Tres hileras de autos que no pudieron escapar del fuego: la historia detrás de la imagen más impactante del incendio en Viña del Mar
Cuatro vecinos de la calle Gabriela Mistral, lugar donde se sacó la imagen en Villa Independencia, cuentan cómo lograron escapar del fuego -algunos en auto- el viernes en la tarde. Relatan cómo se formó la hilera de autos y lo que vieron el día después de la emergencia.
Por Nicholas Townsend, desde Viña del MarCompartir
“En esta calle había uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete personas (muertas)”, cuenta Claudio, de 46 años. Mientras habla, apunta a Gabriela Mistral, una de las calles principales de Villa Independencia y que se hizo viral por una tétrica foto.
La imagen grafica la tragedia que ocurrió el viernes 2 de febrero, cuando un incendio forestal alcanzó distintas comunas de la región de Valparaíso, entre ellas, Viña del Mar. En ella se podía ver hasta tres hileras de autos tratando de escapar del fuego, todos calcinados. En esta ciudad, el sector del paradero 10 de Achupallas fue uno de los más afectados, siendo esta calle por dónde las personas arrancaron de las llamas.
“Hay mucha gente que murió, hay mucha gente desaparecida todavía”, dice Claudio, mientras unas grúas levantan los autos y los montan en camiones para poder llevárselo. “Estos caballeros se están llevando los autos para venderlos para beneficio de ellos”, agrega.
Los relatos coinciden entre los vecinos que lograron sobrevivir al incendio: entre las cinco y las siete de la tarde, los sectores de El Olivar y Villa Independencia fueron arrasados por el fuego. Todo ocurrió muy rápido. Algunos mencionan que la alarma de evacuación llegó a la hora, otros aseguran que sonó mientras las llamas ya consumían sus casas. Lo concreto es que debieron arrancar de sus hogares, sin tener claridad hacia dónde, para poder mantenerse con vida.
A esa hora, pese a que en Viña del Mar empieza a oscurecer cerca de las 21:00 horas en verano, la noche llegó antes al sector alto de la ciudad, y con ella el terror, la angustia y la desesperación. Muchos no sabían para dónde evacuar y simplemente utilizaron sus conocimientos del sector para escapar de las llamas.
Luis y Juan viven en la calle Gabriela Mistral. Padre e hijo vieron cómo la gente, desesperada por sobrevivir, optó por tomar sus autos para tratar de llegar a la carretera saliendo por esta vía subiendo a Luis Hurtado López. Muchos venían de Villa Independencia, también hay gente que arrancó desde El Olivar. El fuego venía de abajó, no había opción más que subir.
“Mira, lo que pasa es que empezó a salir mucho humo. Ya estábamos rodeados de humo y nunca pensamos que se iba a prender todo esto”, recuerda de esa tarde Juan. “De la nada se empezó a formar una hilera de autos. Tres filas. Al principio eran dos. Había autos que venían bajando y, de la nada, se detuvo un buen rato el tráfico”, narra. Según relatan, demoraron una hora y media en poder evacuar de Achupallas.
La casa de Sandra (61) está al final de la calle Gabriela Mistral, o más bien estaba, ya que a su terreno saltó el incendio que venía subiendo por El Olivar. Recuerda que empezó a incendiarse un árbol de su patio, por lo que optó evacuar en auto. Pero antes de llegar a la Escuela Villa Independencia debió bajarse y correr, “porque el incendio estaba atrás de nosotros y el auto estaba caliente”. Es justo ahí donde la calle se convierte en subida y donde los autos quedaron atrapados.
La casa de Viviana Trujillo (53) está a una cuadra de la escuela. Ella también decidió evacuar en auto. “Nosotros tuvimos que arrancar para poder sobrevivir, porque cuando salimos estaba todo oscuro y sentíamos el calor de las llamas. Estaba todo cerrado, toda la gente gritaba, pedía ayuda, estaba el caos acá. Era un caos terrible”, recuerda.
Ella tomó otra ruta: salir hacia la calle Pablo Neruda. Pese a que logró salvarse, su vehículo no lo logró. “Nosotros tuvimos que dejar el auto parado donde está la plaza de la villa (Independencia). Ahí quedó el auto estacionado”. Viviana tuvo que ir a buscar a su madre y a su hijo a El Olivar y de ahí se devolvieron. “El taco después fue impresionante. No avanzábamos, no avanzamos, sentíamos tubos de gas (explotar), el despelote y la gente empezó a bajarse de los autos. Corrimos derecho hasta el final, subimos el cerro, llegamos arriba donde hay unas copas de agua y después bajamos y llegamos a la Villa Rukan. Por allá salimos y ahí mi prima logró comunicarse con nosotros y mi tío nos fue a buscar”.
Estefany Carrera es vecina de Juan y Luis. Ella llegó a Achupallas a buscar a su hijo y ya estaba todo quemado. Dice que no se podía bajar por la calle Gabriela Mistral, porque había tres filas de autos quemándose. “La gente casi ya estaba toda evacuada, quemada y todo explotado”, afirma.
Juan cuenta que hubo un momento en que evaluaron si escapaban en auto o no, pero el hecho de que estaba con su hijo y su abuela a quien sacaron envuelta en sábanas de la casa para subirla al vehículo. sacarla envuelta en sábana y dejarla adentro del vehículo. “Sí o sí teníamos que salir con el auto”, dice. “Llegó un punto en que quedamos de frente (a otros autos) y no teníamos cómo salir”, pero lo lograron. “La gente que venía atrás no alcanzó. Lo que pasa es que igual la gente empezó a dejar los autos tirados”, recuerda.
La situación se puso más compleja para aquellos que intentaban escapar de cuando un bus de la locomoción colectiva bloqueó el paso. “En la esquina había una micro en panne. No sé si el compadre dejó la micro botada, no sé qué habrá pasado. Pero justo los autos que venían en sentido bajando nos juntamos con los que íbamos subiendo”, narra Luis. “El hombre se puso nervioso y dejó la micro atravesada”, agrega Claudio.
Es justamente él quien cumplió una labor importante al día siguiente del incendio: logró movilizar ayuda para despejar la calle. “El sábado temprano ya estábamos corriendo los autos para poder trabajar. Aquí los bomberos no tenían acceso, llegaban a la esquina y se tenían que devolver”, cuenta. Por ello, con ayuda de maquinaria que le prestó su jefe, pudo mover los vehículos convertidos en escombros y que, en el momento de la conversación, eran cargados en dos camiones particulares.
Asegura que antes de correrlos, primero revisaba si había muertos en su interior, por respeto. “Arriba de los autos no había nadie. Pero sí en el suelo, en tres sectores de esta calle había gente botada en el suelo”, recuerda y sentencia: “Nosotros teníamos que ir a buscar al servicio médico legal. Ellos venían, los pescaban y los recogían y se los llevaban”.
“El sábado temprano ya estábamos corriendo los autos para poder trabajar. Aquí los bomberos no tenían acceso, llegaban a la esquina y se tenían que devolver”, cuenta. Por ello, con ayuda de maquinaria que le prestó su jefe, logró mover los vehículos convertidos en escombros y que, en el momento de la conversación, eran cargados en dos camiones particulares.
Asegura que antes de correrlos, primero revisaba si había muertos en su interior, por respeto. “Arriba de los autos no había nadie. Pero sí en el suelo, en tres sectores de esta calle había gente botada en el suelo”, recuerda.