con los pies en la tierra

Capturaron a mi hermano. “Es un descarado”, dijo un testigo. “Al mal tiempo, buena cara”, dijo un amigo. Nuestro padre solía decir: “No tiene cabeza para los negocios”. En la comisaría gritó: “¡Le dije que tenía que sentar cabeza!”. Mi madre le dijo que el amor es ciego. Ante el oficial balbuceó: “Nunca tuvo buen ojo para las mujeres”. “Tenía la mano larga, pero no dedos para el piano”, dijo un vecino. “¿Para qué buscarle la quinta pata al gato? Lo pillamos con las manos en la masa”, señaló el comisario. Yo invoqué a O’Higgins: “A lo hecho, pecho”.

Autor: Felipe Vidal Muñoz, 23 años, Ñuñoa.

***

Jornada completa

Los Rarrá, conocidos en San Miguel como los hermanos Ramos Ramos, corrían para todos lados. Se decía que se hicieron «famosos» después de una vez que, jugando por el edificio, se cayeron por la ventana y se salvaron por amortiguar con unos cables de poste. Comían pan con sandía. Uno calzaba 30 y el otro 37, por lo que compartían zapatos de colegio número 35. Uno estaba inscrito en la jornada escolar de mañana y el otro en la de tarde. Luego de que la jornada se extendió, solo se podía ver al más desordenado escupiendo pepas por ahí.

Autor: Javiera Pino Valenzuela, 26 años, San Miguel.

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