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Entrevistas

18 de Febrero de 2024

Diamela Eltit y la cultura durante este gobierno: “La burocracia de los concursos, la ausencia de proyectos colectivos, ha sido la constante”

La autora de "Lumpérica" y Premio Nacional de Literatura 2018 habla de feminismo y política contingente. "Todas las personas del ámbito cultural sabemos que sencillamente no hubo un proyecto emancipador en las áreas artísticas que posibilitaran una democratización de las prácticas en su diversidad para beneficio de las comunidades. Es penoso", dice sobre las políticas culturales de hoy. "La gran tarea de las mujeres es descolonizar el imaginario de las mujeres capturado por lo masculino", señala sobre el movimiento.

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Entrar a la ñuñoina casa de fachada continua de Diamela Eltit, por instantes, pareciera que uno ingresara a una burbuja, casi a otra dimensión. Es que en su interior no se siente el calor aplastante de Santiago en febrero y tampoco el ruido de los autos que aún en pleno verano circulan bulliciosamente. Recibe gentilmente con agua con hielo y tras una rápida sesión de fotos comenienza la conversación.

-Aunque su último libro salió en septiembre del año pasado, leyéndolo ahora no pude dejar de asociarlo con los incendios de Viña del Mar. Esa precariedad de la vivienda, los desalojos…                 

-Creo que lo que señala tiene que ver con que las ciudades están segmentadas de una manera radical. Y Santiago es el gran paradigma. Pero se repite y se repite a lo largo del país. La gente se desplaza durante horas desde sus hogares a trabajar en el otro extremo de la ciudad, muchas veces para trabajar en las tres comunas de altos ingresos. Es una situación que no he visto en otras países. La segmentación habitacional es un signo y un síntoma de la exclusión y la desigualdad que experimentamos. 

-Pareciera que siempre se está ejecutando un desalojo en alguna parte.

-Porque los movimientos de las elites marcan y demarcan los territorios que están habitando, tienen un precio literal y otro simbólico de pertenencia de clase y ser propietario de ese suelo se impone como un signo de estatus. Y, en ese sentido, el gran emblema es la antigua pero resonante Villa San Luis (el proyecto de inclusión social que el gobierno de Salvador Allende desarrolló en la comuna de Las Condes), que es una imagen muy significativa, vigente y terrible del desalojo clasista y ganancial de miles de personas.  

-También hay desalojos menos violentos y más pausados, como los que a la larga se dan en lugares como acá en Ñuñoa, con la presión de las inmobiliarias por hacer edificios que terminan sacando a los vecinos anteriores.

-Sí, las inmobiliarias vienen de casa en casa, proponiendo, buscando, auscultando. Desde luego los edificios son una solución ante el crecimiento de la población, pero existe una especulación indesmentible, los precios y sus respectivos intereses son insólitos, décadas pagando y pagando. Y como mera especulación se permiten edificios descomunales, insensatos, que en realidad son un símil de los campamentos, como es el caso de Estación Central, en que la gente tiene que hacer filas para tomar un ascensor. Eso es muy fuerte. Y ni hablar de las viviendas sociales, que se siguen construyendo en los territorios más relegados de Santiago. Eso es violencia habitacional. 

-El desapego a la política, por parte de la población general y en particular de los artistas más jóvenes, contrasta con usted y su generación, que siempre han estado con un ojo bien atento a la contingencia. ¿Por qué cree que se da eso?

-En mi caso, tuve mucho interés en la revolución cultural sesentera, que marcó un nuevo tiempo que hasta hoy es decisivo. Una revolución cultural que buscó la emancipación de las identidades reprimidas por los sistemas, fue repensado el cuerpo de las mujeres como mera sede reproductiva, la libertad fue un eje de ese tiempo, pero, a la vez, en Chile, marcada por una clase dominante que siempre me ha parecido bastante cursi.

Se manifestaba la urgencia de los jóvenes por una sociedad más justa y participativa, relevar a las y los trabajadores, escuchar, pensar de manera comunitaria. Pero pienso que los artistas, los escritores, los estudiantes y parte de los trabajadores y hoy las mujeres siempre han estado a la vanguardia de los cambios sociales. Quizás puede haber artistas y escritores aliados a los poderes económicos, de hecho los hay, pero son minoritarios. 

-Para alguien que no conoce tanto su obra podría quedarse más con las acciones que hicieron con el Colectivo Acciones de Arte (CADA), pero la verdad es que también está obviamente la escritura e incluso los documentales en que ha participado.

-Sí, podríamos decir que he jugado bastante con los formatos. Y por otra parte, siempre estuvimos atentos a la calle, a lo que pasaba en el mundo popular. De hecho hubo un signo, que fue el “NO +”, que se elaboró como un signo desde el arte, pero finalmente la política se adueñó de él, lo que es muy positivo. Porque están los circuitos de arte o los museos, donde aparece nuestra autoría sobre el “NO +”, pero la verdad es que esa autoría se perdió y eso es interesante, la perdida de ciertas autorías a manos de la población.

La idea era que la gente completara esa frase y la verdad es que lo hizo y lo sigue haciendo hasta ahora. NO +  AFP… sigue muy vigente. En realidad, mi trabajo fundamental ha sido la escritura de ficción. He publicado doce novelas, varios de ensayos y algunos híbridos. También he escrito guiones de cine y guiones para documentales.

Diamela Eltit: “No hubo un proyecto emancipador en las áreas artísticas”

-Estamos casi justo en la mitad del gobierno de Gabriel Boric. ¿Cómo ve el momento político actual y la gestión del Presidente?

-Está todo muy, muy complejo. Yo pienso que la hegemonía se ha mantenido relativamente intacta. Y no hay que olvidar que el Presidente Boric perdió la primera vuelta frente a José Antonio Kast, lo cual es algo bastante insólito por lo que él (Kast) representa. Alguien que dijo, con su esposa al lado, que consideraba al feminismo peor que el comunismo. Una persona que vive en una situación mental como de los tiempos de la Guerra Fría. Que una persona así casi haya ganado una elección presidencial tiene que hacernos pensar en lo que es la derecha chilena, que se dice democrática pero que en segunda vuelta se plegó inmediatamente a él. ¡Y todas esas mujeres de derecha que se declararon feministas en 2018 y terminaron votando por Kast!

-Pero con respecto a Boric…

-Bueno, yo naturalmente voté por él, porque me considero una persona de izquierda. Yo, en realidad, nunca he militado en un partido político, pero sí tengo claro que hay que ampliar derechos junto con una notoria redistribución económica. Ahora, para muchos resulta que las personas que pensamos así somos de una izquierda radical. Pero bueno, yo sabía que las posibilidades de transformación en este gobierno eran escasas, porque no tenía las mayorías necesarias en el Congreso. Y así lo escribí en varias partes. 

-¿Cuál es su visión de lo que ha pasado en el ámbito de la cultura? Ya van tres ministros, además de movilizaciones de sus trabajadores.

-Todas las personas del ámbito cultural sabemos que sencillamente no hubo un proyecto emancipador en las áreas artísticas, que posibilitaran una democratización de las prácticas en su diversidad para beneficio de las comunidades. Es penoso. Yo pensaba que había una posibilidad de instalar en este gobierno nuevos recorridos culturales y nuevas formas de pensar cuerpos y territorios desde la intensificación de las estéticas. Pero la burocracia de los concursos, la ausencia de proyectos colectivos, ha sido la constante.

-¿Se podría decir que algo de eso pasó en el caso de las “caletas con perspectiva de género”?

-Sí, no es necesario hablar de caletas “con perspectiva de género”, porque si estableces una “caleta de pescadoras”, ya hay perspectiva de género en la medida que reconoces, amplías y abres espacio a la “pescadora”, que no está reconocida en los mapas sociales y culturales, y se produce una emancipación productiva, fundada en el reconocimiento y los beneficios económicos.  

-¿Fue un tono muy académico, muy “en difícil”?

-Bueno, es un concepto académico para hablar de reconocimiento y, por lo tanto, de emancipación. Pero a mí me parece mucho más eficaz hablar de pescadoras, eso es importante, nuevo, interesante. 

-Esta administración ha dicho desde un comienzo que es un gobierno feminista. ¿Cómo interpreta eso usted?

-Es interesante, pero es algo que ya hizo también la presidenta Bachelet con sus gabinetes paritarios. Son cosas interesantes y una puesta en escena pública de un deseo de sociedad. ¿Pero qué pasa con el resto, con el espacio privado? Tú ves a Elon Musk y te preguntas: ¿Cuántas mujeres multimillonarias hay en el mundo de la tecnología?, ¿cuántas mujeres hay dentro del poder económico mundial? Se supone que las mujeres son dueñas solo del uno por ciento del suelo del mundo. ¿Dónde está la simetría ahí?

Al final, cuando hay riqueza en mujeres casi siempre son las viudas. Yo hice un libro sobre el voto femenino, por lo que investigué mucho y encontré temas interesantes como el decreto Amunategui, que permitió el ingreso de la mujer a la Universidad. Ese decreto permitió lo que no estaba prohibido, porque se trataba de una convención: nada impedía su entrada a la Universidad.

Hoy mismo se habla de cuotas y de paridad como un requisito, que es necesario, por supuesto, pero la verdad es que las mujeres somos la mitad de la población, pero se necesitan estatutos para que la democratización de los cuerpos funcione. En definitiva, pienso que la gran tarea de las mujeres es descolonizar el imaginario de las mujeres capturado por lo masculino. Solo las mujeres pueden cambiar la asimetría que tenemos y que se prolonga en el tiempo. Si bien la sociedades se modifican, lo hacen siempre asimétricamente. 

-A ratos se escuchan ciertos discursos como el feminista u otros planteados como novedad, como que por primera vez se está haciendo algo.

-Ahí hay un problema en los programas de educación, porque en ninguna parte se enseña el largo camino de lucha que han tenido las mujeres para conseguir sus derechos. El derecho a voto se consigue en 1949, eso amplía virtualmente al doble la participación democrática, es fundamental. Sin embargo, eso no figura en los programas educacionales, como tampoco las complejidades que tuvieron las mujeres de ese tiempo para obtener el voto político.

Ese no saber impulsa cada oleada feminista como novedad, como inicio, pero la verdad que desde el siglo XIX ya existen en Chile gestas para conseguir derechos.   

“Es difícil que haya transformaciones sociales significativas”

-No puedo dejar de preguntarle sobre la muerte de Sebastian Piñera y todo lo que vino después.

-La verdad es que yo estaba bastante deprimida con lo que había pasado en Viña con los incendios, más de cien muertos, y se avisa de la muerte del expresidente que, obviamente, es lamentable. Pero ahí comenzó una verdadera construcción por parte de los medios de un Presidente ejemplar, un demócrata entregado a Chile y se olvidó su relación entre política y dinero, por parte de los medios, sin atender a la tragedia causada por los incendios.

Además, tuvimos que ver el espectáculo degradante de Karla Rubilar, haciendo campaña mientras se abrazaba con la gente que ingresaba al Congreso o esa foto futbolera, a la salida del funeral, de todos los exministros y adeptos muertos de la risa.

-¿Qué le parecieron las palabras del Presidente Boric sobre Piñera en el funeral?

-Creo que se equivocó. No entiendo por qué dijo eso. Porque Sebastián Piñera fue responsable de lo que pasó durante el Estallido Social. Fue muy grave lo que pasó en materia de derechos humanos, eso lo afirmaron todas las instituciones ligadas al tema. 

-¿Fue demasiado correcto Boric en sus palabras?

-No, creo que está equivocado. 

-¿Cómo cree que será esta segunda parte del gobierno?

-Es difícil que haya transformaciones sociales significativas en materia de AFP o de impuestos, como decía antes, porque la derecha tradicional de este Congreso, más los demócratas y los amarillos -qué nombre más horrible-, están aliados con el empresariado y sin mayoría no se puede hacer algo definitivo que alivie la situación de las capas medias y de los pobres. Hay que sumar la violencia narco y los envíos de drogas desde el puerto de San Antonio y la corrupción que genera.

Pero aun así, eliminar el copago en la atención de Fonasa es magistral, las 40 horas, el alza del sueldo mínimo. Son logros indiscutibles. Yo creo que si Michelle Bachelet decide postularse a Presidenta nuevamente, sería importante. Ella es una mujer poderosa, tiene una pertenencia socialista clara, es carismática y podría impulsar cambios. 

-¿De una nueva Constitución hay que olvidarse?

-No, yo no me olvido. Voté en contra de la Constitución del 80, la actual, que tiene algunas modificaciones siempre insuficientes. Cuando lo hice, me cortaron una esquina del carnet con una tijera, no había registros electorales, era patético. Hay que buscar nuevos horizontes, esperar a las nuevas generaciones y, más adelante, cambiar la Constitución. Seguramente yo ya no la vea, pero hay que hacerlo.

-¿Se puede?

-Claro que se puede.

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