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Entrevistas

17 de Diciembre de 2023

Pablo Stefanoni, autor de “¿La rebeldía se volvió de derecha?”: “La izquierda debería ‘deshipsterizarse’ un poco y conectar más con sus tradiciones”

Pablo Stefanoni Foto: Red Carolina

Casi como un presagio de lo que ocurriría al otro lado de la cordillera, el periodista argentino publicó en 2021 el que es hoy el libro de cabecera para una izquierda espectadora de la asonada de las nuevas derechas en la región. El doctor en historia hace un retrato de Javier Milei presidente. "Va a ser más moderado de lo que viene siendo, pero no sé si coherente", dice. Es crítico de la actitud del progresismo frente a sus adversarios políticos. "Hoy no sé dónde están las preferencias una izquierda que se enamoró de esta especie de denuncia de la desigualdad (...). El solo discurso de la desigualdad no alcanza para construir un horizonte", advierte.

Por Rocío Latorre y Nicholas Townsend

Hace dos años, el historiador y periodista argentino Pablo Stefanoni publicó “¿La rebeldía se volvió de derecha?” (2021, Siglo XXI editores). El autor trasandino se preguntaba cómo puede la izquierda enfrentar la “revolución antiprogresista”, teniendo en cuenta el levantamiento de líderes carismáticos y disruptivos que han lograban capitalizar en poder político la indignación social.

En esa búsqueda, Stefanoni puso sus ojos en las derechas alternativas que estaban siendo capaces de presentarse como opciones para encabezar proyectos transformadores, tal como lo propuso alguna vez la izquierda. Hasta ese entonces, los libertarios como Javier Milei eran solo un capítulo más.

Pero dos años más tarde, el recién estrenado político está escribiendo su propio episodio en la historia de la Argentina, luego de que resultara electo como presidente el pasado 19 de noviembre, quien asumió el poder esta semana.

“Efectivamente es un personaje”, dice Stefanoni en conversación con The Clinic sobre el nuevo jefe de Estado.

Relata que el mandatario “en 2013 lee un texto de Murray Rothbard y se volvió una especie de predicador de la versión más radical de la economía austríaca (…). Se hizo famoso en los estudios de televisión, con un lenguaje muy soez, hablando de ‘echar a patadas en el culo’ a los políticos. Es, a la vez, una figura con cierto carisma, con cierta estética de rockstar. Podía aparecer en un festival otaku disfrazado del General Ancap diciendo ‘vengo de Liberland.

Y agrega: “Javier Milei es muy atípico en la historia política argentina. Es un outsider y Argentina nunca tuvo presidentes outsiders”.

Pablo Stefanoni describe a Milei.

A días de sus primeras medidas como presidente, el autor detalla los visos de moderación que muestra ya Milei en el cargo y qué ideas aún mantiene. “Él viene de un pensamiento bastante utópico, que es el anarcocapitalismo. Entonces, tuvo que traducir esa utopía en un proyecto de gobierno más o menos viable y armar una coalición con parte de la derecha tradicional”, añade.

“Pero mantuvo algo durante todo el tiempo: la crítica al gradualismo económico del gobierno de Mauricio Macri. Uno que eligió, en vez de una terapia de shock, una versión gradualista”, agrega.

—Ya en la Casa Rosada, ¿qué puede esperar respecto de la gobernabilidad de un Milei que se ve obligado a pactar con la “casta” d tiene débil representación de su partido?

—Milei tiene un discurso promercado, pero es un discurso muy utópico. Excesivamente ideológico. No tiene equipos y quizás la gobernabilidad sea débil, porque Milei no ha gestionado nunca nada. No solo en el Estado, ni una pequeña cátedra de la universidad, algo que requiera gestionar gente. Y la vicepresidenta (Victoria Villarruel) tampoco tiene experiencia. Entonces llega así, con lo que es más fuerte que es su capital electoral, pero eso puede ser volátil también.

Para armar su gabinete, buscó gente en la derecha, la candidata de la derecha (Patricia Bullrich) en Seguridad, el ministro de Economía (Luis Caputo), que también viene del macrismo, pero también tiene alguna especie de ‘pata’ peronista. Siempre es difícil explicar en el exterior por qué puede haber peronistas en un gobierno libertario. Pero bueno, el peronismo hizo las reformas neoliberales en los 90. Y un paréntesis: a diferencia de Macri, el discurso de Milei es menos antiperonista, y menos elitista.

—¿Cómo se proyecta la relación de Milei con gobernantes al Presidente Gabriel Boric y con otros países que no le son afines ideológicamente?

En una entrevista con Tucker Carlson, planteó una posición ultraideológica de las relaciones internacionales. Al punto que dijo ‘yo con comunistas no voy a tener relaciones comerciales’, refiriéndose a Brasil y China. Eso recibió muchas críticas porque era una posición muy irrealista (…). Entonces, yo creo que va a ser más pragmática la relación. Y en la cotidianeidad política, la canciller Diana Mondino hará su trabajo. Supongo será más sensata en las relaciones internacionales. Milei va a ser más moderado de lo que viene siendo, pero no sé si coherente. Y que sea un outsider de la política en un sentido casi puro hace que haya muchos signos de interrogación.

—Se habla mucho del momento pendular en la política Latinoamericana. Chile no ha sido ajeno a ello. ¿La asunción de Milei puede facilitar el camino de José Antonio Kast o de las nuevas derechas en otros países de la región?

—En América Latina nos gusta hablar de ciclos políticos: las dictaduras, el ciclo de la transición, el ciclo neoliberal en los 90 o el ciclo de la marea roja volviendo a la izquierda en los 2000. Pero desde 2015 en adelante, me parece más difícil identificar olas o ciclos políticos ideológicos en Latinoamérica (…). Lo que vemos es mucha más volatilidad, con gobiernos mucho más desafiados, con derechas más radicales en la oposición, electorados más volátiles. No sé si vendrá una ola de extrema derecha en la región. Por ahora, habrá que ver el resultado del gobierno de Milei.

—En el libro se plantea la prioridad de las nuevas izquierdas en temas más identitarios. Eso ha sido tema de debate en Chile respecto del gobierno del Frente Amplio porque las prioridades ciudadanas apuntan a otros aspectos como seguridad, economía. ¿Hay un desacople del sector de la sociedad, como un fenómeno a nivel global?

—Hay un riesgo cierto, que yo lo había escrito en algún lado, de la ‘hipsterización’ de la izquierda. Que la izquierda se vuelva muy cool, pero ya no sea la alternativa de los de abajo. Se habla mucho de la interseccionalidad, de articular temas de género, de raza y de clase, pero los temas económicos son cada vez más complejos para la izquierda y los fue abandonando. No es casual que Milei haya ganado haciéndose fuerte en el discurso económico. Es un desafío para la izquierda cómo responder esa defensa del capitalismo tan ideológica cuando (Milei) dice que el capitalismo es un sistema superior tanto estéticamente, productivamente y moralmente, superior al socialismo.

—Hay que reconectar con el elector.

—Creo que la izquierda debería ‘deshipsterizarse’ un poco y conectar más con sus tradiciones. No digo que sea fácil porque la realidad social cambió. Tampoco se puede pensar esto como una especie de nostalgia del movimiento obrero que hoy ya no existe como antes (…). Hay una especie de fosa de la tradición de la izquierda. Si en una época se discutía el reformismo de Bernstein, sobre Lenin o Trotsky, todo eso eran debates vivos. Podían ser utópicos, pero lo estaban. Hoy no sé dónde están las preferencias una izquierda que se enamoró de esta especie de denuncia de la desigualdad.

Un discurso un poco como el de Oxfam, que está bien, porque la desigualdad es un problema. Pero el solo discurso de la desigualdad no alcanza para para para construir un horizonte. Y no es fácil, porque efectivamente el capitalismo actual parece haberse independizado un poco de todos, tanto de la izquierda como de la derecha, y funciona con sus propias lógicas. Es importante reconectarse con los mundos populares que ya no son los mismos que en el pasado. Sin apoyarse ahí, la izquierda no puede avanzar.

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