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30 de Diciembre de 2023

“Divorcio de dormitorio”: la modalidad de algunas parejas que deciden vivir juntas pero dormir en piezas separadas

Parejas piezas separadas Ilustración: Camila Cruz

Parejas que afirman estar enamoradas y tener una buena relación, optan por la privilegiada opción de contar con una habitación “extra” para conservar sus espacios a la hora de dormir. Ronquidos, diferencias en la temperatura corporal y otras afecciones de salud, han llevado a matrimonios y noviazgos a acudir al sleep divorce, como se llama en EE.UU. al "divorcio de dormitorio". Aquí, parejas cuentan cómo esta fórmula ha implicado mantener una relación estable y que les ha resultado cómoda. “Dormimos juntos cuando tenemos ganas", sintetizan. "Hay parejas que duermen juntas toda la vida y ni se tocan, otras que se ven un par de días a la semana y se devoran con la mirada”, dice la psicóloga Milena Gallardo.

Por Paula Domínguez Sarno

Una colección de ferromodelismo a escala, de 26 locomotoras y 180 carros en una vitrina, decora el pasillo de entrada a la habitación de él. De aspecto minimalista y con una paleta de colores marrones, el espacio de unos nueve metros cuadrados guarda su cama y un velador, frente a ellos cuelga de la muralla un televisor y, al asomarse al walk in clóset, aparece otra pieza. Es una pequeña sala de menos de tres metros cuadrados. Angostada aún más por más vitrinas con objetos de colección y repisas llenas de cajas transparentes que ordenan cientos de herramientas. Descansa sobre el suelo un mesón de trabajo y algunos espacios dejan ver algo de las paredes, donde cuelgan reglas y escuadras metálicas.

Al pasillo de las locomotoras también lo adornan, pero por el frente, dos cuadros que miran la puerta de la habitación de ella. Las paredes son verde musgo y están cubiertas por coloridos cuadros en lugar de un televisor. Uno es de orquídeas, hecho por ella, y otros tres son dibujos de mujeres sobre material reciclado que mandó a hacer a una artista local. En una de las esquinas roba el protagonismo un mueble modular desarmable para hacer manualidades y en su walk in clóset sí hay ropa: decenas de vestidos que utiliza para el baile tribal que practica, cuelgan con tantos colores como el arte de la habitación.

Ella es Karina Torres (53) y él, Ítalo. Llevan 13 años de relación, siete casados y ocho viviendo juntos -desde 2015- bajo la modalidad de las piezas separadas, en Coquimbo.

Desde el Centro Psicólogos y Salud aseguran que dormir en piezas separadas en contexto de pareja se ha vuelto una práctica cada vez más habitual. Sin embargo, depende de la realidad de cada relación si esta modalidad, también llamada “sleep divorce” (divorcio de dormitorio), concluye en una resolución sana o no.

El auge del sleep divorce y las piezas separadas

La semana pasada, la actriz Cameron Diaz contó en el podcast Lipstick on the Rim que ella y su esposo duermen en piezas separadas, añadiendo que es una forma de vivir en pareja que debería normalizarse. Los dichos de la actriz hollywoodense de 51 años se llevaron cientos de miles de reacciones en redes sociales y otros cientos de titulares.

No son muchos los sondeos que han sacado una imagen real de la cantidad de parejas que optan por separarse al momento de dormir, pero de acuerdo al estudio Better Sleep Council en Estados Unidos (2017), dormir separados resuelve problemas de sueño. Según la investigación, más del 60% de las parejas no duermen juntas la mayor parte de la noche, el 26% de los encuestados admitió que duermen mejor cuando lo hacen solos y el 9% afirmó haber adoptado el sleep divorce.

Ítalo y Karina llevaban saliendo un par de meses cuando se fueron a vivir juntos. “Italo se fue a vivir conmigo porque tenía que entregar el departamento, no tenía a dónde irse y se fue a mi casa”, explica ella. “La verdad es que me engrupieron”, interviene él, con la oposición de Karina a contar esa parte de la historia. “La Kary me dijo: ‘Yo el 15 de diciembre me voy con los niños a Los Andes, podrías cuidar la casa’”, sigue, de todos modos. “Y le dije: ‘Bueno, qué conveniente…’. Mandó a los niños a Los Andes y nunca se fue con ellos. Me engañó. Y de ahí nunca más nos separamos”, agrega entre las risas de ambos. Luego, se fueron a vivir a una casa juntos y fue años después, cuando se mudaron al departamento en el que viven ahora, que Karina “pidió una pieza”.

“Una decisión de dormir en habitaciones separadas debe ser también un acto consensuado, comprometido, que no sea un acto individualista”, explica la psicóloga clínica especialista en terapia de parejas del Centro Psicólogos y Salud, Milena Gallardo. “En mi experiencia como terapeuta, una gran mayoría de parejas que se separan han decidido previamente dormir separados como un acto rupturista”, advierte.

“Yo necesitaba dormir bien, tengo trastornos de sueño, para mí son importantes esas seis horas de sueño”, explica Karina. Ítalo es carismático, robusto, le gustan las manualidades y permanece activo día y noche, además de roncar cuando duerme. “A mí me gusta la música, la noche en la penumbra, escuchar algo y leer mi libro, mantener la tranquilidad del momento. En cambio Italo necesita estímulos permanentes: películas, ruido, estar con el celular mientras ve la tele…”, añade.

“Era entendible, porque la Kary no dormía. Yo me acuesto y me pongo a roncar. Despierto, viendo una película, y en el relajo me pongo a roncar”, admite. “Y en mi cama duermo destapado, esa es la otra. La Kary es friolenta, yo me acuesto con bóxer y yo la tenía toda la noche haciéndome el ‘Darth Vader’”, sigue con humor imitando al personaje, con el ruido de una respiración intensa mientras apunta a su cuello. “Y yo cagado de calor, me iba a la orilla, la orilla, la orilla… sopeado entero”. Y ambos dicen entre carcajadas y al mismo tiempo: “Éramos súper incompatibles”.

En Chile, un sondeo del Centro Mi Intimidad (2022) señaló que, por ejemplo, el 61% de las parejas de personas que roncan reconocen una alteración del sueño y descanso y el 39% de ellos dijo sentir mucha rabia cuando se enfrentan a la situación.

Camila Pérez (30) afirma tener una buena relación con su pareja y también duermen en piezas separadas. Ambos son médicos, llevan cuatro años de pololeo y tres años y medio viviendo juntos. Vivieron en distintas partes de Chile por sus trabajos, pero no fue sino hasta que se mudaron a Valencia, en España, que decidieron tener una pieza para cada uno, hace seis meses. “Yo tengo reflujo y tenía que dormir con la cama más arriba, tenía que subir la cabecera”, cuenta. El problema es que, con la inclinación, su pareja se desplazaba hacia abajo y terminaba en los pies de la cama, con los suyos fuera de ella.

Después de unos días intentándolo, el sueño de él ya no le resultaba sano. “Ahí me dijo como: ‘OK, yo no puedo seguir durmiendo así’”, cuenta Camila como algo que le causa gracia. “Y arreglamos la pieza de al lado para que durmiera él”.

Las inseguridades y cuestionamientos de no seguir los cánones sociales de una relación

“Igual era como: pucha, no es tan terrible dormir con la cama inclinada, no pasa nada”, dice con risa. Comentarios como el “te echo de menos” se sumaban a la interacción de la pareja las primeras semanas. “Pero después nos acostumbramos y le empecé a encontrar las cosas positivas a dormir separados”.

Él está haciendo la especialidad y trabajando y ella trabaja haciendo teleconsulta de Medicina General. “Si él se quiere quedar estudiando hasta tarde no me despierta y eso es muy bacán, porque cada uno puede disponer de su tiempo como quiera”, dice Camila. “También el tema del orden. Si yo no tengo tiempo para ordenar, tampoco le afecta, y al revés. Cada uno tiene su espacio y lo organiza como quiere”.

Su modalidad de vida en pareja en este aspecto no es algo que comenten, pero tampoco que oculten. Sus amigos se dan cuenta de esta “particular” forma de dormir cuando los visitan. “Ahí les mostramos: ya, esta es mi pieza, esta es la pieza de mi pareja… Y cuando se alojan, ahí alguno cede su pieza”, cuenta Camila.

Recorrer Sudamérica en motocicleta, hacer cosplay, juntarse con amigos y otros panoramas al aire libre, son algunos de los momentos que la pareja de Italo y Karina han disfrutado juntos. Y hay veces que la “batería social” de Karina se agota y decide ir a su habitación y cerrarla por dentro. “Digo: ‘Permiso, te amo, buenas noches’ o ‘buenas tardes’. Me encierro y yo sé que en ningún momento va a ir, porque sabe que estoy agotada”.

Pero cuando discuten…

“No hay nada peor que ir a acostarte con tu pareja si estái emputecida con él poh. Y escucharlo roncar, que él no esté ni ahí, tú estái toda enrabiada…”, dice Karina e interrumpe Ítalo. “Y ahí yo me acuesto en mi cama y empiezo: ‘Uno, dos, tres…’. No alcanzo a llegar a diez y entra a la pieza, cierra la puerta y me dice: ‘Tenemos que hablar’”, describe imitando la voz de ella. Al hablar de sus encuentros más hostiles como pareja, como las situaciones en las que –a diferencia de casi la totalidad de la entrevista– realmente estuvieron serios y angustiados, lo hacen con humor.

“Generalmente, al desregular emocionalmente, las parejas tienden a tomar esta opción”, explica el psicólogo clínico y magíster en Psicoterapia Familiar y de Pareja del Centro de Terapia del Comportamiento, Luis Arriagada. “Cuando no existe una comunicación de confianza y abierta, me parece que no es sano tomar esta decisión, ya que el problema o conflicto podría traer malos entendidos, diferentes interpretaciones y entrampes en la dinámica relacional”.

Entre más risas y carcajadas, la insistencia de Italo por caricaturizar todas las anécdotas no se agota con el fracasado intento de Karina por llamarle la atención, ya que terminan con una mirada cómplice y la sonrisa de ambos.

Aunque fue Karina la de la idea, admite que estaba preocupada al principio. “Leí mucho sobre el tema, porque, a pesar de que yo lo pedí, me dije: ‘Chuta, ¿en qué me estoy metiendo? ¿Y si lo pierdo?’”, recuerda. Pero ambos están de acuerdo en que solo son incompatibles a la hora de dormir. Además, agregan como factor importante el hecho de que se conocieron en sus cuarentas con sus hijos siendo, la mayoría, adolescentes y habiendo tenido cada un matrimonio anterior de más de 15 años. “Los dos llegamos súper maduros, por no decir viejos, a esta relación”, concluye Karina.

El “ciclo vital de la relación” al que hace referencia Karina, también es importante al momento de evaluar las medidas que toman las parejas para solucionar sus conflictos. Así lo explica el psicólogo Luis Arriagada. “No es lo mismo una pareja con una relación madura, que una pareja que esté en formación y que necesite del contacto físico y emocional”. Afirma que existen estudios que demuestran que dormir junto a la pareja entrega elementos que potencian el apego seguro: “Siempre y cuando la relación sea lo más sana posible. A veces los tiempos de la pareja no son los mismos, ni los estados emocionales, por lo que a veces se recomienda el espacio y la tranquilidad psíquica de ambos”.

La entrega de cariño y los rituales de cortejo

No por dormir en habitaciones separadas no se entregan cariño, y bromean al respecto. “Se convirtió en un juego re entretenido, porque nos tomamos un traguito en la terraza, hacemos un picoteo, estamos ahí relajaditos: ‘Ya, sí, es tarde, hay que ir a acostarse… ¿a tu departamento, el mío?”, cuenta Ítalo. “Tenemos ese juego de que nos vamos a ver”.

Además, explica la pareja, todas las noches se despiden y por las mañanas se saludan con demostraciones de cariño. Italo suele llevarle el desayuno en bandeja a la habitación de ella, momento que ocupa para meterse a su cama y regalonear antes de empezar el día. “Almorzamos y siempre después del almuerzo, diez minutitos, 15 minutitos, nos vamos a acostar. Estamos abrazados, la Kary ronca todo el rato aquí en mi cara…”, cuenta Ítalo. “Ahora yo ronco”, interviene Karina con gesto de levantar la mano, como si estuviera en una sala de clases.

“Dormir mal favorece el estrés”, afirma la psicóloga Milena Gallardo. “Una pareja que se ama y opta por habitaciones separadas, corresponde al modelo de relación que a ellos les acomoda”. Además, explica que, muchas veces, las relaciones son regidas por paradigmas sociales establecidos en épocas pasadas que funcionan como cánones a seguir, lo que no es necesariamente sano. “Hay parejas que duermen juntas toda la vida y ni se tocan, otras que se ven un par de días a la semana y se devoran con la mirada”, agrega.

Cuando Camila quiere dormir con su pareja, lo visita en su habitación y viceversa. “Siento que no ha influido en entregarnos cariño”, cuenta. “Durante el día hacemos otras cosas y solo ocupamos la cama para dormir, ¿cachai? Solo estamos en las piezas para tirar y para dormir. No pasamos más tiempo en las piezas”.

Al igual que una pareja que se frecuenta, pero que viven en lugares distintos, luego del momento íntimo de sexo o regaloneo, hay veces que cada uno se va a su pieza y otras se quedan hasta la mañana siguiente. “Dormimos juntos cuando tenemos ganas y no necesariamente después de tener una cita”, explica Camila. “Depende mucho de lo que tiene que hacer el otro al otro día y cómo queremos dormir. Porque también es verdad que no dormimos tan bien juntos”.

Aunque está enamorada y se proyecta con su pareja, ante la pregunta de si repetiría el sleep divorce con una futura pareja, de darse ese contexto, Camila cree que sí. “De hecho, ya lo hemos hablado, si en un futuro nos vamos a vivir a otra parte, ojalá tener dos piezas”, añade. También reflexionando sobre el lujo de poder encontrar y pagar por un lugar con mayor espacio.

En el mueble desarmable de la habitación de Karina, el cual utiliza para hacer manualidades, tiene muchos momentos eureka. Estas ideas, ellas las piensa e Italo las materializa en su espacio: en la pequeña pieza de trabajo, sobre el mesón de madera y bajo las repisas con herramientas. “Así hemos hecho los cosplay de Juego de Tronos (por ejemplo). Él aplica el oficio: mi idea, la lleva a un nivel superior y la desarrolla. Cose, arma, construye… Y logramos resultados muy bacanes”, dice Karina. “Y lo otro”, agrega Italo. “Es que yo apaño a la Kary en la huevá más mínima que se le ocurra. Yo puedo estar tapado de pega, cesante, puedo estar enojado, deprimido… pero la Kary me dice: ‘Upa’. Yo: ‘Chalupa’. Altiro”. Ella afirma que es verdad lo que dice: a veces, este acompañamiento es ir a verla practicar el baile tribal durante horas.

“A veces, me cuestiono el tema del ronquido, porque sé que no dormimos juntos, principalmente, por roncar”, reflexiona Italo. “Y a veces me cuestiono que no voy al médico, no me hago una sonoterapia… y lo cuestiono y digo: ‘Puta la hueá, dormimos separados’”, sigue. “Pero me voy a acostar y se me pasa”, se ríe. “Duermo fresquito y no tengo a nadie al lado y en mi cama doy vuelta los brazos, las piernas y duermo y salto…”, termina entre más risas.

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