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Reportajes

27 de Enero de 2024

El colegio como parte de la información en un currículum: la cada vez más resistida “costumbre” chilena que devela la clase social al buscar trabajo

Ilustración: Camila Cruz

En los currículum, la costumbre es poner el colegio desde donde se egresó como parte de la información básica. Un hábito poco usual en el extranjero, pero que en Chile está anclado como exigencia. Sin embargo, esta práctica puede provocar discriminación o la intención de ser elegido al pertenecer a una clase social alta. Pablo Zamora, fundador de NotCo y presidente de Fundación Chile, dice que no contrata a gente que pone el colegio en su currículum. “Debería ser ilegal que te pregunten de qué colegio vienes". Nicolás Shea, fundador de Cumplo, G100 y Start-Up Chile, opina parecido: “Me son indiferentes los colegios en los currículum. Me criaron con la parábola de los talentos y con la convicción de que el ser humano no tiene límites, venga de donde venga”. Un debate que comienza a ser cada vez más habitual.

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Pablo Zamora, fundador de NotCo y presidente de Fundación Chile, dice que no contrata a gente que pone el colegio en su currículum. “Debería ser ilegal que te pregunten de qué colegio vienes, tanto como lo es que te pregunten cuál es tu creencia religiosa”, responde. Nicolás Shea, fundador de Cumplo, G100 y Start-Up Chile, opina parecido: “Me son indiferentes los colegios en los currículum. Me criaron con la parábola de los talentos y con la convicción de que el ser humano no tiene límites, venga de donde venga”.

Entre ambos han fundado —cada uno por su lado— ocho exitosos emprendimientos nacionales. También han trabajado, aconsejado o dirigido a más de 10 compañías y levantado polos de innovación en el país. Si dos de las figuras más importantes del emprendimiento chileno opinan que el lugar de dónde vienes es irrelevante para manejar compañías avaluadas en más de un billón de dólares —NotCo es empresa unicornio y Cumplo está por serlo—, ¿por qué entonces se sigue poniendo el colegio en el currículum?

Marisol Verdugo, socióloga y académica de la Escuela de Antropología de la UDP, afirma que la clase social sigue siendo la forma más extendida de discriminación en el país. Y el lugar donde se nace y se estudia cuando niños, uno de los marcadores más determinantes. “Quien pone su colegio en el currículum puede considerarlo una estrategia para distinguirse de aquello que es socialmente sancionado: la pobreza. Poner el nombre de un colegio ABC1 significar que quien te evalúa, asuma ciertas cosas sobre ti”, explica.  

Lo que el evaluador podría asumir es el círculo vicioso de la cultura de clases. Mientras más dinero, mejor educación, mejores posibilidades. ¿Qué denota el colegio del que saliste? “El empleador que lee tu colegio en el currículum te está clasificando o no como parte de un grupo”, continúa la antropóloga. “Y si él pertenece a ese grupo también, inmediatamente va a intentar reconocerte: ‘Ah, tú eres pepito de tal colegio, tal familia, tal prestigio, tal exigencia’. En investigaciones, a veces habían fuentes que asumían que las personas de colegios alemanes tenían más disciplina y autodisciplina. Estamos arraigados a conjugar estereotipos con esta información”, agrega.

Pablo Zamora recuerda que su primer trabajo fue el del post-doctorado que hizo en California. Llevó sus papeles apostillados y varios papiros que comprobaban sus estudios. Y no le pidieron nada. “No solamente no me preguntaron de dónde venía, ni siquiera me preguntaron de dónde había sacado mi doctorado”, cuenta. “Allá existe mucha confianza en el talento y las capacidades de las personas. La entrevista y la propuesta de trabajo que hice era mucho más valiosa que el colegio donde estudié. Incluso, si lo que traía para mostrar en ese momento no hubiese servido, ellos no habrían tenido ninguna condescendencia en echarme a los 20 minutos. Ahí da exactamente lo mismo que venga de Melipilla”, continúa. 

Lo miren o no, la decisión de poner el colegio aún existe y puede ser subconsciente. Nicolás de Camino, fundador y CEO de Xepelin -plataforma virtual chilena para facturación y pagos inmediatos en las empresas-, cuenta que su primer trabajo fue en un banco de inversión en 2010. “Era habitual poner el colegio en el currículum, no sé si lo tomaron en cuenta o no, pero yo sí lo tenía. Al mismo tiempo, en el banco de la competencia, a un amigo le preguntaron hasta el último apellido, el colegio, todo. Me sorprendió para mal en esa época”, comenta. 

Marisol Verdugo no se sorprende. “Me suena completamente que hasta hoy, incluso hayan personas con 50 años y una larga carrera con experiencia que sigan poniendo el colegio en su currículum. Es una estrategia para obtener aquello que queremos dentro de nuestras posibilidades. Me he topado con familias que prefieren no matricular a sus hijas o hijos en liceos técnicos, porque consideraban que dentro de lo que podían pagar, les daba más prestigio haber salido de liceos científicos-humanistas”.

¿Para romper el paradigma hay que ser excepcional?

Murilo Arruda es especialista en recursos humanos y fundador CEO de MyDNA, donde han entrevistado a más de ocho mil personas. Hace 13 años llegó a Chile desde Brasil a trabajar en el rubro y dice que nunca había visto algo así. “Teniendo una mirada de América Latina con experiencia en Brasil, Perú y Argentina, por lejos el país que más pregunta sobre información de estudios básicos es Chile. Lógicamente, los años de experiencia deberían contar más que el colegio donde uno estudió”, cuenta. 

Nicolás de Camino relativiza la mayor oportunidad de trabajo en una empresa si la persona viene de un colegio de élite: “Hay varias empresas en Latinoamérica que les da lo mismo. Para empresas más tradicionales en Chile como bancos o estudios de abogados, creo que aún existe la práctica de buscar conocidos dentro de la red para tener un punto en común”. Ahora, en las startups, dice que “pesa más el mérito y se promueve la participación de personas talentosas de todo tipo de clase y cultura”. 

Son ‘excepciones’ las que están empezando a aparecer”, opina Marisol Verdugo. “De vez en cuando, sucede que alguien de clase baja logra ocupar sitios de poder. Eso no significa que haya un cambio en la estructura de clases. Porque el clasismo sigue operando”, afirma. Murilo Arruda opina igual: “Las excepciones van aumentando con el tiempo. ¿Es normal? No. ¿Es posible? Sí. No debería ser una excepción que alguien excepcional llegue a un puesto de trabajo sin importar en qué colegio estudió”. 

Ambos creen que el cambio está sucediendo lento y que la solución no será en el corto plazo. “Se ha tratado de superar esto sacando la foto o el colegio del currículum. El problema es que no es una solución absoluta. Igual podemos inferir la clase social de una persona a partir de otros datos, como la dirección de residencia, la universidad o incluso los hobbies”, explica Marisol Verdugo. 

Murilo cuenta que cuando recién llegó a Chile, uno de sus clientes le dijo: ‘Nosotros estamos abiertos a contratar todos los perfiles del mundo. Pero la base es que sea Ingeniero Comercial de la Adolfo Ibañez’. Él quedó perplejo. “Jamás había escuchado sobre esa universidad, pero ellos insistían en que necesitaban ese perfil, porque ya les había funcionado con otra gente. 

Siempre hay un pitch del gerente a la hora de buscar a una candidata o candidato. “Me dicen: ‘Trae gente con distintas visiones y formaciones’, pero al final, terminamos contratando más de lo mismo. Está tan arraigado el tema de la clase social, que sería necesario un candidato con algo muy especial para que rompa con ese paradigma que ya está instalado en la cabeza”, opina Murilo. 

El huevo o la gallina

Pablo Zamora dice que para un proceso de selección justo, primero hay que dejar de reproducir estos códigos. “Quienes contratan tienen que desentenderse de la discriminación por clase social, porque venir de una clase social alta todavía significa más oportunidades laborales. No se trata de culpar a quien tiene los recursos, sino de desarrollar tecnologías y herramientas para que cada día sea menos relevante el lugar donde naciste o fuiste al colegio. Por eso son tan importantes las políticas públicas”.

Romper con el clasismo en Chile no ha sido fácil, por eso Marisol Verdugo es escéptica a la hora de buscar soluciones para que el colegio deje de ser —o parecer—importante en el currículum. “No podemos superar el clasismo de buenas a primeras porque es la historia del huevo y la gallina: es difícil eliminarlo cuando, a la vez, tenemos una desigualdad educacional tan importante. Si no hay oportunidades desde un principio, ingresar un CV sea como sea, solo puede reproducir esas desigualdades. A pesar de los intentos de ‘anonimizar’ un currículum, el problema es tan grande, que la discriminación podrá aparecer incluso una vez que ya conseguimos el trabajo”.

Murilo Arruda también cree en las políticas públicas. “Debería haber más leyes que ayudaran a romper el círculo vicioso porque, por ejemplo, si tú ganas una beca porque eres brillante o te esforzaste, todo lo que hagas con eso es lo que importa”. El artículo 2 del Código del Trabajo expresa que “son actos de discriminación las ofertas de trabajo que señalen como requisito condiciones que tengan que ver con el color, el sexo, la nacionalidad, la situación socioeconómica…”, entre otras. Pero sí permite que “las distinciones basadas en las calificaciones exigidas para un empleo determinado” no sean consideradas como discriminación. La regulación es amplia. 

¿Es más confiable contratar a alguien que venga del mismo colegio del jefe?

“No necesariamente”, dice Nicolás de Camino. “Al final del día, tu experiencia y las referencias que den de tu trabajo es lo que va a pesar”. ¿Podemos asegurarnos de que otro no te va a ganar el puesto por poner un colegio en el CV? No necesariamente también. Pero la tecnología sí está tratando de trabajando en ello. 

“Hay un tema importante con respecto de las plataformas de postulación. Antes, todas tenían un espacio para poner el colegio donde estudiaste: Hoy, en muchas ni siquiera existe ese campo. Eso significa que hay un cambio en lo que el cliente —que paga por esa plataforma— quiere. Estoy seguro que ese cambio está teniendo un efecto exponencial, que aunque es lento, llegará”, cuenta Murilo Arruda. 

Nicolás Shea, que creó el polo de encuentro para emprendedores G100, cuenta que el lema de su Campeonato  Nacional de Emprendimiento Nada Nos Detiene es “que tu origen no determine tu destino”. Este año está buscando gente en más de 100 comunas del país y el próximo quiere llegar a todo Chile. ¿Hay un cambio en las nuevas generaciones? Puede ser, pero ¿hay un cambio en nuestro subconsciente que defina el fin de la estrategia de poner el nombre de nuestro colegio para presentarnos? No es tan fácil. 

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