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Opinión

30 de Enero de 2024

Columna de Ignacio Walker | Lagos es la República

Columna Ignacio Walker | Retiro de Ricardo Lagos

El exministro de Relaciones Exteriores asegura que Lagos "era consciente de que no solo era el primer Presidente socialista desde Salvador Allende, y que su primera misión consistía en demostrar que el socialismo era capaz de concluir un periodo presidencial, sino que, junto con Aylwin, Frei y Bachelet, bajo la Concertación de Partidos por la Democracia, impulsaron una labor titánica en la doble dirección de la democracia y el desarrollo, sobre la base de la colaboración público-privada, que ha sido uno de sus legados".

Por Ignacio Walker

Recuerdo en el año 1988 haber sido parte de una delegación que nos dirigíamos a un encuentro en Barcelona para compartir con nuestros amigos españoles nuestra decisión de concurrir al plebiscito de octubre de ese año. Ricardo Lagos encabezaba la delegación.

El salón estaba atiborrado de amigos y amigas que nos preguntaban si estábamos locos de concurrir a ese plebiscito, si no nos dábamos cuenta de que esta era una trampa, que Pinochet nos iba a engañar por tercera vez, como en 1978 y 1980.

Lagos tomó la palabra y habló de la República (así, con mayúscula). Ese lenguaje sí que lo entendían nuestros amigos españoles. Habló de cómo, pese a haber sido concebido para confirmar a Pinochet en el poder, ese plebiscito se estaba transformando en una oportunidad para reencontrarnos con nuestras mejores tradiciones democráticas y republicanas. De cómo a junio de 1988 ya se había inscrito el 92% de los potenciales electores, y de cómo estábamos construyendo un sistema de inscripción y de control paralelo que nos permitía tener un control del proceso electoral.

Fuimos dando nuestros propios argumentos quienes acompañábamos a Ricardo Lagos en esta defensa del proceso de movilización social, político y electoral que culminara en el triunfo del 5 de octubre, una fecha memorable que tiene la huella de Lagos y de tantos, como él, de todo un pueblo por de pronto, que logramos derrotar al dictador en su propia cancha (todas esas ponencias están publicadas en Debat, 12, septiembre de 1988, Barcelona).

Recuerdo, en mis tiempos de diputado, bajo el gobierno del presidente Eduardo Frei, haber concurrido a una sesión conjunta de las comisiones de Economía y Obras Públicas en la que el ministro de OO.PP., Ricardo Lagos, socialista, expondría sobre la necesidad de incorporar capitales privados en un terreno históricamente reservado al Estado, como era el de las inversiones y la gestión en agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas servidas.

Dijo, casi textualmente: “necesitamos US$ 3.000 millones para invertir en estas obras públicas en los próximos 5 años y el Estado no tiene esos recursos; entonces, o allegamos capitales privados, a través del sistema de concesiones, o miles de compatriotas seguirán sin agua, alcantarillado, o tratamiento de aguas servidas, ustedes deciden”. El proyecto de concesiones de empresas sanitarias fue aprobado casi por la unanimidad del parlamento.

No le tembló la mano a Lagos en 2002-2003, cuando el país no lograba recuperarse de la “crisis asiática” de 1998, al encargarle a su ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, que se pusiera de acuerdo con Juan Claro, presidente de la CPC, para pactar e impulsar una “Agenda pro Crecimiento”, al mismo tiempo que nombraba a Vittorio Corbo presidente del Banco Central. El país no solo volvió a crecer al 4-5% anual, sino que Lagos terminó con un 72% de aprobación.

Y es que él era consciente de que no solo era el primer Presidente socialista desde Salvador Allende, y que su primera misión consistía en demostrar que el socialismo era capaz de concluir un periodo presidencial, sino que, junto con Aylwin, Frei y Bachelet, bajo la Concertación de Partidos por la Democracia, impulsaron una labor titánica en la doble dirección de la democracia y el desarrollo, sobre la base de la colaboración público-privada, que ha sido uno de sus legados.

Las relaciones civiles-militares alcanzaron un momento de extraordinario equilibrio, con una fuerte afirmación de la autoridad presidencial, se sentaron las bases de la institucionalidad económica que sería perfeccionada por sus sucesores en el cargo, innovó en políticas sociales verdaderamente notables, como el Plan Auge y, sobretodo, esa misma autoridad presidencial alcanzó su momento de máximo prestigio y reconocimiento público, dentro y fuera de Chile.

No podría terminar estas líneas en que pretendemos evocar la figura de Ricardo Lagos como la encarnación de los valores de la República, sin una referencia a su enorme prestigio internacional, de él, de la transición, de la Concertación, y de Chile, porque en eso sí que no se perdía: la política exterior es y debe ser una política de Estado. Me tocó acompañarlo en muchos viajes al exterior -sucedí en el cargo a Soledad Alvear, quien realizó una magnífica labor- y en todos ellos pude ser testigo de su enorme prestigio internacional, su capacidad intelectual, su enorme pedagogía para tratar temas de suyo complejos -siempre le acomodó el título de profesor, de académico, donde transcurrió su segunda vida desde el doctorado en Economía obtenido en la Universidad de Duke-, su compromiso con las más diversas causas en el plano de la paz y la seguridad, de los derechos humanos y la democracia.

Recuerdo tantas conversaciones, giras, encuentros, con algunos de los máximos líderes mundiales, para qué decir la reunión de la APEC en Chile, en diciembre de 2004, en la que me tocó estrenarme como canciller. Lagos navegaba como pez en el agua en la política internacional, colocando a Chile en un sitial inmejorable, de máximo prestigio. Lo bueno de escribir estas líneas es que no están dirigidas a quien nos ha dejado, sino solo a quien ha decidido dejar su participación en la esfera pública, como él mismo ha anunciado. Lo entiendo como una pausa, más que como una despedida, porque del talante, el espesor, la trayectoria y la proyección de Ricardo Lagos quedan muchas páginas por escribir.

*Ignacio Walker, exsenador y exministro de Relaciones Exteriores.

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