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23 de Enero de 2024

Françoise Bettencourt, la mujer más rica del mundo y heredera de la fortuna de L’Oréal, que consiguió el éxito viviendo oculta

françoise bettencourt, la mujer más rica del mundo Redes sociales.

A finales de diciembre, Bloomberg situó a la mujer francesa como la mayor fortuna femenina del mundo. Su vida ha estado marcada por el anonimato, la discreción y la intelectualidad.

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Durante años, los hombres fueron quienes encabezaron las listas de las mayores fortunas del mundo. Sin embargo, hoy cuenta con la presencia de un grupo de 330 mujeres multimillonarias, que empiezan a sobresalir en los listados. Una de ellas es Françoise Bettencourt, quien –según Bloomberg– superó los 99 billones de pesos (100 mil millones de dólares) en diciembre pasado, transformándose en la mujer más rica del mundo y la undécima fortuna del planeta.

Bettencourt es la heredera de L’Oréal, gigante cosmético que en 2023 alcanzó el mejor precio para sus acciones desde 1998. La mujer nació en Neuilly-sur-Seine, en las cercanías de París, Francia, en 1953. Esto, 44 años después de que su abuelo materno, Eugène Schueller, creara la empresa mientras probaba en la cocina de su casa unas tinturas para el pelo.

Su madre, Liliane Bettencourt -la primera heredera del imperio cosmético-, quedó al frente de la compañía en 1957. Eso la hizo amasar una fortuna que la transformó en la mujer más rica de Francia y la llevó a optar por una vida marcada por el lujo y la ostentación. Así, Liliane se mostraba como una mujer de la alta sociedad francesa.

Fue ese hecho el que distinguió a la madre y la hija. Para Françoise Bettencourt, “el dinero enloquece a la gente” -aseguró en entrevista con Le Monde en 2012-. Por ello, se embarcó en el anonimato, la discreción y la intelectualidad. Entre sus grandes placeres están la lectura, la música clásica -pasa cerca de tres horas diarias tocando piano en su salón- y el altruismo.

Sobre su vida, en la misma conversación, expresó que “una vez más, sé que soy una privilegiada, pero no vivo en una mansión. No somos grandes coleccionistas de cuadros y no uso joyas”.

Según contó en Paris Match, su infancia no fue una etapa feliz y su paso por la escuela de las monjas anglosajonas de Sacré-Cœur fue complejo. Las religiosas -dijo- le enseñaron a no dejarse impresionar por nada y parecer siempre imperturbable. Pero tiempo después, sus padres la sacaron del colegio y comenzaron a educarla en la casa, pues tenían miedo de que la secuestraran. Eso la encerró y la volvió más solitaria. Después entró a la Academia de Bellas Artes y se alejó del lujo y la ostentación.

La relación entre Liliane y Françoise Bettencourt se fue volviendo tensa, sobre todo desde la adolescencia. Como consignó Vanity Fair, alguna vez la madre llegó a decir que “Françoise era pesada y lenta. Iba siempre una vuelta detrás de mí”.

Sin embargo, según la hija -en conversación con Le Monde-, Liliane “siempre fue hermosa, sí, pero nunca sentí la más mínima rivalidad. Celos es una palabra que me resulta extraña. Como siempre lució elegante, la observé con admiración. ¿Tenemos diferentes gustos y personalidades? Sí, de nuevo, pero ¿es esto un obstáculo?”.

Crecer en medio del dinero: la historia de Françoise Bettencourt

Según Françoise Bettencourt, “cuando era niña, mis padres siempre se aseguraron de que entendiera bien las diferencias entre el juego y la sinceridad, entre el bien y el mal. Fui educada en colegios religiosos, donde la educación y la transmisión de los valores de honestidad y rectitud eran fundamentales. En casa no hablábamos de dinero. Era una palabra que no era fácil de pronunciar”. Así, reconoce, que no la criaron para “adorar” al dinero.

Mantiene muchos amigos desde joven, entre los que se cuentan actrices, empresarios y personajes políticos. Y siempre, ha dicho, se aseguraba de que no fuesen amistades por interés. Eso incluso ocurrió con su actual esposo, Jean Pierre-Meyers, a quien conoció a los 19 años.

“Si alguien hubiera querido casarse conmigo sólo porque tenía dinero, lo habría visto. Esperé mucho tiempo a mi marido y sé que no era el dinero lo que le atraía: ¡nos conocemos desde que llevábamos pañales!”, señaló en Le Monde.

El inicio de su relación con Meyers fue complejo, debido a su ascendencia judía, cuestión que reabría heridas en la familia de Bettencourt. Su abuelo, el fundador de L’Oréal, estuvo investigado después de la Segunda Guerra Mundial por colaborar con el régimen nazi y su padre escribió algunos artículos antisemitas. Pero, 10 años después, lograron casarse, en privado, en una ceremonia en Florencia, Italia.

Tuvieron dos hijos, Jean-Victor (1986) y Nicolas (1988), que pasaron mucho tiempo junto a su madre y hoy participan en la propiedad de la empresa familiar. Y, gracias al influjo de su marido, comenzó a estudiar la Biblia y las relaciones entre la religión católica y el judaísmo. De hecho, escribió un libro al respecto, que se transformó en cinco tomos de estudio.

“Vive dentro de su propia burbuja. Se mantiene principalmente confinada en su propia familia”. Así la describió en la revista Time Tom Sancton, autor del libro El asunto Bettencourt.

El hecho que rompió la calma

En 2007, la familia Bettencourt protagonizó un escándalo que se conoció como el Watergate francés. Tras la muerte de su padre, Françoise demandó a François-Marie Banier, amigo de Liliane Bettencourt, por ‘abuso de debilidad’. Banier era un fotógrafo que llevaba años recibiendo regalos de lujo de parte de la madre, abusando de su generosidad.

El juicio fue transmitido por todos los medios del país, donde se pudo ver a Bettencourt declarando que “estoy luchando por proteger a mi madre”. Durante el proceso se presentaron grabaciones que mostraban a Banier postulando como el heredero universal de L’Oréal y hasta se involucró el entonces presidente, Nicolas Sarkozy, quien fue absuelto.

La causa duró 10 años, y a su término se determinó que Liliane padecía demencia, y se la puso bajo el control de su familia.

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#Francia#Loreal#riqueza

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